Por: Betsabé Luna
Él era mi paño de lágrimas. SolÃa ir a buscarlo cuando más triste me encontraba y mi corazón estaba más estropeado que de costumbre. Él me recibÃa con una tierna sonrisa, que se reflejaba en sus hermosos ojos, limpiaba mis lágrimas y encontraba alguna forma de hacerme reÃr. Ahora que lo pienso, no tengo idea de cómo hacia para tener todo el tiempo tan buen humor y estar disponible para escuchar mis penas. Y es que él poseÃa una cualidad poco usual en los seres humanos: sabÃa escuchar.
Era un chico muy popular, inteligente, atlético, atractivo, era inevitable verlo por los pasillos rodeado de muchachas que se morÃan por una sola mirada de su parte. Yo lo creÃa un tipo presumido y superficial hasta un dÃa que descubrà que además de guapo él era tierno, amable y muy paciente.
Me encontraba en uno de los pasillos del tercer piso, cuando por casualidad oà el llanto de un niño que salÃa de un viejo salón en desuso. Al entrar en el aula me encontré con él, que paternalmente trataba de consolar a un alumno de primero a quien se le habÃa perdido su rana. Me ofrecà a ayudarles a buscar a la mascota y luego pase el resto de la tarde recorriendo cada rincón del castillo hasta que logramos encontrarla. El niño nos dio las gracias y salio corriendo. Él dio un largo suspiro y me miro con curiosidad.
-Por cierto- dijo -¿Cómo te llamas niña bonita?
Yo enrojecà un poco, pero pensé que lo de niña era porque él estaba en sexto año y yo apenas en tercero. Sonreà levemente e hice un esfuerzo por parecer tranquila.
-Soy Hermione Granger
-Yo soy Ce…
-Cedric Diggori, lo se- era imposible mantener a raya mi manÃa de sabelotodo. Él rÃo un poco y luego agrego.
-Vaya, creo que tengo algo de fama por aquÃ.
Asà que nos hicimos amigos, aunque lo miraba muy poco, pues pertenecÃamos a casas diferentes. A pesar de eso, de vez en cuando, él aparecÃa por la biblioteca, que era donde yo pasaba gran parte de mis horas libres, se sentaba a mi lado, bajo la mirada consternada de las demás chicas, y ponÃa cara de horror al ver la cantidad de libros que tenia que estudiar.
-¿Sabes algo niña bonita?- Le habÃa suplicado hasta el cansancio que no me llamara asÃ, pero él parecÃa no entender- Creo que tus libros pesan más que tu. DeberÃas contratar a alguien que los lleve por ti. Un dÃa de estos vas a morir aplastada.
-Ja, ja, ja, que gracioso eres señor encantador-contestaba yo entrecerrando los ojos- Mejor deberÃas preocuparte por ti, porque en cualquier momento tu club de admiradoras te va secuestrar y te va a encerrar en un cuarto oscuro de donde no podrás salir.
Entonces él reÃa con ganas, se ponÃa de pie y desaparecÃa, no sin antes pasar su mano sobre mi cabeza alborotando, mis ya de por si despeinados rizos y decirme al oÃdo “ratón de bibliotecaâ€
Y es que él era el único que podÃa llamarme asÃ, sin que a mi me dieran ganas de lanzarle un hechizo por la cabeza, pues lo decÃa de una forma tan tierna que podrÃa haber hecho suspirar a cualquiera.
Cierta vez él me encontró llorando. Como de costumbre habÃa peleado con Ron, en esta ocasión a causa de nuestras mascotas. Me sentÃa tan sola y angustiada que por más que intentaba no podÃa concentrarme en mis deberes. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, resbalando por mis mejillas para luego caer sobre mi largo ensayo de Historia de la Magia que se arruino por completo. Ya no podÃa más, querÃa gritar, gritar a Ron que era un idiota, gritar al mundo que estaba harta, harta de todo. De pronto una mano se poso en mi hombro, yo me volvà y en cuanto lo vi me abalance sobre él, rompiendo en sollozos.
-¿Qué te pasa niña bonita?- me dijo tiernamente mientras con delicadeza quitaba los cabellos que se habÃan pegado a mi cara a causa de las lagrimas.
Yo le conté todo mientras el me miraba atento, su sonrisa habÃa desaparecido, pero en sus ojos habÃa comprensión.
-No te preocupes- dijo al final de mi relato- Todo se va a arreglar, si él es tan buen amigo como dices.
-¿Pero si no me perdona?
-Lo hará, créeme, y si no es asÃ- continuo esbozando una traviesa sonrisa- Sabes que cuentas conmigo para lo que sea.
Sentà que mi corazón daba un brinco y volvà a echarle los brazos al cuello.
-Gracias- susurre
-Ya basta niña bonita-agrego con buen humor- ¿Que van a decir mis admiradoras si me ven abrazándote as� Seguro se ponen celosas.
Me aparte de él riendo. Pero luego mis ojos se posaron en mi tarea arruinada. Hice un gesto de desagrado al pensar que la tendrÃa que escribir toda otra vez. El siguió mi mirada.
-Eso tiene solución- comento y con un rápido movimiento de varita mi trabajo quedo más que perfecto.
Pasaron los dÃas, llego el verano y después un nuevo curso en Hogwarts. Al entrar al colegio nos avisaron que ese año se realizarÃa el torneo de los tres magos y que los alumnos de dos escuelas extranjeras nos visitarÃan.
Él, Cedric Diggori junto a Harry Potter, fue seleccionado para competir en el torneo representando a Hogwarts. La verdad, no me sorprendió, pero para mi asombro me sentà triste porque sabÃa que eso significaba que lo verÃa mucho menos.
Un domingo por fin me tope con él. Estaba en una de las estancias del primer piso, sentado en un cómodo sillón, entre suaves cojines. Me coloque a su lado con un libro en las piernas, que no leÃa, mientras que él jugaba a soltar y atrapar la snitch. Hablamos de muchas cosas, hasta que le conté que por centésima vez me encontraba de mal humor a causa de las tonterÃas de Ron.
-Es un necio- decÃa más para mi misma que para Cedric- terco, ignorante…
-Creo que se lo que te pasa- comento él con tranquilidad mientras observaba la snitch que brillaba entre sus dedos- Tu estas enamorada de Ron
Y lo soltó asÃ, como si fuera la cosa más normal del mundo. Yo abrà los ojos como platos y lo negué enseguida.
-¡Claro que no!-grite
-¡Claro que si!- contesto él haciendo una mueca-Pero baja la voz o nos van a correr de aquÃ.
-Pero es que no es verdad- me defendÃ- Ron es odioso, es insensible, es, es…ni siquiera es guapo.
-Acepta que te gusta.
-¡No!
-Acéptalo- Dijo él y me tomo de los hombros- Hermione se te nota a kilómetros, solo hablas de él y lo quieres aunque te haga llorar tres veces por semana. Si eso no es amor entonces no se que es.
Yo lo mire molesta y me levante con aire ofendido, pero el me metió el pie y le caà encima. Nuestros rostros quedaron a centÃmetros, él reÃa, yo podÃa sentir su calida respiración. Me aparte de él.
-Eres muy infantil- dije enojada.
El sonrÃo de forma angelical y movió sus largas pestañas.
-¿Me perdonas?-dijo haciendo un puchero tan gracioso que no pude contener la risa.
En la escuela recibimos la noticia de que se celebrarÃa un baile en Navidad. Yo esperaba secretamente que Ron me invitara, pero pasaron las semanas y él no parecÃa tener la menor intención de hacerlo. Pero para mi suerte Cedric me alcanzo un dÃa cuando yo iba a clase de Transformación.
-Hola Ratón de biblioteca- dijo casi sin aliento, parecÃa que habÃa corrido un buen tramo- ¿Con quién piensas ir al baile?
-Aún no me han invitado- respondà sin darle importancia.
-Entonces ¿Quieres venir conmigo?
Yo pare en seco, lo observe buscando indicios de locura y luego sacudà la cabeza.
-¿Que dijiste?
-Que si quieres venir conmigo al baile, claro, si no tienes otros planes.
-Cedric sabes que no me gustan las bromas.
-No es una broma- contesto muy serio.
-¿De verdad quieres de tu y yo?- Dude- ¿Porqué? Tú puedes ir con la chica que quieras, podrÃas escoger…
-Si, tal vez, pero tú eres la única que pondrÃa tantos peros y tratarÃa de encontrar una razón lógica al asunto – y luego agregó- Me gusta lo complicado.
Lo observe con suspicacia adentrándome en sus bellos ojos, intentando descubrir algo que yo desconocÃa.
-Di que si niña bonita, solo como amigos- insistió
-No lo se… Esto es tan raro.
-Por favor- dijo juntando las manos en señal de suplica.
-Esta bien- me rendÃ- Pero…
-El dÃa del baile a las ocho al pie de las escaleras principales- me dio un rápido beso en la mejilla y se alejo – Adiós.
Y me dejo sola, con las últimas palabras aun en la boca, en medio de un corredor vacÃo, sin saber a ciencia cierta que habÃa pasado.
La noche del baile lo encontré como el me dijo, al pie de las escaleras. VestÃa un traje negro, camisa blanca con corbata. ParecÃa increÃble, pero estaba más guapo que de costumbre. Yo usaba un vestido azul, mi cabello estaba liso y recogido en una coleta de lado, creo que parecÃa otra, y la forma en que él me observo cuando yo baje me dio la razón.
-Señorita Hermione Granger- dijo con solemnidad- esta usted muy hermosa esta noche.
Enrojecà como tomate y rogué al cielo que él no lo notara. Me ofreció el brazo y yo lo tome, después con su varita hizo aparecer un lindo ramo de flores blancas, que desprendÃan un aroma delicioso.
-Muchas gracias-dije, tomándolas con emoción. Lo jale del traje, pues aunque llevaba zapatos de tacón alto y habÃa crecido desde tercero, apenas y le llegaba a la altura de la barbilla, y le plante un beso en la mejilla.
Cuando lo solté él tenia esa expresión en los ojos, esa que llego a serme tan familiar, como si un hubiera algo más importante en el mundo que ese lugar, ese momento y yo…Se inclino, yo retrocedà un paso, pero el rodeo con su brazo mi cintura y me atrajo. Otra vez pude sentir su aliento dulce, y tuve la sensación de que sus ojos iban a penetrar mi alma, se acerco un poco más y…
-Señor Diggori- dijo la profesora McGonagall- deberÃa darse prisa para entrar al salón, al baile va a comenzar.
Suspiré aliviada, por un momento creà que él iba… ¿A besarme? No, esa era la idea más loca podrÃa haber cruzado por mi cabeza, más incluso que pensar que Voldemort era bueno. Cedric Diggori tenÃa a la mitad de las chicas de la escuela a sus pies. El no podÃa haberse enamorado de mi ¿O si? Además, aunque yo no lo aceptara, ambos sabÃamos que sentÃa algo por Ron.â€Como amigos†habÃa dicho él, esa frase resonó en mi cabeza y me tranquilizo.
Entramos al gran comedor, que estaba más que espectacular, y al instante sentà la vista de todos sobre nosotros, desee salir huyendo, pero el me tomo fuerte de la mano y me condujo al centro de la pista. Bailamos por horas, con él una eternidad pasaba en un minuto. La música fue cambiando de tono, de la clásica pasamos al Rock y cuando me di cuenta me estábamos dando saltos y vueltas sin parar. Cedric me tomaba suavemente por el talle y me cantaba al oÃdo. Yo reÃa, era feliz, más feliz que nunca.
De pronto la música volvió a cambiar, se hizo más lenta. Él se aproximo más a mi, yo me puse un poco nerviosa aunque intente calmarme.
-Señorita-dijo rozando mi oÃdo con sus labios- es usted realmente bella, ese tal Ron si que tiene suerte.
Yo gire mi cabeza para protestar, pero él atrapo mi boca en un beso tan dulce que no me pude resistir. Mi corazón querÃa escaparse del pecho, mis manos actuaron por su cuenta y rodearon su espalda. Él tenÃa una mano en mi cintura, mientras que la otra acaricio mi hombro hasta llegar a mi cuello. Nos separamos cuando nos falto el aliento y reaccione enseguida. Me escurrà de entre sus brazos y salà corriendo de ahÃ, haciendo caso omiso a sus llamados. No pare hasta que llegue a la sala común de Gryffindor.
Estaba aturdida, mi respiración se habÃa vuelto loca, querÃa reÃr y llorar al mismo tiempo. Él me habÃa besado ¿o lo habÃa soñado? Pero no, era real, tan real que aún sentÃa su sabor en mi boca. Me senté junto a la chimenea, tenia que pensar, pero…
-Hermione- oà una voz a mis espaldas, enseguida reconocà al dueño.
-Ron ¿Qué haces?…-lo mire por encima del hombro, estaba rojo y parecÃa muy molesto.
-¿Qué estabas haciendo con Cedric Diggori?-pregunto.
-Eso no es asunto tuyo-me defendÃ.
-Por supuesto que es asunto mÃo. Hermione, él es la competencia de Harry y Harry es mi amigo y se supone que el tuyo también.
-No tiene nada que ver una cosa con la otra- Me levante y pretendà salir, no querÃa seguir escuchando tonterÃas.
-Claro que tiene que ver- respondió, como si fuera algo demasiado obvio- Te esta utilizando, solo por eso salio contigo ¿No te das cuenta?
-¡Ron!-grite- QUIERES DEJAR DE METERTE EN MI VIDA.
-Como desees, pero luego no digas que no te lo advertÃ- y con algo de sarcasmo agrego- que disfrutes tu noche.
Salio dejándome con la cabeza hecha un lÃo, por primera vez en mi vida mis pensamientos carecÃan de lógica. Intente no llorar, no por causa de Ron Wesley, pero unas tramposas lagrimas se deslizaron por mi rostro y no pude hacer nada para contenerlas. Nada me apetecÃa más que desaparecer del universo, pero tenia que aclarar mis ideas o explotarÃa.
Baje al comedor a buscarlo, pero no lo encontré ahÃ, vague por los pasillos desiertos y llegue hasta el jardÃn que estaba iluminado por las luces de pequeñas hadas que danzaban en el aire.
Al fin lo vi, de pie, cerca del lago. Aún de lejos era inconfundible. Estaba de espaldas a mi, asà que no me miro acercarme, de hecho, parecÃa bastante ocupado lanzando piedras al agua las cuales formaban ondas que se agrandaban hasta desvanecerse. Lo observe, su aspecto era distinto al de un rato atrás, su saco no estaba, su camisa lucia desarreglada y la corbata colgaba de su hombro izquierdo.
-Cedric- dije con timidez, el no dio signos de haberme escuchado, pero yo continúe- Creo que necesitamos hablar.
-Perdóname por haberte besado sin tu consentimiento- contesto y luego giro para mirarme- supongo que a eso te refieres… ¿Estabas llorando?
-¿Yo? No- mentà y como para delatarme a mi misma, limpie los últimos retos de las lágrimas que habÃa en mis mejillas.
-Otra vez Ron ¿Cierto?
Yo no conteste, no podÃa engañarlo, me conocÃa demasiado bien. Él me observo y después rÃo con amargura.
-Me tengo que ir Hermione.
-No, espera por favor-suplique- Solo quiero saber ¿Por qué me besaste?
-¿No es evidente?-me miro a los ojos- Te bese porque me gustas y ya no puedo, ya no puedo seguir siendo tu paño de lagrimas Hermione. Cada vez que te veo triste enojada a causa de él siento tantos celos que…
Puso su mano en mi nuca y beso mi frente, luego muy lentamente rozo con sus labios mi nariz y mis mejillas.
-Cedric escucha
-No Hermione, yo siempre escucho, ahora escúchame tu a mi- me tomo de los hombros y frunció el ceño- Cuando te conocà tan solo eras una niña, muy linda por cierto, pero solo eso. Luego me di cuenta que me hacia sentir tan bien estar contigo. Te vi llorando y no pude evitar consolarte. Después entendà que te amaba, desde cuando, no lo se. Eres una persona bellÃsima Hermione Granger, por fuera, pero más por dentro.
-Pero ¿Por qué nunca dijiste…?- no pude completar la frase.
-¿Que te querÃa?-sonrÃo con tristeza- Porque se que tu estas enamorada de otra persona y no querÃa perder tu amistad. Ahora supongo que ya no te veré más, aunque no me arrepiento de ese beso, siempre lo voy a recordar.
Entonces me soltó y comenzó alejarse de mÃ. Me di cuenta que se estaba despidiendo y que tal vez ya no seriamos amigos. Yo intentaba encontrar algo que decirle, pero me habÃa quedado sin palabras. No querÃa que se fuera, no después de lo que acababa de escuchar, mis ojos se humedecieron y sentà tanta angustia que creà que me iba a asfixiar y entonces lo comprendÃ.
-Adiós Hermione, te deseo buena suerte…
Pero no lo deje terminar, lo jale de la camisa y lo bese. Era el segundo beso que habÃa dado en mi vida asà que fui un poco torpe, solo acerté a apretar mis labios contra los suyos Él se quedo inmóvil por un momento pero luego tomo mi cabeza con sus manos y acaricio mi rostro. Correspondió a mi beso.
-Niña bonita-me dijo en cuanto nos separamos-¿Quieres que pierda la razón? ¿Por qué me besas si…?
-¿No es evidente?- conteste sonriendo- Por que me gustas y me he dado cuenta que no puedo estar sin ti. Cedric Diggori, no quiero dejarte ir. Creo que soy una tonta por no darme cuentas antes. Te amo.
El me abrazo y cubrió de besos mi rostro, luego me levanto en brazos y nuevamente nuestros labios se unieron. Me puso en el suelo y nos miramos por largo rato sin decir palabras.
-¡Ay no!-dije rompiendo el silencio-Olvide las flores que me diste.
-Te refieres a estas- y saco el ramo de detrás de un árbol- Las tome cuando tú saliste huyendo hace un rato.
-Lo siento- susurre- es solo que me tomaste de sorpresa, estaba algo confundida y necesitaba pensar.
Él puso en dedo en mis labios y me dijo al oÃdo.
-Eso ya no importa.
Después de ese dÃa pase los cinco meses más felices que habÃa vivido en el colegio. Era difÃcil de creer que existiera una persona mejor que Cedric, era tierno y atento, me hacia suspirar cuando lo veÃa y volver a suspirar cuando me acordaba de él. Lo amaba, era una sensación nueva, diferente y me encantaba. Pero en el fondo que tanta felicidad no podÃa ser eterna.
El dÃa del final del torneo llego, fue la última vez que hablamos, estaba radiante, el sol le daba de lleno en el rostro y sus ojos parecÃan más hermosos que de costumbre. No se porque, pero en ese momento supe que él ya no pertenecÃa. Él me sonrÃo, me dio un tierno beso en los labios y me dijo que nos encontrarÃamos después. Le desee suerte y cuando me alejaba me grito.
-Niña bonita, te amo nunca lo olvides.
Sentà un raro presentimiento, pero sacudà la cabeza y trate de no darle importancia. Solo faltaba una prueba y después de eso todo habrÃa terminado. ¿Qué podÃa salir mal?
Los cuatro participantes del torneo entraron en un laberinto, el que lograra salir de ahà con la copa seria el campeón. Espere expectante al lado de todo el colegio, pasaron lo que me parecieron horas. Luego, el grito colectivo de la multitud, Harry Potter y Cedric Diggori habÃan aparecido de pronto, con la copa en la mano, pero algo no estaba bien, él no se movÃa. Corrà hasta ellos lo más rápido que me permitieron mis piernas, cuando los tuve cerca mi ojos se toparon con algo que me petrifico. Él tenÃa en su bello rostro una expresión de infinita paz y parecÃa apaciblemente dormido, me incline lentamente sobre él, no habÃa duda alguna, estaba muerto. No recuerdo mucho después de eso, solo supe de unas manos que me rodearon y que después me encontraba en la sala común de Gryffindor, Ron tenÃa mi cabeza en su regazo. No llore, no podÃa, aquello tenia que ser un sueño.
No fui al funeral, porque por dos dÃas me encontré en un limbo entre la realidad y las pesadillas, pero unas semanas después visite su tumba. Con mi varita hice aparecer unas flores blancas que deje sobre la frÃa lapida, aunque yo no acababa de creer que él estuviera ahÃ, no, él tenia que estar en un mejor lugar.
Han pasado muchos años desde entonces, Ron, mà querido esposo es el amor de mi vida, de eso estoy muy segura, tenemos dos hijos y somos más que felices, aunque mi corazón y unas flores blancas que aún conservo ya que jamás se marchitaron saben que Cedric Diggori fue mi primer amor.