Entrevista del Diario El País, Febrero 08, 2008

Entrevista del Diario El País, Febrero 08, 2008

 

Pregunta. Suele hablar usted de Scott Fitzgerald, un melancólico.
Respuesta. Sí, he hablado de él para hacer una distinción entre un escritor que por naturaleza y talento tuvo el impulso de escribir y que como hombre no pudo compaginar esa necesidad de escribir con su vida social. Lo mencioné porque en estos días tan mediáticos parece que existe la obligación de que el escritor sea un personaje público. En mi caso, la gente piensa que, como soy una escritora reconocida, debería ser buena dando entrevistas y saliendo en cámara. La gente espera verte disfrutar en programas de televisión y que te guste ser un personaje público, un performer. Pero no lo soy. Me gusta la vida del escritor. Disfruto de la soledad, me siento bien estando sola, mientras que Fitzgerald, a pesar de su enorme genialidad, tuvo conflictos de este tipo que creo que contribuyeron a su enfermedad mental y a su alcoholismo.

P. Bebía para encontrarse solo.
R. Sí, pero su elección de pareja dice mucho. La gente que nos atrae dice mucho de quienes somos. Y no pudo buscar una vida tranquila con Zelda [la esposa de Fitzgerald]. Él decidió estar con alguien que a veces le hizo imposible esescribir y trabajar. Él no tuvo esa calma, que es tan necesaria para poder crear.

P. Es curioso, a veces en Harry Potter, sobre topdo en las últimas entregas, hay un grado de melancolía, y de soledad, que recuerda a Fitzgerald.
R. Indudablemente. Es la melancolía que nace de una pesadumbre. Y Scott Fitzgerald tuvo dos pesadumbres: la pesadumbre de su talento y su necesidad de crear y la pesadumbre de su vida privada, que era catastrófica. Creo que esas dos pesadumbres son suficientes como para llevar al alcoholismo a cualquiera.

P. Esas pesadumbres pueden venir de esa época entre la infancia y la adolescencia, cuando llegan los fantasmas y se quedan contigo para siempre.
R. Sí, creo que los adolescentes están muy cercanos a la muerte. Sienten que se les presiona tanto que, para ellos, la muerte está a un paso. Son personas muy frágiles. En Gran Bretaña hay una cultura de miedo hacia los adolescentes, hacia la juventud en general. Y no debería ser así. Tendríamos que estar protegiéndoles en lugar de protegernos de ellos.

P. Habla de la muerte. En los libros seis y siete de Harry Potter la muerte aparece no sólo como palabra o pensamiento, sino como una posibilidad, una evidencia y una realidad.
R. El plan siempre fue ese, que la muerte apareciera ahí. Desde que era niño hasta el capítulo 34 del séptimo libro, a Harry se le exige ser un hombre mayor en cuanto que se le obliga a que asuma la inevitabilidad de su propia muerte. Así que lo usted dice es correcto. El plan [de la serie de novelas] era que él debía tener contacto con la muerte, y con la experiencia de la muerte. Y siempre fue Harry, solo, el que debería tener esa experiencia. Sus íntimos amigos nunca fueron testigos como él, hasta la última batalla. Y aún así, Ron y Hermione siempre están protegidos, aunque tienen que luchar, como él, en el libro 5. Y todo me lo planteé a conciencia, porque el héroe tiene que vivir cosas, hacer cosas, ver cosas por su cuenta. Es parte de ese aislamiento y de esa melancolía que conlleva ser un héroe.

P. Ese capítulo 34 [“Tumbado boca abajo, con la cara sobre la polvorienta alfombra del despacho donde una vez creyó estar aprendiendo los secretos de la victoria, Harry comprendió que no iba a sobrevivir”] suena al principio de Cien años de soledad, de García Márquez.
R. Es muy halagador.

P. Es un libro sobre la muerte, y obviamente sobre la soledad, como el suyo… El personaje de Cien años… acompaña a su abuelo a ver el hielo, y usted lleva a Harry a visitar la muerte…
R. Para mí ese capítulo es la clave de todos los libros. Todo, todo lo que he escrito, fue pensado para el preciso momento en que Harry se adentra en el bosque. Ese es el capítulo que yo había planificado durante diecisiete años. Ese momento es el corazón de todos los libros. Y para mi es el verdadero final de la historia. Aunque Harry sobrevive, de eso nunca hubo dudas, él llega a alcanzar ese estado único y muy raro que es aceptar su propia muerte. ¿Cuántas personas tienen la posibilidad de aceptar su muerte antes de morir?

P. Es una experiencia cercana a todos. Cuando uno ha visto la muerte en una persona cercana se pregunta cómo será esa mirada que ya nunca veremos, qué pasará después.
R. Definitivamente. Y me resulta extraordinario que a pesar de que todos sabemos que vamos a morir, la muerte sigue siendo un misterio. Pensamos que la muerte es como algo secreto que le ocurre a muy poca gente. Y de pronto alguien cercano se muere y entonces cae la bomba. Inmediatamente uno se da cuenta de que la muerte nos llega a todos. Todos vamos a morir. Harry tiene un entendimiento precoz de la muerte, mucho antes de ese capítulo 34. Y eso tiene un evidente paralelismo con mi vida. Si alguien de tu vida cercana se muere, como se murió mi madre, se vuelve explícito el hecho de que la muerte nos llega a todos. Y es algo con lo que has de vivir siempre.

P. Precisamente García Márquez es el que dice, con ironía, “ahora se muere gente que antes nunca se moría”.
R. Exacto. Es así.

P. Y dice el profesor [Dumbledore], en este libro, después del capítulo en el que Harry se acerca a la muerte: “No tengas pena de los muertos, Harry, sino de los que están vivos. Y, sobre todo, de aquellos que viven sin amor. Si vuelves, quizá puedas evitar más muertes y más heridos, más familias rotas”. Alguien que dice eso tiene que haber tenido ambas experiencias: la vida, la muerte, y el desamor.
R. Sí, remite a la idea de que si tratas brutalmente a una persona, esa persona se volverá brutal. Eso no lo conseguimos aprender. Continuamos maltratando a la gente, con la esperanza de que aprendan. Pero lo único que aprenden es a ser brutal, y el ciclo se repite. ¿Cómo paramos ese proceso? Si le contestara sería un político, no una escritora. Pero ese proceso debe parar. Porque lo único que hacemos es convertir a la gente en asesinos.

P. Vivimos en épocas oscuras y tristes, lo dice usted en sus libros, y en este especialmente. ¿Cómo vive usted esta época?
R. Tengo que creer en la bondad de la gente. Creo que la gente es, por naturaleza, buena. Pero actualmente sigo muy de cerca la política americana. Estoy obsesionada con las elecciones en Estados Unidos. Porque tendrá efectos profundos en el resto del mundo. La política exterior de Estados Unidos en los últimos años ha afectado, para mal, tanto a su país como al mío. Así que estoy muy interesada por lo que pasa allí.

P. ¿Y si tuviera una varita mágica qué haría?
R. Quiero a un demócrata en la Casa Blanca. Y me parece una lástima que Clinton y Obama tengan que ser rivales porque ambos son extraordinarios. Gane quien gane de los dos estaré contenta.

P. Esta mañana, al entrar en el hotel vi que llevaba un Times en la mano, y en la portada había una foto de Hillary llorando.
R. Bueno, era lágrima pequeñita. Y ella se puede permitir una lágrima de vez en cuando. La vida política es muy dura para una mujer. Si no lloras, eres una hija de puta. Y si lloras eres débil. Es difícil. En cambio, es aceptable llorar para el hombre.

P. Llorar es a veces una manera de reír.
R. Puede ser. Y en este caso, después de haber leído la noticia, esa lágrima efectivamente era una lágrima feliz.

P. Soledad, muerte. Hablamos de cosas oscuras. A lo mejor la literatura va de eso.
R. Bueno, creo que fue Tolkien quien dijo que todos los libros importantes tratan sobre la muerte. Y hay algo de verdad en eso, porque la muerte es nuestro destino y debemos afrontarlo. Todo lo que hacemos en la vida es un intento de negar la muerte. Debido a que hemos avanzado tanto en el campo de la medicina tenemos ideas absurdas sobre la inmortalidad.

P. Alguna vez dijo usted que veía su alma como algo imperecedero.
R. Sí, es cierto. Pero también he dicho que tengo muchas dudas acerca de la religión. Me siento muy atraída por la religión, pero al mismo tiempo siento mucha incertidumbre. Vivo en un estado de flujo espiritual. Nunca estoy segura al cien por cien. La fe no está en la certidumbre. Y creo en la permanencia del alma. Y eso queda reflejado en el último libro.

P. Nuestras almas vagando por ahí, ¿en busca de qué?
R. Esa es la gran pregunta. ¡Pero yo espero que uno no tenga que volver! ¡Yo no quiero volver!

P. ¿Qué le hace feliz?
R. La familia y el trabajo, obviamente. Me considero tan afortunada de tener una familia. Cuando tuve a mi hija ya me sentía afortunada. A pesar de haberme separado, pensaba: por lo menos tengo una hija. Muchas mujeres no pueden tener hijos. Y tengo tanta suerte de haber encontrado a otro hombre con el que tuve otros dos hijos. Mis hijos son, por encima de cualquier cosa, lo más importante. Aunque es muy difícil compatibilizar el escribir con ser madre.

P. Antes de venir a verla le pedí al guionista español Rafael Azcona que me diese una pregunta para hacerle, y él me contestó que se lo preguntaría a su nieta Sara, de seis años, que es adicta a Harry Potter.
R. Eso es genial.

P. Pero usted dice que hay que leer sus libros a partir de los siete años.
R. Bueno, mi hija mayor tenía seis cuando empezó a leerlos. Siempre supe adonde iba con los libros. Así que sí, pienso que un niño de seis puede entender el primer libro [Harry Potter y la Piedra Filosofal] aunque el final es bastante tenebroso. No tanto como el final del segundo libro, pero siempre supe que cuando llegara al tercero, al cuarto, al quinto… se iban a morir personajes que eran muy queridos. El quinto libro es el más oscuro de todos porque hay una ausencia de esperanza, hay una atmósfera opresiva. Y creo que por eso a la gente no le gustó tanto. Aunque hay lectores que prefieren ese libro a todos los demás, pero son una extraña minoría. El quinto, el sexto y este último no creo que sean adecuados para un niño de seis años.

P. ¿Y cuándo escribió el primero pensó en un lector determinado?
R. Ese es el problema. Yo lo llamaba cuento infantil porque el personaje principal era un niño. Pero siempre fue un niño que quise hacer mayor. Y al final es un hombre, un hombre joven pero un hombre. Eso es lo inusual en libros infantiles: que el protagonista crezca. Y me alegra enormemente que la gente siga leyendo y disfrutando de los libros. Ellos se hicieron mayores con Harry Potter. Lo interesante sería que jóvenes lectores quieran leer todos los libros seguidos. Sería fantástico, me encantaría. Pero nunca pensé en los adultos como posibles lectores. Simplemente escribí lo que quise escribir y pensé que una vez acabado vería qué opinaba el posible editor.

P. Peter Mayer, el editor, que fue el primero al que primero escuché hablar de Harry Potter en España, dice que lo increíble de la serie es que se haya convertido en lectura para adultos, que esa es la clave del éxito.
R. Sí, es increíble. Sólo ahora soy capaz de mirar atrás y darme cuenta de todo. Durante diez años no me permití pensar en ello. Creo que lo hice para protegerme. Es muy difícil vivir con esa presión, pero vivía negando los hechos, constantemente. Después de cada publicación hice un esfuerzo para no leer ninguna crítica.

P. ¿De veras pudo hacerlo?
R. Sí, es muy bueno no estar pendiente de las críticas ni de lo que dicen de ti. Yo escribí lo que quise. Cuando terminé de escribir el séptimo volumen pensé que era el mejor que había escrito. Era el libro que quería escribir. Estaba más satisfecha con ese libro que con los demás. Si hubiera leído alguna crítica, ¿de qué me hubiera servido? Ya estaba escrito. No había nada que pudiera hacer. Pero ahora me puedo permitir mirar hacia atrás, y sucede lo que ha descrito usted: que los adultos empezaron a leerle los libros a sus hijos y luego ellos continuaron leyendo por su cuenta. No hay nada más increíble que escuchar a la gente decir que familias enteras leían los libros juntos. Lo he escuchado muchas veces. Leían un capítulo en familia y volvían a juntarse a leer el siguiente capítulo juntos. ¿Verdad que resulta increíble? Muchas familias me contaron que hicieron esto. Es enormemente gratificante y a muchos niveles. Desde el punto de vista literario, pero sobre todo porque los libros se convirtieron en un nexo de unión entre todos los miembros de una familia. Los libros se convirtieron en un acto social.

P. ¿Ha hecho eso con Jessica, lo hará con sus otros hijos?
R. Jessica tiene catorce años y es una admiradora ferviente de Harry.

P. ¿Qué le dijo después de leer los libros?
R. Me pregunta por qué hice una cosa o la otra, y le contestaba que era así como tenía que ser. Sí, a veces puedes dar una respuesta mecánica, como que algunas cosas se inventaron como mecanismos de narración, elementos que ayudaran a la trama. En otros casos, es más difícil de explicar el proceso de escritura. Escribí eso simplemente porque me salió así. A veces escribía como si alguien o algo me estuviera dictando.

P. ¿Podría describir quién era ese alguien o ese algo?
R. Hay tantas respuestas a esa pregunta. Podría decir: “Fui yo, fue mi subconsciente”. Sí, era mi subconsciente, así que lo que he escrito proviene de todo lo que he hecho y de toda la gente que he conocido. Porque todo y todos están en mi cabeza en algún lugar. O podría decir que fue la musa. Y me gusta más pensar que fue la musa porque eso significa que el escritor no es consciente de donde viene lo que está escribiendo, o al menos no es consciente del todo. Y ya sé que es una palabra tan manida sobre los libros de Harry Potter, pero son así, son mágicos.

P. O sea que a usted le sucedió lo que a Juan Ruklfo, que escribió Pedro Páramo porque no lo encontraba en la estantería de su casa.
R. Me encanta esa historia. Y es verdad, en mi caso es exactamente así. Aunque yo no escribí lo que quería, sino lo que necesitaba escribir en ese momento.

P. Para salvarse. La literatura salva a la gente, o ayuda a salvarse. ¿Cómo le afectó a usted escribir?
R. Le diré una cosa. Si el primer libro no se hubiera publicado, a mi me salvó la vida el mero hecho de escribirlo. Siempre me dicen que el mundo que inventé es irreal; fue eso lo que me sirvió para evadirme. Sí, es cierto, es irreal hasta un punto. Pero no porque mi mundo fuera mágico, sino porque todos los escritores se evaden. Además, yo no lo hacía sólo para evadirme sino porque buscaba aclararme con asuntos que me preocupaban. Asuntos como el amor, la pérdida, la separación, la muerte… Y todo eso queda reflejado en el primer libro.

P. ¿Y qué más le dio ese primer volumen?
R. Puestos en un nivel prosaico, escribir ese libro me dio la disciplina, el enfoque y la ambición, que en aquel entonces se reducía simplemente a ver el libro publicado. Sólo tenía un objetivo, y era publicar mi libro, porque realmente creía en él. Había estado escribiendo durante mucho tiempo, pero nunca nada me convenció tanto como ese primer libro de Harry Potter.

P. ¡Cómo sería el día de la publicación!
R. Vi mi sueño hecho realidad. Fue un momento extraordinario. No me lo creía, estaba extasiada. Y de forma casi inmediata sentí como si un tren me estuviera empujando a toda velocidad por detrás, como en un dibujo animado. Pensé: “¿Qué me ha pasado?” Tres meses más tarde recibí un adelanto astronómico, según mis estándares de entonces. Tiene que entender que yo, en esa época, alquilaba un piso, no teníamos seguro, ni ahorros. Los dos llevábamos ropa de segunda mano. Ya sabe, el dinero escaseaba, y tener ese dinero [105.000 dólares] de repente fue extraordinario. Esa noche no pude dormir. Me pasé la noche entera deambulando de un lado a otro del piso. Recuerdo vívidamente que la mitad de mi cabeza decía: “¡¡puedes comprar una casa, ya puedes comprar una casa!!” Y la otra mitad decía: “No voy a poder hacer esto, es imposible”. Por aquel entonces ya escribiendo el segundo libro y pensé que no podría hacerlo. Al día siguiente empezaron a aparecer periodistas, me dieron un premio importante, me llamaron de The Sun para comprar los derechos sobre la historia de mi vida, y los periodistas empezaron a rondar por delante de mi casa. Y le diré una cosa: aquello me dio mucho miedo.

P. ¿Por eso teme a los periodistas aún ahora?
R. No, no los temo. Recuerdo a un par de periodistas en particular que intuyeron mi incredulidad y mi vulnerabilidad y me ayudaron. Uno de ellos trabaja para el Daily Telegraph. Me entrevistó y después apagó la grabadora y me dijo: “Esto es lo que tienes que hacer”. Y me dio consejos acerca de cómo tratar a los periodistas. Él sabía que yo quería mantener mi vida privada, y me dijo que eso estaba muy bien, que habría periodistas que me iban a odiar, pero que no pasaba nada. También me dijo que tenía todo el derecho a mantener a mi hija aislada de la prensa, porque siempre me negué a llevarla conmigo a las entrevistas y a que le sacaran fotos. Algo me decía que si dejaba que le sacaran una foto no pararían. Le estoy hablando de la prensa de este país, del Reino Unido. Así es como funciona. Él me animó a que siguiera actuando de ese modo porque era lo correcto. Y siempre le estaré agradecida por esos consejos. Le hice caso. Dicho eso, también he de decir que me mantengo en contacto con algunos periodistas.

P. Sus libros parece que están llenos de claves personales.
R. Tiendo a usar fechas significativas. Cuando necesito una fecha o un número, normalmente uso algo que está relacionado con mi vida personal. No sé por qué hago eso, es un tic. El cumpleaños de Harry es el mío, por ejemplo. Los números que aparecen o las fechas que vienen en los libros tienen relación conmigo.

P. Escribir su primer libro la extasión. ¿Y la presionó el éxito, saber que millones de personas esperaban sus textos?
R. Me tomé muy en serio no pensar en ello. Obviamente, hubo momentos en los que algunas noticias se filtraban, sobre todo durante los libros cuatro y cinco. Ahí sí que noté la presión, y creo que se hace evidente en la escritura. Se nota que estaba estresada y bajo presión. Ahora que puedo mirar atrás, recuerdo que fue así y si leo los libros se me hace obvio.

P. ¿Cómo se encontraba?
R. Cuando llegué al cuarto libro estaba muy quemada. Había producido un libro por año durante cuatro años, mientras criaba a mi hija sola, sin niñera ni ayuda de ningún tipo. Me sentía exhausta. Y realmente pensé: “Ya no puedo más, tengo que parar”. Y se lo dije a mi editor, que si seguía así no iba a poder seguir escribiendo. Además, el cuarto libro es un libro mucho más largo que todos los demás. Necesitaba que fuera más largo por la trama, pero el esfuerzo también era doble. Y casi de forma inmediata conocí al que es ahora mi segundo marido. Fue en ese momento cuando me estaba resultando muy difícil no pensar en los lectores.

P. Usted es Harry Potter. Y usted misma lo dice: “Harry es mío”. ¿Siempre supo cómo iba a acabar? ¿Siempre supo que iban a ser siete libros?
R. Siempre supe lo que le iba a pasar. Desde el principio tenía toda la trama esbozada, sin los detalles, pero siempre supe que su historia se iba a terminar. Y ha terminado, aunque muchos fans están muy disgustados. No hay forma de hacer resurgir la historia de Harry. El mundo que he creado da pie a que existan otros libros, pero sólo decirlo me pone nerviosa porque siento que hasta que me muera la gente me seguirá preguntando: ¿Para cuándo el próximo libro? Pero la historia de Harry ha terminado. Y siempre quise que fuera así. Terminarlo fue muy duro. De hecho, fue devastador.

P. El final es conmovedor: “La cicatriz [de Harry] seguía allí y después de diecinueve años ya no duele”.
R. Es simbólico. Todos repetimos la mentira una y otra vez: la de que el tiempo lo cura todo. Y no es verdad. Hay cosas que no se curan; algunas cosas no pueden corregirse ni curarse. Cuando alguien a quien quieres se muere, nunca llegará un momento en el que te olvides o que no recuerdes. Lo que me permite el tiempo es aprender a vivir con esa pérdida. Entonces te acostumbras a vivir con ese vacío y puedes seguir funcionando. Pero eso no es curar. Me pareció interesante el hecho de que mucha gente especulara sobre el futuro de Harry, sobre su cicatriz. Decían que la cicatriz iba a desaparecer, pero la cicatriz siempre fue para mi un signo simbólico de algo que no podía corregirse. No duele pero sigue allí.

P. Escribe ahí también: “Harry Potter, el niño que sobrevivió”. Lo dice el maestro, y dice que sobrevivió porque fue fiel a sus convicciones, gracias a ello venció a Voldemort. ¿Usted es así?
R. Me gustaría poder decir que sí porque creé un héroe con atributos heroicos. Leí en algún sitio: “Un héroe no es más valiente que los demás. Es tan solo valiente durante cinco minutos más”… Harry es así. Siente el miedo en el libro cinco. Por eso es tan oscuro ese libro. Y tiene una especie de ataque de nervios. Llega un momento en que se pregunta: “¿Por qué yo? ¿Por qué me sucede esto a mi? Ya estoy harto de esto”. Pero luego se pone en pie y es valiente durante cinco minutos más. Volviendo a su pregunta, ojalá fuera así yo mismo, pero la verdad es que nunca me he tenido que probar en ese sentido.

P. ¿Es usted feliz?
R. Mucho más que antes.

P. ¿De qué cosas ha conseguido deshacerse?
R. Me produce mucho alivio ser más mayor y aceptar quien soy y saber quien soy. Cuando tenía veinte años y durante toda esa década lo pasé realmente mal. Creo que le pasa a mucha gente, pero no lo dicen. Cometí muchos errores, algunos graves. Ahora me siento mucho más segura.

P. En todos los libros hay la conciencia de que uno se puede salvar si tiene amigos, pero la historia de Harry es también una historia de soledad.
R. Estoy totalmente de acuerdo. Le he dado a Harry mi fallo, que es una tendencia a encerrarme, a aislarme cuando estoy bajo presión, triste o feliz. Tiendo a aislarme. Pero sé que eso no está bien, que no es saludable. Y eso se lo di a Harry. Aunque eso sea también lo que le hace heroico, lo que le prepara para actuar por sí solo. Pero las personas más cercanas a él le tienen que recordar que no lo tiene que hacer solo, que es importante estar conectado. Y ese mensaje es importante.

P. ¿Harry es su héroe?
R. Sí, bueno, en la vida real mi héroe es Robert F. Kennedy. Creé a un niño que intenta actuar con moralidad, que a pesar de haber sido agredido y lastimado física y mentalmente aún sigue atraído por el lado bueno de las cosas. Y es genuino y leal, y yo encuentro heroicas todas esas cosas. Y también es capaz de aceptar responsabilidades que nadie quiere asumir. Él está preparado para decir: me han dado esta responsabilidad, la cumpliré.

P. La gente se fija en las cifras de su vida, en lo rica que es, pocas veces se dice que también es un ser humano; parece que la ven con la varita mágica, como Harry Potter.
R. Sí, lamentablemente es así. El asunto del poder es interesante porque realmente ¿sobre qué tengo poder? Cuando veo mi nombre en listas de gente poderosa, cosa que hago poco, lo pienso. El poder no es algo que deseara nunca, y además no tengo poder. Rica, sí, lo soy. He ganado mucho dinero por lo que me siento agradecida, pero así es como es. Cuando la gente se acerca a mi y me pregunta por la cantidad de dinero que tengo… Hace poco estaba caminando por Edimburgo y una señora se me acercó y me preguntó si yo era J. K. Rowling. Le dije que sí, y entonces me contestó: “Te mereces todo lo que tienes”. No creo que se refiriera al dinero, y que te digan eso es maravilloso. Pero creo que la obsesión por el dinero es global; aquí, en el Reino Unido, tenemos listas, millones de listas, de gente rica mayor de cuarenta años, menor de cuarenta, para la que yo ya no califico, porque tengo 42… Lo de la riqueza es una obsesión, no sé si será lo mismo en España.

P. La fantasía, en sus libros, completa a la gente.
R. Sí, así es. Los seres humanos necesitamos fantasí y magia. Tenemos la necesidad del misterio. Sir James Frasier [en su libro The Goleen Bow] dice que en la religión el hombre depende de Dios, pero en la magia el hombre depende de sí mismo, con lo cual a través de la magia uno mide la capacidad del hombre. Y la magia se convierte en una existencia ideal. La magia lleva a una existencia humana. En el libro número seis el Primer Ministro le dice al Ministro de la Magia: “Ustedes lo pueden resolver todo con sus varitas mágicas”. Y el ministro le responde: “Sí, pero en el otro bando también usan magia”. Necesitamos magia y la defiendo a toda costa. La magia es una parte muy importante de la literatura. Y jamás desaparecerá por esa razón.

P. Imagínese que por un instante tuviera la capacidad de hacerse invisible.
R. ¿Hacerse invisible? Eso sería lo mejor.

P. Hay ese diálogo entre el profesor y Harry: “¿Es esto verdad o está sólo dentro de mi cabeza?”
R. Y el profesor le dice: “Claro que está dentro de tu cabeza, Harry, pero eso no significa que no es real”. Es clave ese diálogo. He estado esperando a usar esas frases durante los diecisiete años que hay desde que empecé a escribir Harry Potter. Sí, así es. Todo este tiempo he procurado trabajar para poder escribir esas dos frases. Escribir la escena de Harry adentrándose en el bosque y Harry manteniendo ese diálogo.

P. Y a veces Harry está en el mundo real.
R. Por supuesto. Es importante tener luz y oscuridad. Es un mecanismo muy convencional pero poder crear una trabnsición entre un universo mundano y la existencia cruel y opresiva. Añade sombras. Pero a medida que la historia continúa, lo que yo esperaba alcanzar era que lo que antes era adentrarse en la miseria, que ir a la casa de los Dursys [la familia no mágica] se convierta en algo cómico. A medida que Harry se hace mayor y va ganando poder y confianza se va encontrando mejor con los Dursley y donde reside la oscuridad y el mal es precisamente en el mundo que antes era el mundo de la luz y la magia. La familia pasa de ser cruel a ser cómica y ya en el libro siete llega a alcanzar el patetismo, cuando la tía se descubre cómo una mujer celosa y, desde su punto de vista, una mujer machacada.

P. Su editora española me pide que le pregunte por el destino de la familia no mágica.
R. ¡Muy bien, tendré que escribir un libro octavo, ja ja ja! En serio, creí que no hacía falta escribir más sobre esa familia. Creí que el lector sabría que habían sido protegidos y que salieron de su escondite. Cuando me lo preguntan los fans, les digo que gracias a su encuentro final Harry y Dudley pueden intentar tener una relación amistosa, que se mandasen tarjetas de Navidad y pasar a visitarse de vez en cuando. Sería incómodo, pero lo intentarían. Porque lo importante es mantenerse conectado. Nunca podrían ser buenos amigos, pero intentarían mantener una amistad… Dudley sabe que Harry le ha salvado la vida. Bueno, él cree que le salvó la vida cuando en realidad le salva el alma.

P. ¿Quedan más cicatrices en su vida, en la suya, en la de Harry Potter?
R. Si lo que me pregunta es si escribiré más libros, si me quedan asuntos pendientes de resolver, la respuesta es sí.,, Pero a Harry le llevé a trabajar al Ministerio. Tengo que creer que existe la posibilidad de deshacerse de la corrupción y le veo en esa batalla. Pero se ha convertido en un padre de mediana edad, preocupado sobre si a su hijo le va a ir bien en el colegio.

P. En el mundo de verdad, ¿sin varita mágica?
R. No, siempre con varita mágica.

P. ¿Tiene usted varita mágica?
R. ¿No es eso la musa?

P. ¿Sigue escribiendo con bolígrafo?
R. Sí, siempre.

P. Tal vez sea la varita mágica.
R. Sí, quizá sea eso. Y mire: la varita mágica me ha atrofiado el dedo, de tanto usarlo.

P. Dice usted que habría elegido la Piedra de la Resurrección, como Harry…
R…. y me hubiera equivocado… Creo que una vez que algo se muere pertenece a otro lugar. Cada persona tiene una responsabilidad hacia otra. Yo la tengo con mis hijos, y si estuviera tratando de rescatar a alguien de la muerte, no sería bueno para mis hijos. Mi deber es con ellos y con su futuro. La resurrección es una tentación enorme pero es peligrosa.

P. Tal vez la escritura sea una especie de Piedra de la Resurrección.
R. Sí, claro. Pero creo que uno se da cuenta de eso cuando está escribiendo para realizar su sueño. Si sólo es así, la escritura para mi pierde valor. Describir tu fantasía no es lo mismo que crear un mundo.

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