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Para hoy hemos reservado un capÃtulo con acción. Estamos recibiendo también sus continuaciones en nuestro mail, no lo olviden!
No los demoro más:
LUMOS…
CapÃtulo 6
De viaje a Albania
Por Tomas Marvolo y Jastecuis Smilewell
Harry llegó lo más temprano que pudo al Ministerio. Ron le habÃa dicho que era mejor que fuera a descansar, él se quedarÃa de guardia. Al entrar a su oficina Harry vio a Ron dormido en su silla y pese a la situación decidió jugarle una broma a su cuñado: tomó su varita y la apuntó a su garganta
-Ronald Bilius Weasley, ¿se puede saber qué estas haciendo?- vociferó Harry imitando la voz de Hermione. Ron se levantó de un salto.
-Muy gracioso, solo estaba descansando un rato-  refunfuñó mientras se despabilaba
-Bueno me alegro que ya estés descansado y despierto, ahora vamos por el Traslador tenemos que irnos lo más pronto posible.
Harry y Ron caminaron hacia el ascensor mientras veÃan al ministro caminar rápidamente junto con un diplomago de Albania. ParecÃan discutir sobre la estancia que le habÃan asignado, El Caldero Chorreante
-Señor Ministro, le exijo que me consiga un mejor lugar que esa pocilga, por favor, ¡usted sabe quién soy yo!- decÃa el extranjero con un acento muy peculiar.
Llegando a la Oficina de Trasladores se encontraba Rita Skeeter, lista para tratar de sacar algún chisme a los Aurores
-¿Ya está listo el Traslador que le pedàseñorita Skeeter?- preguntó Ron rápidamente.
-SÃ, señor Weasley, es aquella tetera de porcelana de allÃ. Tienen un minuto
Harry y Ron caminaron hacia la tetera y una vez junto al traslador, sintieron que alguien más entraba a la habitación: era Hermione.
Se veÃa muy hermosa y sostenÃa una bolsa de papel. Corrió a abrazar a Ron y luego de besarlo, abrazó a Harry. Tendió la bolsa a su esposo y les dijo:
-¡Quiero ir! No me gusta que vayan a Albania en una misión tan peligrosa y si compañÃa.
-Muy bien, Hermione. ¿Kingsley sabe que te marchas?
-No, en realidad; pero no le importará. ¿Quieren compañÃa o no?
-30 segundos, señor Potter- dijo Rita Skeeter, que habÃa tomado interés en lo que decÃan los amigos.
-Necesitaremos toda a compañÃa que esté disponible- dijo Harry y puso una mano en el Traslador, luego Ron la suya, después Hermione que habÃa hecho una seña y finalmente una mano fina que Harry reconoció: Ginny.
Sintieron un tirón en el estómago y sin más desaparecieron, mientras se arremolinaban sobre si mismos hasta que divisaron un claro de un bosque, se soltaron de las manos y comenzaron a caminar en el aire hasta tocar el suelo
-Por las calzas de MerlÃn, aun no me acostumbro a los Trasladores- dijo Ron, quien se habÃa empalidecido por las náuseas.
-Ginny- dijo Harry a su esposa, sorprendido.
-No esperabas que Hermione me excluyera esta vez, ¿o sÃ? Me aburrÃa en casa, asà que nada mejor para alegrar el alma que una buena aventura con mi esposo el dÃa de nuestro aniversario.
¿Su aniversario? Harry lo habÃa olvidado, por completo. En más de 20 años de relación con Ginny jamás habÃa olvidado la fecha en que se hicieron novios, ni siquiera cuando huÃa de Lord Voldemort. Se estaba poniendo viejo, sin dudas, y no se perdonarÃa esa falta de memoria.
Ginny lo miró dulcemente, con su pelo rojo batiendo por la brisa que habÃa en el bosque. En los ojos de ella Harry encontró una señal de perdón.
-En marcha- dijo Ron- Tenemos un largo camino hasta la frontera mágica.
Hermio tomó de la mano a Ron y Harry a Ginny. Se pusieron en marcha durante horas, en las que solo se detuvieron a comer por espacio de 65 minutos. Esta vez Hermione habÃa roto la dieta de Ron y le habÃa traÃdo hamburguesas de carne, no sin antes decirle que esta era “una situación de emergenciaâ€. Cuando la noche comenzó a caer, se detuvieron de nuevo, ante una seña de Hermione.
-¿Escuchan eso?- dijo ella.
Todos se pusieron atentos. El clima estaba peculiarmente raro: habÃa mucha oscuridad y la neblina no los dejaba ver más allá del lugar donde permanecÃan. Por suerte la tranquilidad del bosque les permitió escuchar voces a lo lejos, en otro idioma.
Por el tono de esas voces parecÃa que estaban trabajando en algo  y se escuchaba como dejaban caer cosas pesadas, y después de un silencio que no duró mucho, se escucharon rápidos pasos entre los árboles
-Madre mÃa, ¿reconoces ese ruido Harry?- dijo Ron.
-Me parece familiar pero no sé qué es- dijo Harry mientras arqueaba las cejas en señal de duda.
-HARRY, SON ACROMÃNTULAS- gritó Ron y se empalideció.
-Cálmate, amor. ¿Recuerdas el hechizo?- dijo Hermione- Respira…1…2…3…Respira de nuevo y dÃmelo suavemente.
-Arania exumai- gritó Ron desaforado una y otra vez mientras veÃa que las gigantescas arañas comenzaban a aparecer de detrás de los árboles.
Hermione, Harry y Ginny formaron un cÃrculo y pusieron sus varitas en alto. Comenzaron a moverlas diestramente lanzando chorros de luz de un lado a otro, intentando detener la horda de acromántulas que sobre ellos se lanzaba. Hermione por su parte, junto a Ginny, se detuvo un momento para conjurar un escudo que los protegiera en caso de que los animales llegaran hasta ellos.
Diez minutos duró la invasión de arácnidos, tras los cuales Harry dijo:
-Tengo una idea, ¡cúbranme!
El Jefe del Deparetamento de Aurores salió corriendo en dirección a donde salÃa la mayor cantidad de animales y apuntó su varita al suelo del bosque. Murmuró una especie de poema en latÃn (un antiguo hechizo sin dudas) y de la punta de su varita salió una columna de luz naranja que golpeó el suelo y lo quebró. Harry sintió que la varita se le iba a quebrar en cualquier momento, comenzó a sudar y a tratar de mantener la columna de luz que, estaba seguro, lñop salvarÃa de las acromántulas.
-¿Qué está haciendo?- preguntó Ginny, que ya estaba algo cansada.
-Es magia antigua- dijo Hermione- Debe ser un conocimiento único que Kingsley compartió con él.
»Está tratando de separar esta parte de la tierra de aquella. Intenta crear un barranco o algo asà para contener las arañas.
Harry comenzó a mover la tierra. Hubo un temblor primero, casi imperceptible, pero que puso en alerta a los arácnidos. Luego la tierra se sacudió fuertemente y las gigantescas arañas salieron huyendo. Tanto Harry como Ron, Hermione y Ginny cayeron al suelo.
Unos segundos más tarde se recuperaron y fueron hasta Harry. Estaba muy sudado, y pálido. Respiraba con mucha dificultad y su varita desprendÃa humo.
-¿Harry, estás bien?- dijo Ginny.
-Un poco extenuado, nada más. Para ser Jefe de Aurores debes conocer todo tipo de magia, y ésta depende mucho de tus condiciones fÃsicas. ¡Ya no tengo 17! Dénme solo un minuto y estaré como nuevo.
Hermione se limpió la ropa y apuntó con su varita a la de Ron. Lanzó un hechizo y las manchas desaparecieron. En ese instante, Ginny dijo:
-Esta enfriando demasiado, ¿verdad?
-Si, además muy rápido- dijo Harry, poniéndose alerta.
-Ron, Harry, no se sienten como si estuvieran tristes- alertó Hermione.
-Miren arriba- gritó Harry.
Todos volvieron sus cabezas al cielo y una horda de Dementores comenzaba a rodearlos desde lo alto de los árboles que los rodeaban.
-¡Expecto Patronus!- gritaron los cuatro y una nutria, un perro, un caballo y un ciervo plateados se desprendieron de sus varitas para escudarlos de aquellos espectros, la nutria de Hermione rodeo a dos de ellos haciendo que se quedaran flotando, mientras el perro de Ron arremetÃa contra ellos. Por su parte los patronus mayores, el de Ginny y el de Harry, salieron galopando y golpearon uno por uno  hasta que se esfumaron.
Sintiéndose un poco más seguros, continuaron su camino en dirección a la frontera, hasta que divisaron una cabaña.
-¿Crees que todo esto se trate de Circe? Me parecen demasiadas protecciones para un bosque común- dijo Ron, preocupado por lo que fuera a suceder
-No lo sé y será mejor que inspeccionemos aquella cabaña. Ya es de noche y necesitamos descansar.
Harry y Ron empujaron la puerta cautelosamente, con las varitas en alto. Detrás los cubrÃan Ginny y Hermione.
Aparentemente el recinto estaba vacÃo. Por dentro vieron que estaba todo tiznado como si hubiera explotado algo y hubiera esparcido más humo que fuego. Al registrar entre lo que ahà se encontraba vieron unos libros ininteligibles como si la tinta se hubiera corrido.
-¿Que les habrá sucedido?- dijo Hermione hojeándolos.
-Creo que sé que son, cuando vi los recuerdos de Tina hubo uno en el que hablaban de los diarios del padre de Tina, que contenÃan unas investigaciones que a Voldemort le interesaban mucho, por eso los visitó cuando estuvo aquàen Albania, su hija los debió haber estado usando.
-¿Su hija?- preguntó Hermione
-SÃ, bueno al menos tengo el presentimiento que lo es. Verán en los recuerdos vi a Circe de niña en un parque siendo molestada por unos niños, y luego corrió a abrazar a Tina. Primero creà que ella podrÃa ser la madre de Circe, pero era demasiado joven. Asà que sospecho que son algo asà como primas o hermanas de crianza. O sea, la abuela de Circe adoptó a Tina un poco antes de que sus padres murieran.
Al poco rato, después que Ginny y Hermione habÃan limpiado un poco el suelo de la cabaña para dormir, todos se fueron a dormir. HabÃa dos habitaciones.
Harry, un poco más recuperado, abrazó a Ginny y la besó. Luego extrajo su varita y la agitó. De ella salieron unas chispas que salieron volando como luciérnagas en dirección al techo de la habitación y lo cubrieron, formando una ilusión parecida al techo del Gran Comedor de Hogwarts.
De pronto las tejas rojizas de la habitación desaparecieron, dejando ver un cielo muy estrellado. Luego las estrellas comenzaron a moverse y ondular, hasta que el rostro de Ginny estuvo en aquel cielo artificial. Era un espectáculo muy hermoso. Después de la punta de la varita de Harry salió un ramillete de jazmÃn:
-Feliz aniversario Ginny.
 -¿Hay alguien ahÃ?- desde fuera de la cabaña llegaron los gritos hasta los cuatro amigos, que se encontraban preparándose para continuar viaje. Aún era de madrugada, y el sol no aparecÃa en el horizonte.
Aquella voz que llamaba era inconfundible: era Teddy.
Al salir todos de la cabaña a recibirlo, Teddy les dijo aliviado:
-Papá Harry, mamá Ginny, tÃo Ron, tÃa Hermione; que bueno que son ustedes, creo que ya sé qué trama Circe.
-Sera mejor que te calles niño, te nos has escapado de aquel duelo. De no haber sido por esa torpe lechuza, ya estarÃas más que callado- interrumpió una voz desde detrás de los árboles.
Dejándose mostrar a la luz de la luna, todos vieron aparecer un grupo de magos, que tenÃan el aspecto de carroñeros.
-Señor Potter, bienvenido a Albania.