Ensayo: «El Aventurero Newell»

El segundo libro que leí de la saga de Harry Potter, por raro que parezca, no fue ni La Cámara de los Secretos ni El Prisionero de Azkaban. Fue El Cáliz de Fuego. ¡Y qué nostalgia de aquellos días en que lo devoraba sentado en mi cama, sin saber que podría suceder! ¡Qué deseos de ver la película, de conocer el rostro de Voldemort! Superó mis expectativas (como Hermione en los T.I.M.O.s). Mike Newell, profesional, con experiencia y un concepto de aventura muy juvenil, estuvo a cargo de aquella maravilla cinematográfica.

Si bien es cierto que en el artículo anterior destaqué la labor de Cuarón, la cinta que más me gusta —y esto es sólo un criterio— es El Cáliz. De entre todas es la más vertiginosa y deportiva: pasan los acontecimientos casi sin mostrar escenas aburridas (que plagan La Orden y El Misterio del Príncipe) y los acontecimientos no dan respiro al que la disfruta. Esta es la película que por primera vez nos trae un nuevo compositor.

Patrick Doyle es un maestro de la música, y tuvo que asumir los retos más grandes: componer para los estudiantes extranjeros (los búlgaros tienen una especie de himno que se disfruta y ofrece esa sensación de tipos rudos), un par de vals (magistrales) y el primer tema que define a Voldemort, el mal supremo, el antagonista por excelencia de la saga. El mayor mérito de Newell es mantener la parada tan alta como cuando Cuarón El Prisionero. EL Cáliz estuvo nominado a varios premios y obtuvo algunos de ellos. Sin embargo, no es menos cierto que parece una sucesión apretada de escenas, en lucha contra el tiempo, por lo que hay quien opina que fue un atraso en el plano dramático alcanzado por los otros filmes. También podríamos decir, a favor de Newell y Kloves, que El Cáliz tiene una cantidad de eventos (y páginas) difíciles de incluir en una sola cinta.

No obstante fue una excelente adaptación  —a pesar de los cambios sustanciales con respecto a la trama original— que parecía más el libro pulido de Rowling, que el guión caprichoso del filme. Mike Newell fue el primer británico que asumió Harry Potter en calidad de director. Su obra dejó la curva de interés en los filmes en un nivel muy alto, que Yates no logró atrapar, ni alcanzar. Newell conjuga perfectamente la acción con las gloriosas escenas de amor dentro de Hogwarts, además de imprimirle un tono humorístico que la destaca. Sobre los efectos especiales podemos decir que son excelentes. Cada hechizo, por ejemplo, tiene una luz de color como lo indicara Rowling en sus narraciones, dando más riqueza visual al filme. La fotografía es espectacular: las escenas de las competencias nos dejan queriendo captar para siempre esa imagen en nuestras mentes. No olvidemos que esta fue la primera película en HD de la saga, por lo que el trabajo de la dirección de arte, vestuario y fotografía adquirieron el matiz que realmente merecían.

Sobre las actuaciones, vale destacar el contraste entre Robert Pattinson (Cedric Diggory) y Ralph Fiennes (Lord Voldemort). Mientras el primero desempeña pobremente su trabajo (un poco repetitivo en Crepúsculo), el segundo logra infundir temor, precisamente por la frialdad con que se expresa. Cada gesto, incluso la manera de tomar la varita nos da un personaje fiel a los textos. ¡Cualquiera pensaría que había leído El Misterio del Príncipe (donde se dan los antecedentes del comportamiento de Voldemort) antes de que Rowling lo publicara! Mike Newell fue un aventurero, a pesar de que muchos critiquen El Cáliz de manera contundente, y otros piensen que Harry fue lo pero que le sucedió al director. Lo que si es seguro, es que Newell fue un momento glorioso para la saga.

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Estudio periodismo en la Universidad de La Habana, escribo novelas y trabajo como periodista en CMBF Radio Musical Nacional. Potterhead!

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