Los antecedentes literarios de Harry Potter IX

Chicos malos

“Tuve que sacarla a rastras de la casa a las cinco de la madrugada y admito que la abofeteé muy fuerte en la calle”, declaró Jorge Arantes, el primer marido de Rowling, al Express Newspapers en 1999. Una persona encantadora, sin duda, el señor Jorge Arantes, por eso un juez escocés concedió a Rowling una orden de alejamiento permanente contra él en 1995 (citado en J. K. Rowling, biografía de Sean Smith, que sé que luego me pedís la referencia).

A Rowling le causó mucho sufrimiento ver expuestos a la opinión pública estos dolorosos sucesos de su pasado. Sin embargo, conocer estas circunstancias puede ayudarnos a entender como sus experiencias personales la influyeron a la hora de construir a los personajes más desagradables, a los antagonistas de Harry, que responden, en algunos aspectos, a estereotipos literarios ya presentes en la literatura juvenil anterior, pero sobre los que Rowling nos aporta una nueva e interesante visión.

En un encuentro con lectores, Rowling se dio cuenta de que había demasiadas muchachas interesadas en personajes como Draco Malfoy. “Chicas, no debéis enamoraros de chicos como Draco, Lucius o Snape. Hay que enamorarse de chicos como Harry, Ron o Neville, de chicos como mi marido (se refería al actual, por supuesto)”. Este consejo está en concordancia con el tratamiento que ella da a los personajes negativos.

En la literatura juvenil podemos encontrar autores, como Roald Dahl, cuyos protagonistas están llenos de cualidades excelentes (como Matilda o Charlie), mientras que sus antagonistas son odiosos, mimados o egoístas (pensemos en el detestable hermano de Matilda o en los adversarios de Charlie en Charlie y la fábrica de chocolate). Al final de las historias de Dahl, los buenos obtienen su recompensa y los malos son castigados.

Otros autores se decantan por el optimismo antropológico. Los niños y jóvenes son esencialmente buenos. Si alguno es malvado, es por la mala influencia de los adultos de su entorno. En este enfoque, los personajes negativos niños y jóvenes siempre cambian al final de la historia y se hacen amigos del protagonista. Este es el caso de la abusona Janyce de Un puente hacia Terabithia, a la que su padre maltrataba y que termina cambiando de actitud con respecto a los protagonistas, Leslie y Jess.

Algo parecido ocurre con los niños de Frances Hodgson Burnett. Para ella, los niños son buenos por naturaleza. Si son crueles o envidiosos, como ocurre en La princesita con las niñas del internado que tratan mal a Sara cuando queda huérfana y empobrecida, siempre terminan rectificando su conducta al final de la historia. Algunos niños protagonistas de sus novelas tienen rasgos negativos, como Mary y Collin de El jardín secreto. Son egoístas, mimados y tienen dificultades para expresar sus sentimientos. Son niños criados sin afecto pero que consiguen superar sus dificultades ayudándose mutuamente, a través del contacto con la Naturaleza, y cuidando plantas y animales. Para Burnett, siempre hay algo bueno en esencia en el niño por el hecho de serlo y, por tanto, es perfectible.

Pero ¿cuál es la postura de Rowling? En mi opinión, la que más se acerca a la realidad de la vida. Está claro que Rowling culpa a los adultos de los defectos de niños y jóvenes. Para ella, el matrimonio Dursley es responsable de que Dudley llegara a convertirse en un matón adicto a la televisión y a la comida. Y, para dejar esto muy claro, Rowling escribió la escena de la visita de Dumbledore a Privet Drive, en la que el sabio director recrimina  a estos padrastros de cuento moderno tanto su comportamiento con Harry como la pésima educación que han dado a su propio hijo. La primera vez que la leí, no pude evitar acordarme de la visita de la señorita Honey a los padres de Matilda.

En el caso de Draco Malfoy, este personaje que tan interesante os resulta a muchos, es evidente que Rowling también piensa que sus padres son los causantes del desastre. De hecho, cuando Harry conoce a Draco, lo primero que piensa es cuánto le recuerda este muchacho a su primo.

Narcisa y Lucius aman a su hijo. Narcisa traicionó a Voldemort cuando le dijo que Harry estaba muerto y arriesgó la vida para poder reencontrase con su hijo en el castillo. Y, en la batalla de Hogwarts, a Lucius sólo le importaba encontrar a Draco. Pero es probable que ambos fallaran a la hora de demostrarle su amor a su hijo. Bajo su arrogancia y su presunción, Draco Malfoy esconde un complejo de inferioridad. Puede que no se sintiera amado incondicionalmente por sus padres, porque da la impresión de que no confía en sí mismo y de que su meta es estar a la altura de las expectativas de sus padres, con sus pomposas ideas sobre la limpieza de sangre y el estatus socioeconómico.

Draco no brilla en nada, no es un buen estudiante, ni un buen deportista, ni es excesivamente popular, salvo entre los Slytherins por los aires que se da sobre lo importante y rico que es su padre. De haber sido criado con más amor, habría desarrollado cualidades que no afloraron en él hasta que avanzó la historia y no se enfrentó a circunstancias extremas.

Toda su familia era partidaria del Señor Tenebroso, pero… Draco bajó  la varita. A pesar de las influencias y de las presiones que recibió,  él tomó su decisión. Y eso es lo que diferencia los libros de Harry Potter de otros libros. Sirius Black también decidió en su día apartarse del camino que le marcaba su familia. Regulus lo decidió más tarde, demasiado tarde. Crabbe y Goyle, en cambio, decidieron continuar por la senda marcada.

Draco aprendió por el camino más duro. Tuvo que tragarse sus palabras (“Seréis los siguientes, sangre sucia”). A la hora de la verdad, resultó que no era capaz de matar, ni de ver matar a nadie. Y después de seis años insultando y despreciando a Hermione, cuando la torturaron, sufrió casi tanto como ella.

En el primer año en Hogwarts, Draco retó a Harry a un duelo al que nunca se presentó. Y ,desde entonces, no vimos más que muestras de cobardía por su parte. Sin embargo…, bajó la varita. Y hace falta mucho valor para desobedecer las órdenes de Voldemort, asumiendo de esa forma las consecuencias que le podría haber acarreado este acto, pudiendo haberle costado su vida y la de sus padres. Hace falta mucho valor para negarse a identificar a Harry, Ron y Hermione cuando los capturaron los carroñeros.

Pero el valor de Draco está lejos de parecerse al del dream team del Ejército de Dumbledore (el trío, Neville, Ginny y Luna). Un momento después de que Harry le salvara la vida, Draco estaba levantándose la manga de la camisa y enseñando la marca tenebrosa al verse rodeado de mortífagos. Nada que ver con la entereza de Hermione al soportar la tortura y al salvar a Harry de Nagini. Nada que ver con el coraje de Ron cuando le gritó a Voldemort “¡Él se enfrentó a ti!”. Nada que ver con el valor incomparable de Neville, que, cuando estaba todo perdido, se abrió paso entre la multitud hacia una muerte segura y que, cuando Voldemort le ofreció el perdón por su estatus de sangre limpia, él le escupió a la cara aquello de “¡Me uniré a vosotros cuando se congele el infierno! ¡Ejército de Dumbledore!” Y, por supuesto, por razones que serían muy largas de enumerar, nada que ver con el valor de Harry. Pero Draco, después de todo, es un miembro de la casa Slytherin, y ellos se valen astutamente de cualquier medio para salvar el pellejo.

Analizando estas cosas, la advertencia de Rowling a las chicas encandiladas por Draco cobra plenamente sentido. Dejarse llevar por una atracción fatal hacia un chico malo puede tener consecuencias nefastas. Es cierto que las personas pueden cambiar, pero muy raras veces lo hacen influenciados por terceros o por su pareja. Los chicos malos pueden decidir cambiar o no.

Por estas y otras cosas, los libros de Rowling, que tantas horas de entretenimiento desbordante y de felicidad nos han proporcionado, nos pueden enseñar más cosas de la vida que esos otros libros realistas que pretenden enseñar valores y guiar la conducta de niños y jóvenes. En el mundo de Rowling, como en la vida misma, no siempre los buenos reciben su recompensa y los malos, su castigo. Recordemos que Lucius Malfoy se fue de rositas escudándose en la contribución de su familia a la derrota de Voldemort, aunque parece que, en la película, este personaje va a tener un final diferente(¡qué ansiedad, xD, quiero que llegue noviembreeeee!).

En los libros de Rowling, como en la vida real, las personas no cambian influenciadas por la bondad de otras. Cada uno decide su destino. Cada vez que respiramos, podemos tomar una decisión que cambie el rumbo de nuestras vidas.

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Autor Lourdes Fernandez Montoya

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