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Ahà les va:
Anteriormente en Harry Potter y el Sextante de Plata:
Capitulo 6
El InterrogatorioÂ
Por BatLumos99Â
Harry se despertó bruscamente en la silla de la sala de Ginny, después de pasar una noche llena de rostros serpentinos que silbaban y chasqueaban triunfantes. Como esa, llevaba varias noches seguidas, y cada vez que conseguÃa apartar esas imágenes, otras escenas tomaban su lugar, cada vez más inquietantes y aterradoras.
Se enjugó los ojos, todavÃa dormido, y le echó un vistazo a Ginny, que parecÃa que todavÃa estuviera dormida. Su diagnóstico no arrojó luz sobre su estado casi cercano al coma o sobre su mancha oscura en el cuello. Determinaron que habÃa sido atacada por una maldición tan poderosa como indetectable, y dictaminaron que tendrÃa que quedarse indefinidamente, hecho que supuso un duro golpe tanto para su marido como para su hermano.
Harry no se habÃa separado de ella desde que una enfermera les comunicara que podÃan visitarla, y parecÃa que no vivÃa para otra cosa que observar durante horas el cuerpo vacÃo de Ginny, absorto en las comisuras de sus labios o su melena roja como el fuego. Se habÃa desentendido del caso, aquello no le importaba en comparación con lo que habÃa ocurrido en el estadio de quidditch aquel fatÃdico dÃa, y en las horas de soledad se atormentaba en silencio, acuciado por la idea de que si Ginny no regresaba habrÃa sido por su culpa, por no haber actuado a tiempo, por no haber sospechado de Oliver, de Lee, y del resto de jugadores. Estaba dispuesto a acompañar a su esposa hasta el fin de los dÃas, y de hecho para Harry era asÃ, pues habÃa perdido el contacto con el mundo exterior, y no calculaba el tiempo pasado en esa silla, contemplando la camilla ocupada, pero le daba igual si habÃan pasado dos dÃas o si el mundo hubiera llegado a su fin. Solo le importaba quedarse con Ginny para cuidarla, aunque en el fondo de su ser una voz le decÃa que no iba a servir de nada, y Harry se hundÃa aun más en el abrumador acto que habÃa causado al utilizar el sextante de plata.
Ron y Hermione visitaban a Ginny todo lo que su trabajo y el tiempo que ocupaban en buscar al misterioso nuevo antagonista les permitÃa, pero Harry les culpaba por no dejar de lado sus obligaciones y acudir en la ayuda de la convaleciente Ginny. En cuanto sus amigos entraban, su cara se tornaba de un aspecto sombrÃo, y se encerraba en su máscara de preocupación, pero en su interior ardÃa un odio incomprensible hacia sus amigos, que no se aplacaba con nada.
Los dÃas pasaron, y Harry seguÃa desconectado del mundo. Pero pronto tuvo que volver a la acción. Ocurrió en un dÃa encapotado y húmedo, tÃpico de Londres por aquellos meses. Harry miraba una araña que se balanceaba en su tela de la esquina de la habitación, que parecÃa muy concentrada en su trabajo. No se percató de que la puerta se abrió con un gran estruendo, dejando ver a un Ron enojado y a Hermione intentado calmarle.
-¡Esto es increÃble! ¡Me quejaré a Kingsley, y por las barbas de MerlÃn que echaré a esa arpÃa del Ministerio!- masculló Ron como si estuviera escupiendo una grajea con sabor a moco.
Harry, que no habÃa visto asà a su amigo desde que los Chudley Cannons perdieran contra los Tutshill Tornados, abandonó su estado casi inerte de los anteriores dÃas y se interesó por el enfado.
-Ron, ¿qué ha ocurrido?- le preguntó Harry intentando apaciguar su enfado.
– Es esa bruja de Skeeter. Yo dije que la tenÃamos que enviar a Azkaban, pero nadie me hizo caso- resopló Ron en cuanto tomó asiento al lado de Harry-. Mira lo que ha publicado en El Profeta-.
Harry cogió el ejemplar que Ron le señalaba. La verdad es que las enfermeras le traÃan el periódico todos los dÃas, pero no se molestó ni siquiera en echarles una ojeada.
En la portada, una maga de España enseñaba sonriente el Trofeo a la Maga del Año. Buscó en el Ãndice, y al llegar al artÃculo, no le extrañaba el enfado de su amigo:
                                                 Los Asesinatos Vuelven
                                                   ¿Fraude o Broma?Â
En los últimos dÃas, se han cometido varios disturbios en lugares como Grimmauld Place, hogar de la ya desaparecida Orden del Fénix, o el estadio de Worcestershire. Todo esto nos lleva a pensar que quizás un mago tenebroso haya resurgido y ocupado el puesto que dejó libre Quien-Ustedes-Saben. Pero puede ser que algún mago quiera hacerse famoso a costa de esto. Según mi aguda observación y algunas de mis fuentes más fiables, Harry Potter tiene que ver con lo ocurrido. Algunos testigos afirman que Potter fue avistado en Grimmauld Place y que él conjuró los cuerpos encontrados allÃ, y espectadores del partido entre las Holyhead Harpies y Gran Bretaña presenciaron acercarse a los vestuarios un compinche de Potter llamado Weasley e inducir a los jugadores la maldición Imperio para atacar a los aurores y demás espectadores. Recordemos que Potter fue un personaje de dudosa credibilidad que derrotó al Señor Tenebroso por primera vez, pero que regresó misteriosamente, lo que nos lleva a pensar que tal vez no todo fue como nos lo contaron. Luego acabó por segunda vez con él durante la Batalla de Hogwarts. Pero puede que regrese otra vez, al fin y al cabo todo podrÃa ser un burda farsa mantenida para llevar a Harry Potter a la fama. Según distintos personajes del Ministerio, todo lo ocurrido puede ser una treta trazada por Potter para recuperar la fama que abandonó al convertirse en Auror, donde realizó varios actos incalificables que les detallaré en mi siguiente artÃculo. ¿Qué opinan ustedes? ¿Un nuevo enemigo o una vieja fama?Â
Al llegar al final del artÃculo, Harry sacó su varita y, apuntando al periódico, conjuro una llama que devoró la tirada en décimas de segundo. El enfado de Harry era tal que si hubiera tenido a Rita Skeeter delante la hubiera convertido en pasto para los basiliscos. Estaba iracundo, y por un momento apartó a Ginny de su cabeza. No podÃa creérselo, esa bruja se la habÃa jugado otra vez, como las veces que tergiversó su actuación en el Torneo de Los Tres Magos, o cuando tachó su relación con Dumbledore de morbosa y movida por interés mutuo. Se levantó de la silla hecho una furia, y caminó hasta la puerta. Hermione, que ya se habÃa calmado, adivinó las intenciones de Harry, y al ver que agitaba la varita, le alcanzó antes de que se desapareciera.
-Harry, no vale la pena. Solo quiere conseguir público que lea sus mentiras. Además, seguro que Kingsley no está de acuerdo con ella- repuso Hermione.
Harry recapacitó, y se detuvo ante la puerta. No podÃa dejar a Ginny, ella le necesitaba. No sabÃa que hacer, y en su interior un coro de voces le contradecÃan y le defendÃan. Solo en el fondo de su ser encontró el espÃritu que le situó por el buen camino.
 -Pues entonces iremos a ver a Kingsley -sentenció Harry.
En cuanto salieron al exterior, el trÃo buscó un callejón resguardado, y cuando estuvieron a salvo de miradas indiscretas, se desaparecieron. Tras pasar todos los encantamientos de seguridad, llegaron hasta un despacho pulcramente decorado, que desentonaba con la abarrotada mesa llena de fichas e informes. Kingsley estaba paseando por la habitación, visiblemente preocupado. En cuanto la presencia de Harry llegó a oÃdos del Ministro, giró la cabeza y clavó los ojos en su visitante. Se acercó a él y pudo descubrir unas grandes ojeras de varios dÃas en vela, y se le olvidó el motivo por el que habÃan venido. El enfado de Harry se esfumó, pensando que aquello era más importante que la arpÃa de Skeeter.
-Harry, necesitamos tu ayuda. No hemos podido descubrir nada, y la directora McGonagall está preocupada por lo sucedido. Ahora iba a explicarle los hechos, ¿querrÃais venir conmigo?-propuso Kingsley con un deje de histeria en la voz.
La idea de ir a Hogwarts le producÃa una enorme alegrÃa a Harry, ya que supondrÃa volver al único lugar al que consideró un hogar, pero también tenÃa una gran congoja. El mago podrÃa actuar ahÃ, y no querÃa que pasara nada malo en su querida escuela, después de que fuera casi destruida por Voldemort. Además, en ese lugar se encontraban sus hijos, estudiando despreocupadamente, y eso le producÃa un gran desasosiego.
-Está bien-aceptó Harry con un deje de voz. Sus amigos le miraron preocupados, y al ver la expresión de su rostro, supieron sus miedos.
Se cogieron de la mano, y la mano de Ron le condujo a una oscuridad agobiante. Segundos después, Harry abrió los ojos. Se encontraban cerca de la entrada de Hogwarts, por donde entrara en sexto año, guiado por Tonks. La silueta del castillo con sus torres y sus interminables pasillos llenó de alegrÃa a Harry. Por fin volvÃan al lugar en el que tantas aventuras habÃan vivido. No pudo apartar la idea de que el cuerpo de Voldemort se encontraba allÃ, que le infectó la mente de improviso, y su alegrÃa se disipó.
-No recordaba las vistas desde aquÃ, ¿crees que Rose se alegrará de vernos?- preguntó angustiada Hermione, como si el hecho de que su hija no se emocionara al verlos fuera lo más importante en ese momento.
-No vamos a entrar en el castillo, iremos por un atajo secreto-dijo Kingsley, echando a andar-. Nos lo enseñó Dumbledore. Privilegios de la Orden-, bromeó al ver la expresión curiosa de Harry.
Caminaron hasta la linde del Bosque Prohibido, que le trajo recuerdos al grupo. Allà fue donde conocieron a Aragog, perdieron el coche volador del padre de Ron y donde Harry perdió la Piedra de La Resurrección, aunque habÃa oÃdo que Ted Lupin la habÃa encontrado. Harry se dijo a si mismo que tendrÃa que hablar con él sobre eso.
Llegaron a un claro del bosque, y en el medio habÃa un tronco cortado. TendrÃa varios años, y a Harry le pareció peligroso, pero Kingsley se acercó a él y murmuró unas palabras. Acto seguido, agitó la varita tres veces. De pronto, un crujido monumental sacudió el claro, y Ron se echó a los brazos de Hermione. Harry no pudo contener la risa, y pensó que era la primera vez que se reÃa en varios dÃas. Kingsley les apremió a cruzar el pasadizo que habÃa surgido del tronco, algo estrecho para un adulto. Kingsley fue el primero, luego Hermione que todavÃa tenÃa a Ron encima, y por último Harry, que se adentró con decisión, dispuesto a lo que fuera.
Después de unos minutos, Harry vislumbró una tenue luz que se colaba por una rendija al final del pasadizo. Con enorme esfuerzo, pudieron abrir la losa que cubrÃa el tramo final. Se encontraron en una de las estanterÃas del despacho de Dumbledore, y enfrente de ellos estaba Minerva McGonagall, mirándoles con cierto asombro. Hermione recordó que a ella la habÃa visto más recientemente, pero a sus amigos no los veÃa desde hace casi 19 años, y en ese tiempo la gente cambiaba.
-Señor Potter, Granger, Weasley, ¿que hacen ustedes aqu� Solo me he citado con el señor Ministro-alcanzó a decir la directora.
-Minerva, les he traÃdo para informarte de lo sucedido. Ellos saben mejor que nadie lo que está pasando. Adelante, chicos.
Durante lo que duró el relato, la ex profesora hizo más muecas de asombro que de preocupación. ParecÃa que admiraba lo sucedido.
-Esto es increÃble, no puede ser. Voldemort -para Harry fue la primera vez que le oÃa decir aquel nombre- fue destruido. Tiene que ser una broma, algún personaje que quiere asustarnos -dijo McGonagall con la esperanza de que asà fuera.
-Me temo que no- repuso Kingsley con voz concisa- Además, hay otra razón por la que hemos venido. Creemos que puede estar implicado un alumno de Hogwarts -confesó el Ministro.
El silencio cayó como una pesada losa de cemento. Un alumno, «¿cómo habÃa llegado a esa conclusión?» parecÃa preguntarse silenciosamente el grupo. La directora solo miraba de hito en hito al Ministro y al grupo, tan sorprendida como el resto.
-Insinúa que un alumno de Hogwarts ha quebrantado mis normas y ha hecho todo simplemente para asustarnos -dijo McGonagall, repentinamente ofendida por la declaración.
-PodrÃa ser. No es la primera vez que un alumno se sale del camino, y quizás esa podrÃa ser la pista. Necesito que congregues a todos los alumnos que hayan ido al partido entre las Holyhead y Gran Bretaña, y si es posible al profesor Longbottom. Diles a los jefes de casa que les preparen para un interrogatorio- pidió Kingsley con su habitual pasividad. La profesora recuperó la compostura, e invocó a cuatro gatos plateados que llevaron el mensaje a los jefes.
-Estarán en el Comedor dentro de 5 minutos -informó la directora, y dicho eso abandonó el despacho. A Harry le vino a la mente aquella chica que peleó en el estadio. Ahora que lo pensaba, resultaba extraño que pudiera con varios magos más poderosos que ella. En el interior de Harry creció una desconfianza hacia aquella chica, pero la abandonó por la expresión amable que le ayudó en el fragor de la batalla.
El interrogatorio comenzó a la hora acordada. Una veintena de chicos acudieron al comedor, y todos ellos fueron interrogados individualmente. Harry se sintió extenuado, ya que el interrogatorio habÃa durado más de lo que esperaba, y todos aquellos chicos no tenÃan pinta de crear Horrocruxes ni mucho menos. Hermione era la que más se implicaba, pero Ron y Harry se habÃan distendido a los 20 minutos. Poco a poco quedaron menos sospechosos, hasta que solo quedaron dos nombres por tachar: Circe y… Edgar Dolohov.
Primero pasó Edgar a petición de Harry. QuerÃa interrogarle primero a él, todavÃa no querÃa abandonar sus ideas sobre Circe.
-Nombre- repitió Kingsley casi mecánicamente después de varios interrogatorios.
-Edgar Dolohov. Slytherin-dijo Edgar con suma paciencia, impropio de su edad. Se adelantó a Hermione al decirle su casa. Se veÃa que habÃa asimilado el método. A Harry le recordó a Dolohov precisamente, pero no por eso iba a prejuzgarle.
-¿Fuiste al partido entre las Holyhead Harpies y Gran Bretaña?-preguntó Ron interesado por la actitud del chico.
-SÃ. Me gusta ver otros partidos que no sean entre jugadores de 15 años -dijo Edgar con la misma paciencia que antes. HabÃa algo en aquel chico que no le gustaba a Harry, pero decidió que era porque su pariente fue un mortÃfago.
-¿Participaste en la pelea que tuvo lugar minutos después del comienzo del partido? -le preguntó Kingsley con renovada dureza.
-No, desgraciadamente. Ese Longbottom nos echó a todos del estadio casi a patadas. Buenos movimientos, por cierto -dijo dirigiéndose a Harry. Le pilló por sorpresa, y su tono de concesión le dio ganas de sacar la varita y aturdirle, pero se controló a tiempo con los nervios a flor de piel.
-¿Tuviste algo que ver en la posesión de los jugadores?-le preguntó Hermione, evidentemente impresionada por la actitud del chico ante Harry.
-No, yo harÃa algo más sutil, no tan brusco como lo de Wood. Sencillamente, pienso que quien lo hizo no tuvo la elegancia necesaria- repuso el chico mirando al trÃo.
A cada pregunta que respondÃa, su odio hacia aquel chico crecÃa, y cada vez más se parecÃa al mortÃfago. Pero supo contenerse durante la sesión.
-Está bien. Puede irse -dijo Kingsley tras unos minutos de interrogatorio.
-Ha sido un placer-dijo Edgar haciendo una reverencia. Se alejó por el pasillo central. Harry le contó a Ron sus sospechas sobre él. Levantó el pulgar dando a entender que compartÃa su opinión.
La puerta del Comedor se abrió y por ella apareció Circe, con la túnica ondeando por el revuelo. Era guapa, parecÃa inteligente, de cabello rubio rostro humilde. Harry sospechó al verla, pero una vez más su expresión jovial le distendió de esas sospechas.
-¿Nombre? -preguntó Kingsley.
-Circe McAdams.
-¿Casa? -preguntó Hermione.
-Ravenclaw -respondió Circe, lo que daba la razón a Harry en cuanto a que era inteligente.
-¿Fuiste al partido entre las Holeyhead Harpies y Gran Bretaña?
-SÃ, y confieso que era muy emocionante -repuso Circe.
-¿Tuviste algo que ver en la batalla que sucedió al comienzo?
-SÃ, yo venÃa del baño, me dio permiso el profesor Longbottom-desde la otra punta de la sala, Neville asintió-. Cuando llegué, me encontré con unos magos que querÃan atacarme. Les derribé, creo que el señor Potter me vio -le sonrió a Harry, que la dio la razón por que su teorÃa concordaba con lo que habÃa visto.
-¿Tienes constancia de que antes del comienzo de la batalla hubo una alarma de desaparición? -preguntó Kingsley. Esa pregunta era nueva para todos, pero nadie dijo nada.
-No tenÃa ni idea. Yo no vi a nadie, y mis compañeros tampoco- respondió Circe sorprendida por la revelación.
Varias preguntas más tarde, Circe se marchó, dando por infructuosa la pista de Kingsley. Y éste le comunicó a la directora los resultados. De nuevo en el exterior, el Ministro se desapareció el primero, alegando que tenÃa trabajo atrasado. El trÃo se quedó solo contemplando el atardecer. Harry fue el primero en hablar.
-Creo que deberÃa volver al hospital.
 -Por favor, Harry… -le suplicó Hermione. Harry entendió las segundas, y les prometió a sus amigos que no volverÃa a quedarse colgado en esa silla.
Se desaparecieron minutos más tarde, tras contemplar el atardecer como los amigos de toda la vida que eran.
                                                           ***
Pasaron varios dÃas, y no hubo novedad en el caso. Lo más tranquilizador fue que la mancha de Ginny se fue diluyendo, y los sanadores decÃan que se recuperarÃa, pero que el tiempo seguÃa siendo indefinido. A Harry le valió eso, y se incorporó de nuevo al equipo. Hermione habÃa vuelto a utilizar el sextante, alegando que descubrirÃan el lugar del próximo ataque.
Ella habÃa apuntado una y otra vez el mensaje de Oliver: lo leÃa al derecho, al revés… HacÃa un alto incluso en su almuerzo para plantear una nueva teorÃa… Harry y Ron estaban más ocupados cuidando a Ginny, por eso dejaron todo el trabajo a Hermione, quien gustaba de este tipo de acertijos.
Y, en una mañana soleada, en la Madriguera, Hermione saltó de la silla, y cogiendo el sextante, dijo:
-Harry, lo tengo. Descifré la pista de Oliver Wood.
Esperamos que el capÃtulo de hoy les haya gustado. Recuerden escribirnos a hpsextante@gmail.com con sus propuestas de próximo capÃtulo. Además, sÃgannos en Facebook, donde habrá concursos y se publicarán los mejores escritores de Fanfic de los que lleguen a nuestro email y también en Twitter…
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