Nuestra cronologÃa sigue avanzando, está vez en el turno del tercer cuento, de los Cuentos de Beedle el Bardo, que resulta ser mi favorito, El Corazón Peludo del Brujo.
HabÃa una vez un brujo joven, atractivo, talentoso y rico que habÃa decidido no enamorarse, ya que no querÃa comportarse como un idiota, como les pasaba a sus amigos. Asà pues, empleo las artes oscuras para evitarlo.
Todos decÃan que cambiarÃa cuando se enamorara de alguna doncella. Aunque varias doncellas utilizaban sus encantos para seducirlo, ninguna consiguió cautivar su corazón.
Los amigos del brujo comenzaron a casarse y tener hijos, los cuales lloraban y hacÃan que el joven brujo se felicitara por la decisión que habÃa tomado.
No lloro cuando sus padres murieron, al contrario, se alegro ya que ahora el reinarÃa en el castillo. Guardó su mayor tesoro en el sótano y se entregó a una vida de lujo y desahogo. El pensaba que todos envidiaban su soledad, pero un dÃa escuchó a dos lacayos hablando de él. Uno dijo sentir pena por soledad, pero el otro preguntó riendo cual serÃa la razón de que un hombre con tanto oro y dueño de un castillo no consiguiera una esposa, lo que llegó al orgullo del mago. Por esto decidió casarse de inmediato con una doncella como ninguna otra.
Para su suerte, al dÃa siguiente en que decidió buscarla, una doncella que cumplÃa todas las caracterÃsticas que él pedÃa, llegó a la región. El brujo comenzó a cortejarla, y sorprendió a varios por el cambio de actitud, y le dijeron a la doncella que habÃa logrado lo que nadie antes.
La doncella se sentÃa fascinada, y al mismo tiempo repelida por las atenciones del brujo, ya que jamás habÃa conocido a un hombre tan frio y distante. Como los parientes de ésta pensaron que era una unión conveniente, aceptaron la invitación al banquete que el brujo organizaba en honor a la doncella.
Durante el banquete, el brujo le dedicaba tiernas palabras a la doncella, palabras que les habÃa quitado a poetas, sin tener idea de lo que significaban. La doncella reconocÃa que eran bellas palabras, pero no le gustaban, ya que pensaba que él no tenÃa corazón. El brujo sonrió y le dijo que la acompañara. Ambos salieron del salón y se dirigieron a la mazmorra, donde él guardaba su mayor tesoro. En un cofre de cristal estaba el corazón del brujo, que estaba marchito y cubierto de pelo.
La doncella se horrorizó al ver esto y le dijo al brujo que lo devolviera a su lugar. Éste, lo hizo, ya que sabÃa que tenÃa que complacer a la doncella. Abrió el cofre, se cortó el pecho y devolvió el corazón a su cuerpo.
La doncella, feliz, le dijo que ahora podrÃa conocer el verdadero amor y después lo abrazó. Esa caricia, el susurro de su aliento y la fragancia de su cabello traspasaron como lanzas el corazón del brujo, pues el exilio en que habÃa estado el corazón, lo habÃa vuelto extraño, ciego, salvaje y con un apetito perverso.
Los invitados comenzaron a preguntarse dónde estarÃa el brujo y la doncella, asà que los buscaron por el castillo. Cuando llegaron a la mazmorra presenciaron un espantoso espectáculo.
La doncella estaba en el suelo muerta y con el pecho abierto, a su lado se encontraba el brujo, sosteniendo en una mano el corazón de la doncella, mientras lo lamia y juraba que lo cambiarÃa por el suyo. En su otra mano estaba la varita mágica, con la que intentaba extraerse el corazón marchito, pero el corazón peludo no querÃa volver al cofre. El brujo, dejo la varita y tomo una daga y, después de jurar que no se dejarÃa gobernar por su corazón, se lo saco del pecho. Por un momento quedo arrodillado triunfante, después cayó sobre el cadáver de la doncella y murió.