Anteriormente en Harry Potter y el Sextante de Plata:
Lumos…
Bienvenidos al
CapÃtulo 8
A la luz dela Luna
Por BatLumos 99 y Tomas Marvolo
Cuando Angelina Johnson entró en la sala, se encontró a George mirando al vacÃo con los ojos ausentes, como si su parte consciente se hubiera desconectado. Se acercó a él, y le dio un golpecito para llamar su atención. Giró la cabeza para ver quien le habÃa dado, y se encontró con una hermosa Angelina que le miraba con preocupación. George recordó entonces la intervención que hizo en el ataque a la tienda, y se sintió mal por haberla preocupado. Se miraron mutuamente, como para comprobar lo que habÃa quedado de ellos. Angelina seguÃa siendo igual que antaño, una joven alta y de piel negra, peinada con una básica coleta. Aunque George la veÃa a diario, nunca la habÃa visto tan deslumbrante, aun con el semblante de preocupación que llevaba. Quizás fuera porque habÃa estado cerca de morir, pero en ese momento no le importaba. Pasados unos minutos, Angelina rompió esa aura de complicidad, casi titubeando.
—¿Qué tal estás?— le preguntó dulcemente
—Mejor. Gracias a ti, hubieras estado firmando mi herencia—bromeó George con intención de aligerar la situación, pero supo que aquel no era el momento.
—Los niños están enla Madriguera—aclaró Angelina
—Estarán bien, a mi padre siempre le ha gustado enseñarles tostadoras y motores.
Siguieron unos minutos de evidente tensión. George ya sentÃa la frase en la boca de Angelina, y se preparó para afrontarlo. Si lo superaban, serÃa la prueba definitiva.
—George, tenemos que hablar. Se que no es el mejor lugar, pero si no ya no tendremos tiempo—soltó Angelina con voz pausada y tranquila, aunque se entreveÃa que estaba hecha un manojo de nervios.
—No, a mi también me parece el mejor momento. Se que no hablamos mucho, y este es el mejor momento
—Mira, algo no funciona aquÃ. Lo he intentado llevarlo con paciencia, pensando que pasado un tiempo, acabarÃas por cambiar, pero la situación no ha cambiado—
A George le sentó como una ducha de agua helada. SabÃa que Angelina sacarÃa el tema, pero igualmente le dolió, aun sabiendo que era cierto lo que demandaba.
—Angelina, yo… no querÃa hacerte caer como yo, por eso me refugié, para que no tuvieras que sufrir por m×dijo George lentamente, como si le costara mucho trabajo asumir la cruda realidad
—Y no crees que asà es peor, que si me dejaras podrÃa ayudarte. Has estado llorando la muerte de tu hermano estos 19 años. Nos separamos a un año de casados, pues nuestro matrimonio parecÃa ser menos importante. George, te necesito conmigo. No puedo hacerlo sola, y si no haces algo, entenderé que prefieres morir amargado por su muerte—le contestó Angelina, claramente exasperada por el tema, y al hacerlo mostrara su desesperación.
Aunque era completamente verdad, George se enfureció al oÃr hablar a su esposa con esa ligereza de la muerte de Fred. Pensó en dejarla marchar, y vivir con el luto de George sin el escepticismo de Angelina. Justo cuando se lo iba a decir, se le hizo un enorme nudo en el estómago, y una voz en su interior comenzó a gritar. Le decÃa que no podÃa abandonarla, y George se sintió atado a dos personas, o Fred o Angelina.
El silencio volvió a la sala, y Angelina esperaba la decisión de George con un peso en el corazón. Angelina seguÃa enamorada de George, pero la situación se habÃa hecho inaguantable. Aprendió a vivir sola, y a criar a sus hijos sin su esposo. Los dos sabÃan el sufrimiento del otro, pero no hablaron, solo se miraron, sin pestañear casi.
Sin previo aviso, los dos se fundieron en un beso apasionado. Los dos explotaron de felicidad, porque sabÃan que podrÃan superarlo. No existÃa el pasado ni el futuro, solo el presente, y marido y mujer lo disfrutaron, adivinando mutuamente los pensamientos del otro en un ejercicio perfecto de complicidad. Sus labios siguieron unidos, y cuando pararon a respirar, una sonrisa fulgurante iluminó el rostro de Angelina, lo que le dio fuerzas a George para dar el siguiente paso.
—Lo siento mucho, Angelina. Se que no te he tratado como merecÃas, y prometo cambiar si me das otra oportunidad. Me afectó mucho su muerte, y me casé contigo pensando que tu amor me recompondrÃa, pero he sido estúpido por no dejarte ayudarme. Lo superaré, y volveremos a ser una familia— declaró un George radiante, un George que, por primera vez, creÃa en el amor.
Lo único que atinó a decir Angelina fue un confuso perdón mientras se le anegaban los ojos de lágrimas y se abrazaban, como un renovado amor que habÃa superado la mayor barrera posible.
Ajenos a esta declaración, se encontraban Harry, junto a Ron y Hermione, que seguÃan enfrascados en el sextante. Lo utilizaron de todas las formas, y no habÃa ocurrido nada. Hermione no se daba por vencida, y seguÃa introduciendo contraseñas en el aparato, pero Harry y Ron se habÃan distendido hace rato. Se sentaron en unas sillas del salón dela Madriguera, mientras Arthur Weasley ponÃa en marcha una batidora para enseñársela a Fred y Roxanne. Llevaban dÃas estancados en la investigación, y la única pista que tenÃan era el sextante.
—DeberÃamos pasar a la acción y rastrear al mago, como en los viejos tiempos—suspiró Ron recordando las cazas que llevaban a cabo los aurores contra los enemigos.
—La única pista que tenemos es el sextante, y si lo hiciéramos solo conseguirÃamos que el mago se asustara y se diera la fuga—le aclaró Harry a su amigo una vez más.
Pronto llegó Hermione, que ya se daba por vencida. Se sentó al lado de Harry, y escucharon el ruido de la batidora y los murmullos de admiración de los chicos. Para matar el tiempo decidieron recapitular y rememorar los hechos.
—A ver, el primer acto fue en Grimmauld Place, con el perro y los cuerpos—empezó Hermione
—Luego fue lo del partido y lo de Ginny—siguió Ron
—Y por último, el interrogatorio y el ataque a la tienda—concluyó Harry
El efecto que tuvo la última palabra sobre Hermione fue espectacular. Se levantó de la silla, y miró emocionada a Harry y a Ron
—Eh, un momento. ¿No oÃsteis a alguien mencionar a Dolohov durante la pelea?—preguntó Hermione repentinamente
—SÃ, es verdad— confirmó Ron viendo adonde querÃa ir Hermione
—Pero no creeréis que fue él, ¿verdad?—preguntó Harry decidido aun a no juzgar a Edgar por su parentesco
—Vamos, Harry. Los mortÃfagos lo llevan en la sangre. Deja de fingir que Edgar es inocente, y vamos a decirselo a Kingsley para que lo arresten—dijo Ron triunfante
—Espera, ¿y si no es él? QuedarÃas en ridÃculo y posiblemente se nos escaparÃa una las únicas pistas que tenemos. Ya me ocuparé yo de eso—repuso Harry
—Está bien. Pero si muestra un lado oscuro, a Azkaban con él—cedió Ron resignado
Siguieron con la investigación, y Hermione se retiró con el sextante al jardÃn. Harry y Ron se quedaron solos mientras la luz diurna daba paso a la penumbra.
—Oye, ¿Qué ha sido de Verity?—preguntó Harry
 —Nada interesante. La encontraron en su casa, traumatizada. La llevaron  a San Mungo, y allà seguÃa repitiendo lo mismo: “El resultado de los dos sucesos anteriores llevarán al cuartoâ€, “El resultado de los dos sucesos anteriores llevarán al cuartoâ€â€”dijo Ron en una perfecta imitación del tono cÃnico de Verity, que provocó una carcajada general. Harry seguÃa pensando en Verity cuando de pronto se dio cuenta del verdadero sentido de la frase.
Salió corriendo al jardÃn, y cuando llegó a la altura de Hermione, que se habÃa retirado a las lindes de la Madriguera, la llamó casi chillando de la emoción
—Hermione —dijo Harry antes de que Hermione le preguntara nada— ya se que tenemos que hacer. No recuerdas el mensaje de Verity. “El resultado de los dos sucesos anteriores llevarán al cuartoâ€. Significa que tienes que sumar los resultados del partido y de la tienda, y nos dirá donde ocurrirá el siguiente ataque—explicó Harry apresuradamente. Ron habÃa alcanzado a su amigo hace unos segundos, y escuchó la explicación de Harry. A Hermione se le iluminó el rostro
—¡Claro, tenemos que sumar las coordenadas! La del partido era 150— recordó Hermione embargada por una intensa emoción— y la de la tienda era 19— se puso a introducir las nuevas coordenadas en el sextante, y en cuanto comenzó a brillar, se lo tendió a Harry. Este, sin más miramientos, se acercó la mira al ojo.
De pronto, vio a un león que le miraba fijamente, tan real que Harry se apartó asustado. La imagen se agrandó y pudo ver a muchos más animales. Pasados unos segundos, los animales dieron paso a un claro donde una persona sin rostro contemplaba la luna llena, cerca de los animales. Como si alguien hubiera apagado la retransmisión, la imagen se apagó con un destello. Se apartó del sextante, y pudo ver a sus amigos mirándole de hito en hito.
—HabÃa animales, muchos, y luego habÃa una persona mirando la luna—aclaró Harry
— Por las barbas de MerlÃn, Harry. Los animales, la luna… Está claro ¡Van a ir a por Luna!— explicó Hermione pasado un rato
El trÃo se dio cuenta del peligro que corrÃa su amiga, y se miraron como para decirse que no la dejarÃan sola.
Se alejaron de las praderas y volvieron a la Madriguera, con un nuevo peso en su conciencia.
                                                            ***
Por la mañana, Harry se despertó al alba, y se desapareció en el jardÃn sin que nadie lo viera. La opresiva oscuridad dio paso a un paisaje llano y plagado de casas idénticas. Harry supo enseguida que habÃa llegado a su destino: Hogsmeade. Con paso decidido, se dirigió al pub Cabeza de Puerco. En cuanto entró, un fuerte olor a cabras le dejo ido, y el tabernero le echó un vistazo al forastero, y cuando supo que era Harry, le condujo a la estancia del retrato de Ariana, como en la Batalla de Hogwarts.
—Chico, me alegro de verte. ¿Qué te trae por aqu�—preguntó Aberforth Dumbledore.
—Necesito entrar en Hogwarts—
—¿Y porque no utilizas la puerta grande? Todos estarán deseosos de verte—
—Necesito entrar de incógnito—aclaró Harry
Aberforth dedujo que iba en serio, y le murmuró algo a Ariana. El retrato se abrió, y dejo al descubierto un pasadizo. Harry entró por él sigilosamente, como si alguien le espiara.
Minutos después, Harry abrió la puerta de la Sala de los Menesteres, sabiendo que sus hijos se encontrarÃan allà practicando hechizos.
En cuanto puso un pie en la sala, sus hijos giraron la cabeza, y al verle, corrieron hacia él emocionados.
—Papá, ¿Qué haces aqu�—preguntó Albus mientras Lily le abrazaba y James llegaba a su lado.
—Necesito que me hagáis un favor—dijo Harry a la vez que cogÃa a Lily y la dejaba en el suelo
—Haremos lo que sea—dijo James, orgulloso porque su padre le eligiera para hacer un recado
—¿Sabéis quien es Edgar Dolohov?:—Lily asintió por sus hermanos— Bien, pues necesito que lo vigiléis—continuó Harry
— ¿Es un sospechoso?—preguntó Lily, acostumbrada a las operaciones de su padre
—Posiblemente. Tenéis que seguirle, y sin que os vea, o sospechará.
—Por cierto, ¿mamá esta mejor?—preguntó James repentinamente preocupado—No nos dejan volver a verla—.
—SÃ, se encuentra mucho mejor.
— Por cierto, papá, Circe nos ha dicho que te ha conocido.
— SÃ, Albus. Ella me salvó la vida.
— Ella era novia de Edgar Dolohov — dijo James con un dejo de desprecio en su voz.
— Muy bien. Necesito que la traigan lo más rápido posible. Ella…
Harry no pudo terminar la frase porque sus hijos se dieron cuenta de que una nutria plateada se habÃa posado en el centro de la sala, y con la voz de Hermione, comenzó a hablar:
—Luna ha desaparecido.
Esperamos que el capÃtulo de hoy les haya gustado. Recuerden escribirnos a hpsextante@gmail.com con sus propuestas de próximo capÃtulo. Además, sÃgannos en Facebook, donde habrá concursos y se publicarán los mejores escritores de Fanfic de los que lleguen a nuestro email y también en Twitter…
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