Fanfic: Delirio en Azkaban

Fan Fiction

Encontrábase tendido incómodamente sobre el duro y frío suelo de aquella habitación de piedra firme. La humedad del océano traspasaba las paredes, y volvía el lugar aún más frío, como si ya no fuese lo suficiente. Apenas por una pequeña ventana cuadrada a más de dos metros de altura con respecto al suelo, penetraba la luz de la luna, iluminando vagamente su demacrado rostro, de tez blanca enfermiza, levemente disimulada por una poblada barba de varios días. Sus ojos estaban repletos de ojeras y de vez en cuando lágrimas furtivas resbalaban surcando caminos de tierra, que quedaban marcados. Se había sumido en ese sueño imposible, en medio de su delirio de tristeza, hambre y desesperación unidas en aquel triángulo sin fin. Al fin su mente estaba ausente, quizás primera señal de locura. De pronto un rayo cruzó el cielo en aquella tormenta, produciendo un fuerte estruendo. El mar golpeaba furiosamente las paredes y rugía como un león en su defensa.

Temblaba del espanto y del frío, sumados a los gritos espeluznantes que se solían escuchar en Azkaban: el lugar más horrible del Universo, en todos los sentidos. Era como estar muerto en vida, cegado por la oscuridad, el frío que impide sentir como fluye la sangre en las venas, la soledad, en fin…un mundo vacío. Recorría la muerte en el día a día, por aquellos largos pasillos interminables, con su negra capa ondeante, arrasando con toda la felicidad. El tiempo pasaba lento, los segundos parecían horas y la percepción del transcurso de los días era nula, con aquel tormentoso cielo, poblado siempre de nubes negras. Sentía y sabía que no duraría mucho en vida en ese lugar, olvidado de la Tierra, jamás se podría acostumbrar. De pronto comenzó a oír voces, lejanas, que se iban acercando paulatinamente, más gritos desquiciados, la música del dolor, que simplemente se la lleva el viento y se olvida. Pero qué alboroto, varias cadenas rechinaron a su alrededor, y varios rostros se asomaron a través de las indestructibles rejas forjadas en hierro firme.

-¡Pero volverá, sí! – bramó una voz femenina- ¡Antes de lo que ustedes piensan! ¡Y vendrá a por mí, su más fiel servidora! ¡Se arrepentirán! ¡Todos ustedes morirán!

Acto seguido una fría carcajada se atrapó en las paredes, y un escalofrío subió por su espalda. Se permitió asomarse más y por el amplio pasillo logró visualizar a la interlocutora de las amenazas, asediada por dos magos a cada lado, más unos cuantos dementotes por sobre su cabeza. Horribles dementotes, los seres más despreciables del Universo. Los magos la sostenían con fuerza por los brazos, apuntándola con la varita amenazadoramente, mientras ésta trataba en vano de huir, con las pesadas cadenas que arrastraba, como alma en pena. Cada vez que forcejeaban, ella les devolvía miradas asesinas. Mientras avanzaban por los pasillos, las antorchas sujetas a las paredes se iban encendiendo, cuando pasaron a su lado, las llamas crepitantes le permitieron ver el rostro de aquella hermosa mujer de perfectas facciones: poseía una mandíbula dominante, la tez blanca, los párpados pesados y un largo y sedoso cabello negro azabache caía en cascada por su espalda. La mujer vestía de negro e intimidaba. De inmediato la reconoció, y la furia llenó a fondo su orgulloso pecho. De pronto la bruja se detuvo y reconoció a su primo también, entonces ladeó la cabeza y una sonrisa burlona curvó las comisuras de sus finos labios carnosos. Una risa gutural surgió de su garganta, y en una voz áspera le espetó:

-¡Y tú qué me miras! ¡Eres un tonto, amigo de los traidores a la sangre! ¡Y aquí encuentras tu fin, asqueroso y ruin!- Volvió a reír fríamente.

-¡Cállate!- replicó él en el mismo tono desafiante de la familia.

-¡Oblígame tras esas rejas, Sirius Black!

De un tirón los Aurores que la acompañaban la forzaron a seguir su camino, mirando con desprecio al prisionero que se encontraba en el suelo, miserable.

Detrás de Bellatrix, otros tres mortífagos desfilaban por aquel pasillo, a diferencia de su compañera, éstos no se oponían y caminaban insolentemente con la cabeza mirando al piso, resignados. También los reconoció al instante: Rodolphus Lestrange (el esposo de su desquiciada prima, aunque el corazón de Bellatrix tenía otro dueño bien sabía), Rabastan Lestrange (su hermano) y Bartemius Crouch Júnior, el rebelde y agresivo hijo del célebre jefe de departamentos en el Ministerio de la Magia.

Encerraron a cada prisionero en una celda aparte. Bellatrix seguía con sus protestas y amenazas vacías. Tras unos minutos un mago de aspecto intachable, con un largo abrigo hasta el suelo, botas de cuero y un sombrero de mago, atravesó el pasillo, llevando consigo un pergamino enrollado amarillento. Caminaba rápido. El mago se reunió con los Aurors encargados de llevar a los mortífagos a sus celdas e intercambiaron breves palabras en susurros, para ello tuvieron que alejarse, ya que Bellatrix no se daba por vencida. Hablaban en una voz apenas audible, pero Sirius logró captar gran parte de la conversación.

– Así es, al fin obtienen su merecido.

– Dime Murphy, ¿cómo es que los capturaron?

– Oh, verás, a pesar de todos los asesinatos que ya han cometido, se les capturó en su último delito. Después de que el Innombrable desapareció…

– ¡Voldemort! Dumbledore ha estado tratando por años que la gente diga su nombre…

-¡Como sea! Bien, Voldemort- dijo mirando acusadoramente al mago que había osado a discutirle- después de que se esfumó, dejó a todos sus mortífagos sin protección; bien sabes que estos cobardes eran mortífagos más por miedo que por lealtad, y éstos cuatro decidieron comenzar la búsqueda del paradero de su amo. Para ello torturaron a uno de los mejores Aurores del Departamento junto a sus esposa, ustedes deben de conocerlo bastante bien, este…Frank y Alice Longbottom, sí, pero ellos se resistieron, de modo que…enloquecieron. La maldición Cruciatus..

-¡No puede ser!

– ¡Es inhumano!

-¡Longbottom! ¡Qué barbaridad!

– Así es, los personajes más carismáticos de la Orden del Fénix ya han caído, primero los Potter y ahora ellos…

A partir de ese momento no pudo seguir escuchando, el dolor llenó su alma al máximo, recordó a sus compañeros, a la Orden y…a James, a Lily…Ya no había rastro de felicidad, su alma estaba contaminada, vacía. Se dobló en un espasmo de dolor y comenzó a retorcerse en el frío lecho. Los magos volvieron la cabeza entonces, y lo vieron en su delirio sin fin, pero solo manifestaron desprecio.

– Es Black, su delirio en Azkaban.

[NOTA: Este fanfic fue escrito por Susana Niemeyer, quien anteriormente también escribió La Profecía a sus Oídos y El último recuerdo. Si desean que alguno de sus fanfics, viñetas, humor pottérico, estanterías pottéricas sean publicadas en BlogHogwarts, envíen un e-mail a contacto@bloghogwarts.com]

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Autor DrHallows

Licenciado en Letras. Actualmente se dedica a la investigación en el área de la literatura latinoamericana. A la espera de empezar los estudios de posgrado.

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