CapÃtulo 9: El Robo Perfecto
Neville se encontraba en el invernadero I ese dÃa, corrigiendo los exámenes de su clase de las ocho. Albus necesitaba tiempo para encontrar las branquialgas de su tÃo, y aunque fuera invisible era imprescindible una distracción.
– Señor Longbottom, ¿Tiene algo de tiempo?. – preguntó Boggart desde la entrada del invernadero. El plan era alejar a Neville de su escritorio.
– ¿Qué necesitas? – preguntó Neville.
– Estoy haciendo una investigación sobre la Mimbulus Mimbletonia, y solo conozco lo que he leÃdo en libros, pero nunca tuve la oportunidad de presenciar una de verdad. Tengo por entendido que usted tiene una, y me preguntaba si me permitirÃa verla para estudiarla de cerca.
– Pues este es tu dÃa de suerte. Tengo un espécimen en el otro invernadero. Solo te pido que tengas cuidado y no te acerques demasiado…
– Porque me puede atacar con su lÃquido con olor a estiércol, lo se.
– En realidad lo decÃa porque fue un regalo que me dio mi tÃo cuando era joven, pero también tienes razón en lo que dices.
Neville se retiró del invernadero I con Boggart para buscar la Mimbulus. Albus entró usando la Capa de Invisibilidad, pues no querÃa arriesgarse a ser visto en ningún momento. Su objetivo era una compuerta secreta debajo del escritorio, el cual daba al almacén general de los invernaderos, donde se guardaban las semillas y muchos otros materiales utilizados en las clases. Albus lo descubrió gracias al Mapa del Merodeador.
Para entrar habÃa que bajar por una escalera vertical de madera. El almacén era muy oscuro, y Albus no tenÃa tiempo para encontrar una lámpara, asà que sacó su varita y dijo: – Lumus.
Eran al menos quince estantes mas o menos altos, repletos de cajas con los nombres de diferentes especies de plantas (para las semillas), herramientas de jardinerÃa, y muestras vegetales en frascos encantados para evitar su descomposición. Albus pensó que de seguro en uno de esos frascos encontrarÃa las Branquialgas, asà que se puso a buscar a toda prisa. Por si las moscas, llevaba la Capa de Invisibilidad atada a su cuello.
Le tomó diez minutos, y siete estanterÃas, pero por fin las encontró: Unas Branquialgas conservadas en un frasco encantado, lo suficientemente frescas para ser ingeridas. Sacó una de ellas y la guardó en su bolsillo, para buscar las escaleras tan rápido como pudiera. Al momento de volver a subir, escuchó unas pisadas acercándose. Era su tÃo Neville, quien habÃa vuelto a la entrada del Invernadero I con Boggart.
– Me alegro de haber sido de ayuda. – dijo Neville.
– ¡Espere! – dijo Boggart, pues sabÃa que Albus todavÃa no habÃa salido. – Antes de que entre, ¿Le gustarÃa unas grageas?
– Jamás puedo negarlas.
Albus aprovechó para taparse por completo con la Capa y abrir la compuerta sin hacer ruido. Cuando vio que Neville se movÃa, se colocó contra la pared para no ser sentido.
– Ahora si debo seguir con el trabajo . – dijo Neville mientras volvÃa a su escritorio.
– Está bien, gracias por todo. – dijo Boggart, todavÃa con una gragea en la boca.
Albus se movÃa contra la pared con mucho cuidado para no hacer caer nada. Neville podÃa escucharlo avanzar, pero no estaba seguro si su mente no le estaba jugando una broma, después de todo necesitó la noche entera elaborar esos exámenes. En cuanto Albus llegó a la entrada, caminó al Castillo respirando profundamente por el alivio.
– ¿Las tienes? – preguntó Boggart cuando Albus regresó a su dormitorio en Ravenclaw.
– MÃralo tu mismo. – dijo Albus, sacando las Branquialgas de su bolsillo.
– ¿Crees que se de cuenta tu tÃo? – preguntó Scorpius.
– No lo creo. El frasco de donde lo saqué estaba muy lleno, asà que no se notará la diferen… ¡Un momento! ¡No puedes estar en esta casa! – más que sorprendido, Albus estaba preocupado.
– Descuida, no hay ningún problema mientras sepas responderle al águila, aunque muchos de tus compañeros se incomodaron al verme, y ni siquiera por ser de Slytherin, sino por ser Malfoy.
– Es cierto. – dijo Boggart. – Uno de los chicos le gritó “¡Sangre limpia pero podrida!â€
– Ya no me molesta tanto como antes.
Albus no sabÃa que decir. Si cambiaba de tema, parecerÃa que no le importa, y si seguÃa hablando de ello, solo molestarÃa más a Scorpius.
– La pregunta del águila fue sencilla, aunque no tanto para Boggart. – dijo Scorpius riéndose. Era obvio que solo querÃa cambiar el tema. – “¿Quién es el mejor asesino de la historia?â€
– Fácil, el tiempo. – dijo Albus.
– Ahora resulta que todos son unos genios hoy. – dijo Boggart, tan irónico como siempre.
– ¡ALBUS! – dijo un estudiante de Ravenclaw que entró de repente en la habitación. – Una chica pelirroja de Gryffindor te está buscando.
Albus bajó a la entrada de su casa, donde en las escaleras de afuera lo esperaba su prima.
– Rose, ¿Qué pasó? – dijo Albus.
– ¿Recuerdas a Sarah, la novia de James?
– Si, se quien es.
– Murió ayer de un infarto durante una clase de Historia de la Magia.
Albus sintió algo de tristeza, no por el suceso, más bien por la empatÃa de saber lo mal que debÃa de estar su hermano.
– ¿Cómo está James? – preguntó Albus.
– Está bien por lo que se puede ver, aunque le cuesta asimilarlo. ¿Crees que deba ir al juego de mañana?
– Depende de qué tan triste esté. A lo mejor su juicio no está en condiciones para un partido.
– También lo pensé. De todas formas el muy terco quiere ir, y tengo miedo de que le pase algo por no saber manejar sus emociones, y pierda el control en pleno vuelo. Tal vez no me agrade mucho, pero igual es familia, y me preocupa. Tu lo conoces mejor que nadie, trata de hablar con él y convéncelo de no ir.
– Haré lo que pueda.
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