Y llegamos al capitulo número 143 de nuestra publicación diaria y cronológica en la cual durante 198 dÃas estaremos compartiendo nuestras sorpresas, anécdotas y opiniones acerca de cada uno de los capÃtulos de la saga de Harry Potter para luego finalizar con el Epilogo. El dÃa de hoy es el turno para el capitulo número 143 de la Serie de Harry Potter.
Harry Potter y el PrÃncipe Mestizo
CapÃtulo 11: Con la ayuda de Hermione
El capÃtulo comienza explicándonos que, tal como Hermione pensaba, los tiempos libres que tenÃan los alumnos de sexto año (de los que tanto se vanagloriaba Ron) no eran horas de ocio o diversión, sino que los estudiantes debÃan emplearlas para estudiar como si tuvieran exámenes a diario. Y no sólo eso, sino que también las clases se habÃan hecho más exigentes que nunca. Ahora debÃan poder realizar hechizos no verbales en Encantamientos y Transformaciones, además de hacerlo en Defensa Contra las Artes Oscuras.
Harry, Ron y Hermione querÃan ir a hablar con Hagrid para explicarle el por qué no habÃan decidido continuar estudiando Cuidado de Criaturas Mágicas, ya que el semigigante ya no asistÃa a la mesa de profesores en las comidas y si se lo encontraban caminando por los pasillos o los terrenos del colegio, no devolvÃa los saludos. Harry decidió entonces que irÃan a la cabaña de Hagrid después de las audiciones de Quidditch, que tendrÃan lugar esa misma mañana. A propósito, Harry dijo que no entendÃa cómo el equipo de Quidditch se habÃa hecho tan popular, a lo que Hermione contestó que lo que lo hacÃa popular era él, por ser «el Elegido» y, además, porque «nunca habÃa estado tan lindo». Ron se atragantó con un pedazo de comida al oÃr estas palabras.
Mientras desayunaban, las lechuzas que traÃan la correspondencia entraron al Gran Salón. Hedwig y Pidwidgeon dejaron un paquete frente a cada uno de sus dueños, Harry y Ron, respectivamente, que resultaron ser las nuevas copias de Preparación Avanzada de Pociones. Esto provocó gran regocijo en Hermione, quien dijo que Harry podrÃa deshacerse ahora del libro que le habÃa hecho ganar la botella de Felix Felicis. Pero Harry mató sus esperanzas, intercambiando las cubiertas de los libros (el viejo y el nuevo). Asà que ahora Harry tenÃa un libro con cubierta nueva, pero el contenido seguÃa siendo el mismo, por lo que nadie notarÃa el cambio.
Hermione no pareció muy convencida por esto -sino más bien enfadada-, y se puso a leer el profeta. Comentó que habÃa habido un arresto, de un tal Stanley Shunpike, acusado de ser mortÃfago. Harry se asombró enormemente, recordando que Stan Shunpike no es más que un tripulante del afamado Autobús Noctámbulo.
Cuando terminó el desayuno los amigos se dirigieron al campo de Quidditch, donde tendrÃan lugar las pruebas. Un detalle: cuando Ron pasó cerca de Lavender, ésta le dirigió una amplia sonrisa, y el pelirrojo hizo lo mismo. Hermione no le habló durante todo el camino y se abstuvo de desearle suerte antes de ir a buscarse un buen asiento.
Al ver la cantidad de postulantes, Harry decidió que todos se formaran en grupos de diez y comenzaran a volar al rededor del campo. Fue una buena elección: los primeros diez, todos alumnos de primer año, hacÃan caer de maduro que jamás habÃan volado antes. El segundo grupo estaba conformado por niñas tan tontas -Romilda Vane se encontraba entre ellas- que cuando Harry tocó el silbato para dar inicio a la prueba comenzaron a reÃrse y apretarse las unas a las otras. El tercer grupo tuvo un amontonamiento a la mitad del camino, lo que les hizo perder estabilidad. El cuarto grupo no tenÃa escobas, y el quinto estaba integrado por alumnos de Hufflepuff.
Cuando Harry pudo, por fin, separar a los alumnos de Gryffindor del resto, pudo iniciar la audición de una vez por todas. Después de un par de horas con muchas quejas y enojos, Harry encontró tres cazadoras: Katie Bell, Demelza Robins y Ginny Weasley. Los golpeadores elegidos fueron Jimmy Peakes y Ritchie Gore, que, si bien no tenÃan la habilidad de Fred y George, eran los que más destreza habÃan demostrado.
Ahora tocaba el turno de elegir el guardián. Harry habÃa dejado esta prueba para el final para que el estadio estuviera más vacÃo que al principio, lo que significaba menor presión para los aspirantes. Sin embargo, ninguno de los cinco primeros postulantes pudo parar más de dos goles (a cada Guardián se le lanzaban cinco tiros). Cormac McLaggen, para decepción de Harry, paró cuatro. Un hecho misterioso cuya causa encontraremos un poco más abajo: en el último tiro, McLaggen se lanzó en la dirección opuesta a la pelota.
Ron, por su parte, parecÃa a punto de desmayarse cuando llegó su turno. Sin embargo, pudo atajar los cinco tiros. Gracias a esto Harry pudo decirle a McLaggen que Ron lo habÃa vencido, y Cormac alegó, amenazante, que Ginny habÃa hecho tiros fáciles para con su hermano. Obviamente, Ron se pasó horas y horas hablando sobre la espectacular demostración que habÃa dado.
El trÃo se dirigió a la cabaña de Hagrid, una vez que las audiciones de Quidditch hubieron terminado. Buckbeack estaba en la entrada, y creyeron que era una buena oportunidad para saludarlo. Pronto apareció el semigigante, quien comenzó a gritarles con voz de alarma que se alejaran, pero su expresión cambió radicalmente al darse cuenta de quiénes eran los visitantes. Entró en la cabaña y dio un fuerte portazo tras él.
Harry avanzó hasta la puerta de la cabaña y amenazó con tumbarla si no se abrÃa. Pero antes de que pudiera hacer nada Hagrid reapareció, y le advirtió que era un profesor, y que no merecÃa ser tratado asÃ. Como la frutilla del postre, lo llamó «Potter» (sin miedo a equivocarme, por primera y última vez en la serie). Harry, por su parte, lo llamó «Señor».
Los amigos intentaron explicarle a Hagrid que no tenÃan espacio suficiente en los horarios para estudiar su materia, pero el profesor no les creyó. Y asÃ, sin más, después de nombrar a Aragog, estalló en lágrimas.
Entonces pudo el trÃo conocer al fin la verdadera causa del malestar de Hagrid: Aragog se estaba muriendo a causa de una enfermedad que habÃa contraÃdo en el verano. Y, como por arte de magia, tras una breve charla en la que Harry, Ron y Hermione intentaron darle ánimos, Hagrid pareció comprender que el trÃo no tenÃa tiempo de estudiar su materia.
Cuando entraron al castillo vieron que Cormac McLaggen intentaba pasar por la puerta del Gran Salón, pero, misteriosamente, le tomó dos intentos lograrlo, pues al primero rebotó contra los marcos. Harry tomó a Hermione por el brazo y la llevó a un costado, donde su amiga le confesó haberle lanzado un hechizo para confundirlo durante las pruebas.
Ni bien entraron al Gran Salón, Slughorn les tendió una emboscada. Invitó a Harry y Hermione a una cena, esa misma noche, en su habitación. Harry alegó que tendrÃa que cumplir el castigo con Snape, pero el profesor barrigón dijo que hablarÃa con el profesor narigón para que permita al mago adolescente más famoso del mundo asistir a la pequeña fiesta. Además, invitó a Hermione, pero a Ron ni siquiera lo saludó.
Ya en la Sala Común, Hermione volvió a tomar un diario, y segundos más tarde dijo que el padre de Ron aparecÃa en una nota. Aparentemente, Arthur y el departamento que tenÃa a cargo habÃa hecho una sorpresiva visita a la Mansión Malfoy, tras recibir un aviso confidencial (que era, en realidad, el de Harry). Sin embargo, para decepción de Harry, no habÃan encontrado ningún elemento de magia negra.
Ron, que todavÃa se mostraba receloso por no haber sido tenido en cuenta por Slughorn, se fue a dormir enseguida, a pesar de que sus amigos le explicaron que ellos ni siquiera estaban deseosos de ir. Instantes después la nueva Cazadora, Demelza Robins, apareció con un mensaje de Snape para Harry. Snape habÃa mandado a decir que Harry debÃa estar en su despacho a las ocho y media para cumplir el castigo, sin importar cuántas invitaciones a fiestas haya recibido. Mala suerte.