Fanfic: Albus Potter y la Varita Partida – Capítulo 12

Capítulo 12: Confianza

Albus no pudo dormir esa noche. Tenía una verdadera responsabilidad sobre sus hombros: La Varita de Saúco debía ser reparada, y cuando recuperara su antiguo poder, junto con las otras dos Reliquias marcarían el curso de esta historia, terminando con el final de los infiltrados y el Fuego de Dragón, o con la extinción de los magos y la hechicería. Desde el primer día, Albus estaba decidido en no querer nada parecido a las experiencias de su padre, pero ahora no tenía otra opción, pues poseía la Capa y la Varita. Lo difícil después sería encontrar la Piedra de la Resurrección, la cual se había perdido en alguna parte del Bosque Prohibido, y luego tendría que convertirse en… no estaba seguro si querer ser el Señor de la Muerte, porque entonces no podría morir jamás, y pasaría el resto de la eternidad viendo morir a todas las personas que alguna vez conoció o llegará a conocer, sin que el tiempo pueda afectarlo a él… Si se piensa bien, la inmortalidad podía ser un castigo terrible… Aparte de estas preocupaciones, otras cosas atravesaron la mente de Albus: Si de verdad podía confiar en Boggart y Scorpius, sus mejores amigos hasta ahora. Es cierto que Scorpius salvó su vida comenzando el año, pero hay que recordar la razón por la que lo hizo, estar también atrapado en la escoba. Quizá Scorpius no lo traicionara, pues hasta ahora ha demostrado ser un buen amigo, y considerando el apellido de su familia, era imposible que tuviera algo que ver con los Fuego de Dragón, pero eso no lo eximía de revelar la verdad sobre los infiltrados y la profecía a alguien si Albus llegaba a contarle. Ahora estaba Boggart, la verdadera causa de todas sus dudas. Según él, su padre es un muggle, y su abuelo un dragonolista, algo que quizás no tenga mucho que ver puesto que “Fuego de Dragón” probablemente fuera solo un nombre y en realidad no esté relacionado con dragones verdaderos, pero la coincidencia era increíble.
Después de horas pensando y meditando, Albus recordó las palabras de McGonagall: Este pánico general, esta desconfianza, solo nos hará más débiles cuando ocurra un ataque mayor. Scorpius y Boggart tuvieron muchas oportunidades para matarlo. Lo ayudaron aun cuando lo del sueño sobre la varita parecía cosa de dementes. Albus se concentró en la única idea que necesitaba tener en su cabeza: Ellos son tus amigos, así que confía.
Albus recibió la mañana siguiente con dos noticias: Scorpius logró convencer a Draco de darle permiso para quedarse en casa de los Potter durante las fiestas, mientras que Boggart no pudo porque su familia planeaba un viaje a los refugios de dragones en Rumania.
– Lo siento, pero al parecer tenían pensado esto desde hace tiempo como una sorpresa de Navidad. – dijo Boggart.
– Descuida, yo tampoco podría negarme. – dijo Albus. – Solo prométeme que nos mandarás una postal desde Rumania.
– ¡Desde luego! Haré lo posible por mantenerlos al tanto de todo lo que haga allá.
– Y tu Scorpius, ¿Cómo convenciste a tu padre de permitirte quedarte en mi casa?
– Te aseguro que no fue sencillo. – dijo Scorpius. – Todo lo que me decía desde la chimenea era “No sabes lo arrogante que es ese Harry”, “Nunca te fíes de un Potter”, “Ten cuidado con cualquier Weasley resentido”, y así siguió hablando, hasta que se calló por un momento, y después dijo “Está bien, siempre cuando me hagas un favor…”
– ¿Cuál favor?
– Él dijo… “Si ves a Hermione, dile que lo siento…”
– ¿Sabes lo que significa?
– Ni idea.

Era el último día del castigo de Albus y Scorpius en el campo de práctica de vuelo. Esta vez, debían barrer la nieve que cubría la cancha.
– ¿Cómo haremos cuando lleguemos a tu casa? – preguntó Scorpius.
– Según papá, las herramientas de Ollivander, sus muestras de maderas mágicas y de núcleos están en mi habitación. De seguro será un completo desastre, así que entre los dos debemos encontrar el tipo de madera que necesito…
– Saúco.
– Exacto. Ahora, no se si Ollivander tenía pelo de Thestral, porque no es algo que se use mucho como núcleo de varita. Te seré sincero, nunca imaginé que fuera posible. Supongo que tendremos que conseguirlo de los Thestral que jalan los carruajes del Castillo, pero eso será en enero.
– Ok, entonces solo quieres que encontremos la madera, y ya?
– De hecho, hay algo más… Necesito una excusa para llevarme las herramientas conmigo a Hogwarts, así que… debes romper tu varita.
– ¡¿QUÉ?! ¡¿ESTÁS LOCO?!
– No ahora, sino durante la fiesta de año nuevo. Debe parecer un accidente…
– ¡NO VOY A PARTIR MI VARITA! ¡¿Por qué no la tuya?!
– Porque a Ollivander se le agotó la madera de Nogal cuando fabricamos mi varita. Sé que si tenía Ciprés de sobra, así que cuando volvamos a Hogwarts arreglaré la tuya primero.
– Mira Albus, te he apoyado en todo lo que has querido hacer hasta ahora, pero romper mi Varita de Ciprés… no lo sé… creo que ese es mi límite.
– Por favor, piénsalo bien. Esta es una oportunidad única en la vida. Además, solo me tomará un día tener la tuya lista.
– La verdad que no se…
– Confía en mi.
Scorpius recapacitó sobre tomar esta decisión o no. Según él, haber llegado tan lejos y retirarse en este punto, tan sólo por no querer dañar una varita que Albus podía arreglar fácilmente…
– Está bien. – dijo Scorpius. – Confío en ti y en tu juicio.
Las palabras de Scorpius hicieron que Albus fuera dominado por un sentimiento de culpa. Scorpius iba a romper su varita, su más leal amiga y herramienta, por ayudarlo… y aun así Albus no sabía si contarle o no sobre la profecía, y todo lo que iba a influir la Varita de Saúco sobre el destino de la sangre mágica.


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