Harry Potter y la Orden del Fénix
CapÃtulo 32: Por la chimenea
El profesor Tofty lleva a Harry a la enfermerÃa, alarmado por la reacción del chico ante la visión de Sirius y Voldemort. Harry se resiste pero luego recapacita y decide ir allÃ, para asà pedirle ayuda a la profesora McGonagall. Desdichadamente, McGonagall está inconsciente a causa de los cuatro Desmaius recibidos la noche anterior, por lo que Harry decide buscar a Hermione y a Ron. Una vez que logra hallarlos y encontrar un salón de clases vacÃo, les cuenta lo que acaba de ver en sus sueños. Hermione se muestra escéptica y esgrime todo tipo de argumentos sensatos, pero Harry está absolutamente convencido de que Voldemort está torturando a Sirius en el Departamento de Misterios. Casi histéricamente, se manifiesta decidido a ir al Departamento a salvarlo. Para evitar que Harry actúe con precipitación, Hermione concibe un plan igualmente precipitado: utilizar la chimenea de Dolores Umbridge para comunicarse con el número doce de Grimmauld Place y comprobar si Sirius está allà o no. Luna y Ginny, que escucharon por casualidad la voz de Harry, deciden ayudar.
Ginny consigue despejar el pasillo de la oficina de Umbridge diciendo que alguien ha echado gas agarrotador en él. Mientras tanto, Ron va a buscar a Umbridge con el objetivo de distraerla diciéndole que Peeves está causando un alboroto en el salón de Transformaciones. Escondidos bajo la capa invisible y usando la navaja abrepuertas de Sirius, Harry y Hermione entran a la oficina de la directora y usan la Red Flu para llamar a la casa de los Black. Sin embargo, quién los atiende no es Sirius sino Kreacher. El elfo le dice alegremente que Sirius nunca regresará del Departamento de Misterios, e inmediatamente después Harry es arrancado violentamente de la chimenea por la propia Umbridge.
La directora revela que después de la entrada del segundo escarbato en su oficina, ella habÃa instalado hechizos detectores de sigilo en la puerta y que eso le permitió saber enseguida que Harry y Hermione habÃan entrado. El truco de enviarla a lidiar con un falso alboroto de Peeves tampoco funcionó porque Umbridge acababa de ser informada por Filch de que el poltergeist estaba ensuciando los telescopios. Ron, Hermione, Ginny y Luna, asà como Neville (que trató de ayudar a Ginny) fueron capturados por miembros de la Brigada Inquisitorial. Umbridge le pregunta a Harry si querÃa usar su chimenea para hablar con Dumbledore o con Hagrid, pero el chico se rehúsa a responder; la directora entonces manda llamar al profesor Snape. Es solamente entonces que Harry recuerda que Snape es miembro de la Orden y que podrÃa haber acudido a él para informarle de su visión.
El profesor de Pociones se presenta en la oficina, y Umbridge le pide otra botella de Veritaserum. Snape se sorprende de que Umbridge haya terminado ya la anterior, pues le habÃa dicho que bastaba con tres gotas de la misma para que hiciera efecto. Umbridge le pregunta si no es posible que le prepare otra, y Snape le informa de que le tomará un mes. Umbridge insiste coléricamente en su pedido, pero Snape le asegura de que es imposible proporcionarle más Veritaserum, por lo que la directora lo echa. Harry entonces le grita a Snape: «Â¡Tiene a Canuto en el lugar donde la guardan!». Umbridge quiere saber a qué hace referencia Harry, pero Snape asegura no tener idea de lo que habla su alumno y se va (no sin antes pedirle a Crabbe que no apriete tanto el cuello de Neville si no quiere que se ahogue).
Frustrada, Umbridge decide obligar a Harry a confesar torturándolo con la maldición Cruciatus. Hermione le advierte que es ilegal y que Fudge jamás lo aprobará, pero Umbridge dice que podrá ocultárselo… de la misma forma en que le ocultó que ella habÃa sido quién envió a los Dementores a atacar a Harry durante el verano. La directora levanta su varita y empieza a pronunciar la maldición, pero Hermione la detiene gritándole a Harry que tendrán que contarle todo. Umbridge le pregunta a Hermione con quién estaba hablando Harry, y la chica dice que con Dumbledore. Cuando la directora le pregunta qué querÃan decirle, Hermione contesta que necesitaban informarle que «el arma» está lista. Umbridge entonces le ordena a Hermione que la lleve adonde guardan el arma, y la chica se niega a hacerlo delante de la Brigada Inquisitorial. La joven le insinúa que podrÃan usarla contra Umbridge, y la directora considera prudente ocultarles el arma, por lo que ordena a Hermione y a Harry que la conduzcan hacia su ubicación, dejando a la Brigada para custodiar a Ron, Ginny, Luna y Neville.
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