Por: Jesús Daniel
1ra Parte: Una invitación inesperada
“Esto ya lo séâ€, pensó Hermione mientras cerraba el libro de antÃdotos, y levantó la mirada hacia la ventana que estaba frente a ella agradeciendo que ni Harry ni Ron hayan ido con ella a la biblioteca porque, según Ron, era una estupidez estudiar unos dÃas antes de Navidad. Se echó en el respaldar de su silla, invitando a su mente a relajarse. “Ron†fue lo primero que le llegó a la cabeza, a la vez que también le llenaba un sentimiento de desilusión. SabÃa que habÃa pedido demasiado de él al esperar que la invite a ella para el baile de Navidad. “No, solo somos amigos. Al menos él lo ve asÃâ€
Un ruido en una de las estanterÃas la sacó de sus pensamientos. Desvió su cabeza para ver que habÃa sido, y al mismo tiempo que se lo preguntaba, la alta figura de Victor Krum se asomó por aquel estante. No era la primera vez que se aparecÃa en la biblioteca, ni tampoco la primera vez que se sentaba en la mesa que estaba al frente de Hermione. Pero como él siempre cogÃa libros del estante siempre cercano a su respectiva mesa, solo era casualidad… además, solo causaba molestias, pues su llegada indicaba también la de su estúpido club de fans.
“Ya es hora de irse, seguramente las muchachitas llegarán en cualquier momentoâ€, pensó amargamente. Bajó la vista hacia su libro, pensando en devolverlo, cuando escuchó uno, dos, tres pasos hacia ella. Alzó la cabeza y, un instante después de verlo, escuchó que Krum le decÃa con voz carrasposa:
−Ehhh… ¿Éste sitio esta ocupado?
−No −respondió ella al instante a la vez que mostraba una expresión de extrañeza. Se suponÃa que en la biblioteca nadie guarda sitios, ni siquiera habÃa una mochila en ese asiento, y no decir que estaba a dos sitios de Hermione.
Krum se sentó, volteó la cabeza a mirar la sección de estanterÃas en la que estaba sentado (“Pocionesâ€), dudó, se paró y sacó un libro grande y muy desgastado, cómo si se estuviera arrepintiendo de cada movimiento que hacÃa.
−Tu ‘erres’ de ‘Hogwarrts’, ¿no?
“¿Qué querrá de verdad?†se pregunto Hermione para sÃ, al mismo tiempo que respondÃa con un suave “sÃâ€, sin dejar de ver su libro. Pareciéndole esto un gesto descortés hacia alguien que recién acababa de conocer, levanto la mirada y agregó:
−SÃ, soy de Hogwarts, cuarto curso, de la casa de Gryffindor.
−Ahh, es de ‘suponerrse’, ‘siemprre’ te veo con Harry Potter.
“También podÃas haberlo deducido por el color de mi bufanda o por la mesa donde me siento en el Gran Comedorâ€, pensó sin dejar de mirarlo desconfiadamente, y se sorprendió al ver como él la miraba a ella. ParecÃa… ¿nervioso?
−SÃ, soy muy amiga de Harry, nos conocemos desde primer año.
−Que ‘extrraño’ que no te haya acompañado a la biblioteca −le dijo, dándole una sonrisa tÃmida que (sin saber porque) cautivó a Hermione. En ese momento, no parecÃa el altanero jugador de quidditch y campeón de su colegio, solo era un muchacho sencillo… como Ron.
−Ehhh…
−Discúlpame, no soy bueno haciendo amigos, Ezmiope.
−¡Se dice Hermione! −chilló la muchacha indignada, aunque no pudo evitar reÃrse ante aquel evidente falta. Siguió riéndose a carcajadas por un buen rato en el que Krum solo la miraba con una sonrisa, hasta que dijo, todavÃa con voz risueña: −Ay, no sé si lo dijiste adrede, pero me has hecho reir con tu ocurrencia. Ah, y creo que mejor te lo repito: (la sonrisa de Krum desapareció al instante por su repentina cara seria) se dice Her-mio-ne. Por cierto, ¿cómo sabes mi nombre?
−Pues…
−Mejor olvÃdalo, Krum −cortó Hermione, pues no querÃa presionarlo. PreferÃa mil veces antes al Victor Krum suelto, ocurrente y sociable que al timorato que le preguntó por el asiento.
−’Viktorr’. Dime ‘Viktorr’. No me gusta que mis amigos me digan ‘Krrum’.
“¿Amigos? Pero si acabamos de conocernos…†fue lo primero que se le ocurrió decirle, aunque sabÃa que no debÃa hacerlo. Una de dos: en Bulgaria llaman “amigo†a cualquiera que acabas de conocer; o de verdad Viktor Krum le estaba ofreciendo su amistad a ella.
−Ehh… Bueno… Entonces, ¿qué te trae por aquÃ?… Viktor −le preguntó tratando de sonar casual, aunque todavÃa no estaba segura si ella era quien debÃa hacer primero las preguntas.
Viktor Krum respondió en una sonrisa:
−Bueno, es una biblioteca. Ya debes saber a que vine.
−Ah, ja, ja, claro, que estúpida.
Krum volvió a sonreir, aunque parecÃa abochornado, cómo si ya no supiera qué decir.
−En Durmstrang llevamos Pociones a partir del quinto ‘currso’ −dijo de pronto, mirando el libro de Hermione −. Me ‘parrece’ que no ‘prrofundizamos’ mucho en eso.
−Acá Pociones es curso de cada año, desde primero.
−Debe ‘serr’ más complicado.
Hermione se dio cuenta que, comparando los colegios en los diversos cursos, la conversación se iba haciendo más amena. Krum era una persona agradable, y no un tosco musculoso, como decÃan algunos. Incluso le dijo que el ambiente de Hogwarts era más agradable que el de su colegio. Era como Hagrid: si bien su fÃsico era imponente, no le impedÃa ser amable. El alumno representativo de Durmstrang era el que menos se acercaba a aquella fama de magos frÃvolos que tenÃa ese colegio
Se divirtieron hablando además del Torneo de los Tres Magos (a la chica le sorprendió que Viktor diga que su favorito era Harry Potter), la importancia de las artes oscuras (algo que Krum no apoyaba a pesar de su procedencia), y (era inevitable) algo de Quidditch.
−No lo sé, nunca lo he pensado −respondió Krum cuando la muchacha le preguntó sobre qué iba a hacer cuando se retire del deporte. −La ‘verrdad’, todavÃa falta mucho. ‘Esperro’ que me ‘recuerrden’.
−Claro que lo harán. Casi todos los magos que conozco bien te admiran. Harry también juega de buscador en el equipo de mi casa, y a veces no hace otra cosa que hablar del amago de… el que hiciste en el Mundial, tu me entiendes.
Krum sonrió, como entendiendo que ese deporte no era la especialidad de Hermione.
−Ah, y eso no es nada. Mi otro amigo, no sé si lo habrás visto, un pelirrojo. Se llama Ron. Bueno, él te idolatra.
Sonrió bajando la mirada. Cada vez que recordaba la expresión emocionada de Ron cuando alguien mencionaba a Viktor Krum, o cuando estaba cerca, no tenÃa otro remedio que decirle que se calme y que deje de hacer el papel de estúpido. “Ron es de ese tipo de personas, las que necesitan a alguien inteligente siempre a su lado†pensó, a la vez que en su mismo cerebro se decÃa: “y tú eres de las personas que siempre necesitan a un tonto a su lado para corregirloâ€.
−’Herrr’…¿me oyes?
No se habÃa fijado en que Viktor le seguÃa hablando.
−Ah, si, disculpa. Entonces…
−Te decÃa que es ‘extrraño’ que esas niñas no nos ‘encuentrren’.
−¿Qué niñas? −preguntó, aunque creÃa saber de quiénes hablaba.
−Pues las que ‘siemprre’ me siguen cuando voy a ‘cualquierr’ lado.
−¡Ah! SÃ, es muy extraño −afirmó ella, dándose cuenta de aquello por primera vez.
−Tú ‘erres’ muy ‘diferrente’ a ellas, Herrzmiope.
La miraba como si nunca hubiera visto a una chica, como si dejar de observarla fuera un pecado. Sin embargo, algo en Hermione acababa de brotar. No podÃa decir que era aquello pero, ¿hasta donde puede llegar la curiosidad?
−Pues…
−Tú no andas por ahà lanzando papelitos a los chicos ‘parra’ que te inviten al baile −agregó Viktor, con una voz muy suave, como si quisiera decir algo más. −Eso no dice nada bueno de ellas.
−Ja, ja, ja. ¿Esas chicas te han tirado notitas? Pues diles que solo puedes ir con una chica −espetó, como dándole una solución a un problema de Harry y Ron. −O sino invita a alguien para que te dejen de molestarte.
−Tienes razón. −respondió bajando la mirada, y la volvió a levantar para agregar repentinamente: − ‘Perro’ yo ‘quisierra’ que ese “alguien†seas tú.
Pesé a que la última frase llegó a los oÃdos de Hermione al instante, a ella le pareció que tenÃa que volver a escucharla para creerla del todo. SentÃa que su cara ardÃa. “¿Yo?†Se preguntó primero para sà misma, y luego se la hizo para VÃctor, señalándose con cara de completa incredulidad. Él cogió su mano y (completamente rojo, pero con intención firme) le respondió con otra pregunta:
−Herrzmiope, ¿te ‘gustarrÃa’ ir conmigo al baile de Navidad?
Solo le faltó arrodillarse para que parezca que le estaba pidiendo matrimonio. ¿Era posible? Lo acababa de conocer hace unas horas, aunque tenÃa que reconocer que ya le habÃa tomado cierta confianza. Ya no le parecÃa un idiota, era simpático, no era subido de humos por su fama y (la que le parecÃa la más importante) se habÃa atrevido a hacer aquello que ella esperaba de Ron. A pesar de todos esos puntos a favor, habÃa algo más fuerte que aún le hacÃa dudar.
Ron. ¿Por qué demonios no podÃa sacarlo de su cabeza? En un dÃa de conocerlo, Viktor Krum habÃa demostrado ser mil veces mejor que él.
“No puedo. No puedo hacerlo†pensó.
PreferÃa esperar a Ron. Si iba al baile, tenÃa que ser con alguien con quien tenga la confianza necesaria. Pero ¿estaba segura de esperarlo?
“Claro que no. Ni siquiera sé si tiene la intención de invitarmeâ€
−Sabes, habÃa venido todos lo dÃas a la biblioteca para ‘pedÃrrtelo’, aunque ‘siemprre’ dudaba al último momento −dijo Krum, que parecÃa haber notado el conflicto dentro de Hermione. Aunque ya habÃa soltado su mano, la seguÃa mirando a los ojos −. Y encima esas muchachas… me tenÃan loco. No veÃa ocasión de…
−Está bien. Voy contigo. No quisiera quedarme sin baile −le dijo sonriendo. −Ah, pero te pido que todavÃa no se lo digas a nadie… por favor.
No sabÃa cual iba a ser la reacción de sus amigos si se enteraban que habÃa tratado con Viktor Krum, y ni decir que iba a ser su pareja de baile. Lo más seguro es que Ron le diga a gritos que por favor le pida un autógrafo para él.
La cara de Krum no podÃa mostrar otra cosa que sorpresa. Al fin y al cabo, la misma Hermione le habÃa dicho que se busque una pareja para que ya no lo molesten.
−No te ‘prreocupes’, no ‘dirré’ nada por ti.
Krum se paró y, después de agradecerle por su respuesta, se despidió y (ante la negativa de Hermione de irse con él) salió de la biblioteca al parecer muy satisfecho de sà mismo.
Mientras alistaba sus cosas para irse (ya era hora de la cena), Hermione todavÃa dudaba sobre la respuesta que le habÃa dado a Viktor.
“Es un buen tipo. Aunque no pronuncia bien tu nombre, te ha demostrado lo que siente sin necesidad de decÃrteloâ€.
Sin embargo, de todas las personas con quien le gustarÃa ir al baile, el último habrÃa sido él.
“Exageras. No es el peor con el que te imaginas ir†se contestó.
Ya no podÃa hacer nada, ya habÃa aceptado su invitación. Aunque en el fondo todavÃa no estaba segura de lo que habÃa pasado, no podÃa dejar de agradecer su suerte. No se habÃa aparecido el club de fans de Viktor, tampoco Harry, ni Ron. Era como si le hubieran dado, sin querer, una ocasión de oro para darle esa oportunidad a Viktor.
2da parte: Entre la espada y la pared
“¡Que estúpido!†era la palabra más suave que pasaba por la mente de Hermione en ese momento. Chocó a un chico que se encontraba en la pista de baile, pero no se molestó en decir perdón. Caminaba sin ver, asà como pensaba sin saber: ¿por qué le habÃa hecho semejante espectáculo en medio de una fiesta? No era la primera vez que discutÃan, sin embargo, en ésta se sentÃa especialmente confundida.
Encontró un asiento libre al otro lado de donde venÃa, y se sentó sin saber si querÃa seguir pensando para estallar de cólera, o no pensar en nada para poder calmarse. ¿Dónde estaba Viktor? Al menos con él no iba a molestarse.
−Pensé que ya te habÃas ido −le dijo una voz, despacio pero claramente audible por encima de la música. Volteó y vio que Viktor Krum habÃa llegado donde ella con dos cervezas de mantequilla en la mano, y al momento le ofreció una.
−Gracias Viktor −respondió, tomándosela al momento. Sintió la forma en que la bebida calmaba su sed y su angustia, tranquilizándola y haciendo que todo lo que habÃa gritado y oÃdo ocupe un lugar menos importante en sus pensamientos.
−¿Estás bien? ‘Parreces’ enojada.
Hermione evitó la mirada de Krum. No tenÃa por que enterarse.
−Es que estoy cansada de tanto bailar, sólo eso.
−Entonces descansemos −añadió él, aunque por su voz parecÃa algo turbado. −¿’Porr’ qué viniste hacia aquÃ? Te busqué como loco −espetó, señalando al lugar donde estaban Harry y Ron.
−Porque los sitios de allà estaban llenos −respondió rápida y evasivamente. No querÃa volver a pensar en eso.
−’Parrece’ que a uno de tus amigos no le caigo bien. Al pelirrojo. Le ‘prregunté’ por ti y me respondió mal. Pensé que me ‘admiraba’.
“Maldición. Ahora se la quiere agarrar con Viktor†pensó. Ya no podÃa evitarlo, sentÃa que se iba el efecto de la cerveza de mantequilla: ahora lamentaba habérsela tomado tan rápido.
−Sigamos bailando −le propuso Hermione, parándose y jalándole el brazo, sin dejar de sonreir. Krum accedió, dejándose llevar hasta la pista. “Es la única manera de no seguir dándole vueltas a ese lÃoâ€.
La música cada vez se hacÃa cada vez más lenta, lo cual solo provocaba más susurros con comentarios aduladores en el oÃdo de Hermione, además del acercamiento de algún muchacho ocasional dándole una botella con cerveza de mantequilla a Viktor. Quince minutos después, la muchacha volvÃa a estar sentada, asegurándose para sà que ya no iba a aceptar ni un poco de bebida más si querÃa llegar a su cama.
−¿Estás bien, Herr.mi..one?
La voz de Viktor le sonaba algo lejana y notaba su cara caliente.
−Voy al baño −le dijo mientras se paraba, sin mirarlo. Pensó que la seguirÃa, pero no fue asÃ. “Menos malâ€, pensó mientras se alejaba.
VeÃa una ligera pantalla de irrealidad cuando avanzaba. Caminaba sin ver donde pisaba, forzando a su mente a pensar en solamente “bañoâ€. Las Brujas de Macbeth ahora tocaban música algo más rápida, lo que hizo que Hermione se alegrara de estar fuera de la pista de baile.
Llego al baño de la primera planta, y al entrar lo primero que querÃa era buscar un espejo. Estaba delante de ella misma: una Hermione con ojos algo caÃdos y mirada insegura la veÃa desde la pared. Se acercó al lavabo y, lavándose la cara, trató de no pensar. No podÃa. PodÃa recordar todo lo que le decÃa Ron con mirada de odio, pero cada nuevo argumento suyo era más estúpido que el anterior. ¿Qué pasaba?
PodÃa sentir que alguien le tocaba el hombro, y al voltear vio a Ginny, la cual también parecÃa estar muy cansada.
−Mucha cerveza de mantequilla, ¿eh?
−Demasiada −le respondió, haciéndose sonar entre las demás chicas que se encontraban en el baño.
−Mejor espérame afuera, estamos estorbando.
Hermione salió obediente, secándose la cara. No tuvo que esperar mucho, Ginny salió al minuto acomodándose la túnica de gala, aunque notoriamente más aliviada que cuando entró.
−¡Auch, malditos tacones! −exclamó Ginny, cogiéndose un talón.
Hermione sonrió, aunque por primera vez ella se dio cuenta que también le molestaban sus tacones.
−¿Y Neville? −preguntó, pretendiendo sonar casual.
−Ah, se fue al baño de los chicos, ya habrá llegado al Gran Salón.
No la escuchaba, no sabÃa donde estaba su cabeza.
−Por cierto, hace rato que no veo a Harry.
−Ehhh… pues… estaba con Parvati.
Aún luchando por recuperar su propia compostura, podÃa impacientarse de la actitud de Ginny hacia Harry.
−Oye, ¿te pasa algo?
−Ya te dije, es la maldita cerveza de man…
−Te conozco lo suficiente para saber que no es por eso. Y serÃas muy estúpida si es por lo que estoy pensando.
A Hermione le dieron ganas de darle una cachetada. No solo habÃa cortado lo que taba diciendo, sino también la estaba llamando mentirosa y, por si fuera poco, también estúpida. Normalmente era ella quien dejaba claras las cosas.
La miró directamente, y se dio cuenta de que ya no estaban caminando. Ginny la miraba de manera retadora, y fue ella quien habló primero:
−Escuché cuando discutÃas con Ron. Bueno, creo que lo escuchó medio colegio.
−¿Y eso que tiene que ver? −preguntó rápidamente, aunque parecÃa que habÃa dejado escapar cierta expresión de inseguridad en lo que acababa de decir.
Ginny también pareció notarlo, porque respondió con una breve risita.
−Después de lo que me contaste, me has dado suficientes razones para no creer eso último.
“No puede estar más en lo cierto†pensó Hermione mientras examinaba la cara con claro gesto de autosuficiencia de Ginny. En el fondo, no estaba segura de que hubiera hecho bien contándole a ella que Krum la habÃa invitado al baile, y mucho menos aún (si es que era posible) de lo que sentÃa hacia Ron. Ginny habÃa sido sincera con ella: le habÃa confesado que estaba dispuesta a quedarse sin baile de Navidad si Harry no la invitaba (“lo cual no ocurrió gracias a mÃâ€, pensó), y le pareció que era una falta de consideración no decirle lo de Viktor; pero lo de Ron… a veces parecÃa arrepentirse por habérselo contado.
−Además, si fuera tú, estarÃa contenta. ¿Y por qué nos detuvimos? Vamos, camina.
−¿Contenta? ¿Por qué tendrÃa que estar contenta? −espetó rápidamente Hermione, pues su mente solo habÃa captado la primera parte de lo que dijo Ginny.
−¿No lo ves? −añadió Ginny en medio de una pequeña risa− ¡Pues le gustas! ¡Le gustas a Ron! ¡Qué más puedes pedir!
−Cállate, no se tienen que enterar todos −respondió ella en un susurro y girando la cabeza, sobreponiéndose a aquella pequeña ola de emoción que sentÃa brotar dentro de alguna parte de su ser.
−No puedo creer alguien tan estúpida me halla dado uno de los consejos más importantes de mi vida −dijo Ginny mordazmente, y por primera vez Hermione tuvo algo de que reirse.
Era cierto. Ginny tenÃa toda la maldita razón. Era explicación más racional para el comportamiento de Ron. Estaba celoso…
Ahora podÃa ver todo más claro, más nÃtido, cómo si el efecto de las cervezas de mantequilla hubiera pasado por completo. Era increÃble que, para entenderlo, haya pasado por todo tipo de emociones esa noche.
Ginny también pareció complacida, pues no agregó nada más en el camino. Al entrar a una puerta, Hermione despertó de su sueño: habÃan llegado por fin al Gran Salón, y Viktor Krum caminaba con paso decidido hacia ellas. PodÃa escuchar nuevamente la ruidosa música y murmullos caracterÃsticos de la fiesta, y también oyó que Ginny le decÃa mientras miraba incómodamente al muchacho que se acercaba:
−Te veo luego, amiga.
La vio precipitarse a un lado para luego adentrarse en el salón en busca de Neville. Ella volteó su cabeza para encontrarse con los ojos de Viktor, el cual se inclinó sonriente y le dijo:
−Te ‘demorraste’ mucho. Ya me estabas ‘prreocupando’.
−Ah, discúlpame, es que ese baño estaba repleto.
−Ya me lo imaginaba.
Hermione no sabÃa qué más decir. A pesar de que no la veÃa por completo debido a la oscuridad de la sala, podÃa decir que la cara de Krum la inquietaba.
−Esto ya se acaba −dijo de pronto Viktor, mirando de soslayo al grupo musical y a las ya no numerosas parejas que quedaban en la pista−. Ya es casi medianoche.
“Descortés†le dijo una voz susurrante dentro de su cabeza. No habÃa controlado el tiempo desde que regresó del baño, aunque le parecÃa que no lo hubiera hecho asà lo haya querido. Miró de reojo el lugar dónde discutió con Ron, pero no se sorprendió de no encontrar a sus amigos allÃ.
−’Mejorr’ vámonos adelantando para ‘salirr’. Es muy ‘segurro’ que todos se van a ‘amontonarr’.
−SÃ, bien…
No se le ocurrÃa qué decir. Se sentÃa abochornada, avergonzada. Lo más lógico era que Viktor no esté molesto, sino decepcionado. Y ella no querÃa decepcionar a nadie más.
Se adelantó y salió delante de Viktor, a través de la puerta por la que no hace mucho ella acababa de entrar, saliendo al vestÃbulo. TodavÃa con ese ligero peso en su estómago, pudo escuchar que su pareja le preguntaba:
−¿Y dónde queda tu… dormitorio?
−¿Queeeé?
−Eh… disculpa…’quierro decirr’… dónde se reúnen los ‘Grryffindorr’.
Era obvio que querÃa acompañarla, pero Hermione sentÃa que Krum ya habÃa hecho demasiado por ella.
−La verdad queda un poco lejos, en una de las torres. Mejor… vamos, yo te acompaño hasta la puerta principal.
Después de varias negativas de VÃctor, finalmente accedió a que ella lo acompañe. AsÃ, llegaron a la puerta y Hermione divisó el excelente paisaje que daban los jardines a la luz de la luna. “Es hermoso†pensó mientras bajaba por la escalera de piedra, observando además a las distintas parejas que se escabullÃan entre los numerosos arbustos espesos que no se escapaban a la vista. PodÃa escuchar la música que llegaba desde el castillo en amortiguados sonidos; percibÃa a la brisa nocturna rozar su piel, tan suave que no le causaba frÃo. Delante de ella, imponente en el lago, estaba el barco de Durmstrang. Y Hermione recordó porque se encontraba allÃ.
Miró hacÃa la cara de VÃctor, el cual le sonrió. Se habÃa olvidado de que salió para despedirse. Pudo escucharlo murmurar un “vamos a sentarnosâ€, sentir sus manos sobre las suyas al tiempo que la llevaba hacia un asiento detrás de un arbusto cercano. Ella solo se habÃa dejado llevar hasta allÃ. Era eso. Dejarse llevar…
Algo dentro de la cabeza de Hermione le decÃa “¡vete!â€, con una voz que le recordaba a Ron y a Ginny al mismo tiempo. Sin embargo, sentÃa que no podÃa moverse, que ella solo dependÃa de lo que Viktor pudiera querer decirle.
−Solo ‘querrÃa’ ‘darrte’ las ‘grracias’ por ‘haberrme’ acompañado, Herr…mio…ne. Ha sido la ‘mejorr’ noche de mi vida.
Ella quiso responderle, pero solo pudo esbozar una pequeña sonrisa. Cuando quiso abrir su boca para poder darle una repuesta adecuada, sintió unos húmedos y cálidos labios en su mejilla. Lo miró, y notó la misma mirada sencilla que Viktor le dio cuando la invitó a la biblioteca. E igual que en aquel encuentro, él le cogió de la mano, pero esta vez dijo:
−’Erres’ única, Hermione.
Entre la impresión de sus palabras, la excitación que le causaba ver su rostro más cerca que nunca, la sensación de su mano caliente sobre su regazo, la percepción de que su corazón latÃa a mil por hora, la notoriedad de que al fin habÃa dicho bien su nombre; todavÃa podÃa sentir a aquella voz que le decÃa “¿qué haces aquÃ?†y, aunque ahora la oÃa más despacio que antes, por un instante a Hermione le dieron ganas de salir corriendo a pesar de saber (por segunda vez en una noche) que no podÃa hacerlo por más que quisiera.
PodÃa ver muy cerca la expresión de Viktor, como si se retara a sà mismo hasta dónde podÃa llegar. Sus rostros estaban cada vez más cerca uno del otro, Hermione sentÃa que podÃa mirarlo eternamente, y cuando por su mente pasó un pensamiento fugaz que le decÃa “hazlo, ¿qué puede salir mal?â€, sus narices se tocaron, y fue cómo si ese pequeño contacto jalara sus rostros desde los labios de ambos. Cerró los ojos.
Era increÃble, no podÃa describir la sensación que habÃa al besarlo, sentÃa que volaba. Krum se alejó un poco y Hermione pudo ver por la rendija de los ojos que él abrÃa los suyos. Ella también los abrió, sonriéndole al mismo tiempo que el muchacho también le devolvÃa una sonrisa. Y sus labios volvieron a tocarse de la misma manera: tan mágica, tan irreal…
Unos murmullos hicieron que se separaran rápidamente, y Hermione sintió que caÃa de una nube hacia el suelo firme. VeÃa parejas que salÃan abochornadas hacia la entrada, lo cual indicaba que (ahora sÃ) ya era hora de despedirse.
Se paró casi sin darse cuenta de lo que hacÃa, hasta se sorprendió de hallarse tan rápido en el pie de la escalera de piedra. Levantó la mirada hacia Viktor, y comprobó que el también lo miraba de la misma manera: entre confundida e insegura de lo que acababa de pasar.
−Bueno, ya me tengo que ir, Herr…mio…ne.
“¿Y ahora qué?â€, pensó.
−Ehhh, bien, entonces… ya nos veremos.
Krum acercó su rostro para despedirse, y Hermione se alegró de que se lo haya hecho con un sencillo beso en la mejilla.
−’Grracias’…ehhh… por todo.
Hermione pensó que no habÃa respuesta para esto, asà que mejor se calló bajando la mirada.
−Adiós −dijo él, casi en un susurro.
CuÃdate mucho.
“CuÃdate mucho… Te despides como si no lo vas a volver a ver…†pensó mientras subÃa la escalinata. Entró al vestÃbulo, y lo que vio hizo que por un momento sintiera que el mundo se le veÃa encima: Ron y Harry la veÃan entrar. Sobreponiéndose a esa pequeña sensación, se limitó a fulminar con la mirada a Ron, que estaba haciendo lo mismo.
−¡Hermione!
No sabÃa el porqué, pero se sintió aliviada de escuchar la voz de Ginny. Caminó rápidamente hacia ella, y pareció darse cuenta de lo que la mirada suspicaz de ella le preguntaba.
−¿Dónde has estado? El baile recién ha terminado
−¿Queeé? Pero si Viktor me dijo…
−¿Estabas con Krum? No los vi adentro…
−Es que…
Quizás su cara denotaba profunda culpabilidad, porque cuando Ginny la miró, inhaló de manera acusativa y le dijo:
−¡No me digas que…!
−¡Shhhh! Por favor, has que solo yo te escuche. Y sÃ, eso que crees… sucedió.
La cara de Ginny no podÃa expresar mayor sorpresa, haciendo que Hermione se pregunte si estaba bien habérselo dicho.
−Asà que Viktor Krum atrapó su snitch. ¿Y que tal estuvo? −y en un susurro, agregó:− ¿Besa bien?
Ahora la sorprendida era Hermione. Esperaba que Ginny le regañara por haberse besado con alguien que solo conocÃa hace menos de un mes.
−Uhmmm, supongo que sà lo hace bien…
−Hablas como si nunca hubieras besado a alguien.
−Pues…
Llegaron al retrato de la Señora Gorda, en el cual varios estudiantes recién llegados del baile intentaban subir estrepitosamente.
−Espera. Tengo una idea −le espetó mientras se hacÃan a un lado de todo el grupo−. Dime qué te emocionó más: ¿el beso de Krum… o lo que te dije de Ron?
Ahora Hermione no solo estaba más sorprendida, sino desencantada de alguna manera. HabÃa tratado de todo para sacarse a ese pelirrojo de su cabeza esa noche (y en cierto momento pensó haberlo logrado), pero esa pregunta hizo que los gritos de Ron y las explicaciones de Ginny vuelvan a zumbar dentro de ella.
Sin embargo, no podÃa engañarse. Hubiera dado toda su magia para poder jurarle a Ginny que el beso con Viktor le habÃa revelado que no sentÃa nada por Ron. Pero no era asÃ. Todo lo contrario: parecÃa que lo que habÃa pasado en los jardines con Viktor era solo una ilusión que no despertaba nada en ella, mientras que lo de Ron… era innegable.
−Bueno, yo me voy a dormir −dijo en medio de un bostezo− . Te lo dejo para que lo pienses. Adiós.
Dejó a Hermione mirando el fuego, a la vez que todavÃa le daba vueltas en la cabeza lo que le preguntó Ginny. A pesar que tenÃa la respuesta clara, todavÃa se sentÃa abochornada.
HabÃa llegado lejos, muy lejos con Viktor. Sin embargo, sabÃa que lo máximo que podÃan ser era amigos a la distancia. A la maldita distancia. No sabÃa por qué, pero la idea de mandarse correspondencia con él era desalentadora. Era como llegar a la meta y al final quedarse con el premio consuelo…
Algo era seguro. Pase lo que pase, Ron no se iba a enterar de lo que ella sentÃa… al menos hasta que sea adecuado.
¿Y cuándo será adecuado? Lo único que le habÃa mostrado Ron hasta ahà era solo un arrebato de celos.
Pero ya estaba dicho: que importaba que ella le guste a Ron. De su parte él nunca se iba a enterar de nada… al menos ahora…
−¿Qué, ya te soltó “Vicky? −dijo la voz de Ron detrás de ella. Se volteó a enfrentarlo. Era su primera prueba de fuego, y no iba a perder.
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