Crónica del ‘Madrid Lynx’, el Equipo de Quidditch más Antiguo de España

Tres aros en ambos lados del campo de hierba. Catorce jugadores en el terreno de juego, siete de cada equipo, armados con una escoba entre las piernas. ¿A qué os recuerda? Una pista: sólo les falta esquivar nubes en el aire. «A alguno le he visto volar de verdad», bromea Jean enfundada en una capa negra y sin desprender su escoba de las manos. Junto a ella Lisa, Charlie, Ana, Daniel, Laura y Martín no superan los 20 años pero ya sorprenden en los campos de hierba de España. Son los jugadores de un deporte surgido en los famosos libros de Harry Potter: el quidditch. La mayoría se confiesan apasionados de las historias de J.K. Rowling. Pero ya quisieran ser aprendices de magos. La especialidad de juego que practican, surgida hace 10 años en Vermont, en Estados Unidos, es para muggles, la palabra utilizada en el mundo de Potter para referirse a «personas no mágicas».

Junto a ellos, 22 son los jugadores que conforman el Madrid Lynx Quidditch Team, el equipo más antiguo de España, fundado hace tres años (marzo de 2012). Juegan donde pueden y realizan partidos amistosos con otros equipos de España. En total, 11 agrupaciones y 140 personas entrenan ya con su escoba por todo el país. Es así como buscan el reconocimiento de su deporte, jugar en un futuro una liga profesional y, por qué no, ver retransmitida su pasión por televisión. Por ahora los esfuerzos se centran en crear la Asociación Española de Quidditch, federar el deporte e impulsar torneos. Recientemente disputaron uno en Barcelona, junto a seis conjuntos, cinco ellos españoles: Bizkaia Boggarts (País Vasco) -con quienes jugaron Ana (19) y Jean (20) del Lynx-, los Eagles de Barcelona, los Imperius de Zaragoza, el Nightmare Grims de Tarragona y los Wyverns de Barcelona, además de los franceses Toulouse Quidditch. «Pensamos crear un segundo equipo ante la afluencia de peticiones», dice emocionada Jean, desde Madrid.

Ellos mismos intentan explicar lo que hacen, pero no es fácil. 170 páginas de reglamento en las que, entre otras cosas, se permiten equipos mixtos -muy pocos deportes lo hacen-, ocupar cualquier posición durante cada partido o amonestar los gritos. Son las peculiaridades de un deporte diferente. Algunas veces las reglas cuesta cumplirlas. Los Lynx (lince en inglés) han recibido alguna que otra sanción por los gritos de ánimo que utilizan en cada partido. «Es normal en los españoles, así nos conocen», admite Laura (23) que junto a su equipo disputó el pasado enero su primer campeonato internacional en Toulouse. No consiguieron pasar de ser terceros de grupo pero su grito de guerra «Â¡lynxs, lynxs, lynxs!» sonó a todo volumen.

-¿Vuestros amigos saben que jugáis al quidditch? ¿Qué os dicen?

-«Hay de todo, unos ni creen que exista eso en España y nos llaman raros, otros nos preguntan si volamos y alguno que otro se ha animado a venir a vernos y le ha acabado gustando», cuenta Laura, jugadora del equipo.

Jean y Laura son fans de Harry Potter. Tras comprobar que existía el deporte en distintos países se interesaron por probarlo. Jean fue la primera y encontró a los Lynx a partir de un correo de su universidad. «Me impresionó sobre todo que es un deporte muy tolerante». Los jugadores de la escoba reconocen que, al mezclarse hombres y mujeres en un partido, el género importa poco. Jean pidió a su amiga que se apuntara con ella. A día de hoy, Laura y Jean no se pierden ningún entrenamiento en el campo de hierba del parque Juan Carlos I de Madrid todos los sábados por la tarde. Aguantan hasta las lesiones, que son muchas. La propia Laura se aqueja de un dolor en el tobillo, pero no quiere dejar de probar con nosotros a encestar los balones en el aro.

-¿Se os acercan muchos curiosos a preguntar qué hacéis?

-«La gente se detiene por curiosidad. Una vez una profesora de educación física nos preguntó qué era y, al explicárselo, nos dijo que lo buscaría en internet para probarlo con sus alumnos. Ojalá mi profesora me hubiera enseñado», dice Lisa (19), cazadora dentro del equipo.

La noche aparece en Madrid, los aros siguen enganchados en el campo y los cuatro que vuelan para la foto, junto a Lisa, Laura y Martín (21), no dejan de perseguir la snitch. Ellos mismos se definen como quovers, término acuñado en todo el mundo y que nace de la unión de las palabras quidditch y love (amor en inglés). «Precioso, mágico, de mucha emoción y contacto…», así definen los chicos el deporte que juegan en España desde hace tres años. Y que esperan convertir, por arte de magia, en algo más que una simple escena de película.

Una escoba, 3 pelotas, 3 aros…

El partido se juega en un campo de hierba de forma ovalada de 33 metros de ancho x 55 de largo y dura 30 minutos. Los materiales necesarios son: una escoba de pvc de 80×122 cm. con una punta de gomaespuma -su finalidad es servir como obstáculo para el contrario-, tres pelotas pequeñas de goma (bludgers), un balón de voleibol (quaffle) y una pelota de tenis. Esta última es la snitch, el bien más preciado. El objetivo del deporte de la escoba es sumar puntos encestando la quaffle por uno de los tres aros del rival, labor de los cazadores. El que lo consiga suma 10 puntos. Sin embargo, no será tarea fácil. En el camino hacia los aros, los cazadores se encuentran con los golpeadores cuyo objetivo es detenerlos usando las pelotas bludgers. En el minuto 18 todo cambia. Entra en juego el árbitro del partido, que actúa como jugador neutral. Éste posee la snitch adherida a su cuerpo. El buscador de cada equipo centra sus esfuerzos en conseguir derribarle, el que lo consiga suma 30 puntos y decanta el resultado final.

Y tu, ¿alguna vez has jugado al Quidditch?

Vía El Mundo

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