El siguiente artÃculo de opinión fue realizado por Frederika, estudiante española a punto de conseguir el tÃtulo en Historia y lectora de literatura juvenil.
Hermione Granger no es el primer personaje que cambia de color según la adaptación —en este caso, la obra teatral que se está preparando para Harry Potter— pero quizás sà constituye uno de los pocos casos en los que la autora afirma que jamás definió su tipo de piel para salir de un apuro en el que podrÃa ser acusada de racista.
Quizás Rowling habló con Ursula K. Le Guin, conocida por la variedad de personajes que emplea en sus historias —destacando a Ged de Un mago de Terramar, «blanqueado» por la posterior serie, para la razonable indignación de la escritora— y decidió que debÃa seguir su buen ejemplo. Quizás simplemente miró atrás y se dio cuenta de que podÃa meter a un personaje de color en su elenco protagonista. ¡Y qué personaje! ¡Hermione Granger, no sólo una mujer, sino el cerebro del grupo! ¡La elección perfecta!
El problema es afirmar que nunca has descrito la piel de tu protagonista cuando sà has dado indicios de que es blanca; por ejemplo, cuando Harry menciona su cara «pálida» mientras la ve de lejos a la sombra de un árbol —El prisionero de Azkaban, p. 332, ed. Salamandra, 2002— o que llega muy morena de Francia —sÃ, todo el mundo se puede poner moreno, pero sabemos que Inglaterra es el paÃs de la lluvia y destacar que vuelves más que tostado es algo que normalmente llama la atención en una persona que no tiene piel oscura. En fin, que la autora no resalta que esté «más morena de lo normal»—.
El problema es no quejarte porque se respete la integridad de tu personaje cuando se lleva a las portadas de los libros, los calendarios y las pelÃculas con modelos blancos. En su tweet J. K. Rowling afirma que «White skin was never specified. Rowling loves black Hermione». No asienta canon sobre algo que el propio canon negarÃa en El prisionero de Azkaban, pero niega haber definido la «raza» de un personaje icónico, a pesar de haber apoyado durante más de una década a la versión «blanca».
No es cuestión de racismo, sino de ser consecuente con la historia. Personajes como Parvatil Patil o Lee Jordan son descritos con «piel olivácea» o «negra» directamente sin problemas por parte de la autora. Sabemos que los «blancos» tienden a no describir la piel de un personaje blanco en una sociedad «blanca» porque se da por sentado el tipo de raza que se tiene por cuestiones egocentristas. Las excepciones se dan en casos como el color extremadamente pálido de Draco Malfoy o el cetrino de Severus Snape.
Llegamos, entonces, a la pregunta clave: ¿es necesario describir la piel de un personaje? Ursula K. Le Guin dirÃa que no. Yo digo que sà simplemente para poder visualizarlo mejor, igual que exijo su altura, su corpulencia o su color de pelo. Si Hermione hubiera  sido pensada como un personaje de piel negra, tostada o de cualquier otra tonalidad, vamos a decir, «no dentro del espectro de los blancos caucásicos», se habrÃa señalado, como hace J. K. Rowling con los personajes no blancos: Zabini, las hermanas Patil, Lee Jordan y otros pocos.
Y, diantres, ¿qué más te da decir el color de un personaje? ¿Es que te da vergüenza que el mundo sepa de qué color es?
Hermione Granger puede ser interpretada sin problemas por actrices o incluso actores de cualquier parte del planeta; puede ser dibujada como más guste al artista, pero el problema reside en que J. K. Rowling intente ser tan polÃticamente correcta que no es capaz de reconocer que ha cometido el «error blanco» de no resaltar cómo es la piel de sus protagonistas porque se da por sentado.
No es cuestión de racismo, sino de lógica. Si se quiere reinterpretar a Hermione Granger como un personaje negro, ¡adelante por favor! Pero serÃa conveniente aprender a separar a los autores que estuvieron preocupados desde el principio porque sus personajes estuvieran bien representados en la pantalla o las ilustraciones, de los que se suben al caballo a última hora para quedar bien.