Continuamos con nuestra cronologÃa de libros anexos de Harry Potter. El dÃa de ayer empezamos con la introducción de los Cuentos de Beedle el Bardo y hoy continuamos con el primero cuento del libro.
Este cuento nos habla de un viejo y bondadoso mago que empleaba su magia con generosidad y sabidurÃa para ayudar a sus vecinos. FingÃa que sus pociones y encantamientos salÃan ya preparados de un cazo mágico.
Cuando el mago murió le dejo todas sus pertenencias a su hijo, entre ellas el cazo mágico. Pero su hijo no era tan bondadoso, no le gustaba ayudar a los que no tenÃan magia, a quienes también tachaba de despreciables.
Tras la muerte de su padre, el hijo encontró un zapato, demasiado pequeño para él, en un paquete dentro del cazo, con una nota que decÃa «Con la sincera esperanza, hijo mÃo, de que nunca lo necesites». El hijo metió la zapatilla en el zapato y decidió que lo usarÃa de basurero.
Esa noche una campesina llamo a la puerta para pedirle ayuda, ya que a su hija le habÃan salido unas verrugas. Por supuesto que el mago le cerró la puerta en las narices. Al instante escuchó ruidos provenientes de la cocina. Al entrar vio que al caso de su padre le habÃa salido un solo pie de latón y daba saltos en la habitación produciendo un ruido espantoso. Cuando se acerco a examinarlo, se dio cuenta que la superficie estaba llena de verrugas, verrugas que no pudo quitar con ningún hechizo.
Esa noche no consiguió dormir debido al ruido que el cazo producÃa. A la mañana siguiente, el cazo se empeñó en saltar tras él. Cuando iba a desayunar volvieron a tocar la puerta. Un anciano le pedÃa ayuda para encontrar a su burra, ya que la necesitaba para cargar mercancÃas. Otra vez, el mago le cerró la puerta en las narices. El cazo seguÃa haciendo ruido, pero ahora se habÃan añadido rebuznos de burro y gemidos humanos. El mago no puedo hacer nada para callarlo.
Esa noche, otra vez la puerta sonó. Una joven le pedÃa ayuda porque su hijo estaba muy enfermo. Sin dejarla terminar, el mago volvió a cerrar la puerta. Ahora el cazo se habÃa llenado de agua salada y empezó a derramar lágrimas.
Después de unos dÃas ya nadie acudió a su caza por ayuda, pero el cazo lo mantenÃa al tanto de lo que pasaba, ya que le salÃan más «dolencias». Un dÃa el mago no pudo soportarlo más, asà que salió corriendo en la noche, gritando que ayudarÃa a todos a solucionar sus problemas.
Mientras iba curando a las personas, el cazo también se iba limpiando. Hasta que el cazo terminó limpio y reluciente, se quedo quieto. Entonces escupió la zapatilla que el mago habÃa metido dentro y dejo que se la pusiera en el pie de latón. Se encaminaron hacia la casa del mago, y el cazo ya no hacia ruido al andar. Desde ese dÃa, el mago ayudo a sus vecinos como lo habÃa hecho su padre, por temor a que la zapatilla empezase a saltar de nuevo.