Los Antecedente Literarios de ‘Harry Potter’ XI

Los Merodeadores: el regreso de los héroes románticos

Los señores Lunático, Canuto, Colagusano y Cornamenta os saludan, lectores de BlogHogwarts,  y os ruegan que perdonéis a Lourdes, a la que llevabais pidiéndole desde hace mucho tiempo que escribiera sobre nosotros. La autora se ha demorado en la redacción de este artículo porque le había prometido a su editorial que no escribiría ni la lista de la compra hasta que terminara su nuevo libro, y lo ha cumplido (aunque lo de no escribir ni la lista de la compra ha tenido para ella consecuencias catastróficas, ya que tenía que ir al supermercado varias veces al día).

Juramos solemnemente que esto es una travesura.

En 1999, tras la publicación de Harry Potter y el prisionero de Azcabán, J. K. Rowling acaparó los tres primeros puestos de la lista de libros más vendidos de The New York Times con los tres primeros libros de su saga. Lectores de todo el mundo y, lo que es más importante, de todas las edades descubrieron la magia de Harry Potter. Fue el comienzo del fenómeno tal y como lo conocemos hoy. En su primera gira por Estados Unidos, para promocionar La piedra filosofal y La cámara secreta, Rowling sólo tuvo una acogida discreta por parte de los lectores estadounidenses; pero, en su gira de promoción de El prisionero de Azcabán, Rowling fue recibida allá por donde iba como una diva del pop: colas interminables en las librerías, gritos, falshes…

¿Por qué El prisionero de Azcabán supuso el espaldarazo definitivo para el éxito de la saga? Puede que existan diversas razones: es un excelente libro de intriga lleno de giros y sorpresas que mantienen en vilo al lector, y sus protagonistas son adolescentes, con lo que no puede ser considerada ya una saga infantil, ampliando así su mercado de lectores. Pero, en mi opinión, juega un papel determinante la aparición de Lupin, Sirius y James, al que sólo conocemos a través de la visión idealizada que de él tienen sus mejores amigos y de la opinión distorsionada por el odio de Snape (con el tiempo, tanto Harry como los lectores comprendemos que todos tenían parte de razón). Sin duda, la aparición en escena de estos treintañeros tan bien definidos psicológicamente llamó la atención de los lectores más maduros, que encontraron en ellos personajes con los que identificarse. No creo que el traidor Pettigrew se merezca ningún análisis especial. Pienso que Rowling le dio su merecido matándolo con la mano que le regaló Voldemort.

Rastreando sus precedentes de los merodeadores en la literatura juvenil, nos tropezamos con los Animorphs, de Catherine A. Applegate (como sé que me vais a preguntar, os comento que esta serie se compone de más de cincuenta libros, de los que sólo los veinticinco primeros han sido traducidos al castellano por Ediciones B y Emecé). Los protagonistas son cuatro compañeros de instituto que tienen la facultad de transformarse en animales y de comunicarse telepáticamente cuando esto sucede. Uno de los jóvenes sobrepasa su tiempo transformado y queda para siempre convertido en un halcón (recordemos que Lunático tampoco tiene control voluntario sobre sus transformaciones). Los enemigos de los animorphs son los yeerks, unos malvados alienígenas que se han infiltrado en la sociedad humana y que quieren apoderarse de nuestro planeta. Los yeerks son como babosas que se introducen en los oídos de las personas y toman posesión de sus mentes. Los humanos poseídos por los yeerks son emocionalmente fríos, siempre hacen lo correcto y nunca se meten en líos (algo así como Percy o el joven Voldemort).

La lucha entre los animorphs y los yeerks representa de manera simbólica el conflicto que puede darse en nuestras sociedades entre los jóvenes y el mundo de los adultos. En los libros de Harry Potter, los merodeadores también tienen una función análoga. En muchas ocasiones, los jóvenes se sienten incomprendidos por los más mayores, a los que perciben como seres hostiles, fríos y distantes que parecen estar dominados por fuerzas diabólicas que han tomado posesión de ellos (al igual que los yeerks son dirigidos por las babosas alienígenas o algunos magos son seducidos por las artes oscuras). Y puede que no les falte razón a los jóvenes, ya que hay personas que, a medida que cumplen años, parece que ya no son ellos mismos y que han sido “poseídos” por la codicia, el afán de poder o el ansia desmedida por la fama y el reconocimiento social. De la misma forma, los adultos que han decidido matar a su niño interior y han olvidado cómo se sentían en su juventud pueden percibir a la los más jóvenes como seres semisalvajes, indomables y peligrosos, como una especie de bestias incontrolables. De ahí el recurso a las transformaciones animales, que simbolizarían el contacto con la energía instintiva del ser humano y una relación más estrecha con la naturaleza.

En el quinto libro, cuando Dumbledore reconoce su parte de responsabilidad en la muerte de Sirius, también admite el mayor grado de culpa de los adultos en el conflicto intergeneracional cuando le dice a Harry que los jóvenes no pueden ponerse en el lugar de los adultos y saber cómo se sienten porque nunca han sido mayores, pero sí a la inversa. El joven Dumbledore fue un alumno cabal y responsable que siempre cumplía las normas. Es posible que, con el tiempo, repasando sus errores, Dumbledore llegara a la conclusión de que no habría sido atraído por el lado oscuro de la magia si hubiera sido un joven más aventurero y se hubiera tomado la vida con más sentido del humor. Por eso creo que Dumbledore admiraba a James, Sirius y Lupin, a los gemelos Weasley, a Harry, Ron y Hermione, y, si hubiera tenido oportunidad de conocerlos, también James Sirius, Albus y Rosie habrían sido de sus predilectos.

Hay un nexo de unión entre todos los personajes que acabo de nombrar: el mapa del merodeador. Los creadores del mapa y sus legítimos herederos (los gemelos, el trío y las nuevas generaciones Potter-Weasley y Weasley-Granger) tienen características comunes. Son rebeldes, aventureros, divertidos, valientes y paladines de los más débiles. Digo que son sus legítimos herederos porque Lunático, Canuto y Cornamenta habrían encontrado extraordinariamente osado y divertido eso de robar el mapa del despacho del Filch o del escritorio de un padre que ya no lo necesita. Igualmente habrían valorado el acto de generosidad de los gemelos al legárselo a Harry, que lo necesitaba más que ellos y que, además (aunque esto lo ignoraban los gemelos), era el hijo de Cornamenta. Teniendo en cuenta el uso que hicieron de él, los merodeadores los habrían considerado a todos unos dignos continuadores de su obra.

A Dumbledore le caía bien el joven James Potter. Aconsejó a Harry que usara bien la capa de invisibilidad, como su padre, que la utilizaba para cosas útiles como “robar comida de la cocina”. La indulgencia benevolente de Dumbledore con las transgresiones del trío a lo largo de toda la saga no deja lugar a dudas acerca de sus sentimientos hacia ellos. Y, por lo que se refiere a Fred y Goerge, yo pienso que los adoraba. En el discurso de bienvenida del primer año de Harry, ya los reprende por internarse en el Bosque Prohibido. Aprecia enormemente su sentido del humor, como la ocurrencia de regalarle a Harry unos inodoros cuando estaba en la enfermería, y no duda en elogiar las barbas que les crecen cuando intentan meter sus nombres en el Cáliz de Fuego. Pero el mayor gesto de apoyo hacia los gemelos por parte de Dumbledore tiene lugar en la sexta entrega, cuando les hace publicidad gratuita de su tienda en el discurso inaugural: “El señor Filch me ha pedido que os recuerde que están totalmente prohibidos los artículos de una tienda llamada “Sortilegios Weasley”. ¡Toma ya! Por si alguien no se había enterado de que existía esta tienda, el director la menciona cuando está todo el colegio reunido y atento. Filch no lo pilló…

Dumbledore apreciaba a todos estos personajes porque tenían algo de lo que él había carecido en su juventud, de esa rebeldía frente a las figuras de autoridad que, en ocasiones, se comportan de forma injusta y arbitraria con los jóvenes. El conflicto intergeneracional proviene de una forma equivocada de entender al ser humano y el tránsito de una etapa vital a otra.

A muchos de vosotros os habrán reñido u os habrán ridiculizado por ir disfrazados a los estrenos de las películas de Harry Potter, o por leer una y otra vez los libros, porque “ya sois demasiado mayores para esas cosas”. Como si las distintas etapas de la vida fueran compartimentos estanco. Como si hubiera una forma de comportarse que fuera admisible en la infancia y que hubiera que desechar completamente al volverse adolescente para, a continuación, volverse un adulto responsable, un ser extraño completamente diferente del que uno era. Como si se nos hubiera colado por un oído una babosa alienígena que nos estuviera controlando.

Creo que podemos crecer y conservar lo que nos apetezca de la etapa anterior, que podemos conservar la imaginación y la capacidad para divertirse de los niños, y el entusiasmo vital de la juventud. Por suerte, hay personas como J. K. Rowling que crecen conservando algunas características de su infancia y su juventud, que recuerdan cómo se sentían cuando eran niños o jóvenes. De otra forma, no existirían libros como los de Harry Potter. No sabéis lo solo y extraño que puede sentirse alguien como yo, que vivo la mayor parte del tiempo en el gris mundo de los adultos, cuando hago una pausa en mi trabajo para ver en Internet el trailer de Las Reliquias II. No te puedes poner a gritar en tu lugar de trabajo “¡Dios mío, Harry agarra a Voldemort, y los dos caen por un precipicio! ¡Esto es una pasada!” porque hay personas que pueden creer que estoy completamente loca o soy una inmadura. Es un alivio que estéis vosotros ahí, en BlogHogwarts, en Facebook o en el mail. Da igual si tenéis quince años, dieciséis, veinte o si sois de mi edad, lo importante es que tenéis la capacidad juvenil de disfrutar apasionadamente de aquello que os gusta. Por eso me encantan los merodeadores, porque son un grito de libertad frente a los convencionalismos del mundo adulto.

Los merodeadores también son herederos literarios directos de los héroes románticos. Podrían haber protagonizado perfectamente un poema épico de Lord Byron. Los héroes románticos son idealistas, valientes, aventureros y desafían las normas. A menudo son solitarios marginados por la sociedad como Lupin, por su condición de hombre lobo. También pueden ser proscritos o fugitivos como Sirius, que representa el arquetipo del falso culpable al estilo del conde de Montecristo y que se fuga para cometer el delito por el que había sido encarcelado. Suelen estar bien dotados intelectualmente, y los merodeadores no son una excepción. Cuando eran muy jóvenes, lograron convertirse en animagos y fabricaron el mapa.

Los héroes románticos detestan las injusticias y las desigualdades, pero también tienen defectos. Los merodeadores, como todos los personajes de Rowling, tienen luces y sombras, son arrebatadoramente humanos.

James aceptó entre sus mejores amigos a un hombre lobo, se enamoró de una sangre sucia y convenció a sus padres para que acogieran a Sirius cuando quedó desamparado, pero se comportaba cruelmente con Snape, que también era el blanco de las burlas del resto de sus compañeros (aquí no aplicó el principio de proteger a los débiles y a los marginados). Seguramente, aunque esto no excusa su comportamiento, James molestaba a Snape porque estaba celoso de la amistad que éste tenía con Lily. Lo que había de fondo en este odio mutuo era la rivalidad por la misma chica. Esto no es una excusa, insisto, porque Harry nunca hizo algo así con Dean, por muy celoso que se sitiera.

Pero, claro, Harry tuvo que madurar mucho más rápido que su padre. Se había quedado huérfano,  creció sin sentirse querido y tuvo que superar un sin fin de adversidades. Sirius y Lupin también se enfrentaron a dificultades que les hicieron crecer emocionalmente. Lupin era un hombre lobo y sabía que su condición de marginado lo acompañaría siempre. Sirius se enfrentó a las ideas elitistas y racistas de su familia, y fue repudiado. En el caso de James Potter, su principal problema era que no tenía ningún problema. Lo tenía todo: era inteligente, divertido, buen deportista y el único hijo de una familia rica que lo había criado entre algodones. Por eso no es de extrañar que se volviera arrogante y engreído. La primera contrariedad que James Potter tuvo en su vida fue que se enamoró de una chica que lo rechazó. Otro con menos sentido común se habría olvidado de Lily y habría buscado una chica que le riera las gracias y que se derritiera al ver lo atractivo que estaba con el pelo alborotado cuando acababa de bajarse de la escoba, pero él decidió preguntarse por qué Lily prefería “salir con el calamar gigante”. Tomó conciencia de sus defectos y consiguió que prevaleciera lo bueno que había en él. Por esa misma razón, cuando Harry se pregunta cómo es posible que su madre terminara saliendo con su padre, Sirius y Lupin le dicen que “a James ya se le habían bajado los humos” para cuando empezó su relación con Lily.

Sirius, por su parte, es el hombre que decía que el verdadero carácter de las personas se revelaba en la forma en la que trataba a sus subordinados, no a sus superiores, mientras trataba despóticamente a su elfo doméstico. Demostró gran valor y fortaleza psicológica manteniendo la cordura durante su prolongado cautiverio, pero permaneció aislado del mundo, rumiando su venganza, y no tuvo la oportunidad de vivir experiencias como tener pareja o formar una familia. Su psique quedó como congelada en su etapa juvenil, y Molly tenía razón cuando le echaba en cara que trataba a Harry como si fuera James.

El joven Lupin era el más maduro de los tres, ya que tuvo que enfrentarse prematuramente al hecho de que era diferente y de que sería rechazado por la sociedad, pero tenía tan asumida su vida de marginado que se asustó cuando una mujer joven, inteligente, valiente y atractiva se enamoró de él. Cuando vio que la vida le reservaba algo bueno como tener a su lado a una mujer que lo amaba o ser padre, tuvo miedo de experimentar una felicidad para la que no estaba preparado y también de arrastrar a su familia a la marginación. Tuvo que ser Harry el que lo devolviera al camino correcto (otra ocasión en la que se demuestra que, no siempre, los adultos obran de manera razonable y que un joven puede tener más principios y más sentido común).

Los héroes románticos suelen morir jóvenes y de forma traumática, entregando sus vidas valientemente por un ideal, y ese fue también el destino de los merodeadores. James, Sirius y Lupin murieron heroicamente, defendiendo sus ideas y principios y luchando por un mundo mejor para sus semejantes. Sirius acudió para salvar a su ahijado y murió en la batalla del Ministerio, Lupin cayó defendiendo Hogwarts y James Potter intentó detener a Voldemort para que su mujer y su hijo pudieran vivir aunque fuera unos minutos más que él. James no podía sospechar que Lily tendría la oportunidad de elegir, que decidiría morir por su hijo y que Voldemort olvidaría la magia antigua y caería al atacar al pequeño Harry. Él sólo luchó en un combate perdido de antemano (sin varita y contra el Señor Tenebroso) para prolongar unos instantes la vida de los seres a los que amaba.

Los tres se reunieron de nuevo con Lily y acompañaron a Harry en su paseo por el bosque hacia la muerte. Eran como patronus invisibles para los demás. Así, como una especie de patronus que iluminan nuestro camino en la vida y que sólo podemos ver nosotros, nos acompañaran para siempre James, Sirius y Lupin, y también Harry, Ron, Hermione, Luna, Neville y tantos y tantos personajes creados por J. K. Rowling que siempre vivirán en nuestras mentes y en nuestros corazones.

Ellos nos acompañarán cuando nos fallen las fuerzas, cuando no sepamos cuál es el camino correcto. Nos darán ánimos cuando estemos a punto de abandonar y nos recordarán que no debemos tener prejuicios. En mi mente, siempre veré a un Sirius eternamente joven, volando en su moto con la melena ondeando al viento.

Nos seguimos leyendo. Hasta entonces, travesura realizada.

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Autor Lourdes Fernandez Montoya

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