Historia de Víktor Krum y Hermione antes del baile de Navidad (ya que J. K. Rowling nunca lo quiso contar)

Harry Potter y el Cáliz de Fuego es especialmente emocionante porque es el primer libro en el que se añade el elemento del amor. Okey, en el tercer libro Harry siente mariposas en el estómago cuando Cho Chang le desea suerte antes de un partido, pero nada más allá de eso, aunque no les niego que bastó para emocionar mi corazón que en ese momento solo contaba con nueve años de edad. Ahora, que nadie me diga que no leyó con el corazón en la garganta aquel increíble pero patético momento en el que Harry invitó a Cho al baile, solo para recibir como respuesta que ya tenía pareja y que, por supuesto, era Cedric Diggory, que no había aparecido antes en la vida de Harry para, de la nada, pasar a convertirse en una molestia crónica. Toda esta introducción es nada más porque quiero llegar al tema de Víktor Krum y Hermione. Ok, emocionantísimo cuando nos enteramos que la linda pareja del famoso jugador de Quidditch era Hermione, pero hay un problemita… nunca… nunca… ¡nunca! Sabemos como fue que se conocieron esos dos, cómo empezó todo y qué dijo Krum cuando le pidió a Hermione que fuera su pareja para el baile. Así que vamos a averiguarlo…

Empecemos por el hecho de que Krum era famoso, así que era acosado por las mujeres (de hecho, así aparece en la película… ¿se acuerdan del grupo de niñas bobas persiguiéndolo mientras hacía ejercicio?). Partiendo de este hecho, analicemos la situación: ¿qué tipo de mujer acosaría a un famoso jugador de Quidditch? No es por nada, pero quizá una cuyas ambiciones no van más allá de graduarse del colegio y necesita de alguien que le resuelva la vida… Ojo, estoy hablando de las que lo acosan, no hay nada de malo en pedirle un autógrafo o saludarlo una vez, pero perseguirlo cuando el tipo no te hace caso… dignidad, mujeres, por favor. Entonces, tenemos un grupo de mujeres que buscan ganarse el corazón (y el dinero y fama) de Krum. ¿Qué hace Krum? Pues, a juzgar por las circunstancias y las consecuencias, lo más probable es que haya decidido esconderse en la biblioteca. ¡Porque, claro! Si era acosado por el tipode muchacha que creemos, pues no iban a pisar la biblioteca, además, en defensa de estas muchachas, la biblioteca no es el primer sitio donde alguien buscaría a un deportista.

                        Seguimos… tenemos a Krum en la biblioteca tratando de esconderse. ¿Qué hace? ¿Hacia dónde se dirige? Ni bobo que fuera, tampoco es que se va a sentar con el grupo de muchachos nerds… hay un grupo de chicas estudiando, pero no se quiere sentar con ellas. Precisamente está huyendo de un grupo de mujeres. De repente, al fondo… (inserte voz de narrador con acento españoleto) una hermosa joven está enfrascada en la lectura de un gran libro. La joven se ve tan concentrada que Krum sabe que no lo molestará, es más, teme ser él quien le cause a ella una molestia. Se acerca sigilosamente, caminando por un pasillo lateral y no por el centro. Quiere pasar desapercibido. Por fin, llega a la mesa únicamente ocupada por esta muchacha y decide sentarse y ocultar su cara con sus manos. Hermione levanta la mirada y ve a Krum, tapando su cara. La joven se muerde el labio y entiende lo que sucede (es muy inteligente). Ha visto cómo sus compañeras acosan a Krum y sabe que este no está sino escondiéndose. ¿Qué hace? Pues le coquetea a su manera, sin saber que estaba coqueteando, porque a sus 14 años Hermione era muy inocente. Sin decir nada, Hermione se levanta para, menos de un minuto después, regresar con un libro, tan grande como el que ella misma lee, abrirlo en una página al azar y colocarlo frente a la cara de Krum. Krum se sobresalta y ladea su cabeza para interrogar con su intimidante mirada a Hermione, que ya está nuevamente sentada y enfrascada en su lectura. Pero nuestra joven no es inmune a los encantos de Krum, siente su mirada penetrante… Okey, volvamos a un tono normal: el punto es que Hermione se da cuenta de que Krum la está mirando y esto le fastidia porque rompe con su casi imperturbable concentración. Como él no dice nada, ella suspira y habla de primera:

–Me pareció que un libro podía esconder tu cara mejor que tus manos… además, te puedes entretener leyendo. Puedes leer sobre la piedra filosofal.

Krum le agradece el gesto y decide hacerle caso a su compañera de mesa y leer un rato, para su sorpresa, la lectura es interesante. Unos veinte minutos después, Hermione se levanta porque debe asistir a clase de Pociones. Krum, al verla levantarse, la imita (tan educado él) y hace una inclinación (ya yo me habría enamorado ahí). Hermione sonríe. Ya va a alejarse cuando Krum extiende su brazo y se presenta como «Víktor», ella le estrecha la mano y se presenta como Hermione Granger. Él hace un comentario sobre su nombre, algo como «tienes un nombre muy bonito» con ese acento ¿búlgaro es que era? y ella, como respuesta, porque las mujeres somos así, no se le ocurre nada mejor que: es un nombre muggle. ¡Ojo! No tiene nada de malo que Hermione provenga de padres muggles, pero creo que con un simple «gracias» bastaba en ese momento. Ahora, a Krum le atrae el hecho de que Hermione provenga de padres muggles, le parece exótico (ah okey… súper exótico) y la ve mientras se aleja…

Entonces, siguiente encuentro… al día siguiente no es que Krum se despertó pensando en Hermione, no se puede ser tan iluso en esta vida, pero a eso del mediodía, pasa frente a la biblioteca y recuerda a la inteligente y linda muchacha que buscó un libro para que se tapara la cara y que no parecía embelesada por su fama y fortuna ¡esto es clave, gente! Esa indiferencia de Hermione fue lo que más le gustó a Krum, eso unido a su «exotismo», belleza, inteligencia y serenidad. Krum se detiene delante de las puertas de la biblioteca, sonríe y decide entrar. Y ahí estaba Hermione otra vez, en la misma mesa del día anterior. Krum se acerca con paso decidido, no está pensando en si lo están viendo o no, casi llega a la mesa en la que se encuentra Hermione…

–¿Te puedo tomar una foto?

                        Colin Creevey interrumpe al distraído Krum y el sonido del flash de su cámara hace que todos los que se encuentran estudiando en la biblioteca levanten la cabeza y se percaten de la presencia del famoso deportista. Antes de llegar a su destino, Krum debe firmar varios autógrafos y responder a varias preguntas que le han formulado unas mil veces, como: «Â¿siempre quisiste dedicarte al Quidditch? ¿Vas a meter tu nombre en el cáliz? ¿Te quieres dedicar al Quidditch de manera definitiva? ¿Cuál ha sido tu mejor juego?». Krum es educado y responde lo más rápidamente que puede, pero responde al fin. A todas estas, Hermione no se ha enterado de la presencia de Krum, él se percata de este hecho y se siente más atraído por la joven intelectual.

                        Cuando por fin logra liberarse del cerco de fanes (la RAE dice que el plural de «fan» es «fanes». Horrible, lo sé), Krum se sienta en la mesa donde se encuentra Hermione. Ella ni se molesta en levantar la cabeza. Es importante acotar que ella sabe que Krum está ahí y quiere hablar con él (podrá ser muy inteligente pero, oye, ¡es Víktor Krum! ¡Nadie se salva!), entonces, como quiere hablar con él ¿qué es lo que hace? Pues ignorarlo completamente. Krum se aclara la garganta, Hermione le sigue el juego y levanta la cabeza.

–Hola –saluda él.

–Hola…

–No pienses que te estoy siguiendo, es que aquí nadie me molesta y la tuya es la única mesa con puesto libre –mentira, se pudo haber sentado en otras mesas, pero bueno…

–No te preocupes, no había pensado eso.

Silencio incómodo…

–¿Quieres que te traiga un libro para taparte la cara? –Pregunta Hermione y siente que lo que acaba de decir suena muy raro.

–No te preocupes.

Silencio incómodo…

–Veo que te gusta leer –dice Krum, y también le parece que su comentario suena raro, así que agrega–: yo no soy muy de leer, no es que no me gusta, sino que no tengo tiempo entre las clases y las prácticas de Quidditch.

(En el fondo todos sabemos que, aunque tuviera tiempo, no leería tampoco).

Hermione asiente y dice:

–Sí, siempre me ha gustado leer, mis papás me compraban libros desde que era chiquita.

Krum sonríe imaginando a la pequeña niña muggle (sí, sí, súper exótica). Hermione ve la hora y se da cuenta de que pronto debe ir a clases, esta vez de Encantamientos.

–Me tengo que ir –dice, pero no se quiere ir, uuuuuh…

Krum se levanta y sin pensar, le pregunta:

–¿Quieres que te acompañe? –Su pregunta le parece muy abrupta y decide agregar–: Es que, bueno, nada más vengo para acá para esconderme, entonces, si tú te vas, me aburro.

Hermione quiere aceptar el ofrecimiento de Krum, pero sabe que Rita Skeeter ronda por el colegio y no quiere que empiecen falsos rumores de una relación amorosa entre ambos.

–No creo que sea la mejor idea, hay periodistas en el colegio y si te ven conmigo pueden escribir cualquier cosa para vender ejemplares.

Krum encuentra la excusa razonable y dice que permanecerá en la biblioteca un tiempo más. Hermione se aleja mientras quiere gritar con todas sus fuerzas y golpear su cara contra todas las paredes del castillo.

(Es como si Piqué estuviera soltero, le ofrece a una muchacha que nunca ha tenido novio acompañarla a caminar y esta diga que no… yo misma le pego la cabeza contra la pared).

Al día siguiente, Hermione va a la biblioteca a la misma hora y Krum nunca aparece:

«Claro, después de lo que le dije ayer, ese no viene más nunca. Bruta, bruta, bruta».

Sábado…

Hermione se levanta temprano y decide salir a los jardines del castillo «para tomar aire fresco»… Mentira más grande del mundo, imagina que Krum debe estar entrenando y a esa hora ninguna de las admiradoras del famoso deportista ha despertado, así que le parece un buen momento para encontrarse a Krum «por pura casualidad». Antes de salir de su habitación, Hermione toma un libro para que su espera por Krum no sea más obvia de lo que ya es.

Se sienta en el pasto y abre el libro. Sin embargo, se desconcentra de vez en cuando y levanta la mirada por si aparece Krum. Que aparece trotando a lo lejos unos cuarenta minutos después. Hermione lo ve acercándose y finge concentración máxima en su lectura. Por supuesto, se acaba de dar cuenta de lo obvio que es que está allí esperando a Krum. Decide esconder su cara detrás del gran libro y ruega que Krum no la vea.

–¡Hola!

Con la cara oculta detrás del libro, Hermione aprieta los labios reprochándose su falta de sutileza, pero sabe que ya no hay nada que hacer. Retira el libro y saluda con un formal:

–Buenos días. ¿Entrenando?

Krum se limpia el sudor de la frente y asiente.

–¿Tú qué lees? –Pregunta.

                        Hermione no tiene idea de lo que está leyendo porque no ha prestado la más mínima atención, así que inventa:

–Sobre los hombres lobo.

–Qué interesante –dice Krum.

Hermione teme un silencio incómodo o que Krum se despida para continuar trotando, sin embargo, una fiesta ocurre en su mente cuando el joven le pregunta:

–¿Me puedo sentar aquí? Ya terminé de entrenar… o tienes miedo de que nos vean –agrega al final levantando la ceja.

Hermione sonríe algo apenada, pero le permite a Krum sentarse (es que si no aceptaba a todos nos iba a dar un ataque). Krum se sienta junto a ella. Hermione cierra el libro antes de que él vea que la página en la cual está abierta no tiene nada que ver con los hombres lobo sino con las branquialgas… que por no prestar atención no las recuerda cuando Harry trata de buscar una solución para pasar una hora bajo el agua.

Krum le hace preguntas a Hermione sobre el mundo muggle. Hermione le explica que sus padres son dentistas y lo que hace un dentista, le habla de los teléfonos (Krum, fascinado), le explica el dinero muggle…

–¿Crees que seas seleccionado por el cáliz? Vi cuando metiste el papel con tu nombre –pregunta Hermione.

Krum se encoge de hombros y responde:

–Me gustaría, pero hay muchos en Durmstrang que pueden ser elegidos también.

(Aaaaaaw, hasta humilde nos salió el hombre).

Dos horas después, Hermione decide que es momento de irse, porque hay gente saliendo a los jardines y no quiere que la vean con Krum. Él la ve alejarse y ella camina sin voltear, pero sonríe para sí.

Ahora vamos a lo importante, okey, por lo que ha pasado, podemos deducir que Krum y Hermione continuaron encontrándose de maneras similares y conversando sobre cualquier cosa por horas (lo máximo), pero ¿cómo la invitó al baile?

Una tarde, como siempre, Hermione está en la biblioteca. Es verdad que siempre va para allá a estudiar, pero ahora se añade que sabe que Krum la irá a buscar ahí y, por supuesto, quiere ser encontrada. Krum entra en la biblioteca y con paso decidido va hacia Hermione, ya los estudiosos que siempre están en la biblioteca se acostumbraron a su presencia. Como siempre, se sienta sin decir nada (medio raro eso, pero bueno). Hermione levanta la mirada y lo saluda. Él responde con una inclinación de cabeza (raro, pero es porque está nervioso… adorable). Hermione no sabe qué decir y decide continuar leyendo. Krum no quiere perder su atención, así que habla:

–Hermione…

(No olviden el acento búlgaro).

Ella vuelve a levantar la cabeza.

–El baile de Navidad es pronto y… –se aclara la garganta.

Hermione no puede ni pestañear.

–Quería saber si querías ir conmigo –acaba de decir Krum, tras lo cual suspira con alivio por haberse atrevido por fin a hacer la pregunta, sin embargo, agrega rápidamente:

–Si ya tienes pareja, entiendo. Ya tienes pareja, ¿verdad?

–No, no, no –se apresura a responder Hermione–. No tengo pareja.

Krum no dice nada y ella continúa:

–Sí, claro… me encantaría ir contigo.

Krum sonríe. Se despide con una inclinación de cabeza y se levanta. Hermione lo ve alejarse, cuando llega la puerta, voltea y ambos se despiden agitando la mano a lo lejos.

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María Paulina Camejo

Escritora venezolana radicada en Miami. Licenciada en Historia del Arte y Literatura por la Universidad de Miami. Ha publicado la novela Beatriz decidió no casarse, la cual también fue publicada en inglés. Puedes comprar su novela en Amazon

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