Seguimos presentándoles los relatos ganadores del Concurso de Minirrelatos. El presente escrito es de Seydel Ducosquel y nos adentra en un ambiente misterioso que nos deja soñando con vivir la experiencia de su protagonista.
¿Sueño o realidad?
Por Seydel Ducosquel DÃaz (Sybil)
Era un dÃa lluvioso en la vieja capital de mi paÃs y huÃa tropezando de la lluvia mientras intentaba llegar a casa. Encontré una pequeña casita con la puerta abierta y dadas las condiciones del clima, decidà entrar.
– ¿Hola? – pregunté antes de pasar y al no tener respuesta, entré sin vacilar.
Llamó mi atención lo bien cuidada que estaba aquella residencia para estar abandonada. Caminé despacio hacia una pequeña habitación a mi derecha. Era bastante oscuro por lo que intenté encontrar un interruptor para la luz. A mi izquierda habÃa uno, pero cuando intenté accionarlo recordé que no habÃa electricidad debido a los truenos que caÃan. Sentà un ruido a mis espaldas, cuando me volteé, un gato de color negro, que jurarÃa, tenÃa los ojos rojos, cayó sobre mi hombro. Salté asustada, aunque creo que el gato se asustó más. SeguÃa sin ver nada, pero entonces recordé que tenÃa una pequeña linterna en mi mochila. Hurgué a ciegas en ella hasta que toqué algo que, imaginé, era el objeto que buscaba. La saqué de la mochila y la encendÃ. Caminé más en el cuarto y me detuve a mirar las paredes. Estaban llenas de papeles y fotos viejas y amarillentas.
– ¿Qué haces aquÃ?- dijo una voz frÃa a mis espaldas. Di un salto, aún mayor que cuando el gato me habÃa saltado encima, y me volvà con mi linterna en alto.
– Perdón, la puerta estaba abierta y… perdón…- dije nerviosa mientras intentaba guardar mi linterna para salir corriendo. Por la voz parecÃa una mujer, pero no podÃa asegurarlo.
Se me acercó y levantó una lámpara que, de haber sido menos sensata, hubiera jurado que apareció de la nada. Era una mujer después de todo, una señora mayor, de gafas y pelo blanco. Se inclinó sobre mi cara, sonrió y acarició al gato que de alguna manera, habÃa aparecido entre sus brazos, y cuando me fijé mejor en él, podrÃa jurar que tenÃa una mirada tan profunda que parecÃa querer decir algo.
– Será mejor que te vayas, no deberÃas estar aquÃ.
– Es cierto. Disculpe la molestia- dije y salà caminando lo más rápido que pude.
Ya casi no llovÃa afuera, por lo que decidà caminar un poco bajo la poca lluvia que aún caÃa. Caminé despacio mientras pensaba en mi extraño encuentro con aquella señora. De alguna forma me parecÃa un tanto emocionante, raro y absurdo al mismo tiempo. HabÃa algo que me llamaba la atención sobre todo aquello, no sabÃa si era la forma de la casa, de su habitante o de su exótica mascota.
Llegué a mi casa y después de que me sequé un poco, me senté en mi computadora, revisé mis correos y mientras leÃa BlogHogwarts, pensé que debÃa volver a la casa de aquella señora y pedirle disculpas una vez más. A fin de cuentas, habÃa entrado sin permiso en su casa y eso no estaba nada bien. Al otro dÃa tenÃa que ir a la escuela y pensé que tal vez al terminar las clases podrÃa pasar por allÃ. Traté de recordar por qué nunca me habÃa fijado en esa casa tan pequeña y escurridiza a la vista, y hasta podrÃa jurar que allà habÃa sólo un montón de ruinas de lo que debió haber sido un lugar hermoso. Este hecho incentivó mi imaginación pero decidà desechar la idea ya que mi imaginación habÃa hecho que me sintiera decepcionada en muchas ocasiones. Me fui a la cama e intenté no pensar más en aquella situación, al otro dÃa pedirÃa disculpas de manera apropiada y punto.
Al dÃa siguiente, al salir de la escuela, pasé por casa de la extraña señora, como  habÃa planeado. Esta vez decidà tocar y esperar por alguna respuesta. La respuesta que recibà no fue la esperada ya que la puerta se abrió de par en par. Entré y el gato volvió a saltarme encima, pero no me asustó tanto como la noche anterior. Esta vez puedo asegurar que me dijo algo con la mirada y hasta creà que habÃa sonreÃdo. Me aseguré a mi misma que me estaba volviendo loca, el cual era otro problema que tenÃa que resolver. Detrás del gato salió una mujer mucho más joven que la señora que estaba allà la noche anterior.
– ¿Buscabas algo?
– SÃ, a la señora que estaba aquà anoche.
– Ella no está aquà ahora. Yo le diré que pasaste por aquÃ.
– Solo querÃa disculparme…por lo de ayer….
– Bien. Parece que le gustas…- dijo señalando al gato que ronroneaba en cÃrculos a mi alrededor.
– SÃ, eso parece -dije sonriendo.
-Pero nunca ha hecho con nadie lo que hará contigo…- dijo en tono misterioso.
– ¿Qué…?
Sentà un dolor punzante en mi pierna derecha. Cuando miré era demasiado tarde, el gato me habÃa arañado, haciendo que emanaran algunas gotas de sangre. Comencé a sentirme mareada y lo siguiente que recuerdo es que desperté en mi cama.
Cuando abrà los ojos, habÃan figuras de humo a mi alrededor. Las flores que tenÃa junto a mi cama me miraban fascinadas. Cerré los ojos, esperando que sólo fuera un sueño, pero cuando los volvà a abrir, todo seguÃa dando vueltas. Di un pequeño salto, corrà a la ventana y la abrà esperando que el aire fresco me hiciera reaccionar, pero lo único que conseguà fue que los árboles me dijeran «buenos dÃas». Volvà a cerrar la ventana y me puse la primera ropa que encontré. Salà dispuesta a que alguien de aquella casa me diera una explicación. Mientras corrÃa por la calle, tropecé con un perro que estoy segura me dijo que tuviera más cuidado. La hierba protestó cuando intenté pisarla y lo peor fue que la casa habÃa desaparecido: no habÃa señales de ella, ni de su dueña o su gato. Volvà a casa con la cabeza baja y sin saber qué hacer.
Al otro dÃa, aquella forma de ver el mundo habÃa desaparecido. Todo volvió a la normalidad y nada extraño volvió a ocurrirme… Pero sé que el recuerdo de aquel dÃa mágico permanecerá conmigo siempre.