Ya hemos zarpado. Ayer comenzamos el quinto libro de la saga y hoy nos vamos adentrando pasito a paso en el suculento argumento de esta entrega. Recordemos que estaremos repasando diaria y cronológicamente durante 198 dÃas todos los capÃtulos de la serie, para concluir, el dÃa del estreno mundial de Harry Potter y el Misterio del PrÃncipe, con el epÃlogo final del séptimo libro. Echemos, pues, un vistazo a este capÃtulo número 96.
Harry Potter y la Orden del Fénix
CapÃtulo 2: Una bandada de lechuzas
La trama comienza a complicarse y surgen nuevos enigmas. No sólo hemos asistido a uno de los comienzos más oscuros (hasta el momento, claro) e inquietantes, sino que Rowling da pero bien el pistoletazo de salida con un segundo capÃtulo que nos abre nuevas incógnitas a parte de las que el primer capitulo nos ofreció. ¡Vamos a ello!
La señora Figg estába muy alarmada. Mundungus debÃa estar vigilando a Harry, pues esa era su tarea, pese a que Potter no estaba al tanto de ello y pensaba encontrarse en el más puro abandono por parte del mundo mágico. Ante la perpleja mirada de Harry, Figg nos anunció que era una «squib», y por lo tanto poco podÃa hacer magia para librar a Harry de nuevos ataques.
Mientras Harry luchaba por mantenerse en pie cargando con el pesado cuerpo de Dudley, la señora Figg consiguió pedir a Mundungus que avisara a Dumpledore inmediatamente del percance, no sin antes reñir al irresponsable y borracho guardián de Harry. La anciana vecina acompañó a los chicos a casa y se fue, dejando a Harry solo ante el peligro y con un mar de dudas revolviéndose en su interior. El estado de Dudley era patético.
Ante la rabiosa mirada de sus tÃos, obligaron a Harry a tener una desagradable charla para esclarecer qué le habÃa hecho a Dudley. Una primera lechuza entró en la cocina anunciando a Harry que, por orden del Ministerio de Magia, estaba expulsado del colegio Hogwarts de Magia y HechicerÃa y que su varita serÃa destruida. Lo convocaban, además, a una vista disciplinaria en el Ministerio. Una vez que Harry habÃa perdido toda esperanza de seguir estudiando en su auténtico hogar, decidió marcharse, pero una segunda carta, esta vez de Arthur Weasley, quien le avisaba que Dumbledore se harÃa cargo, e instándolo a permanecer en casa.
La discusión siguió su curso: Harry intentaba probar su inocencia, Dudley lo señalaba como único culpable y los Dursley se afanaban en saber lo ocurrido. Cuando Harry intentó contarles el ataque de los dementores, Petunia nos intrigó a todos dejándonos saber que ella ya sabÃa de la existencia de estas criaturas asà como de la prisión que se encargaban de guardar. La tercera carta llegó poco después. El Ministerio volvÃa a dirigirse a Potter para anunciarle que su futuro escolar, al igual que lo que ocurrirÃa con su varita y su posible penalización, se discutirÃa en la vista a la que se verÃa obligado a asistir.
Momentos después y para mayor indignación de Vernón, una nueva lechuza depositó otra carta, esta vez de Sirius, avisando a Harry de que permaneciese a toda costa en casa de sus tÃos. Ante semejante alboroto, Harry se vio obligado a explicar que todo formaba parte del mismo suceso. Inexplicáblemente, dos dementores habÃan aparecido en Little Whinging para atacarle. No sabÃa qué hacÃan ahà ni qué significado tenÃa su presencia, pero Harry pensó en la idea de que Él los hubiese enviado. Tras informar a sus tÃos del regreso de Voldemort, quien asesinó a sus padres, y del peligro que corrÃa al ser su objetivo principal, Vernon, furioso, intentó poner a nuestro brujo favorito de patitas en la calle. Suerte que un vociferador del mismÃsimo Albus Dumbledore, y esta vez dirigido a Petunia, hizo a ésta cambiar dramáticamente de idea y contradecir a su marido. Petunia escondÃa algo. Harry se quedarÃa. ¿Qué significaba «Recuerda mi última, Petunia»?