El pasar de los dÃas transcurrió con tranquilidad para Albus. Scorpius, Boggart y él se habÃan vuelto inseparables, con las horas de vuelo y de pociones como los mejores momentos para reunirse, aparte del tiempo que pasaba con Scorpius castigado en el campo de práctica, y en la hora del almuerzo de los martes y jueves.
Las clases eran tan normales como podÃan serlo. Teddy resultó ser un gran profesor de Transformaciones, haciendo que sus alumnos alcanzaran el mejor promedio total que habÃa tenido esa materia hasta ahora, e impresionando todavÃa más a McGonagall. Por si se lo preguntan, Flitwick seguÃa dando Encantamientos en Hogwarts, y Pociones ahora era la responsabilidad de otro profesor nuevo, Gregor Collins, un viejito medio sordo que siempre gritaba al hablar porque no podÃa escuchar su propia voz.
Albus veÃa de vez en cuando a James y a Rose, pero solo en saludos momentáneos, algo que ya no le importaba tanto como antes. Rose siguió los pasos de su madre y resultó ser una alumna con notas de excelencia. James no tuvo tanto éxito en lo académico, pero consiguió volverse el capitán del equipo de Quidditch de Gryffindor.
Con el tiempo, Albus comprendió por qué el Sombrero los envió a él y sus amigos a las casas donde estaban: La determinación es la caracterÃstica primordial de un Slytherin, algo que Scorpius tenÃa por cumplir el sueño de redimir a su familia; los estudios avanzados de Albus sobre varitas le dotaron de una inteligencia que solo era digna de Ravenclaw; y en cuanto a Boggart…
– Mi interés está en las criaturas mágicas. – dijo Boggart. – Es algo genético. Mi abuelo era dragonolista en Rumania.
– Mi tÃo Charlie también lo es, y en el mismo paÃs.
– ¡Genial! Algún dÃa me lo tienes que presentar.
Albus y Boggart almorzaban en el Gran Comedor en la mesa de Ravenclaw. Era el dÃa del correo, por lo que Albus por fin recuperarÃa a su lechuza, ya con un buen estado de salud.
– Resultó ser que Hedwig II estaba embarazada. – dijo Albus, con una alegrÃa difÃcil de ocultar. – Fueron 5 los huevos que puso.
– Felicidades. ¿Qué harás con los polluelos?
– No tengo espacio en casa para cuidarlos, asà que papá se encargará de encontrarles buenos hogares.
– Si te interesa, puedo tener una mascota más en mi casa, y mi mamá nunca se negará a cuidar de un animal.
– No es mala la idea. ¡Allá vienen!
Justo como lo dijo Albus, las lechuzas con el correo ya estaban sobrevolando bajo el techo del Gran Comedor. Hedwig II venÃa con ellas, sujetando una carta que al soltarla se posó directamente en el plato  de Albus.
– Hola Hedwig. – dijo Albus, acariciando la cabeza de su lechuza. – Buena chica.
– ¿De quién es la carta?
– De mis padres. Seguro solo quieren preguntarme cómo me fue hasta ahora en el colegio.
Albus abrió el sobre, y se encontró con dos papeles en ella: Uno era la carta de Harry…
14 de Octubre del 2016
Querido Albus,
Se que esperabas una carta normal donde te dijéramos lo orgullosos que estamos (y asà es, lo estamos), pero lamentablemente no es asÃ. Tu madre y yo te escribimos para avisarte de una triste noticia: Ollivander murió el 7 de Octubre pasado…
La noticia fue tan impactante que Albus soltó rÃos de lágrimas. Su maestro en el arte de las varitas, su mentor, quien le enseñó todo lo que sabÃa, habÃa fallecido…
– ¿Estás bien? – preguntó Boggart.
– No… Ollivander murió… – Albus trataba de hablar, pero la tristeza no lo dejaba. Boggart estaba sorprendido, y entendÃa la aflicción de su amigo.
… El entierro fue dos dÃas después de su muerte. Sentimos mucho que esto haya pasado. Sabemos lo mucho que lo querÃas, y por eso te enviamos un documento anexo: Es su testamento. Creemos que te interesará saber quien es ahora su heredero legal. Sus  herramientas ahora son tuyas, las dejamos en tu cuarto y podrás verlas en navidad.
En fin, te deseamos lo mejor, y esperamos saber de ti tan pronto como te sea posible. Te queremos mucho.
Atentamente, Papá y Mamá.
Albus pasó a leer la copia del testamento de Ollivander. Según el documento, propiedades como la casa, la tienda y la mercancÃa serÃan cedidas a su hijo por un tiempo, pero cuando Albus cumpliera 18 años de edad se convertirÃa en el legÃtimo dueño. Por otro lado, Albus podÃa quedarse desde ese momento con sus herramientas de fabricación de varitas, sus maderas mágicas y sus muestras para centros.
– ¿Qué dice la otra hoja? – preguntó Boggart. Albus no sabÃa como responder. TenÃa la boca abierta…
– Dice… que soy el dueño… de su tienda de varitas…
– ¡NO TE CREO!
– Sólo cuando sea mayor de edad, pero si…
– ¡Vaya! Él en verdad que te querÃa.
– Fuà su mejor aprendiz, y ahora soy su heredero.
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