Por: Dana RodrÃguez
El reloj marcaba la media noche más 10 minutos, en cualquier momento los mortifagos entrarÃan al castillo y los relámpagos de luz verde y roja inundarÃan el paisaje…
Los presagios de Alicia se volvÃan realidad en el mismo instante en el que los pensaba, los mortifagos estaban por fin en el castillo y el temor y los gritos se apoderaron de todos los presentes.
De pronto entro a la habitación un muchacho con la cara terriblemente demacrada y pálida –tanto que algunos lo confundieron con un inferi-, se abrió paso entre las personas presentes, se subió a una mesa y, con voz quebrada anuncio:
– Están aquÃ, los mortifagos ya han entrado al castillo –
Entre los presentes se hizo el silencio absoluto, algunos miraron a sus amigos, familiares y compañeros con gesto de preocupación pero todos ellos abandonaron la sala con paso decidido.
Todos excepto dos de ellos.
En una esquina de la habitación se encontraban, sentados, cada uno en un extremo de una larga mesa, un muchacho, de cabello negro penetrante que caÃa sobre su frente ladeándose hacia la izquierda, y una muchacha de cabello con rizos abundantes color castaño oscuro también peinado hacia un lado. Alicia miraba el suelo frente a ella, se aventuro a levantar la mirada y la dirigió hacia su acompañante, sus miradas se encontraron y entonces ambos se levantaron de sus asientos y se aproximaron el uno hacia el otro, Alicia corrió hacia Skandar y le rodeo el cuello los brazos, apoyando su frente contra el hombro de Skandar mientras este le acariciaba el cabello. Por segunda vez levanto la mirada hacia Skandar que también la miro a los ojos, a los hermoso ojos color verde de Alicia mientras esta a su vez se perdÃa en los ojos color miel de Skandar, este le secó una lagrima que resbalaba por la mejilla de Alicia, luego, acariciando la misma mejilla, bajo su mano hasta el cuello de la muchacha al tiempo que deslizaba su otra mano hasta la cintura de Alicia, se miraron durante algunos segundos mas y luego con un suave movimiento Skandar se acerco hacia ella y sus labios se juntaron tÃmida pero tiernamente. Se basaron por primera vez después de haberse gustado en silencio durante casi 3 años, en ese momento un pedazo de techo del otro lado de la habitación se desplomaba victima de un hechizo que no habÃa dado en el blanco, ninguno de los dos volteo a mirar, Alicia se limito a volver a apoyar su frente en el hombro de Skandar, esta vez mientras sollozaba he intentaba contener las sacudidas que invadÃan su cuerpo. Skandar la separo con delicadeza, le dio un segundo beso y luego le dirigió una triste sonrisa mientras tomaba su mano y ambos abandonaron aquella estancia listos para enfrentarse con los mortifagos en la batalla de Hogwarts.
No hicieron falta palabras para expresar que en ese momento en su interior crecÃa el sentimiento mutuo de perderse el uno al otro.
Justo cuando abandonaban la habitación tres mortifagos se aproximaron hacia ellos, Skandar empujó a Alicia hacia el suelo evitando de esta manera que una maldición asesina le diera justo en el corazón.
-¡Expelliarmus!!- Grito Skandar despojando a aquel mortifago de su varita.
–Petrificus Totalus– Dijo Alicia desde el suelo inmovilizando a otro de los tres mortifagos que al instante se desplomo produciendo un ruido sordo y seco.
Ella se incorporo rápidamente justo cuando Skandar le hacia un hechizo aturdidor al mortifago al que le habÃa quitado su varita.
-¡Obliviate!- Grito Alicia intentando deshacerse del tercer mortifago que los atacaba, pero este se defendió conjurando un hechizo protector
Skandar, que acababa de atacar al primer mortifago, apunto con su varita al mortifago restante y con todas sus fuerzas grito:
–Confundus–
El mortifago paro en seco con cara de atontado y Alicia siguió junto con Skandar su camino hacia el Gran Comedor dejando atrás un mortifago inmovilizado, uno bajo un encantamiento confundus y uno aturdido. Pasaron al lado del corredor del séptimo piso por el que se accedÃa a la sala de los Menesteres y advirtieron humo y una pared del castillo que se habÃa desplomado. A medida que avanzaban se enfrentaban con varios mortifagos o acudÃan a la ayuda de algunos de sus compañeros que se enfrentaban con uno o varios de los seguidores de Voldemort, pero siempre cuidándose la espalda el uno al otro, siempre juntos.
Al pasar junto a una ventana se tomaron un par de segundos para admirar el aterrador paisaje: Dos gigantes –uno considerablemente más grande que el otro- peleaban violentamente a muerte mientras cientos de combatientes intentaban esquivar las pisadas de los dos gigantes al tempo que lanzaban hechizos a sus contrincantes. Cada vez más mortifagos atravesaban lo terrenos y se adentraban en el castillo donde ya empezaban a luchar los primeros combatientes.
A pesar de que la batalla no llevaba mucho tiempo, ya se veÃan cuerpos sin vida regados por el suelo de los terrenos del castillos, asà como en algunos en los pasillos del colegio.
Cuando bajaron por la escalinata de mármol, llegando al vestÃbulo, advirtieron que hacia falta una parte de la barandilla y abajo los relojes de arena que marcaban los puntos de las casas de Hogwarts estaban quebrados y las esmeraldas regadas por todo el suelo alrededor.
A cada paso que daban se adentraban mas en la batalla y el miedo que crecÃa en su interior los iba consumiendo cada vez más aprisa.
Al llegar al Gran Comedor el paisaje los dejo perplejos. Parejas de mortifagos luchando contra aurores, profesores, alumnos o miembros de la Orden era lo primero que se advertÃa, al mirar con más detalle entre los pasos de los presentes, se veÃan cuerpos que reposaban sin vida de ambos bandos y se apreciaban relámpagos de luz por donde quiera que se fijara la vista. HabÃa llegado el momento de separarse, cada uno tomarÃa por un lado y se reunirÃan al terminar la batalla, pero no pasarÃa mucho tiempo antes de que volvieran a reunirse.
Alicia vio como Skandar se alejaba de ella y decidió suprimir ese creciente sentimiento de dolor, de desesperación e impaciencia que crecÃa en su interior y se dispuso buscar un contrincante.
No paso mucho tiempo antes de que lo encontrara. Se sumió en un ardiente duelo con alguien que ella jamás supo quien habÃa sido ya que aun llevaba la mascara que lo identificaba como seguidor de Voldemort, portador de la marca.
Alicia conjuraba todos los hechizos que se le venÃan a la mente:
-¡¡Confundus!!-
-¡Expelliarmus!-
-Obliviate-
-¡¡Reducio!!-
-¡Protego!-
-¡Sectusempra!!-
-Petrificus Tota……-
Pero aquel mortifago parecÃa invencible, era increÃblemente ágil y bloqueaba todos los hechizos que la muchacha le hacia con un hechizo protector que se deshacÃa apenas el tiempo necesario para que el mortifago lanzara alguna maldición, y apenas el has de luz se desprendÃa de la varita volvÃa a materializarse aquel escudo que le impedÃa a Alicia atacar a aquel misterioso portador de la marca.
-¡Crucio!!- Rugió el mortifago
Alicia se elevo por los aires y un dolor intenso se apodero de cada rincón de su cuerpo obligándola a retorcerse victima de una fuerza incontrolable.
El mortifago ceso con aquella terrible tortura y Alicia cayo al suelo con un subido golpe, pero que comparado con el dolor que habÃa acabado de experimentar no le habÃa causado casi daño.
Apenas tuvo tiempo para ponerse en pie cuando vio al misterioso portador de la marca apuntarla con su varita directo al corazón al tiempo que decÃa:
-Avada Ked……
-Sectusempra!!-
Pero no fue ella quien conjuro el hechizo. Para su sorpresa Alicia vio como el mortifago salÃa despedido hacia delante con profundas heridas sangrantes que ponto acabarÃan con su vida si no recibÃa atención. Por un momento Alicia sintió que el tiempo se detenÃa, al caer el mortifago le dejo ver el rostro de su salvador y no le sorprendió en absoluto ver el rostro de Skandar quien desde lo lejos vio como Alicia se retorcÃa en el aire victima de una maldición Cruciatus, se dirigió hacia aquel mortifago desconocido y cuando estuvo lo suficientemente cerca apunto con su varita a su espalda y pronuncio la maldición. A pesar de estar segura de que era Skandar a Alicia le costo un poco de trabajo reconocerlo; su cuerpo presentaba heridas y quemaduras y su ropa estaba rasgada, su rostro se habÃa tornado sombrÃo y su mirada reflejaba un odio profundo por aquel que le habÃa hecho daño a la persona que el amaba y esto pronto le costarÃa la vida a aquel mortifago.
Alicia quiso correr hacia Skandar pero sus piernas no reaccionaban, nada en ella reaccionaba, asà que fue el quien se le acerco y la rodeo con sus brazos. Las palabras no acudieron a su boca a la de ninguno de los dos. Ella habÃa estado a punto de morir, habÃa saboreado a la muerte misma, pero ahà estaba, viva gracias a Skandar que la habÃa salvado de aquel portador de la marca en el último momento. Solo permanecieron mirándose unos minutos –o lo que les pareció unos minutos-, Alicia se acerco a el y con una mirada fugaz a sus hermosos ojos le dio otro beso de gratitud que este le devolvió, ambos perdieron la noción del tiempo, ignoraban si aquel mortifago seguÃa con vida, si alguien lo habÃa atendido, ignoraban todo lo que pasaba a su alrededor. Se separaron lentamente aunque de haber sido por Alicia habrÃan permanecido asà toda la noche, pero Skandar se separo y tras mirarla con sus penetrantes ojos una vez más y dirigirle una triste sonrisa por segunda vez esa noche, se dio la vuelta y se alejo para seguir luchando.
Aquel misterioso portador de la marca que habÃa sido victima del hechizo de Skandar vio como este se marchaba y con sus últimas fuerzas…
-¡Avada Kedavra!-
De repente Alicia vio como un relámpago de luz verde alcanzaba el cuerpo de Skandar, le daba un par de vueltas en el aire y luego caÃa al suelo mientras su alma abandonaba el cuerpo que le habÃa dado asilo durante tanto tiempo.
-NOOOOOO!!!-
Alicia corrió y se arrodillo junto al aun caliente cuerpo de Skandar, observando su palideciente semblante, su rostro con el rastro de su última mirada, de su última sonrisa de amor aun grabada pero que poco a poco iba desvaneciéndose. Con la sensación de que mil cuchillos la atravesaban por dentro miro por ultima vez esos hermosos ojos color miel que tatas veces la habÃan hecho suspirar, estiro su mano y con dos de sus dedos cerro sus parpados, planto un ultimo beso en los labios de la persona que amaba que ya a estas alturas eran casi del mismo color que su blanquecina piel, y se limito a recostarse sobre su pecho mientras las lagrimas recorrÃan silenciosamente sus mejillas, sin importarle qué maldición pudiera alcanzarla, que los mortifagos la pisotearan o que su alma abandonara su cuerpo tal y como segundos antes lo habÃa hecho la de Skandar.
Ya no le importaba nada, lo único que querÃa era olvidarlo todo, dejar de sentir dolor, sumirse en un profundo sueño… reunirse con su amado.
De pronto sintió como dos suaves manos se posaban con delicadeza sobre sus hombros y le daban la vuelta. Entonces advirtió a Katie con los ojos anegados en lágrimas y a Seamus con un deje de tristeza y dolor en su mirada que intentaban apartarla del cuerpo de Skandar. Alicia opuso resistencia, pero era inútil, no tenia fuerzas, y al cabo de un par de segundos lograron separarla de su cuerpo y ella se limito a mirar por ultima vez el cuerpo sin vida de la persona que habÃa amado mas que a nadie en el mundo, y lo único que anhelaba eran dos cosas: venganza, querÃa vengar a Skandar y a todas las victimas de aquella repugnante batalla, pero a la vez querÃa estar sola, querÃa correr, alejarse del castillo y adentrarse en lo mas profundo del bosque prohibido donde nadie la encontrara, querÃa llorar, gritar, y lamentarse por el tiempo perdido acompañada solo de la luna y de su arrulladora luz que tantas veces habÃan sido testigo de sus encuentros con Skandar, su primer amor verdadero.