Neville y Luna

Por: Sonia nieto ortega

-Vamos, deprisa
-¿Qué pasa Neville?¿A qué tanta prisa?
-Corre, Luna o llegaremos tarde.
-¿Tarde?¿A dónde? Por favor, Neville, dimelo.
Luna jamás había visto a Neville tan excitado en todos los años que hacía que salía con él. Recordaba perfectamente el momento en que Neville se declaró. Era un mes de junio casi diez años atrás. Hacía muy poco que se había presenciado la gran batalla en Hogwarts y que Voldemort había sido derrotado. El día era muy caluroso y estaban en el lago de Hogwarts junto con Harry, Ron, Hermione y Ginny.
-¿Quién se apunta a una partida de ajedred mágico?-preguntó Ron mientras se levantaba.
-Voy contigo-Harry también se levantó.
-Creo que yo me voy a tejer una prendas para elfos. ¿Me ayudas Ginny?
-Claro ¿Vienes Luna?
-Pues…
-Esto… ¿podría hablar un momento contigo?-Neville abrió la boca por primera vez. Estaba mirando fijamente a Luna.
-Cla…claro.
Se empezaron a alejar del lago. Hasta que no perdieron de vista la ardiente cabellera de Ron, Neville no empezó a hablar.
-Pues Luna…yo quería decirte una cosa.
-Dime lo que quieras, Neville.
-Pues…esto…yo…
-No te pongas nervioso-Luna rió suavemente y neville enrojeció.
-Es que no es fácil.
-Claro, le plantas cara al mago más poderoso de los tiempos, matas a su serpiente, te enfrentas a varios mortífagos…pero decirme lo que te gusto es mucho más dificil.
-¿Cómo sabes tú eso?
-Bueno-Luna también se sonrojó, lo que contrastó mucho con su pelo rubio-yo siento lo mismo por ti. Además se te nota.
-Pues…es verdad. Me gustas mucho, Luna. Me da igual lo que digan de ti, eres la persona más maravillosa del mundo.
-¡Oh, Neville!-esta se lanzó a sus brazos. Se arrimaron más el uno al otro. En los brazos de Neville no importaba nada. No importaba el hecho de que medio colegio les estuviese observando, ni que los de Slytherin canturrearan «Lunática y Longbottom». Tampoco importaba que Parkinson no dejara de repetir: «no sabía que te gustaban gorditos y torpes lunática»
Neville se le acercaba lentamente y un segundo después sus bocas se rozaron muy suavemente. Luna le devolvió el beso, lo más apasionadamente que pudo. Vio a lo lejos a Hermione y a Ginny radiantes de alegría. Distinguió a Harry, también muy contento y a Ron, un poco desconcertado, pero feliz igualmente. Jamás podría olvidar aquel momento.
-Ya casi hemos llegado, Luna. Solo unos minutos más.
-Por enésima vez, Neville ¿Dónde vamos?-Luna era incapaz de adivinarlo. A pesar de dominar la legemerancia era incapaz de ver dónde se dirigía con Neville, ni por qué le había echo ponerse su túnica de gala.
-Espera un poco, Luna. Es casi… aquí, es justo aquí. Abre los ojos.
Luna le hizo caso y se llevó una pequeña decepción. Un edificio alto, negro y circular coronaba la colina. Estaban frente a su casa.
-¿Qué hacemos en mi casa, Neville?
-Vamos a cojer un translador. Corre,sale en dos minutos.
Neville agarró una diadema plateada, brillante. Era preciosa. Luna puso un dedo sobre ella y al segundo siguiente sintió como si un gancho tirara de ella hacia arriba. Entraron en un torbellino de luces y colores. Y un segundo después los dos tocaron suelo. Luna se cayó. Cuando abrió los ojos se encontró rodeada por muchas personas algunas que conocía, pero otras muchas que no. Distingió a Harry, Ron, Hermione, Ginny, a su padre y a muchos de sus familiares. También la rodeaban otros alumnos de hogwarts, como Dean Thomas o Seamus Finnigan. ¿Qué hacían todos allí? Entonces Neville se arrodilló a su lado.
-Luna, te amo con todo mi corazón ¿Quieres casarte conmigo?
Luna no necesitó tiempo para pensarlo.
-Claro que sí, Neville. Me casaré contigo.
Neville puso la diadema que había servido de translador en la cabeza de Luna. Fue una boda magnífica. Todos los asistentes se divirtieron. Y Luna recibió un regalo expléndido: un cuerno de snorkack de cuernos arrugados que recibió el visto bueno de Hermione.

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