‘Harry Potter y la Ruptura del Vínculo’: Capítulo 8!

Después de estar horas investigando sobre las religiones, construcciones y literatura de Albania, les traigo un capítulo que espero que les guste leer tanto como a mí escribirlo.

Ya se está acercando el final. Pueden contactarnos a través del email hpsextante@gmail.com o participar en nuestros concursos, recibir adelantos de capítulos y participar de forma activa en la concepción de estas entregas semanales mediante Facebook y Twitter

Capítulo 8

En el castillo de Adrimün

Por Tomas Marvolo 

Ginny había escapado. Después de la difícil batalla contra los carroreños albanos, Harry, Teddy, Ron y Hermione permanecían apresados por unas enormes jaulas mágicas antidesaparición. La que ellos creían hasta el momento era Circe, comenzó a sufrir de una metamorfosis: poco a poco su cabello rubio y lacio se comenzó a rizar y teñir de negro. Además aumentó su estatura y se hicieron más anchas sus espaldas. Los brazos pasaron de ser huesudos y marmóreos a fornidos.

Por un momento fue ridículo ver a aquel hombre vestido de mujer, sin embargo nada tenía que envidiarle a una: sus facciones eran suaves, no muy rudas; sus cejas parecían moldeadas con un pincel, y tenía espesas pestañas que hacían relucir un par de enormes ojos tan azules que lanzaban destellos violáceos al contacto con la luz solar.  El apuesto hombre, hizo un movimiento con su varita y su ropa se transformó en una de aspecto más acorde a su sexo.

—El famoso Harry Potter —dijo por fin. Su voz era profunda —La AMA nos alertó que querías interponerte en nuestros planes y te hemos esperado durante varios días.

—¿Quién eres? —preguntó entonces Hermione

—Me llamo Rilindja, todos me llaman Lindja. Pertenezco al cuerpo de magos al servicio de Circe. Soy uno de los principales oficiales.

—¿Por qué no nos has matado? —preguntó Ron, furioso.

—Porque Circe quiere que asistan a su ascenso…Además, ustedes serán nuestra mercancía.

—¿Mercancía? —preguntó Harry.

—Sí. Pero dejaré que ella misma les explique. Dakerov, Gjul, Nikola, llévenselos.

Los mencionados apuntaron con sus varitas a las jaulas y de ellas salió una especie de cuerda de luz violeta que las levantó del suelo. Ron se lanzó contra los barrotes más de una vez, pero ni siquiera logró que se desequilibraran las prisiones. Hermione, por su parte permanecía serena: de seguro tenía algo en mente. Teddy, al parecer había despertado de la maldición y, con culpabilidad en su rostro, miraba preocupado a Harry. Éste, por su parte, estaba algo triste…¿y si Ginny era capturada sola en el bosque, o era asesinada? Pero no: él tenía la esperanza de que ella los salvara esta vez.

En el pasado, Ginny Weasley y Harry Potter habían estado separados muy a pesar del amor que se tenían. Cuando la lucha contra Lord Voldemort, Harry estuvo cerca de un año apareciendo y desapareciendo en varios lugares, mientras ella resistía los peligros de estar en Hogwarts, controlada por los mayores enemigos de Harry, y por partidarios del mago más tenebroso conocido por la historia. Pero por más de 20 años habían estado muy unidos, incluso tuvieron a sus hijos y a pesar de las distancias que imponían sus respectivos trabajos (ella como jugadora de las Harpies y él como Jefe del Departamento de Aurores) siempre trataban de crear un espacio para ellos.

Y ahora, después de 20 años, parecía que la pesadilla de la distancia comenzaba de nuevo.

Así, por cerca de media hora Harry se dedicó a estudiar a sus captores para intentar ingeniárselas y escapar. Hermione lo miró y señaló con la vista la mano derecha del tal Dakerov. Estaba un poco inmóvil, tenía una pose antinatural. Es decir, que por más que intentara no podría manejar la varita correctamente, la herida estaba reciente, sería fácil derribarlo con la inteligencia suficiente. Por su parte, al que llamaban Gjul, de pelo rojizo y corto sería un oponente difícil, porque era menudo y podría moverse rápidamente. El llamado Nikola era muy parecido al tal Dakerov, parecían hermanos, por tanto saldría en su defensa y serían dos contra uno… ¿y si los separaban?

El problema es que para llevar a cabo cualquier estrategia era necesario usar magia y dentro de aquellas prisiones sus varitas no funcionaban, pero…¿y si solo eran las varitas? Ellas actuaban como una especie de canalizador del poder del mago, la magia residía en él, no solo en la combinación de madera y animal. Muchas veces vio a Dumbledore hacer magia con solo gestos y hasta recordó cuando en quinto año desapareció en frente del Ministro sin usar un hechizo convencional o la Aparición tradicional. Quirrell lo había hecho también —o más bien Voldemort— donde estaba oculta la Piedra Filosofal: una columna de fuego lo había rodeado con el solo chasquido de sus dedos.

Harry intentó concentrarse. Cerró los ojos, recordó cómo Hermione le dijo que se concentrara para lograr los hechizos inverbales y sintió que la varita no era una extensión de su mano, sino que su mano en sí era la varita.

«Accio, piedra» se dijo, pensando en uno de los guijarros del camino. «Accio piedra» se repitió una y otra vez, hasta que la furia lo venció. Parecía una tarea imposible, por eso era que Voldemort deseaba con tanto afán dominarlo. De seguro creía que solo él podría hacer algo tan difícil como aquello.

—Hemos llegado —anunció Lindja. Luego movió su varita delante de su rostro, trazando un arco y dijo: —Éste es el palacio de Adrimün.

Ante Harry apareció de la nada un edificio enorme, negro, muy parecido a una catedral gótica. Era perfectamente simétrico y estaba lleno de arcos y ventanas circulares. A cada lado había un par de torres puntiagudas que se elevaban por encima del castillo por muchos metros, por alrededor de las cuales había buitres volando de manera circular. El final de las torres no se veía: parecían dagas clavadas en el pecho del cielo, y las nubes permanecían quietas ahí.

Hermione miraba boquiabierta majestuosidad del castillo, y Ron sentía que la construcción se lanzaría encima de él en cualquier momento.

El castillo de Adrimün estaba rodeado por altas rejas metálicas que terminaban en forma de saeta. La entrada era tan majestuosa como el resto del emplazamiento y tenía talladuras de símbolos arábigos. Lindja tocó tres de los símbolos en un orden determinado, y luego pronunció un verso en lengua antigua.

Las puertas comenzaron a rechinar y se abrieron lentamente, como movidas por una mano invisible. Dakerov movió su varita, abrió una de sus manos y como atraídas por una fuerza magnética, las varitas de Ron, Hermione y Harry salieron disparadas hacia él,  y las atrapó al vuelo.

—No necesitarán eso ahí dentro —dijo— ¡Incárcera! ¡Incárcera!…— repitió hasta que estuvieran atados los cuatro. Teddy permanecía quieto y en silencio, y Harry estaba seguro de que tramaba algo. Las jaulas se abrieron y pudieron caminar, guiados por Lindja y escoltados por Gjul, Nikola y Dakerov.

A cada lado del sendero por el que iban había estatuas en poses horribles, águilas comiéndose los cuerpos de bebés y magos con cabezas de muggles en sus manos. El castillo no tenía foso, pero había una presencia extraña que hacía neblinoso el camino…Eran Dementores, y se reproducían allí, parecía como si fuera un criadero de esos malvados seres desalmados preparándose para la batalla.

—Harry —dijo Hermione en voz baja— esto es terrible. ¿Qué piensa hacer Circe con estos Dementores? ¿No lo sientes?

—Hasta en los huesos…

Teddy iba detrás de ellos, un poco más alejado, seguido muy de cerca por Gjul. Fue entonces que llegaron hasta la puerta de entrada al castillo en sí.

—Dakerov, Nikola, acompáñenme —dijo Lindja. Ante él había una especie de rueda dentada que debían mover manualmente y era tan grande que aún con los músculos del jefe de los carroñeros albanos no se movería.

Dakerov y Nikola se acercaron y cada cual tomó un diente de la rueda y comenzaron a empujarla. En ese instante sintieron un golpe seco y, al voltearse, Gjul estaba en el suelo y Teddy libre.

—¡¡¡Periculum!!! —gritó y de su varita salió un chorro de luz que se convirtió en brillantes chispas en el cielo. Acto seguido fue barrido por un hechizo triple de los carroñeros que intentaban mover la rueda dentada. Harry intentó ir en su socorro per tan atado como estaba solo logró caer al suelo y retorcerse como un gusano de seda prisionero en el capullo.

—¡Ya basta! ¿Por qué no se enfrentan a nosotros decentemente? —gritó.

—¡Cállate! —dijo Dakerov.

—Cuidado como le hablas, ¿eh? —le dijo Ron— Ya verás cuando esté libre como te daré tu merecido.

Dakerov movió su varita sobre su cabeza y quedó convertida en un látigo que golpeó el rostro de Ron dejándole una profunda herida. Hermione hizo un gesto, como si a ella le hubiera dolido, y se le salieron un par de lágrimas.

—Este se había quedado con una varita extra —exclamó el llamado Nikola acercándose a Teddy. Luego recogió la varita que había a su lado y la guardó en el interior de su túnica.

«Accio piedra, accio piedra» se repetía Harry, pero nada sucedía.

Por fin la puerta del castillo de Adrimün quedó abierta. Harry se incorporó con mucho trabajo y logró caminar detrás de Ron y Hermione. Subieron los escalones y, por fin accedieron al interior del castillo.

Era lúgubre. Una gigantesca lámpara colgante de cristal iluminaba el recinto. Había más estatuas de las horripilantes a cada lado. Una escalera alfombrada en blanco llegaba hasta el segundo piso y lugo se dividía como una serpiente de dos cabezas. Siguieron adentrándose en el castillo y, tras varios pisos llegaron a una especie de elevador mágico que los transportó hasta el final de una de las torres puntiagudas. Cuando se abrió, encontraron un recinto todo de cristal, en forma de círculo. Había vitrales que contaban una antigua historia de muggles cercenados y magos quemados en hogueras que finalizaban con el cuerpo de un mago anciano, de cara malvada. Un haz de luz descendía directamente al centro del salón, iluminando una especie de trono retorcido, que se asemejaba a espinos en forma de mano que sostenían a una muchacha rubia, fría.

—Bienvenido, Harry —dijo esta vez la verdadera Circe— asistirás al inicio de una nueva era.

Luego se volteó y dijo a Lindja:

—Que lo preparen todo. El rito debe comenzar.

Tomas en Twitter: @ernestoguerra21
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Tomas Marvolo

Estudio periodismo en la Universidad de La Habana, escribo novelas y trabajo como periodista en CMBF Radio Musical Nacional. Potterhead!

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