Si Ron hubiera muerto…

Vamos a imaginar por unos minutos qué hubiera pasado si la noche de la batalla en el castillo Ron hubiera muerto a manos de… vamos a darle una muerte digna y decir que murió a manos de Bellatrix. Entonces, ¿qué hubiera pasado entre Harry y Hermione? Por supuesto, no podemos olvidar el factor Ginny. ¡Que comience la función!

            Un grito desgarrador por parte de Hermione hizo que Harry volteara y, ahí, en medio del caos, el ruido, hechizos que iban y venían, Harry vio a Ron tendido en el suelo. Quería correr a abrazar a su amiga y acercarse a Ron con la mínima esperanza de que quizá estuviera desmayado, aunque en el fondo sabía que ese jamás sería el caso, pero sabía que no podía distraerse ni un momento porque su vida dependía de ello. Decidió bloquear sus sentimientos hasta que pasara el peligro.

                        Tras entregarse a Voldemort, morir, revivir y, por fin, vencerlo en la última y épica batalla, Harry logró, por fin, entregarse a lo que sentía. Se acercó al grupo, ahora menos numeroso, que lloraba de muerte de Ron y Fred. Hermione también estaba ahí, abrazando a Ginny. Al ver tan desoladora escena, y sintiéndose enteramente culpable de ella, Harry tragó saliva y aceleró el paso. Al verlo, la señora Weasley se levantó, extendió sus brazos y lo abrazó con fuerza. Tras dedicar un abrazo a cada Weasley, Harry pudo, por fin, acercarse a Ginny y a Hermione. Se sentó entre ambas, y lloraron abrazados los tres.

Harry y Hermione pasaron una temporada en casa de los Weasley. Ginny estaba deprimida por la muerte de sus dos hermanos y, aunque buscaba consuelo en Harry, no habían retomado su relación. El tema ni siquiera había sido mencionado.

Una noche, ya pasadas las 12, Harry, Hermione y Ginny conversaban en la sala. Recordaban momentos vividos en las instalaciones de Hogwarts en los que Ron estuviese presente… que eran prácticamente todos. Eran casi la una de la mañana cuando Ginny se quedó dormida, con su cabeza recostada en el posa brazos del sofá. Harry estaba dispuesto a cargarla y llevarla a su habitación, pero Hermione se le adelantó:

–Wingardium Leviosa

Harry miró a Hermione y dijo:

–Of course… En qué estaba pensando.

                        Hermione se limitó a sonreír mientras, concentrada en no dejar caer a Ginny, la llevaba hasta su cuarto. Una vez que Ginny estuvo en su cama. Harry y Hermione se sentaron nuevamente en el sofá.

–Pobre Ginny… -dijo Hermione suspirando.

–Ginny no es la única que está sufriendo. Tú también y yo también –fue la respuesta de Harry.

–Sí, pero en una noche perdió a dos de sus hermanos.

–Tú perdiste a tu novio -dijo Harry con la vista clavada en la chimenea.

–Mi novio…

–Bueno, a quien sabías que iba a ser tu novio pero que lo querías como si ya lo fuera. Además, lo conocías desde hacía seis años –aclaró Harry.

                        Hermione, con la vista clavada en el suelo, sonrió. Levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Harry. Sus ojos estaban luminosos. Harry se dio cuenta y extendió sus brazos para abrazarla. Hermione le devolvió el abrazo. No pudo evitar llorar. Harry la abrazó lo más fuertemente que pudo. Hermione sollozaba. Harry no sabía qué decir, pero quería consolar a su amiga.

-Hermione, mira, yo no soy el mejor para manejar estas situaciones pero, lo único que sé…

La tomó por la cara, le limpió las lágrimas con los pulgares y, sonriendo, le dijo:

-Hermione, tú vas a estar bien. Eres la bruja.. la mujer… más inteligente que conozco. Eres muy bonita. Y te vas a volver a enamorar. Cualquier hombre que no esté enamorado de ti es un idiota.

Hermione, entre lágrimas, sonrió.

–Eso significa que, o estás enamorado de mí, o eres un idiota. Según tus argumentos.

Harry sonrió.

–Sí… Pero yo no cuento, porque Ron era mi mejor amigo.

–All right –respondió Hermione con una sonrisa. Tras la cual volvió su expresión de tristeza–. Lo voy a extrañar mucho –logró decir por fin.

–Yo también -respondió Harry con dificultad, pues él también sentía ganas de llorar.

Abrazados nuevamente. Harry le besó la cabeza. Permanecieron así un largo rato hasta que Hermione, que hasta ese momento había tenido su cabeza recostada del hombro de Harry, se incorporó. Se miraron a los ojos, que se hallaban a escasos centímetros de distancia. Hermione cerró los ojos, suspiró y se levantó pues comprendía que cualquier deseo que sintiera en eso momento era producto de su vulnerabilidad. Rápidamente le deseó las buenas noches a Harry y se alejó dejándolo solo en la sala.

Harry, que al igual que Hermione comprendía lo que acababa de pasar, dijo en voz baja como si hablara con Ron:

–No te voy a hacer eso, Ron… ni a Ginny tampoco.

                        Se levantó él también y se dirigió a la habitación que había sido de Bill. No había querido dormir en la de Ron. Al pasar por la habitación en la que dormían Ginny y Hermione, Harry se detuvo por un segundo y, contra su voluntad, imaginó cómo habría sido ese inexistente beso con Hermione.

–Harry, stop –se dijo en un tenue susurro y se obligó a irse a la habitación de Bill de una vez.

Día siguiente…

Hermione fue la primera en levantarse. Tras vestirse, tomó un libro y se dirigió a la sala para sentarse a leerlo en el sofá. No habían pasado 15 minutos cuando Harry apareció en la sala (cabe destacar que el desconocía el hecho de que Hermione se hubiera despertado). Al escuchar a alguien acercarse, Hermione bajó el libro. Al encontrarse con Harry, le dedicó un débil «hola».

–Buenos días –fue la respuesta de Harry.

Y se sentó junto a su amiga. Hermione continuó leyendo. Sin nada que hacer, Harry miró por la ventana y se dio cuenta que el jardín delantero de la residencia Weasley estaba lleno de gnomos.

–¿Crees que deberíamos sacar a los gnomos del jardín?

                        Hermione levantó la mirada y, aunque no era su labor favorita, sabía que la señora Weasley lo agradecería mucho, por lo que accedió. Llevaban unos 20 minutos trabajando cuando Harry pudo ver que Hermione se limpiaba una lágrima con el dorso de la mano. No le gustaba ver a su amiga triste, así que, con las manos llenas de tierra, se acercó a ella y le dijo:

–Hermione…

Hermione levantó la cara y, antes de que pudiera reaccionar, Harry le pasó sus dedos llenos de tierra. Normalmente habría lanzado una exclamación de asco y disgusto, pero como la tristeza, irónicamente, hace que estemos más propensos a reír, la joven soltó una carcajada. Seguidamente, tomó ella tierra en sus manos y las pasó por la cara de Harry.

–No ensucies los lentes, no ensucies los lentes…

–Ah, ¿no? ¿Tú puedes embarrar mi cara de tierra sin mi permiso y yo no puedo ensuciar tus lentes?

Tras decir esto, Hermione tomó los lentes de Harry.

–No los voy a llenar de tierra, pero sí te voy a dejar sin poder ver un buen rato.

En otras circunstancias, Harry se habría, simplemente, sentado en el suelo hasta que Hermione le devolviera los lentes. Sin embargo, optó por perseguirla. Hermione corría con el brazo extendido para que Harry no pudiera recuperar sus lentes. Harry logró alcanzarla y, con un brazo, la tomó por la cintura, mientras, con el otro, intentaba tomar la mano de Hermione, que se movía de un lado al otro. Hermione estiró su brazo lo más que pudo para que Harry no pudiera alcanzar sus lentes, por fin Harry lo logró. Estaban frente a frente, Harry inclinado hacia Hermione, con una mano sosteniéndola por la cintura y, con la otra, tomando su muñeca. Hermione contenía la respiración. Se separaron…

                        Si quieren saber la verdad, nunca se besan. Ambos son muy fieles al recuerdo de Ron y, además, no hay que olvidar que, al final, Harry está enamorado de Ginny y así será siempre. Si embargo, la vulnerabilidad puede generar estos efectos de tensión de los que nuestros jóvenes habrían sido víctimas.

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Escritora venezolana radicada en Miami. Licenciada en Historia del Arte y Literatura por la Universidad de Miami. Ha publicado la novela Beatriz decidió no casarse, la cual también fue publicada en inglés. Puedes comprar su novela en Amazon

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