Del abominable día en que Malfoy se sintió atraído por una sangre sucia

El administrador de este blog tiene una debilidad, y esa es que le encanta un chisme. Lo gracioso es que el chisme puede incluso ser ficticio e igualmente lo disfrutará. Fue él mismo quien me pidió que escribiera este fanfic, cuyo tema es digno de aparecer en las páginas de la prensa rosa.

La naturaleza humana es una cosa seria. Así como cuando uno pasa su vida solo, mientras el celular acumula polvo y, de repente, consigues pareja y comienzan a aparecer, como leí una vez en Instagram «hasta el ex del kínder». Pues así le pasó a Hermione Granger. Tenemos a Hermione con su pelo enmarañado, dientes grandes, con la cara enterrada siempre en las páginas de un libro, quizá algunos la percibirían como la teacher’s pet de McGonagall… Como contexto, tenemos el «Torneo de los tres magos». Las lindas chicas de Beauxbaton y los fuertes muchachos de Durmstrang toman las instalaciones del colegio que, a pesar de ser ya un mar de hormonas, se convierte en un océano de estas. Por supuesto, la presencia de Viktor Krum, cuya fama, increíblemente, opaca a la de Harry Potter, crea un pandemonio. Todas quieren llamar su atención, todas lo persiguen. No es fácil… De repente, llega el baile y ¡oh, sorpresa! De todas, todas… ¡todas! las muchachas que pudo haber escogido Krum, escogió a Hermione Granger. ¿Qué ocasionó esto? Pues que la gente se dignara a determinar a Hermione. Y ni Malfoy fue inmune a este suceso.

Como todos sus compañeros de Hogwarts, Malfoy se sorprendió al darse cuenta de que la pareja de Krum era la señorita Granger. Al igual que Harry, Malfoy no la reconoció al instante. Al ver a la pareja del famoso jugador de Quidditch, levantó una ceja y asintió como diciendo «está linda la que se consiguió Krum». Luego, miró a Pansy Parkinson de reojo y exhaló un suspiro de disgusto.

–¿Te pasa algo? –Preguntó Pansy.

–Odio estos bailes, qué cursilería. Ya quiero que se acabe.

Pansy Parkinson se limita a voltear los ojos y continuar la conversación que había estado manteniendo con otra Slytherin, ya acostumbrada a las antipatías de Malfoy. Malfoy sigue a Krum y a su pareja con la mirada. Los ve reírse con complicidad hasta que un gesto de Hermione lo hace caer en cuentade a quién está viendo. Involuntariamente, Draco se lleva una mano a la frente e inmediatamente desvía su vista de Krum y Hermione y busca integrarse a la aburrida discusión que Pansy y su compañera mantienen sobre los «horribles» vestidos de las Gryffindor.

Comienza el vals. Como todos los ojos están fijos en la pista y en los cuatro campeones y sus parejas, Malfoy tiene la excusa perfecta para observar a Hermione sin levantar ningún tipo de sospecha. Pero, por supuesto, no crean que Malfoy está aquí suspirando con anhelo y deseando tener a Hermione en sus brazos (okey, inconscientemente, sí), lo que este Slytherin dice para sus adentros es:

«Krum, qué te pasó, Krum. Pudiste haber invitado a quien quisieras. Te perdí el respeto, Krum. Una sangre sucia. ¿Qué le puedes ver a la Granger?».

Y Malfoy pasa toda la noche repitiéndose esta pregunta en su mente cada vez que su mirada tropieza con Krum y Hermione. Por un momento, incluso decide que quiere acercarse a la pareja y soltar algún comentario de mal gusto, pero Pansy lo arrastra a la pista y él desiste de su idea.

A las cuatro de la mañana, Malfoy está de regreso en las mazmorras. Está muy cansado y no tarda en dormirse. Oh, sorpresa, sueña con Hermione. Se despierta de golpe. Se incorpora en su cama y, apoyando sus antebrazos sobre sus rodillas mientras se obliga a hacer un gesto de disgusto, dice:

–Esto es inaudito… Draco, fue solo un sueño. ¡Solo un sueño! Ya. Granger se veía bien en el baile. Listo. Seguro pasó horas arreglándose. Por supuesto que pasó horas arreglándose. Yo la veo todos los días y sé que ella no es así. Ya. Y fue solo un sueño. Además, ¿no sueña uno con lo que más desea o con lo que más teme? Lo que más temo es estar involucrado con una sangre sucia. Y por eso es que tuve ese sueño. Ya.

Logró dormirse de nuevo. Más tarde, mientras los alumnos se iban levantando, se iba llenando el Gran Comedor. Ese día el desayuno se serviría al mediodía, porque el profesorado entendía que nadie se iba a despertar temprano. Ya sentado entre Crabbe y Goyle, Malfoy ve a Hermione sentada en la mesa de Gryffindor con un libro frente a ella.

–Granger –dice en un prácticamente inaudible murmullo mientras sin darse cuenta sonríe ante el hecho de que la joven intelectual no desperdicia ni un minuto para estudiar.

Al darse cuenta de lo que está haciendo, golpea la mesa con el puño. No muy fuerte, pero sí lo suficiente como para que Goyle le pregunte si ocurre algo.

–Nada, solo me estoy muriendo de hambre. No entiendo esta incompetencia. Tuvieron más horas para preparar el desayuno.

Levanta la mirada y ve a Hermione limpiándose una lágrima con su dedo índice. No puede evitar pensar que la joven se ve adorable. Nuevamente, hace sus pensamientos conscientes y aprieta los labios y los puños, como si de esa manera, pudiera reprimir lo que sentía y pensaba.

«Si Krum quiso ir con Granger, es porque… ¿por qué? ¿Por qué Granger? ¿Qué tendrá? O habrá sido una especie de acto de caridad. ¡Eso fue!».

Habiendo decidido esto, Malfoy se levantó de su mesa y fue hasta la mesa de Gryffindor.

Al sentir una presencia junto a ella, Hermione levantó la mirada y, al ver a Malfoy, suspiró con tedio y preguntó:

–Qué quieres.

–Te quería comentar la alegría que sentí cuando vi que eras la pareja de Krum en el baile. Fue un acto de caridad, un gran sacrificio de su parte que yo no hubiera podido hacer ni por todo el oro del mundo. Me duele ver que hay gente que puede ser tan buena, y yo no tengo esa capacidad.

Hermione apretó los labios y respondió:

–Sí, fue muy noble de su parte. Le estaré eternamente agradecida.

Malfoy admiró el rápido sarcasmo de Hermione, pero solo respondió:

–Le debes un agradecimiento infinito y más, por haber desperdiciado el baile contigo.

Se alejó. Hermione lo observó por unos segundos con rabia, pero decidió volver a enfrascarse en la lectura de su libro. Al volver a su asiento, Malfoy vio a Hermione por el rabillo del ojo, de nuevo concentrada en su lectura, totalmente inafectada por su interrupción. Por primera vez, sintió curiosidad sobre lo que estaría leyendo la joven bruja. ¿Sería muy interesante? Siempre leía, seguramente sabía muchas cosas que él ni imaginaba. ¿Qué sabría?… Al caer en cuenta de sus pensamientos, Malfoy sacudió ligeramente la cabeza y agradeció que la comida apareciera en la mesa para enfocar su atención en su plato.

Esa semana en clases de Pociones, la cual compartían Slytherin y Gryffindor, Snape les pidió a todos que se pusieran en parejas. Hermione aún estaba molesta con Ron, pues habían peleado en el baile. Ron escogió a Harry como pareja. Al percatarse de esto, Malfoy les ordenó a Crabbe y a Goyle que se pusieran juntos y evitó a toda costa la mirada expectante de Pansy Parkinson, que no tardó en aceptar la compañía de una amiga. Cuando todos habían conseguido pareja, incluso Neville, Malfoy se acercó a Snape que, tras recorrer el salón de clases con su mirada, le dijo:

–Te tendrás que sentar con la señorita Granger.

Hermione, que los observaba, suspiró con cierta rabia.

–¿No hay nadie más, profesor? –Preguntó Malfoy sabiendo que no había nadie más, pero no quería, por nada del mundo, que alguien supiera que quería sentarse con Hermione.

–Lo siento, señor Malfoy.

Malfoy se sentó junto a Hermione fingiendo desgana.

–Parece que somos tú y yo, Granger.

–Woohoo –respondió Hermione con el mismo ánimo. Tras lo cual, abrió el libro en la página indicada por Snape y, tras leer los ingredientes, se levantó para buscarlos. Malfoy permaneció sentado.

Tras llegar cargada de botellas y otros objetos de origen mineral y vegetal, Hermione le pidió a Draco que la ayudara a armar la poción en el caldero.

–Puedes cortar esta garra de hipogrifo en julianas.

–Granger, esto es casi imposible de cortar, mucho menos que me pidas que lo corte de alguna forma en específico y, además, ¿qué son julianas?

Hermione intentó ahogar una risa y dijo:

–Puedes molerla entonces.

–Espero que, por lo menos, obtengamos una A. Ya que tengo que hacer esto contigo y soportar estar sentado a tu lado, que valga la pena.

Hermione sonrió y dijo:

–Sigue con esa actitud y nos voy a hacer aplazar a propósito.

Para su desdicha, Malfoy no pudo evitar sonreír ante esta respuesta, incluso rio… por lo bajo, pero rio. Queriendo ocultar esta reacción, Malfoy bajó la cabeza y se dispuso a moler la garra de hipogrifo.

–¿Para qué es esta poción?

–Tú no prestas atención, ¿verdad?

–Rara vez.

–Sirve para que puedas correr, durante una hora, a la velocidad de la luz.

–¡Excelente! ¿La probaremos?

–No. Snape dijo que por el color y la textura sabrá si está bien preparada o no.

–¿Y qué va a pasar con las que estén bien hechas? ¿Van a la basura como las demás?

–No. Las va a almacenar.

–Aunque, pensándolo bien, no creo que muchas pociones vayan a quedar bien. Seguramente solo la nuestra, y porque la estás haciendo tú. Entonces quizá sea la única que almacenen.

Y aquí Malfoy le brindó un cumplido a Hermione por primera y única vez en su vida. Porque no se permitiría hacerlo nunca más. Percatándose de esto, Hermione levantó una ceja, pero no se atrevió a decir nada. Simplemente, tras unos minutos, le pidió que revolviera por cinco minutos.

–Me duele el brazo –mintió Malfoy.

–Te hubieras quejado al moler la garra de hipogrifo. Anda, que son 10 minutos en total. Cada uno puede hacer cinco.

Malfoy se encogió de hombros y se resignó a revolver la mezcla por cinco minutos. quería comentar algo como «Â¿sabes qué es gracioso? Que casi todos aquí crecimos rodeados de estas cosas, entre calderos, escobas, sabiendo que la magia existía y que tú seas la única que siempre prepare la poción bien». Pero no dijo nada…

La poción estuvo lista y, como habían anticipado Malfoy, solo la de ellos fue aprobada por Snape.

–Por lo menos el tener que verte todos los días me trajo un beneficio, Granger –dijo Malfoy para despedirse.

–Me alegra ver que te puedo servir de algo –respondió Hermione con una sonrisa sarcástica y se alejó. no había dado 10 pasos cuando ya no pensaba en Malfoy, que aún la veía mientras se alejaba.

Pero, al final, el orgullo y el hecho de que Draco no era una buena persona ganaron y el joven no tardó en detestar a Hermione otra vez. Digamos que la locura le duró unas tres semanas.

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María Paulina Camejo

Escritora venezolana radicada en Miami. Licenciada en Historia del Arte y Literatura por la Universidad de Miami. Ha publicado la novela Beatriz decidió no casarse, la cual también fue publicada en inglés. Puedes comprar su novela en Amazon

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