Por: Sonia Nieto
El amor…Un sentimiento tan confuso como maravilloso. Sentirse triste y alegre, cansado y con ganas de todo. Sentirse vivo. Enloquecer irremediablemente por alguien y dar tu vida por él. Algo inexplicable. ¿Cómo lo sé? Porque soy presa del amor.
¿Cómo me contagié? Jamás lo sabré. ¿Por qué de él? Una pregunta sin respuesta. Mi corazón late desbocado si se acerca. Mi cabeza deja de funcionar e incluso me olvido de respirar. Nada de aquello tiene sentido si le siento cerca de mÃ. Le quiero.
Y, ¿qué soy yo para él? Una repugnante hija de muggles. El chico malo y la niña lista, jamás funcionará. Aun asÃ, deseo hablar con él.
La nota que le envié esa mañana flota a la deriva en mi memoria, ansiosa de evocar recuerdos dolorosos sobre él. Recuerdos donde nos odiamos, recuerdos donde nos batimos en duelo, y no hay otro sentimiento que la ira en nuestras caras. Ni siquiera se por qué lo he hecho, por que le he citado en este lugar concreto para vernos, para hablar. Tampoco sé que le diré si aparece.
Aún albergo esperanzas de que venga. De que al girar la cabeza halle su rostro perfecto, su pelo rubio y sus ojos grises. Y aunque lo haga ¿Hay alguna posibilidad de que me quiera?
De repente, oigo los pasos que tanto ansiaba escuchar. Y aparece mi ángel, puesto que es imposible utilizar otra denominación para algo tan hermoso. No parece sorprendido, más bien aterrado.
-Muy bien, Granger, he venido. ¿Qué querÃas?
El simple sonido de su voz cantarina me hace enmudecer. Es tan hermosa… Pero debo contestarle o de lo contrario no me escuchará.
-QuerÃa hablar contigo, Draco.
-No irás a castigarme, ¿verdad?
Aunque su tono es de burla, mi corazón no puede parar de latir en mi pecho.
-Por favor, Draco, escúchame. Hace tiempo que quiero contarte algo.
-¿Qué es?
Anhelo contestarle, pero ¿cómo expresar con palabras algo tan grande como aquello?
Me acerco a él suavemente, apenas moviéndome unos centÃmetros. Y él no se aleja. Cierro los ojos y mis labios rozan los suyos, suavemente. No me rechaza. Nuestros labios se rozan otra vez, hasta que nos sumimos en un beso apasionado. Quizás horas después, nos separamos. Al abrir los ojos veo su cara. Está sonriendo. Jamás le habÃa visto tan feliz.
-Esto es lo que querÃa decirte.
-Nunca…jamás pensé que podrÃa llegar a gustarte, Hermione.
-Yo tampoco. Pero el amor es asÃ; impredecible y atrevido.
-¿De verdad esto no es un sueño? Jamás he imaginado algo tan feliz.
-No niegues no evidente, Draco.
-Te quiero, Hermione. Siempre te he querido y siempre te querré.
-Yo a ti también, no sabes cuanto.
Un suspiro se escapa de mis labios mientras contemplo la escena del dÃa más feliz de mi vida. Han pasado diez años desde entonces. Y el amor sigue sin querer soltarme de sus garras. Una mano aparece en el pensadero, dispuesta a ayudarme a subir. Me agarro a él, a mi amado. Y me elevo en el aire. Mis pies tocan suelo y mi ángel me rodea entre sus brazos.
-Aún sigues pensando en ese recuerdo, cariño.
-No puedo olvidarlo, Draco. Jamás podré olvidar el dÃa más feliz de mi vida.
-El chico malo y la chica lista ¿no?
-Para siempre.
Mi ángel me agarra de la cintura y nos fundimos en un apasionado beso. Parece que no a pasado el tiempo, como si aún siguiésemos en el quinto año de Hogwarts y este fuese aquel corredor de piedra, en el dÃa más feliz de mi vida. El dÃa que cambió nuestras vidas. Pero el amor es asÃ. Y yo soy presa de amor.
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