Los Antecedentes Literarios de ‘Harry Potter’ VIII

Hermione Granger, Ronald Weasley: ¿la pasión mágica de la década?

En ese instante se oyó un fuerte estrépito: Hermione había soltado los colmillos de basilisco que llevaba en los brazos. Corrió hacia Ron, se le echó al cuello y le plantó un beso en la boca. El chico soltó también los colmillos de basilisco y la escoba y le devolvió el beso con tanto entusiasmo que la levantó del suelo.

Y, a petición popular (en respuesta al comentario 32 de Los antecedentes VII, de nuestra compañera bellatrix mcgonagall), aquí tenéis este antecedente sobre Ron y Hermione, dos personajes que me son muy queridos y sobre los cuales, a lo largo de los años que ha durado la saga, he leído y escuchado cosas tremendamente injustas a las que ahora me gustaría contestar. Haré referencia a otros amoríos literarios y, por eso, pido una cosa de antemano: paz y amor entre fans pottéricos y crepusculeros.

La tensión sentimental entre Ron y Hermione es la subtrama romántica de más peso en la saga de Harry Potter. La del protagonista y su chica tiene una importancia menor porque Rowling eligió contarnos la historia desde el punto de vista de Harry. “¡Esto es ajedrez! ¡Hay que hacer algunos sacrificios!”, dijo Ron en una ocasión. Pues bien, esto es literatura y, en la literatura, también hay que hacer algunos sacrificios. Hay que mantener la consistencia del punto de vista. Y la gran sacrificada ha sido Ginny, a la que muchos consideran erróneamente un personaje de bajo perfil o alguien “no lo suficientemente digno” para ser la pareja de  Harry. Lo que ocurre es que Harry está la mayor parte de la historia en la inopia, alelado, “empanao”, como decimos los andaluces, lamentándose por las esquinas de Hogwarts de sus desencuentros con Cho, mientras Ginny sufre en silencio. Cuando Harry la descubre (y los lectores, también), la trama está cerca del desenlace y Harry tiene que partir en busca de los horrocruxes. Luego hay un salto de diecinueve años en los que no sabemos nada de su relación.

Sin embargo, junto con Harry, los lectores hemos sido testigos de cómo se fraguaba la amistad y el romance entre Ron y Hermione, los mejores amigos de Harry, los personajes que pasan más tiempo con él y con nosotros. Rowling era consciente del magnetismo que ejercía esta relación sobre los lectores, por eso aplazó su culminación para el último episodio de la saga.

En diversas ocasiones, y también en el libro J. K. Rowling vista por J. K. Rowling, nuestra autora favorita ha comentado que, en Hermione, puso muchos rasgos de ella misma cuando era niña y adolescente. Rowling dice que tomó su nombre de un personaje de Cuento de invierno de Shakespeare (Hermione también se llamaba la hija de Helena de Troya y el rey Menelao).

Podemos considerarla heredera literaria de los personajes de la literatura juvenil que aman los libros, el conocimiento y la lectura, como Matilda. Uno de esos personajes cuya voracidad intelectual deja boquiabiertos a los adultos. Entra en escena en el expreso de Hogwarts. Es la segunda niña que Rowling nos presenta (la primera fue Ginny, así que estaban claras las intenciones de Rowling, ¿verdad?). Cuando la conocemos, acaba de hacerse amiga de Neville (otro personaje importante) y busca al escurridizo Trevor. Esto tampoco es casualidad. Rowling nos está avisando de que es un tipo de muchacha que prefiere la compañía de los chicos, que huye de las frivolidades de las chicas adolescentes, y también una leal amiga y compañera, siempre dispuesta a ayudar.

He llegado a leer opiniones que calificaban a Hermione de aburrida, pasiva, rígida y obsesionada con las normas. Me sorprende que alguien que realmente haya leído los libros piense de esta forma. Posee una mente brillante y el valor propio de los Gryffindor; pero, como cualquier chica de su edad, Hermione se encuentra en pleno proceso de crecimiento personal y maduración, y, como todos los héroes y heroínas de Rowling, tiene sus defectos e inseguridades. Va creciendo interiormente a medida que avanza la historia y se enfrenta a desafíos y a nuevas aventuras.

Todos desarrollamos estrategias para afrontar nuestras inseguridades. La estrategia de Hermione es aferrarse a lo que ella considera más seguro: el conocimiento y las normas. Pero yo me pregunto: ¿las personas obsesionadas con las normas las transgreden con tanta frecuencia como Hermione?

Desde que sella su amistad con Harry y Ron en la escena del troll, Hermione infringe las normas cada vez que lo considera necesario. Sólo es una estudiante modelo en lo que se refiere al rendimiento académico. Por lo demás, se pasea continuamente por los pasillos de Hogwarts y por el exterior del castillo a deshoras, y no siempre por iniciativa de Harry y Ron. Recordemos que engaña a un profesor para conseguir un libro (esto no era muy difícil porque Lockhart era un lelo) y prepara la poción multijugos plenamente consciente del número de normas del colegio que estaba quebrantando. Y no olvidemos que fue ella la promotora del ED.

¿Son Harry y Ron una mala influencia para Hermione, tal y como afirma el propio Ron en La piedra filosofal (la película), cuando ella les sugiere que busquen en la sección prohibida? En mi opinión, no. Hermione ya tenía en su interior un insaciable espíritu aventurero, sólo necesitaba los compañeros adecuados para poderlo liberar.

Ya desde su primer encuentro en el vagón, Hermione intenta torpemente entablar amistad con Harry y Ron, quienes la consideran una sabihonda mandona y no tienen ningún interés en ella. A pesar de su inteligencia y su talento,  Hermione no es muy habilidosa socialmente en su primer año en el colegio. Sus intentos de acercamiento a Harry y Ron terminan desastrosamente, con Hermione llorando en el servicio de las chicas mientras todo el colegio celebra la fiesta de Halloween. El gesto de Hermione tras el incidente del troll, al echarse la culpa del embrollo, lo dice todo de ella. Para Hermione hay cosas mucho más importantes que las notas y los puntos, y esto lo demuestra a lo largo de la saga.

Si Hermione no amaba la acción y el peligro, ¿por qué eligió como amigos a los dos chicos que compartían golosinas e intentaban cambiar el color de una rata en un compartimiento del expreso de Hogwarts? Se ve a la legua que son buenos chicos, pero no buenos chicos del tipo Cedric Diggory (estudiante modélico, buen deportista, inteligente, guapo…). Son unos buenos chicos que cumplen las normas hasta que encuentran una buena razón para saltárselas. Son unos buenos chicos que hacen los deberes siempre que no surja algo más interesante que hacer, como investigar algún misterio o desbaratar los planes de un malvado adversario.

En una entrevista televisiva, Rowling comentó entre bromas que no había sentido ninguna pena al matar a Cedric, ya que los muchachos como él, tan perfectos, le resultaban odiosos. Es curioso que el mismo actor que interpretó a Cedric en El cáliz de fuego haya dado el tipo para interpretar a otro personaje literario al que se acusa de ser “perfecto”: Edward Cullen.

Tengo que decir que entiendo perfectamente a Rowling. Mi peor pesadilla sería que mi editor me encargara una novela con un protagonista como Cedric Diggory. Sería horrible y tendría que enfrentarme al tormento de todo escritor, hasta ahora desconocido para mí: el papel en blanco. No sabría qué contar de un personaje así. ¿Qué aventuras puede vivir? ¿En qué cosas interesantes puede verse involucrado y qué puede aprender de ellas si ya es perfecto? ¿Qué habría sido de la literatura juvenil sin los buenos chicos desobedientes tipo Harry y Ron? Si Alicia hubiera sido una niña modélica victoriana que siempre hace lo que es debido, ¿habría ido al País de las Maravillas o al mundo que está al otro lado del espejo? ¿Qué interés tendría La isla del tesoro si Jim Hawkins fuera un chico obediente? (por no mencionar que, de no haber sido por él, hubieran perecido a manos de los piratas todos los tripulantes de La Hispaniola). ¿Existirían las aventuras de Los cinco si los niños hubieran obedecido siempre a tío Quintín? ¿Con quién habría viajado Frodo si Sam no hubiera sido aficionado a escuchar a hurtadillas y si a Merry y a Pippin no les hubiera gustado robar verduras del huerto del vecino?

Hermione es una digna heredera literaria de todos estos inolvidables personajes, al igual que Ron, su perfecto contrapunto.

De Ron he llegado a leer que es un personaje de bajo perfil, el típico gracioso, el que hace el papel de “chico majo amigo del protagonista”, que es cobarde, que es una especie de payaso que está ahí para decir algo gracioso en el momento oportuno… y no sigo porque me indigno muchísimo.

Lo cierto es que Rowling se basó en su amigo Sean Harris (al que está dedicado La cámara secreta) para construir este personaje. En palabras de Rowling, “su ford anglia turquesa significó para mí la libertad”. Por eso el coche de la familia Weasley puede volar. Es una metáfora de lo que sentía Rowling cuando iba en el coche con su amigo. Y Sean fue un gran amigo para Rowling, fue una de las pocas personas a las que ella le confesó su proyecto de convertirse en escritora. Es lógico que Rowling quisiera para Harry un amigo tan bueno como el que tuvo ella.

A nivel literario, responde al estereotipo recurrente del muchacho de familia humilde que anhela prosperar económicamente, que a veces se siente acomplejado cuando sus amigos lo invitan y que usa ropa y material escolar de segunda mano. Tal es el caso de la Georgina de Los Cinco y de los inolvidables hermanos Bastable, los protagonistas de Los buscadores de tesoros de Edith Nesbit, una de las autoras favoritas de Rowling (este libro es estupendo, pero yo os recomiendo especialmente Historias de dragones).

En Las Reliquias de la Muerte protagoniza una separación y reencuentro providencial con el héroe, al que salva la vida, al estilo de la que protagonizan Sam y Frodo, en El señor de los anillos, cuando Sam regresa justo a tiempo para salvar a Frodo de Ella-Laraña. Aunque en ambas separaciones influye un objeto maldito (anillo y horrocrux), en el caso de Harry y Ron, es el amigo fiel el que abandona al héroe en su viaje. Es cierto que se arrepiente inmediatamente, pero no puede regresar y deja solos a Harry y a Hermione en parte de la búsqueda.

Como todos los héroes y heroínas de Rowling, Ron tiene sus virtudes y sus cualidades. Su impulsividad le lleva a tomar decisiones precipitadas de las que se arrepiente muy deprisa (como abandonar a Harry y a Hermione o enrollarse con Lav por los celos que siente de Hermione y Krum).

Su inseguridad y su nerviosismo impiden que sus talentos afloren. Como cualquier integrante de una familia numerosa, con hermanos mayores brillantes, buenos deportistas y populares, en la que ni siquiera tiene el privilegio de ser el más pequeño, pues tiene una hermana menor que había sido esperada durante varias generaciones, Ron desea fervientemente destacar, pero no confía en sí mismo en absoluto.

El pasaje de La piedra filosofal que narra el viaje de ida en el expreso de Hogwarts es precioso y entrañable. Ahí se gesta una gran amistad literaria entre ranas de chocolate y golosinas increíbles. Los dulces y las comidas deliciosas simbolizan la plenitud afectiva en la literatura infantil y juvenil.  Los viajes en tren son un símbolo del transcurso de la vida, y Rowling nos estaba diciendo que Harry no podía haber coincidido con un compañero mejor para este viaje que es la vida.

Ron es valiente, fiel, leal y generoso, el mejor amigo que Harry o cualquiera de nosotros podría encontrar, y también la pareja ideal de Hermione. Rowling dijo que hubo un momento en Las Reliquias en el que pudo haber saltado la chispa entre Harry y Hermione. Es lógico, Ron los dejó solos, y afrontaron juntos  peligros y dificultades. Eso une, ya que vivieron cosas que no compartieron con Ron. Pero, finalmente, eso no ocurrió, y Harry se emparejó con su alma gemela. El tipo de relación que pueden tener Harry y Hermione entre ellos para que les aporte más felicidad es la de amistad. Harry ha sufrido mucho y necesita la vitalidad y el sentido del humor de Ginny. Las personas tan inteligentes como Hermione tienden a creer que siempre tienen razón y necesitan a alguien que les lleve la contraria a menudo.

Entre Ron y Hermione hay una tensión romántica al estilo Han Solo/princesa Lia. Entre ellos existe una química chispeante como la que hay entre los enamorados de las comedias shakesperianas del tipo Noche de Reyes y Como gustéis (antes de que alguien prepare una pira en la plaza de su pueblo para quemarme por cometer la herejía de comparar las obras de Shakespeare con Harry Potter, aclaro que no soy yo la primera que detecta estas influencias, pues hay muchos críticos e intelectuales que ya las han señalado, sobre todo entre el personaje de Harry y Hamlet).

Y, llegados a este punto, es inevitable referirme a la otra famosa relación amorosa de la literatura fantástica del momento: la relación entre Bella y Edward. Muchos estáis deseando que se analicen comparativamente los libros de Rowling y los de Meyer. A otros, en cambio, os horroriza la idea de las comparaciones. Pues bien, todos tenéis razón. No habría por qué comparar las dos sagas, de hecho, muchos sois fans de las dos. No tienen nada que ver, excepto que ambas se pueden encuadrar dentro de la literatura juvenil de fantasía. Sólo se pueden comparar las subtramas románticas de Harry Potter con la relación sentimental entre los protagonistas de Crepúsculo.

¿Por qué, entonces, tantas comparaciones y tantas disputas? Pues muy sencillo: por la forma de publicitar la saga Crepúsculo por parte de sus editores y de sus productores cinematográficos. Desde el principio no han hecho más que compararla con el fenómeno Potter (utilizando información sesgada, claro está, porque ni ha vendido más libros ni sus películas han recaudado más que las de Harry Potter).

He tenido en mis manos ediciones de Crepúsculo con una pegatina que decía “El libro que ha conseguido superar en ventas a Harry Potter”. Y la publicidad de las películas ha discurrido por cauces parecidos, hasta el punto de que había carteles de Crepúsculo que, si los mirabas de lejos, era imposible que no confundieras a Kristen Stewart con Emma Watson en los carteles de La Orden del Fénix.

Si se comparan ambas sagas, es debido a estas prácticas publicitarias. Es probable que les haya reportado beneficios económicos, pero Crepúsculo sale perdiendo con las comparaciones. Meyer tiene sus cualidades como escritora, si no, no tendría tantos seguidores; pero, en mi opinión, Rowling es el mejor autor vivo de literatura juvenil y uno de los mejores escritores de nuestro tiempo. Por tanto, lanzar un libro comparándolo con Harry Potter es un suicidio publicitario.

Nunca podría haberlo igualado en número de fans, ventas de libros o taquilla por la sencilla razón de que su público no es tan amplio como el de Harry Potter. A mí me gusta sentarme en las filas delanteras de las salas de cine. Antes de que se apague la luz, suelo volverme para echarle un vistazo al público. En el estreno de El misterio del príncipe, en la sala predominaba el público joven (el mismo número de chicos y chicas, eso es lo que más me gusta de Harry Potter), pero también había familias con miembros de todas las edades. Antes de que comenzara Luna Nueva, el panorama era muy diferente, casi todo el público eran chicas adolescentes, que, después, exclamaron al unísono “¡Ooooooooh, quéeeee boniiiiito!” cuando Edward dijo “Bella, ¿quieres casarte conmigo?”, lo cual es muy digno de respeto. Como también lo son aquellos que vomitaban en el cartucho de palomitas cada vez que alguien decía algo como “Mi vida eres tú” o “Mi mundo eres tú” (mientras no se salpique al del asiento vecino, nada que objetar). Sobre gustos no hay disputas.

En cuanto a las relaciones amorosas en una y otra saga, lo primero que salta la vista es que para los chicos de Meyer, el mundo parece girar en torno a su relación amorosa. Da la impresión de que lo más importante para Bella es que envejecerá mientras que su amado permanecerá hermoso y perfecto por toda la eternidad. Los chicos y chicas de Rowling tienen muchas más inquietudes y objetivos aparte del amor. Y eso no significa que amen menos intensamente, recordemos que el último pensamiento de Harry cuando creía que estaba en el instante final de su vida fue para Ginny. Ron llamaba en sueños a Hermione cuando estaba en la enfermería recuperándose del envenenamiento y Hermione lloraba todas las noches en secreto por la marcha de Ron. Para Hermione tuvo que suponer un desgarro emocional terrible el momento en el que Ron le da a elegir entre marcharse con él o continuar al lado de Harry. Ella permaneció junto a su amigo, cumpliendo con el compromiso que había contraído con Harry y trabajando para recuperar la libertad y la paz en el mundo mágico. Todas las chicas de Rowling (Hermione, Ginny, Luna, Tonks…), tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz (lo sabemos por el epílogo y por lo que ha dicho Rowling) tienen vidas y proyectos interesantes que compaginan con sus parejas y  con su vida familiar.

Otra cosa destacable es que los personajes de Meyer no parecen crecer a medida que avanza la historia y van superando dificultades. No se puede negar que Bella sea una muchacha valiente que es capaz de sacrificarse por los seres que ama. Pero sus cualidades no van más allá. No da la impresión de que su personalidad se fortalezca y se desarrolle con las adversidades. Las facultades que termina desarrollando no se deben a un crecimiento personal forjado a base de enfrentarse a adversidades y salir victorioso de ellas, son causadas por una mordedura.

Edward no necesita madurar ni crecer interiormente, ya es perfecto al comienzo de la historia. Lo malo es que este tipo de personas no existen en la vida real. ¿Os imagináis a Edward teniendo que consultar Doce formas infalibles de hechizar a una bruja? Hay algo adorable en la encantadora e imperfecta humanidad de los chicos de Rowling (Harry, Ron, Neville…), algo que podemos encontrar en cualquier persona que nos tropecemos a la vuelta de la esquina.

También me llama la atención que los enamorados de Meyer parecen bastarse a sí mismos y no necesitar demasiado a las amistades. Para los chicos y chicas de Rowling los amigos son tan importantes como las parejas. Y así es en la vida real, amigos y pareja cubren parcelas afectivas diferentes, y necesitamos de todos ellos. Harry no habría logrado sus objetivos sin la ayuda y el apoyo del niño pelirrojo que conoció en King Cross y sin la niña sabihonda que entró en el compartimiento buscando un sapo. También han sido nuestros amigos literarios durante años y siempre estarán en nuestros corazones. Aunque se hayan terminado los libros, aunque sólo queden dos películas, la saga de Harry Potter nunca terminará porque personajes como ellos siempre vivirán dentro de nosotros. Os deseo que encontréis y que conservéis amigos como Ron y Hermione. Frodo no habría llegado tan lejos sin Sam, ni Harry sin Ron y Hermione. Un anciano sabio, barbudo, melenudo y con botas de tacón alto con hebillas dijo en una ocasión “Hace falta mucho coraje para oponerse a los enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos”. Y yo os digo que hace falta mucho valor para ser un héroe, pero también para ser el mejor amigo del héroe.

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Autor Lourdes Fernandez Montoya

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