«Â¡No en el nombre de Harry!» ha sido el grito de guerra de los últimos cuatro años en una organización que se hace llamar la Alianza Harry Potter. Se visten con túnicas, empuñan varitas y gritan hechizos de su saga favorita; no son un cosplay, son una organización activista internacional.
Su última campaña ha sido un éxito: la Warner Bros. no fomentará la esclavitud infantil. O al menos no «en el nombre de Harry». Concretamente, la productora de las ocho pelÃculas de Harry Potter no venderá ‘ranas de chocolate’ y otros productos de cacao importados por Behr’s Chocolates, una empresa acusada de esclavizar a niños en Costa de Marfil.
Puede parecer un logro menor, pero es solo la mas reciente victoria de la comunidad de ‘activismo fan’ más gigantesca de los últimos tiempos. En menos de diez años, los fans del joven mago han conseguido levantar una organización internacional con 275 sucursales en 25 paÃses diferentes; han colaborado con activistas de ‘Los juegos del hambre’, ‘Doctor Who’, ‘Firefly’, el mismo ‘Star Trek’ o incluso ‘Glee’.
«Esta victoria es un sÃmbolo fascinante de cómo es el activismo cuando está animado por la ficción en lugar de por partidos polÃticos», señala Alyssa Rosenberg en el Washington Post.
¿De dónde vienen las subculturas activistas?
El fenómeno no es nuevo, ni tampoco exclusivo de los potterheads —fans de Harry Potter—. La unión entre los seguidores nació de un sentimiento que nos resulta familiar: la rabia por una serie cancelada a la mitad.
A finales de la década de los 60, la comunidad Star Trek inició una campaña para evitar que cancelaran la tercera temporada de la serie. Organizaron un envÃo masivo de cartas a la NBC, y también se manifestaron en su sede. En 1975, Star Trek ya era inmensamente popular, y sus fans fueron más allá: organizaron otro envÃo multitudinario de cartas, esta vez dirigidas al mismo presidente del gobierno, Gerald Ford. Todo por conseguir que la NASA bautizara al primer transbordador espacial de la historia con el nombre de ‘Enterprise’, en homenaje a la nave de Star Trek. Y asà fue.
Este hito demostró que las subculturas nacidas de una serie de ficción podÃan promover intereses que iban mucho más allá de la misma serie. Sin embargo, los fans de Star Trek no luchaban por la justicia social, sino más bien por expandir ese universo freak que les unÃa. Asà pues, ¿qué lleva a una subcultura a luchar por la igualdad racial o los derechos LGTB?
De la lucha por el universo freak al activismo social
Aunque su logo es el saludo Vulcano de Star Trek, los Nerd Fighters no surgieron alrededor de una serie, de un libro ni de una pelÃcula; sino del club de fans de dos youtubers y celebrities, los hermanos Green. Los Green han conseguido convertir a los nerds normales y corrientes en una subcultura más definida: nerds comprometidos. La comunidad recauda fondos una vez al año vÃa crowdfunding y promueve campañas contra el cáncer infantil, contra la miseria en Bangladesh o por la defensa del orgullo gay.
«Los Nerd Fighters son un espacio mucho más abierto y participativo, en el que cualquiera que invoque la identidad nerd puede producir material y conseguir apoyo para desarrollar sus ideas sobre lo que significa una sociedad mejor», explica Henry Jenkins en su estudio ‘Up, up and away! El poder y el potencial del activismo fan’.
Cualquier activista que invoque la identidad nerd pasa a ser un Nerd Fighter. Sin embargo, el mismo Henry Jenkins, que ha invertido parte de su vida en investigar los grupos de activismo fan, reconoce que los fans de Harry Potter tienen, por sà solos, más poder de movilización que todos los gamers, geeks y fanboys del mundo nerd.
«No he encontrado ningún ejemplo de una organización capaz de mantener un nivel de actividad similar al de la Alianza Harry Potter, en diferentes frentes; ni de alcanzar éxitos tan innegables en las metas que se propusieron», explica en Yes.
¿Cómo se explica que un universo tan delimitado como el de Harry Potter fomente el activismo más que ningún otro?
Harry Potter: cuando un mundo de ficción desata la lucha real
«Sabemos que la fantasÃa no es solo una vÃa de escape de nuestro mundo, también es una invitación a profundizar en él», proclama la Alianza Harry Potter en su web. Pero no todas las historias de fantasÃa movilizan polÃticamente a sus fans: la fiebre activista de los potterheads es una reacción a las emociones que despiertan los mismos libros de la saga.
«QuerÃa que Harry saliera de nuestro mundo y se encontrara exactamente con los mismos problemas en el mundo de la magia. Hay intentos de imponer una jerarquÃa, hay intolerancia y está ese concepto de pureza, una gran falacia que se extiende por todo el mundo (…). Asà que, sÃ, hay un paralelismo con el nazismo». JK Rowling, autora de la saga Harry Potter, pronunció estas palabras en un discurso.
La pureza a la que se refiere Rowling divide a los ‘sangre limpia, que son hijos de magos; de los llamados ‘sangre sucia’, cuya ascendencia es mitad maga, mitad mortal. El gobierno del mundo mágico está obsesionado con la pureza de la sangre, y su presidente es un auténtico fascista.
El universo de la saga se desarrolla en un mundo mágico donde se enfrentan los poderes del bien y del mal. El gobierno, los bancos, las cárceles y los periódicos son mentirosos e interesados, están alineados con el mal y posicionados en el conflicto racial a favor de la pureza de la sangre. Además, los ‘sangre limpia’ suelen ser ricos, clasistas y mezquinos; mientras que los ‘sangre sucia’ son pobres, humildes y tolerantes.
Harry Potter es el protagonista de la saga, pero nunca un héroe solitario. La alianza es un factor decisivo, y constantemente la autora enfatiza que Harry no serÃa nadie sin su cÃrculo de amigos. Ahora bien: no es la amistad lo que acaba de una vez con todas con el mal, sino un sindicato polÃtico estudiantil llamado ‘Ejército de Dumbledore’. En él se unen todos los que luchan por la justicia, independientemente de la procedencia e intereses de cada uno. El fundador de la Alianza Harry Potter escribió: «En la Alianza queremos ser el Ejército de Dumbledore de la vida real (…) para despertar a nuestros gobiernos, corporaciones y medios de comunicación».
Todos estos elementos no solo crearon un universo de fans, sino una subcultura con intereses polÃticos; por primera vez una sola historia de ficción provocó la movilización masiva y regular de sus fans por unos intereses sociales. Quizá fue que su autora, emergida desde la pobreza más absoluta, impregnó los libros con una rabia singular.
En Harry Potter no es la amistad lo que acaba de una vez con todas con el mal, sino un sindicato polÃtico estudiantil.
ArtÃculo original de PlayGroundMag