El capÃtulo de hoy no es tan largo como el anterior; sin embargo es la continuación precisa. Recuerden encontrarnos en Facebook, estaremos publcando las mejores continuaciones de capÃtulo. Para los que gustaron de BatLumos99 esperen un capÃtulo suyo en breve…
Anteriormente en Harry Potter y el Sextante de Plata:
CapÃtulo 5
Apocalipsis en el estadioÂ
Por Brian Dumbledore y Tomas Marvolo
Sin tener tiempo a hacer nada, Ginny se elevó por los aires cuando intentó acercarse a Wood.
Harry, horrorizado, la vio proyectarse de una altura cercana a los cinco metros. Ginny, inconsciente, se limitaba a caer…
Harry sentÃa que el mundo se movÃa en cámara lenta… Ver el cuerpo de Ginny cayendo al vacÃo lo hacÃa sentir miserable ¿por qué no actuó a tiempo? Si sabÃa que algo asà pasarÃa, ¿por qué no hizo nada para evitarlo? No pudo ni siquiera para pestañar, todo ocurrió tan rápido que no encontró que hacer.
Por suerte a su lado estaba Hermione, quien atinó a decir:
-¡¡¡Arresto Momentum!!!
La caÃda de Ginny se redujo, su cuerpo se detuvo a centÃmetros del suelo. Ella estaba totalmente inconsciente y no se movió.
Harry, Ron y Hermione hicieron ademanes de correr a donde el cuerpo de Ginny se encontraba, pero al menos 15 hechizos aturdidores volaron hacia donde estaban. Harry no tenÃa cabeza para esquivarlos con hechizos protectores, por suerte sus compañeros sÃ.
-¡¡Protego!!- gritaron Ron y Hermione, y los rayos de luz se estrellaron a su alrededor, sin tocarlos.
 Harry, aturdido, guió sus ojos para encontrar la fuente de la agresión y no pudo dar crédito a lo que veÃa. Sacó su varita de inmediato y volvió a bloquear más hechizos aturdidores que volaban hacia ellos. Todo parecÃa salirse de control: los jugadores de ambos equipos se encontraban atacando al trÃo y a los funcionarios del Ministerio de Magia que se encontraban allÃ.
Juntos, con sus varitas levantadas, bloqueaban cada hechizo que volvÃa hacia ellos. Uno a uno se fueron separando y comenzó a librarse duelo entre jugadores y funcionarios, mientras Harry, recuperando su apariencia, decÃa:
-¡No lastimen a nadie, no debe morir ninguno!
El caos reinaba. Los espectadores marcharon: uno a uno iban desapareciendo con sus hijos mientras más hechizos eran desviados. Harry querÃa ir hacia la parte del terreno donde se encontraba el cuerpo de Ginny pero estaba siendo atacado por jugadores de Quidditch. Al parecer estaban poseÃdos por una fuerza oscura que los incitaba a atacar a todo el mundo. Se escuchaban gritos procedentes desde las tribunas, personas llamando a sus familiares, mientras en medio del campo se libraba una batalla.
Harry vio como Neville Longbottom se unÃa a la lucha,  al tiempo que Ron recuperaba su rostro e intentaba sostener un duelo con Lee Jordan. Mientras lanzaba hechizos aturdidores a diestra y siniestra contra su oponente —un jugador totalmente desconocido para él—, Harry se preguntaba el por qué de estas cosas, no encontraba ninguna explicación para entender la actitud de los jugadores.
Cuando una maldición pasó cerca de Hermione e hizo añicos el baúl donde se encontraban las pelotas de juegos, Harry pensó que debÃa poner la cabeza en frÃo y tratar de detener aquella situación. Logró vencer a su oponente y, viendo la vÃa libre, dio vuelta para ir a donde se encontraba el cuerpo de Ginny, pero un rayo de luz verde pasó a milÃmetros de su cara. Al buscar la fuente, se sorprendió de ver que Oliver Wood estaba parado justo detrás de él con su varita lista para un duelo.
«No quiero dañarte» pensó, y con un ágil movimiento de varita envió enseguida un hechizo aturdidor que fue a parar a un escudo protector de Wood. Enfurecido, Oliver murmuró algo ininteligible y conjuró una gran serpiente de fuego que salió disparada atacar a Harry.
-Aguamenti- gritó Harry, levantó su varita y la agitó bruscamente. El gran chorro lÃquido que de ella salió golpeó la serpiente, y  quedó reducida a humo.
-Incarcera- comenzó a decir Harry,  pero Wood desapareció  antes de que se conjurara el hechizo.
Hermione se batÃa en duelo con Dana Spektrum, y Ron aún peleaba con Lee. El estadio casi estaba vacÃo, solo quedaban los jugadores, los funcionarios del Ministerio y alumnos de Hogwarts a los que de seguro Neville habÃa indicado se unieran a la batalla.
Una explosión sacudió el estadio, las paredes volaron en pedazos y los escombros se esparcieron por todas partes. Del desastre apareció Kingsley, secundado por los Aurores.
Harry no dejaba de pensar en Ginny, en ir a rescatar su cuerpo de los escombros. Kingsley habÃa comenzado una lucha sin igual contra cinco oponentes, mientras el resto de los Aurores derribaban algunos jugadores de sus escobas.
Harry atravesó el desastre a duras penas llegó a donde estaba Kingsley. Vio que Ron estaba al lado de Ginny, protegiéndola.
La lucha seguÃa: rayos de todos colores volaban por los aires, encantamientos de todo tipo se veÃan en el campo de Quidditch. Se volteó en ese instante, y un extraño corrÃa hacia él, apuntándole con la varita. Antes de que pudiera decir algo, el hombre fue derribado y, detrás de él, quedó una chica.
TenÃa cerca de dieciséis años, era rubia, alta, de piel marmólea, cara perfilada y pelo liso. Acababa de demostrar que era una gran combatiente para su corta edad, y Harry comprendió que era una alumna de Hogwarts que habÃa venido a ver el partido con Neville. Le hizo un gesto de agradecimiento, y la chica sonrió. Luego ella comenzó a luchar contra dos oponentes mostrando elegancia y agilidad para los duelos.
Harry no pudo seguir observándola, pues casi fue derribado por un hechizo que interceptara Kingsley. El Ministro habÃa logrado inmovilizar a dos de sus oponentes y aún peleaba con tres. Harry sabÃa que Kingsley era un gran mago: aún recordaba cómo diecinueve años atrás habÃa peleado contra Voldemort junto a la profesora McGonagall y el profesor Horace Slughorn. Por eso se sintió complacido al  sacar un jugador de combate, mientras Kingsley derribaba a otro oponente quedando solo uno, aturdido en segundos.
En ese momento, se percataron de que Hermione habÃa quedado sola en el duelo con Dana, mientras el cuerpo de esta última estaba inconsciente en el suelo, con sus ojos fuera de órbita. Ron habÃa logrado aturdir a Lee Jordan, y Kingsley conjuró encantamientos de antidesaparición al campo para que nadie lograra escaparse.
Por fin la batalla habÃa sido librada: Neville habÃa desarmado a su oponente y lo ató con unas cuerdas invisibles que él habÃa conjurado. La chica que habÃa ayudado a Harry se hallaba junto a sus dos oponentes, petrificados en el suelo. Entonces él corrió hacia donde estaba el cuerpo de Ginny.
Ron estaba arrodillado a su lado y lucÃa tan desprotegida, tan indefensa… Agarró la mano de Ginny y se percató que aún tenÃa pulso: una alegrÃa lo invadió, ¡estaba viva!, Ginny aún seguÃa con vida. Hermione llegó hasta él
-Enérvate- dijo rápidamente Harry apuntando su varita hacia el pecho de Ginny, pero nada sucedió. No estaba simplemente desmayada.
-Será mejor llevarla a San Mungo Harry, hay que revisarla- comentó Kingsley. Él habÃa juntado a todos los jugadores hechizados en medio del campo, atados por cuerdas invisibles, y cuando Harry dirigió su vista hacia ellos, vio como lo miraban retraÃdamente, como desorientados, como si estuvieran poseÃdos.
-¿Donde está Oliver Wood?- preguntó, con el cuerpo de Ginny sobre sus brazos aún.
-Muerto, Harry, Wood está muerto. Avisaron hace unos momentos al Ministerio, su cuerpo fue hallado en su casa- dijo Kingsley
Todos hicieron un silencio sepulcral, hasta que el Ministro lo rompió:
-¿Qué le sucedió a Ginny, Harry?
-No lo sabemos exactamente. La llevaremos a San Mungo- contestó y rápidamente hizo un movimiento con su varita y una camilla apareció. Un segundo movimiento, y el cuerpo de Ginny estaba depositado en la camilla.
-Debe llevar a esos estudiantes a Hogwarts lo más pronto posible Neville- se dirigió Kingsley al profesor de HerbologÃa- ExplÃquele lo sucedido a la profesora McGonagall y dÃgale que vaya al Ministerio esta tarde.
El Ministro sacudió su varita y un gran lince plateado salió de ella. Le murmuró algo y el animal salió a toda velocidad hecho un rayo de luz.
Neville fue llamando uno a uno a los estudiantes que habÃa traÃdo y Harry se sintió aliviado al ver que a ninguno de ellos le habÃa pasado algo, salvo de la suciedad con la que ahora llevaba sus túnicas.
Miró a la chica que habÃa combatido y se dio cuenta de cuan hermosa era: parecÃa veela, sus ojos eran de un color verde penetrante, y sin saber por qué, le recordó la primera vez que vio a Fleur Delacour. Pasaron segundos mientras Harry y la chica se vieron fijamente hasta que  él le dijo:
-Muchas gracias.
-Ha sido un placer. ¿Sabe que conozco a sus hijos?
Harry no lo podÃa creer. Albus y James le habÃan escrito algunas lechuzas cada uno contándoles de su amiga Circe.
-¿Tú eres Circe?
La chica asintió. Al ver su belleza de frente, Harry supo por qué parecÃa que ambos estuvieran enamorados de ella.
-Sé que ustedes son buenos amigos. ¿Eres de Ravenclaw, no?
-Pues sÃ. Pero Albus fue a parar por error a la mesa de mi Casa en el Gran Comedor, y ahà nos conocimos. Luego me presentó a su hermano. También conocà a Teddy Lupin, estábamos juntos en el club de Encantamientos.
-He visto que tienes un talento natural para ser Auror, ¿no te interesarÃa?
-Es mi primera opción. He sacado el máximo en todos los T.I.M.O.S. Dice la directora McGonagall que me recuerda mucho a una tal Hermione Granger…
Hermione, que estaba atenta a la conversación sonrió, complacida.
-Estudiantes- dijo Neville- Debemos ir a Hogwarts en este momento.
Mientras el profesor hacÃa su anuncio,  Kingsley se dirigÃa hacia el palo de una escoba destruida, le apuntó con su varita y murmuró «Portus»
De la varita salió un resplandor, el palo de la escoba vibró por un segundo y luego quedó inmóvil emitiendo una luz brillante.
-Cojan este Traslador, los llevará a King’s Cross- dijo, entregándoselo a Neville-Tienen un minuto.
 Harry querÃa conversar con Neville, pero no era el momento. Se saludaron con un gesto cariñoso y Kingsley se dirigió hacia un grupo de Aurores que se encontraban heridos y les dijo algunas palabras. Luego volvió hacia donde estaban ellos y habló:
-Harry ve a llevar a Ginny a San Mungo con Ron y Hermione. Yo me encargaré de esto y más tarde volveré al Ministerio donde me reuniré con McGonagall para explicarle lo sucedido. Los alcanzaré allá.
Harry no esperó más y desapareció junto a Ginny quien se encontraba en la camilla como si estuviera reposando. Le costó algo de trabajo: eran dos personas y un objeto muy grande. Esta vezla Apariciónle escindió un pedazo de ceja.
Segundos después aparecieron a su lado Ron y Hermione
HabÃan llegado frente a unos grandes almacenes de ladrillo rojo, enormes y anticuados, cuyo letrero rezaba: «Purge y Dowse, S.A.» El edificio tenÃa un aspecto destartalado y deprimente; en los escaparates sólo habÃa unos cuantos maniquÃes viejos con las pelucas torcidas, colocados de pie al azar y vestidos con ropa de diez años atrás, como mÃnimo. En todas las puertas, cubiertas de polvo, habÃa grandes letreros que decÃan: «Cerrado por reformas.»
 Harry corrió hacia donde se encontraba un maniquà de una mujer desastrosamente feo y le dijo:
-¡Una emergencia traemos una emergencia!
El maniquà llevó sus ojos hacia donde se encontraba Ginny tendida en la camilla y enseguida se hizo de lado para que estos avanzaran. Harry hizo flotar la camilla y caminó rápidamente por donde se encontraba el muñeco, seguido por los demás. No habÃa ni rastro de aquel lamentable maniquà ni del sitio en que habÃa estado momentos antes. Se encontraron en lo que parecÃa una abarrotada sala de recepción, donde varias hileras de magos y brujas estaban sentados en desvencijadas sillas de madera.
Varios sanadores corrieron hacia donde Harry habÃa llegado y corrieron a llevarse a Ginny, mientras dejaban a Harry con el corazón agitado.
-¿Que le ocurrió?- preguntó un Medimago al llegar a donde ellos. Harry le contó brevemente lo que le habÃa pasado a Ginny, y el Medimago asintió.
Luego la examinó rápidamente y, al voltearle el cuello, Harry tuvo que contenerse para no dejar escapar un grito de terror.
Agarrando la camilla donde estaba Ginny y arrastrándola por un gran pasillo oscuro, el Medimago corrió.
-¿A dónde la llevan?- preguntó Ron casi a gritos.
-Cuarta Planta, Daños Provocados por Hechizos- respondió el hechicero mientras avanzaba fuera de la vista de ellos.
Harry seguÃa atónito: el cuello de Ginny tenÃa una marca horrible. Su piel estaba negra, como quemada o podrida. Quizás solo fuera su impresión, pero lo que habÃa visto lucÃa exactamente igual a la mano de Dumbledore, años atrás.
Esperamos que el capÃtulo de hoy les haya sido sorprendentemente emocionante. Recuerden escribirnos a hpsextante@gmail.com con sus propuestas de próximo capÃtulo. Además, sÃgannos en Facebook, donde habrá concursos y se publicarán los mejores escritores de Fanfic de los que lleguen a nuestro email y también en Twitter.
Nos vemos el viernes…
KNOX
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