Estás en tu casa un domingo en la mañana viendo televisión y, de repente, tu mamá grita “¡miren! ¡Un búho! ¡Foto! ¡Foto! ¡Corre!â€. Tú te volteas, ves un búho marrón en la ventana, te parece interesante su presencia, pero ni te molestas en levantarte a tomar ninguna foto, es un pájaro y tú estás muy cómodo.
–¡Que vengas ya! ¡Tiene un sobre amarrado a la pata el ave esta! –Escuchas a tu mamá gritar.
                       Te pones alerta… la posibilidad de ser sangre mestiza cruza tu mente y te preguntas si tus padres tomarÃan la noticia tan bien como lo hicieron los padres de Hermione. Obviamente no. Creerán cualquier cosa antes de creer que fuiste aceptado en Hogwarts, el colegio de magia y hechicerÃa de Harry Potter: bullying, blackmailing, terrorismo… todas estas opciones serán evaluadas antes de aceptar que eres un mago y que el 1 de septiembre tomarás un tren rojo hacia tu nueva escuela.
                       Ya abrieron le ventana, tomaste la carta y viste que, efectivamente, iba dirigida a ti. La abres y lees cada lÃnea con el corazón en la garganta. ¿Qué haces ahora? ¿Correr al Caldero Chorreante para comprar tus libros en el Callejón Diagon y ponerte a estudiar? ¡No! Antes debes tomarte una foto con tu carta y subirla a Instagram para que el mundo se entere de que has sido El Elegido. Digamos que la publicación de la saga de Harry Potter ha hecho bastante popular al colegio y que no es totalmente descabellado que un conocido reciba la carta de admisión de Hogwarts, asà que vamos a ahorrarnos el dolor de cabeza de que tus amigos no te creen. Publicas la foto, tiene muchos likes y comentarios de alegrÃa por parte de tus amigos que esconden unos celos impresionantes hacia ti (aaaaw, lástima, but not really, peasants!).
                       El dÃa tan esperado de ir al Callejón Diagon para comprar tus útiles escolares llega. Tu Instagram se convierte en un spam de las vidrieras de todas las tiendas. Hasta el caldero que compraste tiene su foto, quizá con el caption: ya listo para aplazar Pociones con Severus! #Hogwarts #DiagonAlley #SoyUnmagoYtúNo #HarryPotter (y, la que no falta…) #Blessed. Por supuesto, eres del montón que se compró un búho (“¿una rata? Ni hablar, no quiero traidores en mi cuartoâ€).
           Te tomas un selfie con Ollivanders con el caption “with the one and only, Mr. Ollivanders!â€, seguida de la foto de tu varita, que te parece la más especial del mundo… hay cientos de miles, pero okey, cree que es la mejor si te hace más feliz. A todas estas, tus amigos ya no te soportan y ruegan que en Hogwarts no haya señal para no tener que ver infinidad de videos de 15 segundos mostrando los cuadros que se mueven, o las escaleras, o el sauce boxeador… el estadio de Quidditch, sÃ, pero bueno, o es todo o no es nada. Y ni hablar de lo que serÃan tus stories de Snapchat: 1000 segundos de las instalaciones del castillo.
                       Llega el gran dÃa. ¡Es 1 de septiembre! Con tu carrito de metal lleno de tus útiles (es chistoso que en ese momento te causan fascinación y en unos meses no serán sino causante de estrés porque en lo último que estás pensando es en el hecho de que vas a un colegio y ¿qué se hace en los colegios? Pues se estudia, sobre todo en ese. Gracias a la publicación de Harry Potter, la existencia del andén 9 ¾ no es un secreto para nadie, está numerado y todo y es una costumbre de los padres muggles llevar a sus hijos el 1 de septiembre a la estación King’s Cross para ver a los estudiantes de Hogwarts atravesar la pared. No contento con estos segundos de fama, ¿qué haces tú? Pues, sin importarte que estás deteniendo el tráfico de carritos, decides tomarte una foto con medio cuerpo dentro del concreto y medio cuerpo fuera para, por supuesto, subirla a Instagram con algún caption tipo “The best of both worlds†que ya para ese momento será cliché y a nadie le causará gracia.
           Delante de ti aparece el Expreso de Hogwarts. ¡Emoción! Por supuesto, Snapchat del tren y de los jóvenes magos y brujas despidiéndose de sus padres… y tú invadiendo el espacio familiar publicando el momento en tus redes sociales. Te montas en el tren y buscas un compartimiento que esté vacÃo o ocupado por alguna persona que encuentres atractiva. Tus orÃgenes muggle son causa de que no tengas amigos en la comunidad mágica. Pasa el carrito de comida, en medio de esta onda fitness que hay, muchas jóvenes se quejan por que no hay nada gluten free (Ah okey). Tú te compras tu rana de chocolate porque, al parecer, “es tradiciónâ€. No sé cómo es tradición, si es la primera vez que te montas en ese tren y no sabÃas que eras un mago sino hasta hacÃa un par de meses. El viaje es normal… casi como cualquier viaje en tren. Eso te decepciona.
      No nos detengamos mucho en tu emoción al ver le castillo, ni en la primera vez que ves a McGonagall y de tus ganas de tomarte un selfie con ella (que sabes que no pasará, serÃa hasta más fácil uno con Dumbledore).
Vamos a llegar al momento en el que el Sombrero Seleccionador te coloca en una casa. Analicemos tus cuatro posibles posts en Instagram después de que eres asignado a una casa:
Momento de cenar… la comida aparece en la mesa de la nada, quieres “postear†una foto pero ya se te acabó la pila. (Todos tus seguidores felices).
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