Serie de Harry Potter 129/199: ‘Tras el velo’

Y llegamos al capitulo número 129 de nuestra publicación diaria y cronológica en la cual durante 198 días estaremos compartiendo nuestras sorpresas, anécdotas y opiniones acerca de cada uno de los capítulos de la saga de Harry Potter para luego finalizar con el Epilogo. El día de hoy es el turno para el capitulo número 129 de la Serie de Harry Potter.

Harry Potter y la Orden del Fénix

Capítulo 35: Tras el velo

Formas oscuras rodearon a los integrantes del Ejército de Dumbledore. Eran los mortífagos, que venían en busca de la profecía, y eso es lo que Lucius Malfoy, el «jefe» de los mortífagos en aquella empresa, le pidió a Harry. Pero claro, poco le importaba a Harry una profecía en ese momento. Lo único que deseaba era saber dónde y en qué estado se encontraba su padrino, Sirius Black. Así que, si los mortífagos acuñaban en su pensamiento la idea de hacerse con la profecía, primero deberían traerle a Sirius. Pero ni bien Harry preguntó por su padrino, las figuras encapuchadas se rieron de él, y no hicieron más que decirle que era hora de aprender a diferenciar los sueños de la realidad. Entonces Harry cayó: ¿habría sido toda esta movida una astuta trampa para tenerlo justo donde Voldemort quería? Ya era muy tarde para pensar en eso. Lo que debía hacer ahora era pensar en escapar; pero algo tenía en claro: podrían haberlo engañado, pero no les iba a ser fácil arrebatarle la profecía.

Necesitaba hacer tiempo, así que preguntó para qué quería Voldemort una profecía. Bellatrix, que también estaba en la escena, se enfureció cuando oyó que alguien se atrevía a pronunciar el nombre de su amado amo y señor sin sentir siquiera un escalofrío. Fue entonces cuando, después de que Harry dijera que Voldemort no era sangre pura, sino /sangre sucia/, Bellatrix ya no pudo reprimir su ira, y le lanzó un encantamiento aturdidor. Sin embargo el conjuro fue desviado por el mismísimo Lucius Malfoy, quien advirtió a sus compañeros que la profecía no debía dañarse. El hechizo de Bellatrix, desviado de su objetivo, fue a dar contra una de las estanterías que los rodeaban, haciendo que algunas bolas de cristal se rompiesen. De inmediato, de los restos de cristal roto, salieron espectrales figuras que profetizaban diversas cosas. Entonces Harry tuvo una idea; se acercó a sus compañeros y, sin que los mortífagos escuchasen, les dijo que, a su orden, rompiesen las estanterías.

Obviamente, Harry quería salir de aquella situación tan rápido como fuera posible, así que no se hizo esperar demasiado tiempo. Ni bien dio la orden, él y sus amigos dispararon múltiples hechizos a las estanterías, haciendo que cientos y cientos de bolas de cristal se rompiesen y, por ende, cientos y cientos de espectros profetas se hicieran presentes. En la confusión, los miembros del Ejército de Dumbledore echaron a correr, aprovechando la confusión de los mortífagos.

Allí se desató una larga persecución, adornada con pequeños enfrentamientos entre miembros del ED y mortífagos. El saldo que esto provocó fueron graves heridas en Hermione (Harry llegó a pensar que su amiga había fallecido), rotura de la nariz de Neville, locura temporal de Ron (a quien casi se lo «/come»/ un cerebro) y una herida un tanto complicada en un tobillo de Ginny.

Finalmente todos (perseguidos y perseguidores) terminaron en una extraña sala, adornada con un arco de piedra en el centro de la misma, de donde colgaba algo semejante a un velo roto. Los mortífagos no tardaron en rodear al ED, pero, cuando Harry pensó que no habría más remedio que entregarles la profecía, cinco queridos personajes aparecieron en escena: Sirius (¡sí, Sirius!), Lupin, Tonks, Kingsley y «Ojoloco» Moody. Esto desconcertó enormemente a los mortífagos, que, en apenas minutos, pasaron de rodear a un grupo de vulnerables adolescentes a enfrentar a poderosos magos. Pronto se formaron duelos individuales (aunque más de un miembro de la Orden del Fénix luchaba con dos mortífagos a la vez), que hubieran dado tiempo a Harry y sus amigos de escapar. Observando esta oportunidad, Sirius le dice a Harry que tome la profecía y escape con sus amigos.

Pero en ese momento una figura imponente se hizo presente. Dumbledore había llegado, y esto definitivamente desató el pánico en los mortífagos.

Sin embargo, cuando todo parecía salir bien, llegó uno de los momentos más tristes de toda la saga. Sirius estaba teniendo un duelo personal con su prima, Bellatrix. El varón Black no paraba de burlarse de las técnicas de la dama Lestrange, lo que hacía que ésta rabiara más y más, hasta que llegó el momento de la tragedia: un encantamiento aturdidor de Bellatrix que Sirius no logró esquivar lo empujó a través del Velo.

Harry esperó que Sirius apareciera por el otro lado, sin embargo, no lo hizo. La desesperación se apoderó de él, e intentó salvar a su padrino… pero Lupin acabó con sus esperanzas diciéndole la verdad: ya no había nada que se pudiera hacer. Sirius estaba muerto.

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