LUMOS…
Bienvenidos al…
CapÃtulo 3
El Sextante de PlataÂ
Por BatLumos99 y Tomas MarvoloÂ
Hermione le tendió a Harry el sextante. Era pequeñito, cabÃa en la palma de la mano. El mensaje estaba colocado en uno de los soportes, a vista de todos: un pequeño trozo de pergamino. Era una señal, que de seguro podÃa llevarle a esclarecer aquel complicado entramado.
Con sumo cuidado extrajo el trozo de pergamino raÃdo por el tiempo. El escrito se componÃa de un par de frases de una caligrafÃa elegante y angulosa. Preparado para lo peor, Harry se dispuso a leer el pergamino:
Harry Potter…tus dÃas han llegado a su fin. Los seres que más amas serán castigados por tus acciones. Potter, de ti depende elegir la senda correcta. Los hechos se revelarán. 12:25
En cuanto terminó de leer la última palabra, el pergamino comenzó a arder. Alarmado, Harry lo dejó caer, y a medida que lo hacia, el fuego consumió el escrito, convertido en un montón de cenizas en el suelo. Ron, al ver la expresión de su amigo, dejo de inspeccionar los cuerpos, y se le acercó. Alev desde más lejos, dijo:
-Ingenioso, ¿eh? De esta manera no se puede averiguar la procedencia del pergamino. Quien lo haya conjurado sabÃa que lo leerÃas, chico.
Ron no hizo caso al comentario de Alev y alcanzó a Harry, que miraba estupefacto el montón de cenizas del suelo
-Harry, ¿qué ponÃa en el mensaje?-le preguntó.
-Era dirigido a mÃ. Hablaba sobre mi muerte, decÃa que eligiera la senda correcta…- repuso Harry. No querÃa hablarles de la amenaza de sus seres queridos, porque sabÃa que les infundirÃa temor.
Kingsley, que hasta ahora se habÃa quedado al margen, decidió acercarse al grupo, e intentó que la conversación tocara nuevos terrenos.
-Harry, ¿te suena de algo el sextante?-preguntó Kingsley adoptando una postura profesional
-No. La verdad es que ni lo recuerdo de AstronomÃa -confesó Harry, que se ganó una mirada llena de reproches de Hermione, recordándole a su amiga y su actitud de antaño. Ahora no lo usaba mucho, ya que sus hijos tenÃan más de ella que Ron en cuanto a estudios.
-El sextante es un instrumento que permite medir ángulos entre dos objetos tales como dos puntos de una costa o un astro- recitó Hermione, como si esa información fuera esencial en la vida cotidiana.
-Bueno, entonces, ¿por qué no pruebas a utilizarlo? A lo mejor asà calmas a Doña Perfecta- bromeó Ron. Hermione, airada, le dio tal pisotón que resonó durante un rato en la sala, y que hizo que Alev levantara la vista de su trabajo.
Harry siguió el consejo de Ron y, con infinita paciencia, se acercó la mira al ojo. Estaba nervioso, pero le venció la curiosidad por descubrir su secreto. En cuanto la frÃa plata tomó contacto con la piel, una poderosa ráfaga de luz surgió del interior que lo cegó momentáneamente. Fue tan abrumadora e inesperada que desequilibró a Harry, dejando caer el sextante. De pronto, la ráfaga se extendió por el cuerpo de plata del sextante paulatinamente, adoptando un brillo refulgente que lanzaba destellos dorados por doquier. El brillo se mantuvo unos minutos, después comenzó a disminuir, y la candencia de destellos cayó. Al cabo de unos segundos, lo que quedaba de aquella fuente luminosa era una aureola de un fino brillo irisado, que iluminó débilmente al grupo.
Harry se levantó del suelo, todavÃa sorprendido y cegado por aquel inesperado fulgor. Sus amigos lo miraban de hito en hito, asombrados por lo que Harry habÃa provocado. Mientras, Kingsley se apresuraba a recoger el sextante del suelo con la varita, tenÃa demasiado temor a que ocurriera algo más de carácter siniestro, y lo depositó en las manos de Harry de nuevo.
-No me preguntes cómo, pero tengo la intuición de que deberÃas utilizarlo tú. Si lo único que ha pasado ha sido esto, no creo que lo que venga sea peor- repuso el Ministro. Le comprendÃa, a él también le venÃan súbitas certezas en determinados momentos, seguramente influenciados por Dumbledore.
Harry no dudó. Esta vez, tras meditarlo unos segundos, se acercó el sextante al ojo. De súbito, se sintió transportado a unos de kilómetros de allÃ, pero sabÃa que solo era una sensación pasajera…
Cientos de imágenes empezaron a llenar la mira, de miles de lugares diferentes. Harry intentó ubicar la procedencia de cada una, pero la velocidad a la que pasaban las imágenes fue subiendo, y se perdió entre los paisajes. Solo distinguió claramente tres elementos que permanecieron más tiempo ante él que el resto: una estrella en el cielo, un perro negro y el número 12…
Harry cayó al suelo, empujado por una especie de fuerza destructora salida del sextante. El instrumento de plata le habÃa mostrado Ãconos, dos de los que hacÃan referencia a Sirius: el perro negro y el número 12.
Hermione se le acercó preocupada y Ron intentó ayudarlo a poner en pie:
-Harry, ¿qué ha sucedido?
Él tomó aire y explicó a todos la visión que habÃa tenido.
-La estrella brillante que viste, es una referencia a Sirius…El cuerpo celeste más brillante del cielo es Sirio o Sirius… ¿Acaso no atendÃas a clases de AstronomÃa?- dijo Hermione molesta por la poca retentiva escolar de su compañero.
Él negó con la cabeza y luego, tras ponerse en pie dijo:
-Ministro, nos retiraremos a mi oficina a analizar este instrumento.
Kingsley asintió, Hermione recogió el sextante, y el trÃo se retiró dela Saladela Muerte. Caminaronpor los iluminados pasillos mientras escuchaban al Ministro decir:
-No, Alev, no son mascotas. Tenemos que devolverlos a su vida normal, no utilizarlos como experimentos…
Hermione examinaba el instrumento plateado, intentando descubrir algún secreto, sin éxito. Ron se mostraba algo perturbado, y estaba de mal humor debido a que no habÃa dormido en más de 24 horas. Además, el almuerzo que le habÃa traÃdo su esposa aún no se lo podÃa comer porque eran las diez de la mañana. Y lo peor: su estómago no dejarÃa de rugir, puesla Sra Weasleylo sometÃa a una rigurosa dieta con el fin de que perdiera las libritas que le sobraban. SÃ, tras 19 años Ronald Weasley, Hermione Granger y Harry Potter no lucÃan como los mismos chiquillos que lucharan contra el mago más tenebroso de todos los tiempos.
Ron habÃa desarrollado una graciosa panza de padre de familia. Su mirada seguÃa siendo jovial y más de una arruga se asomaba en su rostro. Su pelo era tan rojizo como antaño, aunque algún que otro fulgor plateado saltaba a la vista de vez en cuando. Hermione, por su parte, conservaba su graciosa figura y, los años, la habÃan embellecido. Se veÃa fuerte, madura; era maternal e inteligente, quisquillosa y excelente ama de casa.
Harry, sin embargo, seguÃa con su cabello desordenado. Los años parecÃan no hacer mella en su figura y se resaltaba el parecido a James de manera más evidente. Iba cada verano al Valle de Godric, a visitar la tumba de sus padres, donde estaba horas hablándoles.
-Hermione- dijo al fin Harry, tras encontrarse dentro de su oficina- ¿Sabes cómo utilizar un sextante?
-Es muy fácil: debes ajustar sus dispositivos y te dará una coordenada. Supongo que si tuviéramos, por ejemplo, un ángulo determinado, se activarÃa el hechizo que lo hace funcionar. ¿Estás seguro de que no habÃa ninguna indicación numérica en la nota?
-Pues…HabÃa un número…Uno sin importancia- dijo Harry avergonzado de que tal vez su amiga pudiera descubrir que les habÃa ocultado algo- ParecÃa más bien como la hora en que se hizo la nota…12:25
 -¿12:25? ¿Qué crees que quiera decir?- dijo Ron, bostezando. Luego se sentó en la mesa de Harry y se apoyó contra la tabla, cerrando los ojos. Se veÃa muy cansado.
-No creo que sea simplemente la hora de confección del mensaje- aseguró Hermione- El sextante trabaja en grados, por ángulos. 12:25 debe hacer referencia a un ángulo…Dividamos 12 entre 25 y quizás obtengamos algo.
Harry, que no eran muy dado al trabajo matemático, intentó mantener a Ron despierto conversando con él, y ambos dejaron que una muy alegre Hermione, al parecer sintiéndose otra vez en sus felices años escolares, hiciera las cuentas.
-¿Qué has sabido de Quidditch?- dijo Ron bostezando ampliamente levantando sus ojos rojos e hinchados.
-No mucho. Ginny ayer se fue a la nueva temporada, El Profeta la envió como reportera al evento. Comienza hoy, con un partido amistoso entre Inglaterra, y las Holyhead Harpies.
-¡Genial! Si no tuviera que trabajar irÃa a verlo. Hace buen rato no jugamos, y entre el Departamento de Aurores y la tienda de George no me queda mucho tiempo libre.
-¿Tienes turno hoy en la tienda de George?- preguntó Harry, sintiendo compasión por el poco descanso de su amigo.
-Pues en la noche llega un cargamento de escregutos de chocolate- dijo on emocionado- Imagina que la salsa en su interior es tan explosiva como esos repulsivos bichos.
En ese instante Hermione hizo una exclamación de triunfo, ajustó el sextante y lo tendió a Harry. Él acercó su ojo a la mira, algo temeroso de lo que pudiera revelarle…
-Debe ser algo más. No ha pasado nada- dijo al fin.
Hermione se quedó pensativa. Sus cálculos no habÃan resultado. Ron volvió a cerrar los ojos, perezoso, y su estómago rugió.
 -¿Tienes tu reloj, Harry?- dijo Hermione. Él asintió.
-Déjame revisarlo- pidió ella.
Ya con el reloj en la mano, Hermione se puso a manipularlo: le movÃa las manecillas a su antojo y luego de unos minutos, dijo:
-¡Lo tengo! Ahora lo recordé.
»Cuando estaba en cuarto año de la escuela primaria, aprendimos los ángulos…Un reloj es una circunferencia, por tanto, cada hora señalada tiene 30º de amplitud. Por tanto el ángulo entre las 12 horas y los 25 minutos es 150º, son cinco divisiones iguales.
Emocionada, Hermione movió el sextante hasta los 150º y lo tendió a Harry. Él volvió a acercarse a la mira…y sucedió de nuevo: la ráfaga de imágenes.
 Una snitch dorada se paró aleteante frente a sus ojos, y no pudo evitar el impulso de intentar tomarla. Luego un pájaro negro, horrible; y finalmente le llegó una bandera: la de Gran Bretaña…
En el interior de Harry se despertó un miedo dormido hace ya 19 años, que nunca más habÃa experimentado desde entonces: el miedo por los demás. Pero esta vez pudo soportar la oleada agresiva del sextante…
Mientras la imagen desaparecÃa, ya habÃa descubierto el secreto: conocÃa a qué hacÃa referencia la secuencia y la histeria se apoderó de él, se sentÃa desfallecer…
No tenÃa fuerzas para proseguir. La nota tenÃa razón, y eso le desesperó aun más. “No puede ser, no puede ser†se dijo, pero por experiencia sabÃa que con solo desearlo no se podÃa cumplir. La situación se alargó hasta lo incómodo, y Harry tuvo la obligación de contarle a sus amigos lo que habÃa ocurrido. El sextante habÃa perdido todo su brillo, como si enseñarle a Harry las pistas lo hubiera agotado.
-Harry,¿qué ocurre?- preguntó alarmada Hermione.
Harry no pudo mentirle y con una expresión de puro sufrimiento respondió:
-Van a por Ginny.
Esperamos que el capÃtulo de hoy les haya sido sorprendentemente emocionante. Recuerden escribirnos a hpsextante@gmail.com con sus propuestas de próximo capÃtulo. Además, sÃgannos en Facebook, donde habrá concursos y se publicarán los mejores escritores de Fanfic de los que lleguen a nuestro email.
Nos vemos el viernes…
KNOX
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