Fanfic: Albus Potter y la Varita Partida – Capítulos 1 y 2

Harry Potter BlogHogwarts Albus Potter y la Varita PartidaGracias a nuestro lector Gabriel del Hielo, hoy comenzamos a publicar un nuevo y genial fanfic del Universo de Harry Potter titulado Albus Potter y la Varita Partida, que hace parte de una trilogía de fanfics en constante desarrollo llamada Trilogía del Saúco. Presentamos los 2 primeros capítulos para que comencemos a adentrarnos en esta interesante historia.


 

Introducción

Albus Potter, un joven mago estudiante de su primer año en Hogwarts y apasionado por el arte de las varitas, encuentra por accidente lo que será el proyecto de su vida: Los trozos de una varita partida a la mitad, que parece estar hecha de Sauco. Mientras tanto, dentro de Hogwarts se ha infiltrado una organización muggle antigua, que planea exterminar a todos los magos y brujas del mundo mágico.

Los finales de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, tanto del libro como de la película, serán combinados desde el punto de vista del destino de la Varita de Sauco. Aparte de la segunda generación que ya todos conocemos, se incluirán nuevos personajes inventados por mi. Le doy un especial agradecimiento a InfiniteKiss por ayudarme a seguir el argumento de la saga, y a Marian Copado por ayudarme a nombrar a uno de los amigos de Albus.

-GabrieldelHielo.

Capítulo 1

Bienvenida

– Por fin. – dijo Albus, maravillado por divisar desde su ventana el castillo de Hogwarts acercándose.

– Bienvenido a tu segundo hogar, hermanito. – dijo James, alegre de ver a Albus tan emocionado. Lo había fastidiando todo el camino con la posibilidad de quedar en Slytherin, pero al ver a Albus contemplando por primera vez a Hogwarts, decidió dejarlo en paz por un rato para que disfrutara el espectáculo.

– ¿Es verdad lo que dijo papá sobre el sombrero? – preguntó Albus. Durante el viaje se hizo la misma pregunta. Lo que más le preocupaba era no quedar en Gryffindor, la casa a la que había pertenecido toda su familia, y donde tenía a James y posiblemente a Rose, las únicas personas que conocía.

– ¿Sabes cómo quedé en Gryffindor? – dijo James, consciente de los nervios de su hermano.

– ¿Cómo?

– Antes de que tuviera la oportunidad de hablar, dije “Gryffindor” tan bajo como pude. El sombrero escuchó mi decisión, y aquí estoy.

– ¿Simplemente debo decir el nombre de la casa y ya?

– Pues, a mi me funcionó, pero si de verdad quieres un consejo mío, es que no te preocupes mucho por ello. Tengo amigos en todas las casas, incluyendo Slytherin, y son buenas personas.

– Pero en Gryffindor estás tú, y todos sabemos que también Rose.

– Eso no quiere decir que no nos veas más. A pesar de todo, Hogwarts no es tan grande.

Después de contemplar el castillo desde su ventana, Albus estuvo a punto de contradecir a James, pero decidió encerrarse en sus pensamientos y seguir disfrutando de lo poco que quedaba de viaje. Casi llegó a quedarse dormido, hasta que el tren se detuvo. Rose apareció de repente en la cabina, diciendo: – Ya levántense. Llegamos.

– Gracias por decir lo obvio. – dijo James.

– Ya madura James. Ven Albus, están llamando a los nuevos.

Albus bajó del tren acompañado de su prima. Desde pequeños se consideran los mejores amigos del mundo, prácticamente inseparables. Albus siempre ha sido tímido y no son muchos los amigos que tiene, por lo que Rose es muy especial para él. Aunque quiera mucho a James (a pesar de los momentos cuando se pone fastidioso, como hace poco con “quedarás en Slytherin”), considera a Rose su verdadera hermana mayor, por pocos meses de diferencia.

El grupo de nuevos alumnos fue llevado desde Hogsmade a un lago con botes en su orilla, donde el viejo guardabosques y profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas los esperaba. Hagrid buscaba con sus ojos a Albus para darle la bienvenida. Entre la multitud, divisó al segundo hijo de Harry acompañado de su prima.

– ¡ALBUS! Es increible cuanto has crecido. – dijo Hagrid al encontrar a Albus y darle un enorme (más bien gigantesco) abrazo.

– Tío Hagrid. – dijo Albus, con poco aire en los pulmones. – Me estás asfixiando.

Hagrid rió por un momento, y dijo: – Oh, lo siento. Tu sabes que me emociono demasiado. ¡Y miren a quien tenemos por aquí!

– ¡Hola tío Hagrid! – dijo Rose al abrazarlo.

– Cada día te pareces más a tu madre, y gracias a Dios que no a tu padre.

– Lo mismo dice ella. Por cierto, te mandan saludos.

Hagrid montó a sus sobrinos en el bote del frente para que lo acompañaran de camino a Hogwarts. Durante el trayecto, les aseguró que no tendría trato preferencial con ellos si llegaban a meter Cuidado de Criaturas Mágicas en su tercer año.

РSi no preg̼ntenselo a James. El chico piensa que al meter mi clase yo le regalar̩ la nota, pero sin importar lo mucho que los quiera, soy justo con todos mis alumnos y no tengo preferitismos.

– Es bueno saberlo. – dijo Rose. – Si no, ¿Dónde estaría la satisfacción por el esfuerzo?

– Definitivamente eres una MiniHermione. – Hagrid no contuvo la risa. – Dime Albus, ¿Cómo estuvo tu verano con Ollivander?

– Fue increíble. – respondió Albus con emoción. – Aprendí nuevas técnicas para reparar varitas, y tuve la oportunidad de hacer la mía propia.

РA ver, d̩jame verla.

Albus tenía su varita oculta bajo su manga. Era tan especial para él que no quería sacarla en ningún momento. Todavía estaba sorprendido de haber creado su primera varita en este verano, y que le saliera tan perfecta. Hagrid la sostuvo con cuidado luego de ver la expresión de Albus cuando casi se le cae.

– Madera de Nogal, 30 centímetros, centro de corazón de Dragón. – dijo Albus.

– ¡Es sorprendete! – dijo Rose. – ¿De verdad tu la hiciste?

– Si, pero Ollivander se encargó de los detalles, como pintarla de blanco y colocarle este relieve en el mango. Dijo que hice en dos meses lo que a él le tomó toda una vida aprender.

– Espero que no destruyeras mucho su ego. – dijo Hagrid.

– Descuida, más bien estaba orgulloso.

En la oscuridad de la noche, y alumbrado por la luz de las estrellas, Hogwarts se alzaba frente a los ojos de la siguiente generación de magos y brujas. Albus se sentía asustado y emocionado a la vez, no solo por el sombrero o sus nuevos compañeros, sino por todas las historias que le contaba su padre sobre las aventuras que vivió durante su juventud. Si había algo de lo que Albus estaba seguro, era de no querer encontrarse con serpientes gigantes, magos tenebrosos o profesores dementes (aquí podemos incluir a Umbridge, Lockhart y Quirrell).

Capítulo 2

La Decisión Final del Sombrero

Al llegar al castillo, los nuevos fueron recibidos por el profesor Flitwick, quien se encargaría de darles un recorrido por algunos pasillos y explicarles cómo funciona el sistema de casas de Hogwarts. Albus ya estaba al tanto de todo eso y más, así que no prestó mucha atención al discurso y se distrajo viendo los detalles y el decorado a su alrededor, incluyendo las pinturas y por supuesto las escaleras. Lo que más le interesaba era saber cuántos escalones tendría que subir por día.

Hubo varios chicos que se le acercaron por reconocerlo como el hijo de Harry Potter. Algunos simplemente lo saludaban, mientras otros le pedían favores: el autógrafo de sus padres, uno foto de la snitch que Ginny atrapó en uno de sus mejores juegos como buscadora, poder ir a su casa en Navidad… Albus se preguntó como James pudo aguantar tanta atención cuando llegó por primera vez.

РTe aseguro que ̩l lo disfrutaba. Рdijo Rose.

– Pero yo no. Todos sólo están interesados en mis padres. Algunas veces desearía que no fueran tan famosos.

– De ser así, no solo no hubieras nacido, sino que ni siquiera estarían vivos.

Albus pensó en las palabras de su prima. Harry, su papá, nunca quiso tener tanta fama ni gloria.  Cada acción que hizo fue con el propósito de salvar a las personas que le importaban, así que no podía echarle la culpa de nada.

– Simplemente así son las cosas, y hay que aprender a vivir con ello. – dijo Rose.

– Es verdad, pero me gustaría tener amigos que quieran estar conmigo por mi, como tu.

Luego de una hora de recorrido, llegó el momento de llevar a los nuevos al Gran Comedor. Las mesas estaban servidas y los alumnos sentados en sus respectivas casas. Los nuevos se colocaron en fila para recibir a la directora McGonagall.

– ¡Bienvenidos sean todos a este nuevo año en Hogwarts! – dijo la directora, marcando inicio a la ceremonia. – Espero que se sientan bienvenidos y acepten a esta escuela como su hogar durante los próximos 7 años. Primero que nada, estoy feliz de anunciarles que por primera vez en décadas, un profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras ha decidido seguir con nosotros por un segundo año consecutivo, el señor Lawrence Wycliffe.

Todos los alumnos aplaudieron. Albus sabía que lo había visto en alguna parte, pero no recordaba donde. El profesor Wycliffe era de piel oscura, ojos blancos, con la cabeza totalmente rapada, y muy alto en comparación con los otros maestros presentes. Alguien así era difícil de olvidar, y sin embargo Albus no lograba encontrarlo en su memoria.

La directora siguió hablando: – Bueno, no les quitaré más tiempo. Solo les deseo que pasen un excelente año en Hogwarts, y disfruten este tiempo como estudiantes. El esfuerzo que hagan a partir de ahora les será recompensado cuando se consagren como valiosos magos del mundo mágico. Es hora de comenzar la selección de las casas.

El Sombrero Seleccionador gritó con estruendo el nombre de la primera persona en pasar al taburete.

– ¡Adams, Daniel!

El chico se sentó en el taburete en frente del Gran Comedor, y dejó que el profesor Flitwick le pusiera el sombrero.

– ¡HUFFLEPUFF!

Daniel se sentó en su respectiva mesa con gritos de alegría y aplausos. Así fue durante los próximos minutos, con una alegría constante en todo el lugar. Uno de los nombres despertó la atención de Albus.

– ¡Malfoy, Scorpius!

El hijo de Draco Malfoy hizo presencia y se sentó en el asiento. Albus se lo imaginaba más creído y derecho, pero su rostro mostraba duda y miedo, igual que él. Aunque era la viva imagen de un Draco joven, parecía más bien su opuesto, y sin embargo…

– ¡SLYTHERIN!

… quedó en la misma casa que su padre. Scorpius no se veía contento, pues ocultaba con seriedad lo que en realidad era decepción.

Los nombres siguieron por otro rato más, sin que Albus escuchara alguna persona conocida, hasta que por fin llegó su turno.

– ¡Potter, Albus!

Albus caminó al taburete y se dejó colocar el sombrero. Estaba preparado para decirle que quería quedar en Gryffindor, pero de repente…

– Esta vez no tengo ninguna duda. ¡RAVENCLAW! – esa fue la decisión final del sombrero.

Albus quedó impactado. Era un alivio saber que no quedaría en Slytherin, pero a la vez significaba que ya no estaría con las únicas personas que conocía de toda la vida. Se paró del taburete y fue a sentarse con su casa, la fundada por Rowena y que representaba a los inteligentes y creativos.

En esta ocasión no hubo una ovación tan grande como con los demás estudiantes. Todo el mundo estaba tan contrariado como él. Se podía escuchar a la gente diciendo en voz baja: ¡El hijo de Harry no quedó en Gryffindor! Los únicos que de verdad celebraban eran los propios de Ravenclaw, alegres de tener una gran adquisición para su casa. Aparte de ese momento, la selección continuó con total normalidad. Cuando le tocó el turno a Rose, el sombrero dijo: – Ustedes los Weasleys se multiplican como moscas. ¡GRYFFINDOR!

Era oficial que Rose, su mejor amiga de toda la vida, no estaría con él. Albus trató de calmarse pensando en las palabras de James: “No quiere decir que no nos veas más. A pesar de todo, Hogwarts no es tan grande.” Era mentira. El castillo tenía más pasillos, salones, escaleras y rincones que cualquier otro que Albus haya visto. Sería muy difícil volver a encontrarse con su hermano y su prima, así que debía acostumbrarse a la idea de conocer a sus nuevos compañeros, y ver si al menos había una persona que no lo tratara nada más como el hijo de Harry Potter.

->Lee el Capítulo 3

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