La Millonaria Compañía de Bolsos Inspirados en Harry Potter

Julie Deane quería emprender un negocio para ayudar a pagar las matrículas de la escuela de sus hijos y la inspiración llegó de los libros de Harry Potter. Era 2008 y a sus 41 años, Deane descubrió que su hija de 8 años era víctima de abusos en el colegio.

Ella y su marido tomaron la decisión de cambiar inmediatamente a su hija Emily y su hermano Max, que entonces tenía 6 años, a una escuela pública cercana, pero no había plazas. Así que decidieron que la única solución era enviar a los niños a un colegio privado. Y para poder pagar las mensualidades, Deane, que había trabajado como contadora, decidió poner en marcha su propio negocio en su casa de Cambridge, Reino Unido.“Soy una persona muy lógica y un ratón de biblioteca, así que fui a mi computadora e hice una lista de las diez cosas que podría hacer para pagar el colegio”, explica.

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La “idea ganadora”

Deane hizo un ranking de todas sus ideas de acuerdo a su potencial de crecimiento, la financiación inicial requerida y la facilidad para hacer dinero. La idea ganadora fue emprender un negocio de bolsos escolares de cuero, chapados a la antigua.

Deane le estaba leyendo los libros de Harry Potter a sus hijos en ese momento y quería comprarles los bolsos que se había imaginado que usaban el joven mago y sus amigos en Hogwarts. Pero pronto se dio cuenta de que era muy difícil comprarlos, no los encontraba. Así que decidió llenar ese nicho de mercado.En 2008, lanzó una empresa desde la cocina de su casa con sus ahorros: $1,000. En la actualidad, vende en más de cien países bolsos que fabrica enteramente en Reino Unido. Sus bolsos los visten celebridades como Taylor Swift y sus ingresos superan los $20 millones.

“Esto es increíble”

En la época del lanzamiento de la empresa, decidió tercerizar la fabricación de sus diseños. Pero siguió investigando hasta que encontró un pequeño proveedor de material escolar que vendía bolsos. Les preguntó el nombre del fabricante. “Y por supuesto no me lo dijeron”, comenta.

Así que recurrió a una saludable dosis de ingenuidad y persistencia para conseguir la respuesta. “Les telefoneé cada 35 minutos para preguntarles otra cosa y los volví locos”, dice entre risas. “Al final, colgaba. Me terminó dando el nombre de su fabricante”.Al recibir su primer pedido de la fábrica inglesa, Deane dice que empezó a leer “marketing de guerrilla” y empezó a escribir regularmente a editores de moda y blogueros. Los pedidos comenzaron a llegar pronto y pusieron a prueba la joven empresa, que todavía tenía su sede en la cocina de Dean.“Después de un año, un poco más, mi casa estaba llena de cajas, totalmente llena de cajas”. Deane se dio cuenta de que necesitaba desesperadamente un almacén pero siendo tan contraria a asumir riesgos, no quiso irse a un parque empresarial. Lo que hizo fue comprar un cobertizo y ponerlo en su jardín.“Me acuerdo de ir a una tienda de jardinería y mirar esos cobertizos. Y mi teléfono no paraba de sonar, y sonar, constantemente”. Deane asumió que cada vez que oía el teléfono era por un problema en su página web, pero cuando llegó a casa vio que eran centenares de pedidos.“No lo podía creer. Y resulta que era porque el periódico The Guardian había puesto uno en su guía de idea de regalos para navidad”, señala. “Pensé: ‘oh Dios, esto se siente ya un negocio de verdad, esto es increíble‘”. Decidió entonces que necesitaba un almacén más grande.

“Tremendo viaje”

Desde el principio, la empresa era una cuestión familiar. La madre de Deane, Freda Thomas, era parte integral del negocio. Y, de hecho, todavía lo es. Los hijos también ayudaron.

En sus caóticos primeros días, cuando acumulaba retrasos en miles de pedidos, una publicidad positiva disparó todavía más los pedidos, más allá de los que podían suplir. Su hija Emily ayudó con correos electrónicos en los que aseguraba a los clientes que recibirían sus bolsos.Pero si la pelea por cumplir con los envíos eran el principal problema, en 2012 surgió otro problema mayor: emprendió acciones legales cuando vio que la copiaban. La disputa fue resuelta con un acuerdo extrajudicial en el que su empresa recibió una suma de dinero que no ha sido hecha pública.Desde 2011 cuenta con su propia unidad de producción, en el sur de Inglatera. Y sus productos se han expandido más allá de los bolsos a mochilas, billeteras y hasta fundas para celulares.Los bolsos en sí, los vende por entre $85 y $350, según el tamaño y calidad del cuero. Mientras tanto, su oficina principal salió de su cocina y se trasladó a un parque comercial en Cambridge y la compañía tiene más de cien empleados.Además, las ventas pasaron a ser globales, los productos ya están en tiendas y grandes almacenes de todo el mundo. Hasta el año pasado, Deane había expandido el negocio sin inversión externa, pero en enero del año pasado recibió casi $21.5 millones de una firma de inversionistas. “Ha sido tremendo viaje, tremendo viaje”.


Artículo original de ElDiarioNY

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