Por: Natalia Medina
Pasaban los años y aún seguÃan viéndose tan hermosa y radiante como cuando me animé a hablarle por primera vez.
Era hermosa fÃsicamente, con su cabello rojo radiante y sus ojos que transmitÃan ternura; pero más aún, Lily como persona era muy buena, su alma tenÃa tanto amor que incluso era capaz de amarme a mÃ, un ser insulso que pocos deseos de vivir tenÃa, solo ella era capaz de robarme una sonrisa, aún en mis más oscuros momentos…
En mi época no era muy común utilizar el Patronus, ya que en ese tiempo los Dementores se limitaban a custodiar Azkaban; pero en mi afán de saber más que los demás, superarlos, sobre todo al imbécil de Potter y sus malogrados hechizos… Decidà practicar “magia blancaâ€, algo que iba muy en contra de mis creencias, ya que estaba planteándome seriamente pasarme al lado oscuro y formar fila del Señor de las Tinieblas.
Ese dÃa (como de costumbre) estaba en la biblioteca buscando libros de hechizos para practicar, o mejorar los mÃos propios, y me topé con un libro de magia muy avanzada… y blanca.
Para convocar el hechizo debÃa pensar en algo alegre, un momento feliz… ¿Pero cuando pude haber sido feliz? Si mis padres me odiaban, mi infancia no fue feliz… ¡un momento! En mi niñez si vivà algo feliz, cuando me encontraba con ella para hablar sobre Hogwarts, el mundo mágico que tanto le fascinaba… y recordé particularmente cuando me preguntó si no importaba ser hija de muggles, y le contesté que no… Su carita hermosa se iluminó y sus mejores facciones sobresaltaron, a pesar de tener tan solo once años… Era perfecta, y en ese momento ella estaba feliz… y esa era mi prioridad, mi felicidad…
Recordé con claridad ese momento.
– Expecto… Expec… ¡Hey! ¿No debo enfrentarme a un Dementor para invocar esto?- estaba decepcionado.
– No, no es necesario Sev. – me dijo una tierna voz, esa voz que me llenaba el alma… Quien sabrÃa hacÃa cuanto me estaba observando – ¿Tú también lo practicas? Creo que a mi me sale bien. Mira. ¡Expecto Patronum!
Y de su varita salió un chorro de luz plateada, primero sin forma, y luego tomó la perfecta forma de una cierva.
– Es… hermoso – dije – ¿Te gustan los ciervos?
– Me encantan, son mis animales preferidos. Vamos, inténtalo tú.
Volvà a recordar el momento en que su pequeña carita se iluminó y grité:
– ¡Expecto Patronum!
Y de mi varita salió un inmenso chorro de luz plateada, y luego tomó la forma de…
– ¡Una cierva! – dijo Lily emocionada – ¿A ti también te gustan?
– La verdad, no…
– ¡Pero miren que ternura! Quejicus invoca lo mismo que Evans… Creo que Quejicus está enamorado muchachos, ¿no creen? – dijo la odiosa voz de Potter.
– ¡Quejicus está enamorado! ¡Quejicus está enamorado! – canturreaban una y otra vez el hombre-lobo, el idiota que necesitaba que sus amigos lo protejan y el maldito Black, el que se creÃa tan hermoso.
– ¡¿De donde demonios saliste Potter?! – pero no fue mi voz la que habló – ¿Por qué no maduras un poco y dejas de molestarnos? ¡Vete, idiota!
– Como quieras lindura, pero ten cuidado, a ese le gustan las cosas oscuras…
– ¡VETE! – y le arrojó un libro.
Los cuatro estúpidos se fueron corriendo, riendo a carcajadas.
– En fin, ¿no te gustan los ciervos? ¿Y como es que invocas uno entonces? – dijo, como si nada nos hubiera interrumpido.
– Odio decir esto, pero Potter tiene razón.
– ¿Qué? – dijo incrédula.
– Estoy enamorado de ti Lily. Desde que éramos muy pequeños. Tú eres la única capaz de hacerme sentir bien, capaz de poder amar. Tú no me juzgas por mi apariencia, me quieres aunque no lo merezca. Eres hermosa fÃsicamente pero más aún como persona. Te amo Lily.
– Sev… Severus, no se qué decirte. – En ese momento creà haber muerto, me confesé ante el amor de mi vida ¡y ella no me querÃa más que como amigo! – ¿Prometes dejar tus amistades “oscuras†solo por mi? Sabes que no me gustan lo que hacen… Si los dejas…
– ¡Claro que si! Por ti dejarÃa hasta lo que no tengo Lily…
Se acercaba más a mÃ. ¿Esto era verdad? ¡Dios mÃo!
– Sev, nunca pensé que yo te gustara asÃ, disculpa pero ¡no creà que fueras capaz de amar! Eres tan frÃo con los demás… y yo… no creà que fuera tan especial para ti, Sev. – Sus ojos se habÃan puesto brillosos.
– Te amo Lily, ¡y te lo digo desde lo más profundo de mi alma! – dije en un tono casi desesperado.
Y en ese momento, sentà como se acercaba más y más, sentÃa su perfume de rosas como si estuviera dentro de mÃ… Estábamos a pocos centÃmetros de distancia, y ambos respirábamos agitadamente.
De pronto, ella cortó la distancia que nos separaba, nos unimos en un apasionado beso. Me besaba tiernamente, tal como era ella. No podÃa creerlo, el amor de mi vida, la chica que tanto amaba me estaba besando. SentÃa amor por un ser incluso como yo, pero ¿qué mas daba? Le correspondà el beso con la misma intensidad, y por ese largo (o breve, no lo sé) momento, fui la persona más feliz de todo Hogwarts, de todo el Mundo… Lily Evans era mÃa.
Harry se encontraba sentado en el escritorio del segundo director muerto en poco menos de un año. Recién habÃa salido del Pensadero y descubierto que Snape lo habÃa ayudado todo ese tiempo, que mató a Dumbledore porque éste se lo pidió y que amaba a su madre… Los episodios del Pensadero confirmaron lo que decÃan esas páginas de su diario Ãntimo, que curiosamente se encontraba sobre el escritorio.
– La amaba realmente – dijo en voz alta – y se besaron. ¡Demonios! – gritó, y salió corriendo del despacho.
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