Ha sido todo un placer llenar sus dÃas con una nueva historia de Harry Potter.
Ya no los demoro más:
LUMOS
Bienvenidos al…
CapÃtulo 13
La historia de CirceÂ
Por Tomas Marvolo
Harry quedó de piedra ante la confesión de Circe. Ella habÃa encontradola Piedradela Resurrecciónque él trató de alejar de todos. La muchacha no solo tenÃala Piedra, sino que se la habÃa quitado a Ted Lupin, su ahijado.
— ¿Qué?— dijo Harry — ¿Cómo? Eso es imposible…
— Nada es imposible. Te contaré la historia :
« Desde pequeña siempre he sentido una admiración indescriptible hacia el Señor Tenebroso. Mi padre, un antiguo mortÃfago se encargó de recoger en su diario las vivencias junto a Voldemort, y pude entrever una genialidad desmesurable en su legado.
» Su más cuidado secreto era el de producir magia sin varitas, como hacen otras criaturas. Los magos nos ayudamos de las varitas y es un privilegio únicamente reservado a nuestro linaje el controlar nuestro poder con tan prodigiosos artefactos. Sin embargo, cuando el Priori Incantatem y luego con los diversos fallos que tuvo con su varita, el Señor Oscuro se percató de que una hechicerÃa sin elementos auxiliares, que dependiera más del propio ejecutante, serÃa el próximo paso en el desarrollo de nuestra raza. Por eso su afán de la sangre pura: esta tiene más potencial mágico por naturaleza…
— Eso no tiene la menor veracidad, Circe— interrumpió Harry — Está demostrado que la sangre pura no se relaciona con la capacidad mágica de los hechiceros.
—¡¡¡NO ME INTERRUMPAS!!! — dijo Circe y se transformó en una versión gigantesca de sà misma — Yo he estudiado detenidamente los escritos de Tom Riddle: sus sueños, sus aspiraciones. Yo conozco al genio, no al que ustedes quieren hacer ver como un extremista dictador. Voldemort deseaba un mundo mejor, donde la raza mágica se impusiera por sus condiciones al resto de este planeta dominado por insÃpidos muggles.
Circe hizo una pausa y continuó:
— Teddy se enamoró de mà porque asà lo quise. SabÃa que la clave estarÃa en ti o tu descendencia y por eso me le insinué. Cayó rendido a mis encantos casi al final de su estancia en Hogwarts y me confesó que habÃa encontradola Piedradela Resurrecciónpara impresionarme.
»Lo manipulé a mi antojo. Lo hice pensar que la relación se acababa por su secretismo conmigo y me mostró dónde la tenÃa escondida. Cuando desapareció comenzó a preguntarme qué querÃa yo con él. Intenté unirlo a mi plan de seguir los pasos de Lord Voldemort y, azorado, se fue huyendo, incluso de mi vida.
En ese momento Circe comenzó a disminuir en tamaño y prosiguió su historia:
— Tal vez sentÃa algún leve cariño hacia su persona; pero nada más. Él no es nada en mi vida…
— Parece que su recuerdo te afecta mucho, ¿no Circe? — dijo Harry intentando jugar con los sentimientos de su contrincante.
— ¡¡NO!! — gritó Circe rajando su voz de manera ensordecedora. Luego comenzó a llorar.
La actitud de la muchacha era de una persona demente.
—Yo, Harry Potter, logré manipular un campo entero de Quidditch. He intentado trascender como lo hiciera el Señor Oscuro; pero algo está fallando con mi varita— aquellas palabras parecÃan pronunciadas por Voldemort— No logro que me funcione como lo deseo…En algunas cosas.
Harry entendió que se referÃa al Horrocrux que habÃa intentado hacer, y se atemorizó.
— ¿Intentaste hacer un Horrocrux con otro ser humano?— dijo Harry con los ojos muy abiertos. Circe asintió y comenzó a reÃr descontroladamente.
—Era un sangre sucia, sin importancia. También se habÃa enamorado de mà y le pedà una prueba.
—Eso significa que has fragmentado tu alma al menos, ¿no? Que has matado a alguien, Circe.
—No es tan difÃcil. Avada Kedrava es posiblemente el hechizo de más pasión entre todos los que existen, incluso más que el Patronus…
—Has comenzado mal, Circe. No eres nada. Voldemort cometió muchos errores, y fue derrotado por un muchacho de 17 años. Subestimó a los demás, creyó que solo él era inteligente y fracasó totalmente. Por completo, Circe. No debes hacerle el juego.
—Tú no lo entiendes. Él siempre está conmigo — afirmó Circe y extrajo de su bolsillo una roca que Harry reconoció al instante: erala Piedraque habÃa pertenecido a uno de los hermanos Peverell. La volteó varias veces y de ella salió un espectro. La neblina comenzó a arremolinarse hasta formar una figura alta, delgada…tocada con una capucha negra. Era Voldemort.
—Harry —dijo con voz siseante —Cuánto tiempo…
Harry no se inmutó. En su lugar soltó una carcajada.
— ¿De verdad creÃste que serÃa tan fácil? ¿De verdad imaginaste, al menos por un segundo, que ganarÃas?
La figura de Lord Voldemort comenzó a cambiar de forma y se transformó en un anciano, de mirada gentil. Luego se acercó caminando hasta Harry y miró a Circe sonriente. Albus Dumbledore estaba allÃ.
—¡¡¡No es posible!!! — dijo la muchacha asombrada.
—Circe, soy jefe del Departamento de Aurores. Vencà a Lord Voldemort y tuve maestros como Dumbledore y Lupin— mientras Harry decÃa nombres la figura a su lado se iba transformando— Soy seguidor de uno de los más grandes Aurores, Kingsley. Además soy el mejor amigo de Hermione Weasley, no sé si sepas que ella obtuvo el premio a la mejor hechicera al graduarse en Hogwarts…
La dulce figura de Hermione sonrió, y de su pelo castaño comenzó a nacer cabello rubio, que se fue mezclando y creciendo. Luego su perfil se hizo más fino y su piel más blanca: lentamente se transformaba en Circe.
— Espero que tu inteligencia prodigiosa te haya dado para percatare de todo…
— ¿Cómo? No puede ser, tú no puedes…
— Si puede. Y yo también — aquella vpoz no era de ninguno de los dos. En la escena habÃa aparecido, sonriente, Teddy Lupin.
—Me contaste todos tus planes, Circe, fallaste. Tú sigues enamorada de mà lamentablemente para ti.
—No me digas que aún no causo algunas sensaciones en ti, Teddy— dijo Circe melosa. A pesar de su tono triunfalista, el miedo se le veÃa, podÃa olerse a la distancia que deseaba correr y no quedarse mirando fijamente el rostro de Harry. Se acercó entonces a Teddy y acarició su rostro.
—Tienes razón, Circe. Definitivamente la repulsión es una sensación.
—Entonces, ¿ya te has dado cuenta?— dijo Harry a la muchacha.
—Sà — dijo Circe con enfado.
Era lista. Se habÃa dado cuenta de que contrario a su idea, la ilusión en que estaba sumida no era producto de sus habilidades. Harry Potter le habÃa tendido una trampa.
—Te explicaremos — dijo Teddy alejándose de la muchacha — Todo esto que vives, es producto de un hechizo que acá mi padre, Harry, ha realizado. Has vivido una ilusión, querida. CaÃste. Tú no controlas este mundo, Harry lo hace.
— ¡No puede ser! Yo descubrà esto entre los papeles de Voldemort…
—Papeles que no te ocupaste en ocultar demasiado de mà — dijo Teddy — En cuanto me contaron los sucesos del Sextante de Plata y tu presencia, los alerté. Luego papá fue a Azkaban y descartó al posible sospechoso: Edgar. Tú gritaste su nombre en la tienda para incriminarlo, estoy seguro.
»Has utilizado magia muy oscura y abusado de las Maldiciones Imperdonables. Tienes un poder pródigo, sin dudas; además eres inteligente.
—Solo que tal como Tom Riddle, has creÃdo que tus ideas son dignas de tu mente, que tu inteligencia es única y tu sagacidad aplastante— completó la intervención Harry, con una sonrisa enigmática.
— Se terminó Circe. No tienes el control— dijo Ted y todo el terreno donde se hallaban comenzó a arremolinarse. Los pocos colores se mezclaron como tinta disuelta en agua, y la frÃa brisa navideña volvió a soplar.
Circe aún apuntaba con su varita a Lily. Solo habÃa pasado un segundo en el mundo real. La niña empujó a la rubia y comenzó a transformarse. El cabello rojo se mantuvo, pero sus facciones variaron un poco y se hizo más alta. Era Ginny. Toda esa noche Ginny habÃa estado transformada en Lily, previendo el ataque de Circe.
Era un plan frÃamente calculado desde la llegada de Teddy: invitarÃan a Circe a la fiesta para tenerla encerrada, sin alternativas de escape. FingirÃan que no sabÃan nada hasta la medianoche, momento en que desvelarÃan nuevamente el mensaje del Sextante.
 Hermione y Ron sospechaban que existÃa algún mecanismo que alertaba a Circe de cuándo se habÃa descifrado el código del artefacto plateado. Esta vez habÃan tenido la ventaja de saber el autor y no el crimen exacto que se iba a cometer, por eso mencionaron paso por paso lo que significaba el último mensaje del sextante. De esa forma, Circe sabrÃa que lo habÃan descubierto.
Esa noche, tras ser alertada por el hechizo que ella conjurara sobre el sextante, Circe fue hasta donde Lily para raptarla, solo que nunca imaginó que Ginny estarÃa transformada en su hija, ni siquiera que los niños, ninguno, estaba en aquella casa. HabÃan intercambiado papeles con los mayores de la familia y, ante Circe, se transformaban todos excepto Harry, Ron, Hermione y Ted.
Molly tomó el lugar de Albus, George el de James, Angelina el de Hugo, y Arthur el de Rose. Fred y Roxanne no habÃan sido intercambiados, pues no estaban directamente relacionados con el foco de peligro.
— ¡¡¡Desmaius!!!— dijeron a coro.
Un chorro de luz roja salió disparado de todas las varitas en dirección a Circe. Ella, tan hábil como era, tuvo tiempo de resguardarse con un hechizo protector. Intentó desaparecerse, pero no pudo, los hechizos anti-desaparición no se lo permitÃan. Conjuró una enorme serpiente de fuego, parecida a la que Voldemort lanzara a Dumbledore en su batalla del Ministerio y, tal como hiciera el exdirector de Hogwarts, Harry agitó su varita y la desapareció.
Teddy se puso delante de su padrino y, sin pensarlo, gritó:
— ¡Avada Kedavra!
El chorro de luz verde salió dirigido hacia Circe, quien dejó escapar un grito de terror. El tono verdoso de la maldición iluminó la piel marmórea de la bruja y se sintió un estruendo. Cuando volvieron a mirar, solo quedaba su ropa.
Alumbraron entre la hierba en busca de algún indicio de la hechicera, pero no encontraron nada. La única reacción fue de los insectos entre el pasto, que salieron volando despavoridos.
—Creo que se ha terminado — dijo Hermione, con el único objetivo de no aguar la fiesta. Puede que en su época Harry no fuera tan estudioso como ella, pero él también se habÃa percatado de que la varita de Circe no estaba allÃ.
***
Las navidades terminaron felizmente. Por fin realizaron una cena decente, donde cada uno tenÃa su aspecto real. Ron y Harry fueron los cocineros, quizás lo más triste de la festividad.
Cuando enero llegó, y el árbol de Navidad flotó hasta su caja para guardarse, cuatro padres preocupados y algunos niños pelirrojos caminaban por Londres, con baúles y animales extraños. Detrás iba uno que no se parecÃa a ninguno, pero a la vez era igual a todos.
—Adiós — dijo Teddy cuando se acercaron a King’s Croos—Continuaré buscando hasta hallarlo —Abrazó a Harry y Ginny. Algunas lágrimas salieron, imprudentes, y el muchacho se alejó. Los niños se despidieron con entusiasmo.
—¿A dónde va Teddy?— preguntó Lily.
—No sabemos — mintió piadosamente Harry.
La misma sospecha de que Circe seguÃa viva, le hizo comprender que Teddy irÃa tras ella, y no serÃa el único.
Cuando el Expreso partió con su humeante vapor, Lily salió al pasillo en busca de algún bocadillo.
—¿Varitas de regaliz? —preguntó la vendedora a los del compartimiento contiguo. Luego levantó la vista y miró frÃamente a Lily: — Y tú, ¿qué quieres?
El cabello extremadamente rubio, y la piel marmórea de aquella mujer hizo que Lily temblara.
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