Los antecedentes literarios de Harry Potter IV

tom_riddleTras los pasos del Señor Tenebroso

Hoy, este espacio de reflexión se tiñe de una inquietante oscuridad. Una sombra de malignidad nos sobrecogerá porque hablaremos de lord Voldemort, también conocido como El-que-no-debe-ser-nombrado, el Señor Tenebroso o el Señor Oscuro. Este villanísimo, siempre en cabeza de los tops de villanos de ficción más malvados de todos los tiempos, surgido de la inagotable imaginación de Rowling, está dotado de una complejidad y una profundidad psicológica poco frecuentes en la literatura juvenil.

Pero, antes de analizar el influjo de otros villanos literarios, es necesario destacar los rasgos que tiene lord Voldemort de un personaje histórico: Adolf Hitler. Tras la Segunda Guerra Mundial corrió como la pólvora la leyenda del origen judío de Hitler, aunque hoy parece que esta teoría carece de fundamento. Lo cierto es que la abuela de Hitler tuvo a su hijo cuando no estaba casada y trabajaba como empleada de hogar en casa de una rica familia judía. Muchos años más tarde, el padre de Hitler fue reconocido por el que parece que era su verdadero padre biológico (y no era este acaudalado judío). En cualquier caso, es probable que Hitler pudiera albergar alguna duda acerca de su origen y esto acrecentara más su odio maniaco, enfermizo y criminal hacia los judíos.

Posiblemente, Rowling se basó en esta leyenda cuando empezó a conformar el pasado de su personaje, un niño de sangre mezclada que crece en un orfanato. Aunque Hitler crece con su familia, sufre unos malos tratos terribles, en forma de palizas y constantes vejaciones, por parte de su padre. No parece que Tom Riddle sufriera malos tratos físicos en el orfanato, pero sí sufrió el abandono y la privación de afecto por parte de su padre y de su familia paterna y materna. Los dos personajes, el histórico y el literario parecen hacer extensivos su odio y sus deseos de venganza a los que son como sus padres: judíos y muggles.

No quiero que este ejercicio de comprensión se interprete como una justificación del comportamiento de estas personas. En mi experiencia como psicóloga he conocido a personas que sufren situaciones aún más duras y no se convierten en asesinos despiadados o genocidas. Al contrario, devuelven bien por mal. Estoy revisando biografías de serial killers famosos para documentarme acerca de un personaje del libro que estoy escribiendo ahora (la continuación de El Club de los Detectives Incomprendidos) y, efectivamente, hay infancias terribles pero similares a las de otras personas que, sin embargo, escogen caminos diferentes. No hay excusas para tanta maldad, real o literaria.

Es difícil rastrear rasgos del personaje que analizamos en las amables lecturas infantiles de Rowling (informo a los que me preguntabais en los comentarios por una edición en castellano de El pequeño caballo blanco de que está editado en nuestra lengua por Salamandra). Aunque Tom Riddle tiene algunas características del pequeño mago oscuro abandonado en un orfanato que aparece en El concurso de brujas, de Eva Ibbotson (aquí también aparece un autobús mágico que lleva a las brujas a un aquelarre), este pequeño brujo no es malvado, lo de mago oscuro es por el tipo de poderes que tiene. Muchos detalles de los libros de Ibbotson pueden recordarnos el universo de Harry Potter, pero el mundo mágico de Rowling es muchísimo más rico y complejo. Aunque los libros de Eva Ibbotson son muy recomendables, sus personajes carecen de la profundidad psicológica de los de Rowling y la narración no tiene el ritmo ágil que poseen los libros de nuestra autora favorita.

Siguiendo con la infancia de Voldemort, si leemos el primer capítulo de Oliver Twist, encontraremos una escena que nos recordará la llegada de Mérope al orfanato, envuelta en harapos, para dar a luz y morir poco después. Pero Oliver decidió ser un buen muchacho. Tal vez ese sea el mensaje que Rowling nos envía, que siempre se puede elegir.

Una vez que dejamos atrás al pequeño Tom Riddle, sin duda, el primer villano literario que se nos viene a la cabeza es Sauron, de El Señor de los Anillos. Probablemente, parte de las similitudes entre los dos personajes se deban a la influencia que, tanto Rowling como Tolkien, han recibido de la obra El Paraíso Perdido de Milton. Voldemort y Sauron son como los ángeles caídos de Milton. Ambos son hermosos y físicamente atractivos hasta que caen definitivamente en el lado oscuro (es que el lado oscuro es muy poco favorecedor, si no, que se lo pregunten al Emperador de La Guerra de las Galaxias).

Cuando Sauron y Voldemort son derrotados y a ambos se les da por muertos, se convierten en una especie de espíritus, de sombras malignas que vagan errantes y se refugian en la espesura de los bosques. No mueren porque los dos guardan un as en la manga: anillo de poder y horrocruxes. Sauron también habría recuperado su cuerpo si Frodo no hubiera destruido el anillo en el Monte del Destino. Los dos ambicionan el poder absoluto, ser indestructibles y vivir eternamente.

Se creen tan poderosos y sabios que cometen fallos parecidos. Sauron considera que una mujer o un Hobbit no pueden ser una amenaza para los jinetes negros y sólo los protege con su magia de los hombres vivos. Voldemort, por su parte, se deja llevar por su delirio asesino y pasa por alto la magia antigua. No repara en que el sacrificio de Lily por amor a su hijo le acarreará la destrucción (la bruja de Las Crónicas de Narnia también olvida la magia ancestral). Sauron y Voldemort desprecian y no toman en consideración a los que consideran débiles o insignificantes.

Lord VoldemortOtro sangriento villano literario que ha dejado su huella en Voldemort es el Drácula de Bram Stoker. Al margen de destellos rojos en la mirada que nos hielan las entrañas, los planes de Drácula y de Voldemort son muy parecidos: formar un ejército, de vampiros y de mortífagos respectivamente, y dominar el mundo. Los dos pretenden hacerse primero con el control de Inglaterra (Drácula viaja desde Transilvania con ese propósito) y, desde ahí, con el del resto del mundo. A pesar de su infinita malignidad, Drácula tiene un gran magnetismo sensual. También lo tenía Tom Riddle antes de tener cara de serpiente (con esa pinta parece que sólo le gusta a Bellatrix).

Es difícil añadir alguna nota humorística a un post tan sombrío sobre un personaje tan despiadado. Podríamos decir que forma parte de la lista de villanos con título nobiliario, junto con el ya mencionado conde Drácula, lord Vader, el conde Olaf (Una serie de catastróficas desdichas) lord Farward (Shrek) y el príncipe Humperdinck (La princesa prometida). Este último es el padre literario de lord Farward.

En vuestros comentarios, muchos me preguntáis cómo conseguí que me publicaran mi novela. Ahora algunos dirán “¿Y esto qué tiene que ver con Voldemort?”. Pues tiene muchíiiiisimo que ver, porque conseguir que te publiquen una novela (al menos en España y en América Latina) es una hazaña similar a enfrentarse a lord Voldemort y a un grupo de mortífagos en un tenebroso cementerio. Yo seguí el método tradicional de enviar el libro a las editoriales. Empezaron a llegar asépticas cartas e emails (“… no encaja en nuestro proyecto editorial”, “…le deseamos mucha suerte en todos sus proyectos”),  y una mañana recibí un email de Editorial Aladena diciéndome que les gustaba mi libro y que tenían interés en publicarlo. Tuve la suerte de dar con un editor al más puro estilo anglosajón, de los que son emprendedores y apuestan por autores desconocidos si les gusta su trabajo (un saludo para ti, Fran, que, de vez en cuando, te asomas por este blog). Pero las reflexiones sobre el mundo editorial en el ámbito hispano dan para otro post. Como hay interés, igual preparo uno.

Y a vueltas con la villanía y la malignidad (que no se enfade ningún editor, que ahora vuelvo a hablar de Voldemort), creo que debemos meditar sobre el mensaje de Rowling: siempre podemos elegir y son nuestras decisiones las que marcan la diferencia.

Comentarios

comentarios

Autor Lourdes Fernandez Montoya

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.