Fanfic: Albus Potter y la Varita Partida – Capítulo 19

Capítulo 19: James

James había recibido una invitación de Hagrid para ir a tomar el té. El ya viejo semigigante esperaba encontrarse con aquel chico enérgico y alegre que trataba de convencerlo de aumentarle las notas en los exámenes. En cambio, se encontró con un James deprimido y enojado, que apenas medio probaba su taza solo para complacer a Hagrid.
– Oye, no debes tomártelo como si fuera algo personal. – dijo Hagrid. – Te ves como si estuvieras destruido por dentro.
– Ya tengo suficiente con que Lawrence me sermonee. – dijo James.
– El día en que los sermones tengan límite, no me quiero imaginar como sería este mundo.
– Si tan solo hubieras estado ahí, tal vez entenderías mejor…
– ¿Crees que no entiendo cuando un Potter está pasando por un momento difícil en su vida? Si supieras todas las veces que vi a tu padre con un peso sobre sus hombros.
– Pero eso es a lo que quiero llegar, no soy mi padre, tal vez ni siquiera sea un Potter… Soy James. He tratado de ser como él toda mi vida, y ahora que tuve la oportunidad de ser un héroe al igual que él lo fue… – James no supo qué más decir, pero ya su punto estaba claro para Hagrid.
– Créeme que te pareces más a él de lo que te imaginas. Harry no buscaba ser igual a nadie, o trataba de probar lo que valía, sólo le importaban sus amigos y amaba a su colegio, y por eso salvó Hogwarts en tantas ocasiones. Tal vez no seas su viva imagen, pero su valor habita en tu corazón, eso te lo aseguro. En lugar de vivir frustrado porque no eres como él o porque sientes que nada está saliendo bien, trata de no pensar en esas inquietudes y en preocuparte tan solo por ser tú mismo, sin importar cómo te vean las personas o cómo resulte todo lo demás. Quien sabe, a lo mejor terminas haciendo más cosas que él con tan solo dejar esas aflicciones en el olvido…
– ¡James, ven rápido! – gritó Tania, la prefecto de Hufflepuff, desde una de las ventanas de la cabaña de Hagrid. – ¡Encontramos un Infiltrado en el Bosque Prohibido!
– ¡Voy para allá! – dijo James. – Después seguimos hablando Hagrid.
– Cuando quieras, siempre estaré aquí con una taza de té esperándote. – dijo Hagrid.
Tania guió a James a una parte profunda del Bosque Prohibido. Eran las doce de la tarde, y aun así las sombras de los árboles daban la ilusión de que estaba oscureciendo.
– ¿Por qué nos alejamos tanto del castillo? – preguntó James. Las sospechas invadieron su mente… habían caminado demasiado, y sin señales de nada fuera de lo normal.
– Tranquilo, aquí es a donde te quería llevar. – dijo Tania. – ¡PETRIFICUS TOTALUS!
James no pudo reaccionar a tiempo y no se salvó de quedar paralizado por completo. De los árboles, bajaron unos alumnos ocultos entre las ramas, a quienes James conocía muy bien: Raymond Aizawa (prefecto de Ravenclaw), Leopold Howlett (prefecto de Slytherin) y Marcus Bannister (prefecto de Gryffindor).
Marcus se acercó a James, y mirándolo a los ojos le dijo: – Supongo que ahora ya no tengo que obedecerte, ¿Verdad?
Los Prefectos llevaron al James paralizado a un campamento improvisado oculto dentro del Bosque Prohibido. Allí, Raymond quitó la parálisis con un contrahechizo, luego de atarlo a un árbol cercano con una cuerda mágica irrompible.
– Dime, ¿Qué se siente estar atado de esa forma? – dijo Marcus. – Así degradaste a varios de mis hermanos con tus interrogatorios con McGonagall.
– ¡TU Y TUS HERMANOS PUEDEN IRSE AL INFIERNO! – gritó James.
– No gracias, ese lugar ya está reservado para tu raza de demonios.
– Perdemos el tiempo, haz que te diga lo que queremos saber de una vez. – dijo Raymond.
– Verás, estamos interesados en una vieja reliquia familiar tuya, un trozo de tela que te vuelve invisible…
– No se de qué están hablando. – dijo James, tratando de aparentar ignorancia.
– Por supuesto que no esperábamos que nos dijeras donde está tu Capa de Invisibilidad.
– Al menos díganme para qué la quieren.
– Creo que esto te puede servir de pista. – Marcus sacó de su bolsillo una pequeña piedra oscura con forma de diamante. – La encontramos en el bosque hace dos años. No me digas que no la reconoces.
“La Piedra de la Resurrección”, pensó James. De repente, le vino a la mente la profecía de Trelawney, “Cuando las tres piezas se hayan juntado…”
– Están buscando las Reliquias. – dijo James, atemorizado.
– Por fin lo entendiste. Verás, hace un tiempo atrás tu tía la ministra publicó la nueva edición de “Los Cuentos de Beedle el Bardo”, con una historia más que interesante sobre unos objetos creados por la mismísima Muerte, y que juntos le daban a su portador un poder incalculable. Al principio nadie del Fuego de Dragón lo tomó en serio, hasta que encontré la Piedra en mi cuarto año mientras vagaba por el bosque en busca de un buen lugar para este campamento. Luego de eso, nos enteramos de dos leyendas más relacionadas con tu padre: Que era poseedor de la Capa, y que además había oculto la Varita en algún lugar del colegio. Nos volvimos prefectos para usarlo como excusa durante nuestras excursiones nocturnas por Hogwarts en búsqueda de la Varita. No tienes idea de las semanas que pasamos aprendiendo a hablar parsel, tan sólo para descubrir que la Cámara Secreta no tenía el secreto que queríamos, y sin embargo encontramos algo que nos sería útil en un futuro cercano: Al parecer, Salazar Slytherin había oculto un huevo de basilisco en un compartimiento al fondo de la Cámara, y que solo eclosionaría con una serie de encantamientos. Nos llevamos el huevo y empezamos a criar pequeños basiliscos que matamos cuando los hacemos crecer lo suficiente para extraerles los ojos y el veneno…
– Los ojos de basilisco… – exclamó James.
– Gracias por decir lo obvio. Ahora, ¿En qué estaba? ¡Ahh si! Al darnos cuenta que encontrar la Varita sería inútil, decidimos que debíamos conseguir tu Capa primero, y por ello comenzamos los ataques al azar, para que te vieras forzado a convertirte en Prefecto por McGonagall, y cuando se diera el momento, fueras atraído a este punto como insecto a un bombillo. Tan solo debíamos decir que atraparías a otro infiltrado al hacerlo…
– Ok Marcus, ya te divertiste, ahora a lo que venimos. – dijo Tania.
– ¡¿Qué acaso no puedo disfrutar del momento?! ¡Tengo a James Potter donde lo quería y debo limitar mi regocijo! Supongo que seguiremos más tarde con nuestra charla, ahora dinos donde está la Capa.
– ¡JAMÁS! – gritó James. ¡Tendrán que hacer algo mejor si quieren que hable!
– Eso pensé. Leo, haz lo tuyo.
Leopold puso su varita en frente del rostro de James, y dijo: -¡Legeremens!
James sintió como la mente intrusa invadía sus recuerdos. Harry lo había entrenado para ser un oclumante, pero aun así la fuerza del hechizo era demasiado para él. Su cerebro se abrió como un libro a la voluntad de Leopold, quien localizó el recuerdo que buscaba… “Albus, quiero que te quedes con la Capa…”
Leopold se desenlazó de la mente de James, y dijo: – El hermanito la tiene.
– Así que dejaste el cuidado de una de las Reliquias de la Muerte a un niño pequeño, que poco inteligente de tu parte. – dijo Marcus. – Mientras hablábamos, Tania aprovechó para quitarte algo de cabello, ya sabes lo que pasará después…
– ¡SI SE ATREVEN A HACERLE ALGO A MI HERMANO!
– No creo que hagas mucho desde aquí. Raymond, ¿Tienes la poción multijugos?
– Aquí está. – dijo Raymond, sosteniendo un frasco con una sustancia verde y olorosa dentro, donde Marcus colocó el cabello de James.
– Descuida, no le haremos daño a Albus. Lo más probable es que nos la entregue voluntariamente, tan solo por complacer a su hermano mayor…
– ¡EN CUANTO ME LIBERE DE AQUÍ, VOY A…! – gritó James.
– Y de nuevo volvemos a lo mismo. Tania, encárgate de cuidarlo mientras no estoy.


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