CapÃtulo 13: Viaje de Regreso
Albus, Scorpius y Boggart viajaron en el mismo compartimiento de camino al andén 9 y ¾. Cuando llegaran a la estación, Boggart se separarÃa de ellos, asà que querÃan aprovechar todo el tiempo que les quedaba a los tres antes de dividirse.
No hablaron mucho durante el viaje. Albus querÃa aprovechar para decirles lo ocurrido en el Despacho, pero ahora no lo hacÃa por desconfianza, sino por miedo a cómo reaccionarÃan: ¿Se sentirÃan traicionados porque él no les habÃa dicho nada antes, luego de todo lo que hicieron por ayudarlo? ¿Se alejarÃan de Albus y la Varita por temor a la profecÃa y los Infiltrados? ¿SeguirÃan a su lado, pero comenzarÃan a verlo de forma diferente? Y aparte de todo esto, ¿Qué pasarÃa si ellos lo descubrÃan por su cuenta? Ahà no cabrÃa duda de que estarÃan molestos. Eran muchas las dudas que tenÃa Albus, y por eso prefirió no arriesgarse y seguir callado el tiempo posible.
El silencio relativo que habÃa en el compartimiento fue interrumpido con la aparición repentina de Rose.
– Hola, ¿Qué haces aquÃ? – preguntó Albus, contento de ver a su prima. – Pensé que estarÃas con James.
– Pues si, estaba con él, más que nada porque querÃa animarlo. – dijo Rose. – TodavÃa no supera lo de Sarah y ha estado deprimido últimamente, pero el muy cabeza dura no quiere la compañÃa de nadie, mucho menos de la mÃa, asà que lo dejé en su vagón y vine para acá.
– ¿Tu crees que se recupere?
– No lo se, pero tu lo conoces, en cuanto tenga algo con qué ocupar su mente, olvidará todo lo demás, incluyendo esa tristeza.
Albus sabÃa que eso era verdad, pero no estaba al tanto de esto: Cuando llegara Enero, James se volverÃa prefecto de Gryffindor, una idea que tuvo McGonagall para darle la autoridad que necesita para encontrar a los Infiltrados, por lo que estarÃa muy ocupado a partir de entonces.
– ¿No me vas a presentar? – preguntó Rose.
– Oh, cierto, ellos son Scorpius y Bog… – dijo Albus antes de ser interrumpido.
– ¡¿Dijiste Scorpius?!
– Si, eso dijo. – dijo Scorpius, extendiendo la mano. – Encantado en conocerte.
Rose negó la mano de Scorpius, y dijo con un tono de voz amenazador: – Escúchame bien, que no lo repetiré: Si te atreves a hacerle daño a mi primo, te haré sufrir de maneras que nunca imaginarÃas, ¿Entendido?
A Scorpius le atrajo el carácter fuerte de Rose, y a la vez no pudo evitar asustarse.
– En…entendido. – dijo Scorpius, tartamudeando y casi pálido. Rose lo siguió mirando con sus ojos voraces que por sà solos decÃan “estás muertoâ€.
– Mucho gusto, soy Boggart. – dijo quien salvó a Scorpius de seguir en esa incómoda situación, apartándolo de su posible futura asesina (ojalá estuviera exagerando, pero eso era justo lo que ella daba a entender). – También soy amigo de Albus.
Rose no le quiso responder a Boggart. En cambio, llamó a Albus diciéndole: – ¿Podemos hablar en el pasillo?
– Si, claro. – dijo Albus.
Rose sacó a Albus del compartimiento y lo llevó al vagón trasero del equipaje, para estar segura.
– ¿Por qué no me lo dijiste? – preguntó Rose.
– No le vi importancia. – dijo Albus. – Además, pensé que ya lo sabÃas.
– Solo sabÃa que eras amigo de un chico de Slytherin, pero no que justamente era Scorpius Malfoy.
– Sigo sin ver el problema.
– El problema es que su abuelo y su padre… ¡fueron mortÃfagos que trataron de matar a nuestros padres! – Rose dijo eso último como si fuera un grito que llevaba dentro y que no querÃa salir sino hasta ahora. Por suerte nadie la pudo escuchar.
– ¡Solo porque su apellido sea Malfoy no quiere decir que sea una mala persona! Tanto él como Boggart han sido buenos amigos, y no se puede juzgar a nadie de antemano tan solo porque la historia de su familia sea como es. Aunque no lo creas, lo que más quiere Scorpius es que la gente olvide ese pasado…
– ¿Cómo estás seguro de que puedes confiar en lo que dice?
– Porque yo lo entiendo. Todos esperaban que fuera como James, la viva imagen del legendario Harry Potter, y resulté en lo contrario: Un fabricante de varitas que le teme a las alturas. Tal vez a mi padre no le importe y me acepte como soy, pero qué hay del resto del mundo que sigue esperando que sea como él. ¡Scorpius y yo merecemos la oportunidad de demostrar que podemos ser más que solo unos apellidos!
– Vaya… – Rose estaba sorprendida por lo que dijo su primo. – Jamás te habÃa visto asÃ…
– Lo se. Estoy tan impactado como tu.
Hubo un momento de silencio en la discusión. Albus salió del vagón acompañado de Rose, llevándola al compartimiento donde sus amigos lo esperaban. Antes de entrar, Albus le dijo: – Una cosa más: Scorpius quiere conocerte. Le caes bien a pesar de casi traumarlo con tu amenaza. No te pido que te agrade, pero al menos trata de ser más gentil.
– Lo intentaré.
El resto del viaje fue agradable para todos. Entre los cuatro compraron muchas golosinas del carrito, de las cuales la mayorÃa fueron devoradas por Albus (recuerden, tiene los genes Weasley).
Rose se la pasó hablando con Scorpius, más que nada para ver si lo que decÃa su primo era verdad. Resultó ser que Scorpius terminó agradándole a Rose, después de que ella vio las cosas que compartÃan: Interés en el estudio de todas las ramas mágicas, grandes aspiraciones, pasión por la literatura inglesa muggle… A la final Rose le dio la razón a su primo, y dejó los paradigmas que tenÃa de Scorpius Malfoy.
En cuanto a Boggart, discutió con Albus sobre todas las especies de criaturas mágicas que conocÃa, y de las miles de mascotas que tenÃa en su casa: Desde lechuzas y gatos, hasta un unicornio y un hipogrifo. Boggart decÃa que sus amigos de la infancia veÃan a su casa como “El Mejor Zoológico del Mundoâ€, pues el simple hecho de tener un unicornio domesticado maravillaba a su querido público.
Por fin, luego de horas de viaje en tren, el Expreso de Hogwarts habÃa llegado a su destino: el andén 9 y ¾ de King’s Cross, Londres. Albus, Boggart y Scorpius se tomaron su tiempo para bajar, pues se sabÃa que las salidas se llenaban de todos los chicos que bajaban al mismo tiempo. Albus vio por la ventana del compartimiento por última vez, y la sorpresa que se llevó al ver a su padre frente a su mirada fue tan grande que ya querÃa estar con ellos.
Cuando por fin se bajaron, Albus hizo justamente lo que tenÃa pensado, abrazar a sus padres.
– Los extrañé. – dijo Albus, rodeado de los brazos de Harry y Ginny.
– Hola hijito. – dijo Ginny, feliz de tener a Albus en sus brazos nuevamente. – También te extrañamos.
– Nunca dejamos de pensar en ti. – dijo Harry. En verdad, desde que supo que Albus fue seleccionado para Ravenclaw en la primera carta que recibió de su hijo, sus pensamientos jamás abandonaron esa imagen mental de Albus caminando por los pasillos del castillo y asistiendo a sus clases. – ¿Y dónde está James?
– TodavÃa en el tren, ya debe de estar por bajar. ¡Esperen! Tengo que buscar a unas personas. ¡Ya vuelvo!
Albus salió corriendo en busca de sus amigos para presentarlos a sus padres. Rose aprovechó para saludar a sus tÃos y contarles todo lo que ocurrió en Hogwarts los últimos meses. Harry no se esperó que justo cuando su segundo hijo entrarÃa en el colegio, ocurrirÃan tantos problemas como los de su juventud.
Mientras tanto, Albus encontró a Boggart y a Scorpius cerca del tren, despidiéndose con la mano.
– ¿Ya te vas? – preguntó Albus.
– Si. – dijo Boggart. – Recibà una llamada de mis padres diciéndome que me están esperando en la calle, y que vaya pronto antes de que reciban una multa. No quise irme aun para despedirme.
– Está bien. De todas formas te veremos en Enero.
– Bueno, hasta pronto. – Boggart le dio la mano a Albus, y un rápido abrazo.
– Hasta pronto.
Luego de que Boggart se alejara entre la multitud, Albus llevó a Scorpius con su familia ya reunida, para luego ir todos juntos a la casa de los Potter en Godric’s Hollow, volando en el auto mágico nuevo que Ron le regaló a Harry para recordar los buenos tiempos en los que casi fueron aplastados por el Sauce Boxeador.
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