Segura de que Harry se habÃa quedado dormido, Lily apagó la luz del cuarto y bajó las escaleras hacia la sala, donde James la esperaba, sentado en el sillón, con los codos apoyados sobre sus muslos, nervioso. Al ver a su esposa descender lenta y silenciosamente por las escaleras, James se levantó y sonrió con los labios apretados, mientras sus ojos revelaban su contenida tristeza.
–¿Se durmió?
Lily asintió.
–Fue rápido –agregó James–. El otro dÃa me tomó dos horas, ¿te acuerdas?
Lily se percató del esfuerzo de su esposo por alivianar el tenso ambiente que se cernÃa sobre la sala a través de esa conversación trivial, al mismo tiempo que servÃa para evadir el tema que ella querÃa tocar.
–SÃ, claro… y de esas dos horas, una completa fue llorando –dijo ella como una especie de concesión a su marido–. ¿Nos sentamos? –Preguntó por fin tras un silencio de dos segundos, tiempo suficiente para que se hiciera incómodo.
–Claro… –dijo James con voz baja, prácticamente inaudible.
Lily se sentó junto a su esposo, sin embargo, guardando cierta distancia. Él la imitó. Antes de hablar, Lily, sentada con la espalda recta y las manos apoyadas en su regazo, suspiró mientras buscaba las palabras que le sirvieran para comenzar con su triste explicación. James la observaba con los dedos entrelazados, deseando que ella no comenzara a hablar nunca y que, por lo menos, se quedaran en ese instante para siempre. Estaban juntos, ¿no? No era el mejor momento de su relación, es más, era el peor, pero por lo menos estaban, aún, sentados en el mismo sofá.
–James… –dijo Lily en medio de un suspiro y con la cabeza baja. Seguidamente, levantó la mirada y su esposo pudo ver que sus ojos estaban iluminados. No dijo nada más.
–Lily, dime, por favor. Sé que va a ser horrible, pero tu silencio es peor todavÃa.
Lily Potter apretó los labios, intentando reprimir unas lágrimas sin éxito. James se las secó con su pulgar. Se miraron nuevamente.
–Dime, Lily. Te lo pido.
Lily cerró los ojos, apretándolos con fuerza, y comenzó a hablar con rapidez, pues aunque sentÃa lo que decÃa, detestaba que esos fueran sus sentimientos.
–Tú y yo comenzamos a salir estando en Hogwarts. Tú me gustabas, eras inteligente, simpático y atractivo, pero… –abrió los ojos e hizo un movimiento con las manos, apretando los puños–. No sé, James… yo creo que nunca he estado enamorada, de nadie. No quiero que pienses que te quiero dejar por otro hombre. Yo sé que hay sentimientos que no he sentido, y la verdad es que quiero sentirlos. CreÃa que podÃa, pero no puedo fingir que estoy enamorada de ti para siempre.
James, que hasta ese momento habÃa mantenido una posición tranquila, incluso sumisa, se molestó instantáneamente.
–¡Tú sà tienes brÃos, Lily! ¡Tú sà que tienes brÃos! Ajá, si tanto soñabas con estar enamorada de tu esposo, ¿entonces por qué aceptaste casarte conmigo? ¿Por qué permitiste que los dos perdiéramos el tiempo? Y ahà está Harry arriba –dijo señalando al techo–. ¿Me vas a decir que Harry fue un error?
Lily lloraba, sin embargo, con voz que denotaba enojo debido a la indignación dijo:
–No metas a Harry en esto. Ni se te ocurra insinuar, ni por un segundo que yo no amo a Harry.
James estaba de pie, y levantando la voz, agregó:
–Bueno, si me estás diciendo que casarte conmigo fue un error, que toda nuestra relación fue un error, eso implica que todas las consecuencias de esa decisión, fueron también un error, Lily. ¿No?
–Eso no es asà –dijo ella poniéndose de pie también.
–¿Ah no? Entonces explÃcame cómo es, porque yo no entiendo. ¡Yo… no… entiendo!
–Entiendo que no entiendas, y te pido perdón por… bueno, por todo. Por, como dices, hacerte perder el tiempo. Aunque, no lo veo como una pérdida de tiempo, está Harry y hemos aprendido muchas cosas juntos.
–Lily… yo no puedo creer tu egoÃsmo. En serio, es que siento que nunca te conocÃ. No puedo creer que seas capaz de algo asÃ. Cuando dijiste que querÃas hablar y vi tu cara, sumado a que llevas dos semanas en las que te he notado rara pero, por supuesto te preguntaba y me decÃas que no tenÃas nada. Es que, Lily… –James apretó los puños y los labios, sin saber cómo continuar optó por suspirar derrotado y sentarse nuevamente con la cabeza entre las manos.
Lily permaneció y de pie, y por un momento, ninguno habló.
–¿James?
James Potter levantó la cabeza, preso de una furia incontenible.
–¿Sabes qué es lo más triste, Lily?
–¿Qué? –Preguntó ella, en voz baja y suave. Triste…
–Que todos esos recuerdos que tengo contigo, no es que los perdà para siempre… no, mucho peor, es que nunca fueron. Es como si nunca hubieran ocurrido, porque eran mentira. Esa nunca fue mi realidad. Nunca… y eso es el mayor mal que le puede sobrevenir a una persona, o de los peores, saber que sus mayores alegrÃas no fueron tal cosa.
–James, eso no es asÃ, yo tengo recuerdos muy bellos contigo, que no olvidaré nun…
–Silencio –le ordenó James, pero Lily continuó hablando.
–(…)nunca. Vivimos experiencias muy…
–Te dije que silencio, Lily. Creo que hay alguien afuera.
Lily calló dejando la oración por la mitad. Y asà se quedarÃa… James dio dos pasos para atrás, inclinándose para ver a través del delgado espacio entre las dos cortinas de la ventana. Lily no entendÃa lo que ocurrÃa, sin embargo, ya tenÃa miedo.
–Lily… –dijo James casi sin mover los labios y con un tono de voz casi inaudible–. Busca a Harry y quédate en su cuarto.
–James, ¿qué pasa?
–Ve al cuarto de Harry y quédate allÃ.
Lily no se movió.
–¡Que vayas, te dije!
Por fin, Lily obedeció y subió las escaleras a grandes zancadas. Entró al cuarto y cerró la puerta con llave. Harry dormÃa plácidamente sin tener idea de que en unos minutos se convertirÃa en el niño más famoso del mundo.
…Y esa fue la historia que no quisieron contarnos.